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Casarse

52 Carta / A ti, que dudas de si amas o no a la persona con quien vas a casarte

Domingo, 31 de julio de 2.011

A ti, que dudas de si amas o no a la persona con quien vas a casarte::

¡No te cases mientras dudes!

Puedes dudar de la fe, es lógica esta duda, pero no puedes dudar de entregar tu vida entera de fidelidad y para siempre a otra persona en santo matrimonio, y recibir de ella su vida entera de fidelidad y para siempre. Si dudas, NO TE CASES.

El matrimonio no es para dejar la soledad, ni para prosperar económicamente en la vida, o socialmente, ni para hacer feliz a la otra persona, ni a tus padres, o uno de ellos, o por venganza de la persona que amabas y te dejó.

No haces nada de lo anterior, cuando te decepciona un empleo, no vas adrede a ocuparte de un trabajo que no quieres, entonces, tampoco lo hagas, tampoco te cases si dudas, o si ves que la otra persona duda.

El matrimonio es un sacramento y no una oportunidad social, ni una condición humana para evadirte de tu realidad, ¡al contrario!, el matrimonio es para hacer una realidad social entre dos personas que se aman y aman a Dios sobre todas las cosas; este es el matrimonio por la Iglesia, el matrimonio canónico, el matrimonio sacramental.

No hace falta que te cases por soledad. ¡Hazte de un club!, de un grupo religioso o social.

¡Cásate sólo por amor a la otra persona!

Cásate para dedicarte a hacer feliz a la otra persona, y para aceptar la felicidad que la otra persona te dará a ti.

Si es una persona que no te hace feliz, ¡no te cases!, porque en el matrimonio la felicidad que tendrás será la que la otra persona te dará, ¡ninguna otra felicidad vas a tener!

Y la otra persona únicamente va a ser feliz con la felicidad que tú le vas a proporcionar, y si tú no la amas tanto como para vivir SOLAMENTE PARA HACERLA FELIZ, ¡¡NO TE CASES!!

Ves que es fácil dejar de dudar si amas o no a esta persona con la que te vas a casar.

Espera, ¡no tengas prisa en las cosas del amor humano, aunque sientas pasión y ganas de tener sexo!, ¡no vas a ser feliz si no vives para hacer feliz! ¡No te hará feliz si no la amas hasta el punto de vivir para hacerla feliz y aceptar que tu felicidad sea lo que esa persona te dará!

¿Cómo es esta persona?

¿Qué te da?

¿Qué recibes directamente de ella?

No confundas lo que recibes de ti mismo-a por lo que ella te proporciona. Una prostituta puede también proporcionar goce sexual y no es normal pensar en entregarle toda tu vida casándote con ella. Sé que me has comprendido.

Un Banco puede prestarte dinero, y no por ello te vas a casar con el director del mismo, sino que vas a pagar con dinero (los intereses acordados), por el dinero recibido, pero no te vas a casar con ningún banquero. Sé que me has comprendido.

Cásate pensando en tus posibles futuros hijos, pensando en el padre o la madre que quisieras para ellos. Seguro que no quieres que pasen por la vejación de tener una madre prostituta, o un padre que es padre de muchos otros hijos.

Es serio casarse. ¡Te la juegas!

Es más serio casarse que intentar vivir la fe católica. Uno puede arriesgarse a vivir la fe aunque dude, pero dudando no puede casarse. El amor humano no es lo mismo que el Amor de Dios. Dios no falla, ¡JAMAS!, lo tenemos comprobado por los santos. Y casarse con una prostituta o un mal padre, eso también está comprobado por tantos infiernos que viven los mal casados. Que te sirva de experiencia la experiencia de los santos y la de los que sufren por haberse casado mal.

