Saltar al contenido

93 Carta / A ti, que quiero que disfrutes del goce espiritual

Domingo, 12 de agosto de 2.012

A ti, que quiero que disfrutes del goce espiritual:

En los días grises, en las noches oscuras del corazón, que no del alma, porque hay noches oscuras del alma y abundan más, en las personas cristianas, las noches oscuras del corazón, cuando te duele por los que amas que no te aman, que te exigen actos inexigibles para un cristiano-católico, pero te los exigen en demostración del amor que quieren que les tengas; ¿eso es demostración de amor, el pecado, el que peques contra Dios y faltes al amor que te debes hacía ti mismo?, ¡¡¡¡NO!!!!

Las exigencias de los que están en nuestro corazón, a veces, son muy poco razonables y razonadas; quieren dominarte, para más tarde desecharte; porque nadie ama indefinidamente al pecador que peca sabiendo que va a pecar, es decir al pecador a conciencia; a este que le pueden decir: “No nos podemos casar, pero en nombre de nuestro amor, acostémonos juntos, y que todos sepan que somos uno en el acto sexual sin la responsabilidad del fruto de un amor de esposos”.

Poned los de CatholicosOnline.com el vídeo de la parodia sobre las “parejas de hecho”, que a tantos les piden hacer en nombre del mal entendido amor, y que los padres, a veces los hermanos, ilusos, apoyan y bendicen, siendo una maldición. 
http://es.gloria.tv/?media=320996

El pecado grave de la concupiscencia, te lleva al Infierno eterno DIRECTAMENTE.

No hay excusas para este lamentable pecado. Lamentable, porque es un pecado que es muy usual en esta sociedad actual de consumismo, de gente que duda siempre y que pasa de un “amor” a otro “amor”, como cambian de desayuno, por el capitalismo de poder acceder, pagando, a cualquier dieta que se le antoje, porque tiene dinero para comprar al amante y a los padres y familiares del mismo, que pueden decirse católicos pero son MALIGNOS. ¿Cuántos padres siguen hoy en día vendiendo a sus hijos por dinero?, ¡tantos! Y si no hacen lo que ellos quieren, les quitan el amor, de cuajo, al fruto de su vientre. Y si el candidato tiene dinero, entonces aún es más su soberbia en afirmar que no hay pecado en amar a un hombre casado, o a esta mujer que no quiere casarse contigo porque tiene hijos de otro, con el que se casó antes, porque tenía más dinero que tú. Hay mujeres caprichosas que quieren un poco de cada hombre que han conocido; de uno el dinero, del otro el sexo. Y no les interesa nada más que vivir su vida “FELIIIIIZZZZZ”, eso dicen, y apuntan en su Twitter: “¡Soy tan felizzzz!”, en sus planes maquiavélicos de utilizar a todos los hombres que puedan adquirir con su dinero, porque hay mujeres que ganan más dinero que los hombres, por el intercambio del sexo; hay especialistas en excitar a los hombres, lo que antes se llamaba: “las putas finas”, pero están allí, muchas en las playas, luciendo la desnudez de su cuerpo, que Dios lo hizo bello para enamorar al varón y que el esposo disfrutara de la esposa, porque en tener hijos, mantenerlos y educarlos bien, hay mucho sacrificio, y Dios es un Dios de Amor y Belleza, y quiere para sus hijos la belleza y el amor, para dar forma a la creación más maravillosa que entre dos personas de distinto sexo pueden hacer, y que son los hijos. Hijos creados por amor, por deseos y pasión, dentro del marco del matrimonio sacramental. Dios quiere recompensar la ayuda que se le da de poder seguir poblando el planeta Tierra de sus hijos, de estas almas que ama y crea y entrega al matrimonio para que los cuide, para que gocen espiritualmente de las decisiones del mismo Dios que son la creación de almas, ¡de vida!

Tener hijos es el goce espiritual que alegra más y mejor los corazones de los esposos: hombre y mujer. Los hijos dan un placer espiritual jamás logrado en nada más humano; toda la alegría acumulada en el corazón del hombre, de la persona, se desborda en dicha cuando tiene en sus brazos al hijo, fruto del amor entre él y su cónyuge.

¡Dios no quiere divorcios!, el divorcio es proclamarse PERDEDOR, VENCIDO, DERROTADO.

