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46 Carta / A ti, que deseas inteligencia y voluntad

Domingo, 15 de mayo de 2.011

A ti, que deseas inteligencia y voluntad:

Has aprendido y sabes de lo que necesitas, ¡necesitas de Dios!, de la Inteligencia, que la da Dios Espíritu Santo, y de la Voluntad, que la da el recibir la Eucaristía. Sin Dios no tienes nada, ¡lo sabes!, porque es fácil perder a Dios, muy fácil.

Dios viene a ti, por los sacramentos, pero si libremente y voluntariamente pecas, dejas de tener a Dios hasta que vas a pedirle perdón a Él, a Dios, en la Confesión, en el Sacramento de la Penitencia, cuando te confiesas ante un sacerdote que representa a Dios y, en nombre de Dios, te da la absolución de tus pecados y faltas.

El mundo sin Dios es de ignorantes, porque por mucho que sepan, no pueden practicar su saber, porque no tienen virtudes por falta de voluntad. La voluntad es necesaria para no pecar, para reconocer el pecado, para aceptar la humildad de ser lo que eres: una persona, un ser humano, ¡no eres ningún dios!, y nadie te debe tributo alguno, y nadie puede sacarte de la ignorancia, porque la inteligencia es de Dios. Las personas tenemos el don de razonar, simplemente de razonar, de saber y decidir, pero es de Dios la inteligencia, es de Dios lo que ves y no ves; entonces, siendo de Dios todo, es Dios quien sabe de todo y todos; por eso, para saber, para ser inteligente, tienes que unirte al que sabe, ¡a Dios! Si no vives en gracia de Dios, entonces, puedes ser instruido, pero ¿sabrás aplicar tu sentido común?…

¡Cuántos yerran en las cosas más vitales del ser humano! ¡Cuántos yerran en el amor humano, en negocios y en diagnósticos médicos; porque la instrucción no da la inteligencia, la inteligencia reside en la mente y una mente sucia por el pecado, por los pensamientos pecaminosos de codicia, de maldad, de orgullo, lleva a la persona a la pérdida de su voluntad, porque duda, y en la duda no se hacen los actos reiterativos de una acción que se hace virtud.

Inteligencia y voluntad, ¿qué tal vas de esto? No me lo digas, ¡mal!, vas mal y no sabes porqué; te lo diré, es porque no tienes fe, porque vas de dios y no haces actos de fe. Quieres ser más listo que el Papa, y ¿cuánto hace que vives la fe?… Ese sentido tuyo, y de todos, de raciocinio, te hace creer que eres inteligente, pero, te lo digo, la inteligencia es cosa de Dios; entonces, para ser inteligente, cree en la Santa Madre Iglesia Católica y vive los dogmas, y acepta la fe tal y como es. No quieras venir tú ahora y pretender saber más que dos mil años de historia. ¡Esta soberbia te llevará al Infierno!, porque quien no está unido a Pedro, ¿con qué llaves entrará en el Reino de los Cielos? No hay copias de las mismas, sólo hay unas, las que el Papa tiene y usa para abrir o cerrar, según las obras de tu fe. Deja de hacerte el sabio, porque primero hay que ser inteligente, y es de necios escuchar a quien no sabe, y es de malos propagar la maldad de los que han protestado del Hogar.

Vamos a ver… ¿quieres ser sabio?, primero desea la inteligencia y la voluntad, pero la inteligencia es, lo que es y no lo que uno quiere que sea; entonces, para ser inteligente hay que ser humilde; entonces, sé humilde usando de la voluntad de vivir la fe; ¿o es que pretendes fundar una nueva Iglesia? ¡Hay tantas!, que se te ha pegado el descaro del hijo rebelde, que cree que lo sabe todo de la fe. ¡Calla y atiende a tu corazón! ¿No es mejor ser amado a querer tener razón?, entonces, ¡déjate amar por Dios!, y vivirás la fe que te dará Él mismo, Dios Espíritu Santo, que vive en la fe, en la oración, y es la misericordia de Dios que se te entrega a raudales después de una buena confesión.

Vamos para el confesonario, que necesitas los cuidados de Dios, porque tu fe se debilita al escuchar a los necios hablar con orgullo de lo que creen saber, y van en pañales, cuando la Iglesia tiene más de dos mil años de amarguras y dolores de parto, por esos hijos que no quieren amar la Verdad y se han quedado cómodamente en el vientre de la madre. ¡Sal!, aprende de la vida y déjate de teorías, porque ¡vas a morir!, y nadie sabe cuándo ni cómo. ¿Dónde está, pues, tu inteligencia, si no puedes añadir un codo a tu estatura, ni alargar tu vida más de 120 años?

Me haces enfadar cuando vas contra el Papa, porque no es de inteligentes dudar de la fe. ¿Quién tiene las llaves del Cielo? Entonces no le quites autoridad al Papa, y no lo juzgues en su obrar, porque no se te es permitido juzgar a nadie; ni el mismo Jesús, Dios, cuando estuvo en el mundo juzgo a nadie, sino que enseñó y obró milagros. Tú ¿qué milagros haces?, entonces ¡no eres Dios!, entonces calla y obedece a la Iglesia y ama al Papa, este es tu deber: rezar por él. Vas exigiendo santidad, cuando eres una “maruja” criticona. No vas a prosperar nada en la vida, mientras tu mira esté en criticar si es o no santo quien ya la Santa Madre Iglesia así lo declaró. Procura por ti, porque, lo que digas, también será puesto en juicio ante Dios. Deja de perder el tiempo y ocúpate de hacer tus cosas bien, ocúpate de no hacer escándalo y de dejar que Dios te haga santo. Este es tu problema, y es un gran problema para ti; más que la santidad de otros, es la tuya la que debe importarte, y criticando a los santos, te haces diablo. ¡No peques más y vete a confesar de tu ignorancia, de tu falta de prudencia y CARIDAD! Dios te perdonará, ¡claro que sí!, pero únete a Él, a Dios, y sé inteligente y ten voluntad para no pecar. ¡No peques más!

¡Viva el Papa!

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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