Tú, sé listo: sé santo, y cásate con alguien que quiera ser santa, y ya por sus obras, veas que vive las obras de la fe. No te dejes hipotecar tu vida, que es distinto a hipotecar tu casa; una casa la puedes dejar, e ir a vivir a otra distinta, pero si dejas a tu cónyuge, a menos que el matrimonio no sea declarado nulo, no vas a poder recibir los sacramentos NUNCA MÁS, si por necesitar amor, que es por lo que te casas, te juntas luego con otra persona. Y, difícilmente, tu matrimonio puede ser declarado nulo sabiendo todo lo que te he enseñado hoy sobre el mismo, porque sabes de qué va el amor humano, de casarse por amor, para VIVIR pensando, después de Dios, en hacer feliz a tu cónyuge, renunciando a tu propia felicidad; que sólo serás feliz con la felicidad que tu cónyuge te da, y como católicos, deberéis vivir la fe, deberéis obedecer a Dios Padre, que si quiere daros hijos, y posiblemente querrá, no le atéis las manos utilizando medios anticonceptivos naturales sin tener motivos graves; y si eres hombre, piensa en esta mujer que has elegido, si dejará que en su cuerpo se desarrolle la maternidad las veces que Dios quiera, y normalmente no son dos ni tres, ni una, sino que son más. ¿Querrá? Y, ¿querrá el varón con quien te cases, cuidarte y alimentar con el trabajo que realice él, tener hijos de los dos? ¿Trabajará lo suficiente?, porque al igual que la madre está pendiente de sus hijos 24 horas al día, el padre debe pensar en su labor, en su profesión, y dedicarse a ella, muchas horas. Y ambos, ¿seréis capaces de vivir la templanza en las cosas de este mundo?

Casarse, como ves, NO ES UNA LOTERIA, sino se basa en programación, en visión de futuro, en vivir la fe viva, en darse totalmente al otro, por amor a Dios.

No todos tienen vocación al matrimonio. Muchos lo confunden con los deseos lascivos del cuerpo físico.

La vocación al matrimonio lleva a la santidad, porque es un camino MUY DIFICIL, que desemboca a la vida Celestial en el Reino de los Cielos, donde se cumplen todas las promesas de Dios, para los bienaventurados. Y los casados, como buenos discípulos de Cristo, van a vivir todo lo que Dios vivió, no se les dará ninguna ventaja, porque el siervo no es menos que el Señor, como no lo es al Amo.

Si estás solo-a, antes de mal casarte, mejor que te hagas de un club social, porque el matrimonio sacramental es para los futuros santos. Los que, al igual que los sacerdotes y los religiosos y laicos consagrados, saben vivir sin sexo por amor a Dios, y se casan, no por el sexo que tendrán, que es lo que da validez al santo matrimonio, el consumarlo uniéndose los dos en un sólo cuerpo para tener hijos, que este es el oficio del matrimonio: usar, por amor y con amor, del acto sexual, para dejar que Dios, si quiere, y normalmente quiere, tenga el matrimonio familia súper numerosa, es decir: ¡más de tres y de cinco!, todos los que Dios conceda a una vida de placer sexual, que no puede negarse, uno al otro, ni por caprichos, ni por venganzas, ni por miedo a la maternidad, a la paternidad, a perder el físico, el dinero o el egoísmo. ¡No te cases con nadie egoísta, aunque sea muy lindo-a!, cásate con alguien sincero, que no diga que hay causas graves para tener otro hijo, sin tenerlas. Y que sepa vivir la pobreza, porque el matrimonio es un llamado a la santidad. Y ya hay demasiada mediocridad en algunos que se llaman católicos, y que en sus alcobas son como los ateos y agnósticos, sólo se tienen en cuenta a ellos mismos y pasan de Dios, lo dejan para cuando salen de la habitación para irse a Misa. Sí, por desgracia, la piedad en muchos es sólo rezar, pero no tienen obras de fe. 

Hazme caso hijo mío, hija mía, que soy sacerdote y he visto y veo lo mal que acaban los que se casan mal. Tú cásate sólo por vocación a la santidad con una persona que como tú tenga vocación a ser santo-a, y entonces aun y viviendo una y mil tentaciones, que el Demonio se ocupará de tentaros utilizando las caídas de las personas que amáis, sobre todo padres, hijos, hermanos, amigos, jefes o compañeros de trabajo, podréis ser felices en los momentos íntimos de vuestro amor y en los de lucha, porque unidos venceréis siempre, ya que donde hay dos que piden a Dios, Dios los escucha, y por su fe se lo concede.

Nadie puede destruir la vida de un matrimonio verdaderamente canónico, ¡NADIE!, porque son indestructibles los que unidos viven para vivir la santidad.