Quién quiera el éxito, que empiece por este: CASARSE BIEN Y PARA SIEMPRE

Dios entrega a los hombres que tienen vocación al santo matrimonio, les da la posibilidad de hallar el goce espiritual que se puede parecer más a la dicha celestial, porque no es, no son unos instantes de excitación y de placer, como lo es en el acto sexual matrimonial, sino que es en las 24 horas del día; el resto de tu vida, si te casas bien, con alguien que en verdad y de verdad ame a Dios sobre todas las cosas, te ame a ti y tú lo ames a él-ella, y juntos y unidos tengáis el plan de vida de ser SANTOS. Sí, he dicho SANTOS, porque es más fácil ser santos dentro del matrimonio canónico, que un soltero por más que ame a Dios. Eso sí, ¡los dos! tienen que querer ser santos; luego la vida es una aventura dichosa dentro de todas las vicisitudes que Dios les permita para ir moldeando su corazón a la perfección, porque una cosa es el corazón y otra es el alma. De esto hablaré la próxima semana; esta semana es para hablar del goce espiritual. Y te lo digo yo, sacerdote, que conozco a muchas personas, buenas personas que son un matrimonio feliz y que gozan del goce del alma, ese goce espiritual del deber cumplido (subráyame eso; se lo digo a quien le dicto). Porque hay que saber obedecer a Dios dentro del matrimonio, porque Dios es AMOR, todo Amor y Belleza y Bondad… y muchas cosas más que pocos conocen, porque en vez de aprender teología, -cosas de Dios-, están por otras cosas de la vida, que no les dan más que problemas y más problemas. Dios quiere solucionarte todos tus problemas, por eso, CÁSATE con alguien que tenga tu misma fe, y haced vuestro mundo; y si tus padres, hermanos, parientes y amigos, quieren para ti una pareja de hecho, líbrate de ellos porque te están llevando al Infierno, y ellos irán contigo allí mismo, ETERNAMENTE.

Esta carta no es una broma pesada, esta carta contiene la verdad, proclama la verdad, como la proclamó San Juan Bautista, y que por eso perdió literalmente la cabeza; y el que no quiera hacerme caso, perderá la cabeza, porque su mala conciencia le llevará de depresión en depresión durante toda su vida, y perderá todo el cuerpo en el Infierno eterno.

Quiero que te salves. Si es preciso, olvídate de tus padres, hermanos y amigos, ¡aléjate de ellos!, pero NO PEQUES CON EL CONCUBINATO, ‘bendecido’ por los que no te aman como dicen amarte. Sé que estás pasando por una gran prueba, pero, ¡escucha la voz del que gritaba en el desierto!, a San Juan Bautista; él perdió SU VIDA física por defender la doctrina, por decirle al Rey Herodes que no le era lícito tener por mujer a la mujer de su hermano, a Herodías, y que tenía una niña de su esposo legal. Si el santo, como fue y es, San Juan Bautista, murió por eso, ¿crees tú que la doctrina ha cambiado?… ¡¡¡NO!!!, sigue siendo la misma, porque Dios no cambia, aunque algunos de la Iglesia Santa proclamen lo contrario.

Y tú, si tienes un hermano que vive en concubinato, y se lo permites y se lo aplaudes y haces ver ante tus hijos que es una relación lícita, ¡ay de ti, lo que te espera sufrir en la vida!, y luego, te lo digo alto y claro, ¡¡¡al Infierno!!!, tú con ellos.

Es una carta con un llamado desesperado, que la dicta mi corazón de sacerdote que sufre al veros a tantos, que al morir vais camino al Infierno. Ningún sacerdote puede perdonar los pecados de un muerto, por mucho que se lo pidan los vivos; los pecados, cada cual tiene que pedir perdón por ellos en la confesión.

Sí que el matrimonio es un sacramento que se dan los esposos, y hay tantos que no están casados; muy seguramente, esos padres y hermanos que “bendicen” las parejas de hecho, NO ESTAN LEGALMENTE CASADOS ANTE DIOS. Sólo Dios sabe lo que hay en el corazón de cada uno, por esto hablo yo en general, y no señalo a ninguno, porque Dios sabe más que todos los hombres juntos y lo que creen saber.

Os pensábais que hablar del goce espiritual, era hablar de felicidad y de dicha, y sí, lo es, porque ahora sigue, prosigue mi carta, para los que se han casado bien, esos que en su hogar viven un Paraíso Familiar, esa Iglesia Doméstica, donde Dios Padre es obedecido imitando todos a Cristo, con la intercesión a sus plegarias, -unidos, o cada uno de los componentes de la familia-, a Santa María y a su casto esposo San José. A esos, Dios los ve con agrado, y de pleno, por el sacramento matrimonial, les entrega la potencia de su Amor Verdadero, el Amor de un Dios agradecido, agradeciendo a los esposos estar siempre abiertos a la vida en sus relaciones sexuales, propias del matrimonio, donde los hijos, -si Dios quiere-, van llegando y poblando ese Paraíso Doméstico, en el hogar más sencillo y más lleno de felicidad, por el goce espiritual de vivir entre ángeles que los guardan.