Os deseo una vida santa, un matrimonio santo. ¡¡¡Felicidades!!!

Oh mis amados hijos casados, Dios os bendice con las dos manos.

Dios confía en vosotros, sabe que el amor lo puede todo.

Con afecto sincero.

 P. Jesús
© copyright

 

108 Carta /A ti, que vas a casarte por la Iglesia

Domingo, 17 de febrero de 2.013

A ti, que vas a casarte por la Iglesia:

Amigo, la semana pasada te comenté que te hablaría, esta semana, de cómo debes tratar a la que será tu esposa ante Dios. Y pon atención porque estoy dispuesto, a punto, ¡ahora empiezo!:

La que será tu esposa, esta Eva, que tú siendo otro Adán, Dios bendecirá en los dos esta unión familiar, dejando la soledad para uniros en lo que es una familia, porque es más que una entrega de uno al otro, además de esto, de esta entrega de uno al otro, pues, como te digo, amigo, además formáis una familia. Es como si uno fuera la piedra y el otro el cemento, y unidos y juntos, viviendo en Gracia de Dios, vais a construir este mundo dentro del mundo que se llama FAMILIA.

Una familia es algo maravilloso, porque es, por el goce del amor, que se forma la gozosa familia: padres e hijos, hermanos y esposos.

Dice el diccionario sobre la palabra familia, lo siguiente:

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

familia

  1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas o en lugares diferentes, y especialmente el formado por el matrimonio y los hijos:
    voy a ver a la familia.
  2. Descendencia, prole:
    van a tener familia.

Dice el diccionario, como segunda definición sobre la palabra familia: Descendencia, prole. Así que vemos que para que haya una familia, tiene que haber descendencia y prole. Porque dice la primera definición, que la familia es un grupo de personas, y un grupo son más que dos, porque dos son un par o una pareja, pero no son familia; para que dos que contraen matrimonio sean familia, tienen que tener hijos, sinó no son familia, son pareja, son matrimonio, son hombre y mujer casados, pero familia, la familia se hace con el tiempo, después de contraer matrimonio, y si Dios permite el nacimiento de los hijos. Porque hay matrimonios que no pueden tener hijos, y por esto no tienen familia, aunque sí que son matrimonio, pero una familia es un grupo. Si adoptan hijos entonces forman un grupo y son familia, por adoptar a hijos, por decidir libremente tener hijos, de los dos por la voluntad mutua de hacer familia, de tener prole: hijos.

Esposo, tú que serás esposo, desde el día de la boda y por lo tanto libremente te atarás para siempre y en fidelidad a tu esposa, que libremente has elegido entre todas las demás, y ella, también te eligió entre todos los demás, entonces, unidos edificaréis el hogar, esa construcción que necesita de los dos para mantenerse en pie, y la voluntad firme tiene mucho que ver, como tiene que ver también la comprensión mutua y la ayuda que uno al otro tendrá que dar para mantener la edificación del hogar, este hogar que libremente, en el día de la boda, dais promesa, uno al otro, de quereros para siempre, de amaros hasta que la muerte os separe. Os tenéis que querer, querer estar uno con el otro, vivir juntos y amaros en esta amor que es entrega sexual, física y que es la de querer hacer feliz al otro, en todas las cosas que razonablemente cada quién le agraden más y sean lícitas, sanas, santas, naturales y morales.

Tú, esposo, cuando tengas en tus brazos a la esposa, cuando ya el matrimonio sea real, y pases a la consumación del trato, de la promesa de entrega, entonces, ámala, ama a tu buena esposa por tu promesa, promesa que has hecho, y ella te ha hecho, porque ha querido; y este es un compromiso de por vida. Como tú fuiste el que le pidió la unión, esta boda, entonces recuerda siempre, que tú eres y tienes que ser el primero en darte a ella, en amarla, en seducirla y cuidarla, y ella, tu esposa, seguirá amándote siempre, si tú la amas y se lo demuestras y se lo dices y le sigues pidiendo, como le pediste, que te corresponda. Y ella, que dijo que sí, por eso hay boda, seguirá ella y por ella habiendo un hogar y una familia. Porque ella, la mujer es la que trae los hijos al mundo, los hijos de los dos, pero ella los lleva, lleva al hijo en sus entrañas y lo ama antes de haberlo visto, lo siente y lo cuida, antes de saber cuál es su rostro. Dios no quiso que los hijos fueran de uno sólo, Dios quiso que la continuidad de la especie fuera por el amor de hombre y mujer, porque cuando los hijos se van, quedan los esposos; queda la base de la familia, y la familia sigue con los hijos; aunque ellos hayan hecho su propia familia, los hijos siguen perteneciendo a la familia que los reunió, los unió en el amor de un hombre y una mujer que dijeron amarse libremente, fielmente y para siempre.