Algunos hijos que han nacido en un hogar así bendecido, por la voluntad del libre albedrio de los padres, se mal casan luego, y son unos desgraciados, porque han corrompido su vida, que fue vivida en un Paraíso Familiar; muy seguramente han cambiado por el dinero, por el mundanismo, la unión y unidad espiritual. Algunos hay que siguen a un mal hermano, endemoniado, que saliendo él, del hogar, cambió su religión, y lleva a los demás al pecado, porque su función, de parte de Satanás, es arrastrar a los otros, a todos los hermanos que pueda, al Infierno; y empieza hablando mal de los padres, señala sus fallos, pecados, defectos, porque todo matrimonio, toda persona, es imperfecta, dentro de la perfección que va buscando; tú, todos, ¡ni uno! es santo; es más, muchos han pecado mucho, viviendo incluso en un Paraíso Doméstico, porque han sido muy probados, y cayeron para levantarse pronto, ¡en seguida!, pero cayeron; o  no supieron ser buenos esposos al cien por cien; muchos porque no sabían, porque nadie les había enseñado, quizás porque sus propios padres o abuelos eran ateos, o por falta de salud o de dinero, que marcan a las personas con mucho dolor interior; y los hijos malos recuerdan esos momentos, no los de la confesión inmediata, sino los del pecado. Os digo, recordad cuántas confesiones hicieron vuestros padres; tantas como pecados cometieron, y ¿no es eso lo que la Iglesia Católica pide para ir al Cielo: Confesión buena y sincera?… Como digo, estos hijos que han vivido en un Paraíso Familiar, reniegan luego de él, porque, SON DÉBILES, y no les es posible hacer de su matrimonio lo que vivieron, porque o han formado una pareja de hecho, -una detrás de otra-, o aceptan la de su hermano, y ÉSTÁN EN PECADO; por eso y por ir contra el CUARTO MANDAMIENTO de la Ley de Dios; y aunque algunos de estos vayan a Misa y se denominen católicos, e incluso profesen en algún grupo católico que les permite ir contra sus padres SANTOS, esos que les dieron un Paraíso Doméstico, donde el goce, la alegría, la paz, la virtud, la pureza vivía en ellos, os digo, que si no cambian de actitud, irán sin remedio al fuego eterno del Infierno. No puedo engañaros, soy sacerdote de la Iglesia Verdadera, la que fundó Cristo, Dios Hijo, la que fue la tuya y abandonaste por dejarte arrastrar por tus pasiones de sexualidad. ¡Vuelve!, regresa, que Dios perdona siempre, como siempre perdonaba a tus padres si pecaban, y siempre la Gracia de Dios estaba en tu hogar. ¿Lo recuerdas?… cuánta alegría, cuanta dicha; tu corazón, tu cuerpo, tu alma, toda tu persona gozaba de dicha espiritual.

Que os sirva de lección esta historia inventada, que tantos han vivido y niegan reconocer que fueron dichosos, a más no poder, en sus casas, de niños, cuando sus padres, por su fe, les protegían, aún siendo limitados en su capital, y a veces, tantas, por ignorancia, por mala tentación de Satanás, que los vencía a veces, fuisteis sin embargo, tan dichosos. Atreveos a pensarlo, a recordar los numerosos días de goce, donde la alegría estaba en todos, y todo lo que aprendisteis, de lo bueno, de lo malo que recibísteis de unos padres que se habían casado dándose en matrimonio ante Dios, y cumpliendo con todo, porque sus pecados, todos, los iban a confesar en seguida, y pedían perdón; pero tú, a veces, en tu corazón no los perdonabas, porque querías unos padres perfectos, sin ser un hijo perfecto…; ¡mírate ahora!, ¿cuándo fuiste más feliz en toda tu vida?… Te lo diré: cuando estabas en casa, en tu casa, con tus padres que tanto te amaban, yendo todos camino de santidad, confesando vuestras faltas y pecados, que ahora has propagado por todo el mundo, ¡los suyos!, y los has sentenciado a las críticas, y más calumnias e injusticias; te digo, como sacerdote que soy y sé de la vida y de Dios, que si no te arrepientes, si no pides perdón a Dios y a ellos, si no haces penitencia y deshaces públicamente el mal que públicamente has hecho, tú, dudo que entres en el Cielo, y toda tu vida será UN INFIERNO.

El goce espiritual está en perdonar y pedir perdón, en perdonarse y recibir el sacramento de la Reconciliación con Dios, de la Penitencia. Dios te espera en el confesonario. Dios te Ama, como Ama a tus benditos padres, como Ama a todos los esposos que dicen: “de ahora en adelante nuestro matrimonio será legal ante Dios”, como Ama a los que rompen sus relaciones de pareja de hecho, como Ama a los que deciden casarse bien…

¿Es que no Ama Dios a los malos, a los que hacen mal, aún después de haber leído esta carta, aún después de saber que no actúan bien?… Sí, los Ama, pero ¿de qué les sirve a ellos, si irán al Infierno, si viven en un infierno, pudiendo tener Goce Espiritual?

Recemos por los que se portan mal. ¡Que hay!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.