No olvides jamás tu promesa, y mantenla bajo el sello de tu honradez. Vendrán tiempos de todas clases, porque la naturaleza es pluralista, en ella todos pueden existir. Y tendrás malos tiempos, como de buenos, y esperando resistir a los malos y disfrutar de los buenos, sobre todo te pido, que no te quejes, porque tú has decidido contraer matrimonio con la mujer que ha accedido a ser tu mujer, a casarse contigo libremente y para siempre. Entonces estáis comprometidos y tenéis un futuro maravilloso, en el bien que podéis daros uno al otro. Digo que no te quejes, porque ya sabes quién es ella, la conoces, y así la has aceptado, entonces, ya conoces cómo es, por lo cual no te quejes de ella, ni de su familia, ni de la vida, porque la vida también ya la conoces; hay cosas buenas y no tan buenas, y hay cosas malas, también en ella, y sobre la familia de ella, de tu esposa, no te quejes, porque es cosa entre ellos y Dios; tú, dales siempre buen ejemplo y bendice a los padres de tu mujer, porque si has decidido que es la mejor para ti, entre todas las que hay, entonces es que la aceptas con lo que es y quien es, y es hija de sus padres, aunque fuere adoptada. Piensa hijo, que la queja te llevaría a la crítica, y la critica te llevaría a la calumnia, y la calumnia te quitaría la Gracia de Dios; y si te casas por la Iglesia, es que quieres una vida santa, perfecta, unido a la Iglesia, que tiene las llaves de Pedro, en el Papa, y que te puede abrir o cerrar el Cielo. No te casas por la Iglesia para irte al Infierno, sino que te casas para ser feliz, y sólo los felices van al Cielo, porque son los bienaventurados, porque son los que cumplen con los diez mandamientos de la Ley de Dios, y usan de los sacramentos, como usareis del sacramento matrimonial que os dará unas maravillosas condiciones espirituales para afrontar cualquier cosa que la vida os ponga como prueba, pero que si te quejas, si criticas y calumnias, debilitarás tu fuerza, la fuerza de la fe, que es el que cada quién persigue y busca la santidad, y si tú la buscas, tus suegros también, y todos estáis siendo probados mientras no morís, incluso tú y tu mujer; entonces, sé fuerte en la fe, y no te quejes esperando la perfección que no hay en este mundo. No critiques, porque tú haces bien unas cosas y otros hacen bien otras cosas, quizás esas que tú haces mal y tienes que perfeccionarte en ellas. Tú sé buen ejemplo de las cosas buenas que haces y tienes y acepta el buen ejemplo de los demás en sus virtudes, y orad unos por otros. No te olvides de tus padres, reza por ellos y dales el buen ejemplo que quisieras que te hubieran dado ellos.

Llega la boda, llega la felicidad, si realmente esa boda es un sacramento matrimonial. Algunos hacen teatro, otros pretenden engañar a Dios, y otros, unos insensatos, porque sin fe, van a la Iglesia a dar voto de lo que no creen. Tú, aprende tu fe, y que la que será tu buena esposa, que aprenda la fe. No es complicado, es cumplir con los mandamientos, usar de los sacramentos, vivir lo natural en la unión sexual, y dándoos siempre la felicidad en la caridad, os unáis en una vida de oración juntos, porque quien reza unido a otro, porque allí donde rezan dos, está Dios.

Voy terminando esta carta y me quedan cosas por decir, aunque las más importantes, ya han sido redactadas y escritas y las has leído.

Disfruta hijo mío de la fe.

Un abrazo para ti, y un cordial saludo para la que será tu mujer.

Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.