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Esperanza

96 Carta / A ti, que estás contrariado

Domingo, 23 de septiembre de de 2.012

A ti, que estás contrariado:

No esperabas eso de esa persona, ¡nunca lo hubieras pensado de ella!, y es cierto, es verdad este nuevo acontecimiento que ocurrirá por su libre albedrío. Entonces, siendo así, ¿por qué te preocupas por ello?; es algo que pasará, que es irremediable, porque no está bajo tu control; es decir, la gente es libre y si quiere partir, se va. Y aún, menos mal que te ha avisado.

El sacramento matrimonial es más que un contrato, y todo y así, tantas veces uno de los dos se va, porque sí; y ¿quién puede detener al que quiere irse?… Nadie, ¡ni Dios!

Rezar para que Dios te ayude a soportar la separación, es la mejor opción, y empezar a prepararse mentalmente y de todas las maneras posibles, para esta nueva vida que vas a vivir.

Has pedido que se quede, y no quiere; entonces, acepta su decisión, y que sepas que esa persona, ante Dios tendrá que darle explicaciones de su conducta; como tú de la tuya. Así que, por favor, ¡no peques tú!, por el dolor que vas a recibir y recibes. Prepárate sabiamente; díte, que tú no tienes la culpa de su abandono; porque quien se va es el culpable, si nada malo se le ha hecho para que tome esta determinación, porque ese deseo de libertad, de hacer lo que uno quiere, todos lo tienen, pero hay que saber vivir en familia, hay que querer vivir en familia, porque la persona está, digamos, “diseñada” para vivir en familia; si se va, esto no es lo natural ni lo establecido por Dios, porque lo primero que sabemos de boca de Dios, es que nadie separe lo que Dios a unido.

Ama tanto Dios a la familia, que incluso dijo que el hijo abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer.

Es necesaria la familia para vivir.

Pero hay varios tipos de personas; hay las que abandonan a la familia, y hay los que son abandonados por la familia; porque, por el pecado original, las cosas no se hacen siempre bien; algunas veces se hacen mal. Recordemos al hijo pródigo.

Recordemos, ahora es el momento, sí, de recordar que tu vida va de ti y Dios. Nadie se queda en este mundo para siempre, y no se van de este mundo, de dos en dos, aunque dos murieran en el mismo momento, sino que cada uno se va por sí solo, por sí mismo, a enfrentarse con el juicio personal de todo lo que ha hecho y dicho, e incluso lo que se ha permitido pensar.

Si te sientes abandonado, ora y reza, y acepta esta triste situación de abandono en la que te ha puesto tu cónyuge, o esa persona que, por razón de vida, por ser de tu familia, tenía el deber de estado de estar a tu lado, y más en momentos de precariedad y necesidad, quizás de enfermedad también.

Quiero que sepas, que Dios no te abandonará nunca, y por sus medios, esos medios que llamamos acontecimientos de la Divina Providencia, te dará su mano, aunque tu cónyuge te haya abandonado, o tu familia, porque Dios puede sacar pan de las piedras, y si tú eres siempre bueno y haces el bien, sacará para ti lo que necesites; todo lo que precises.

¡Dios no te abandona!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

102 Carta /A ti, que te falta esperanza

Domingo, 4 de noviembre de 2.012

A ti, que te falta esperanza:

Amiga, a ti que dices que te falta fe, y yo digo que te falta esperanza.

Me dices:

“Padre Jesús, yo amo a Dios infinitamente, tengo fe y trato día a día de ser mejor, pero tengo tanta tristeza en mi alma, y temores, un día escuche a otro padre en su predica y decía: «EL QUE TIENE FE Y VIVE EN CRISTO,VA POR LA VIDA ALEGRE Y SIN TEMORES». Esto me hizo cuestionarme mi fe, es que entonces que mi fe no lo suficiente verdadera y por eso vivo con tanto pesar en mi alma. Pero Dios que puede ver todo lo que hay en mi sabe que lo amo, tengo miedo Padre Jesús, por favor le ruego que ore por mi tormento espiritual, y espero su consejo, bendición.”

Y yo te digo, ¡tienes fe!, sabes que la fe católica es la verdadera, ¡la única!; sabes que Dios te Ama tanto, ¡tanto!, que te quiere santa, porque así y sólo así, podéis estar unidos ya en este mundo imperfecto, donde algunas personas, por las circunstancias, te han hecho cogerle miedo a la vida; pero este miedo, no es por falta de fe, no hija mía, querida por Dios, sino que es por falta de esperanza; tienes poca esperanza en las personas, en la vida; es tu confianza la que te hace sufrir, esta falta de confianza en los demás, que se la han ganado a pulso; sabes bien que la gente no siempre actúa bien, y cuando actúa mal, entonces, ocurre esto que te pasa, que pierdes la confianza en los demás, que pierdes la esperanza, y no la fe; la fe la tienes intacta, incluso más y mejor es cada día tu fe, pero eres consciente de que los dolores que hay en el mundo, son, tantas veces, por las personas que no hacen lo que tendrían que hacer, que es amar a Dios sobre todas las cosas y personas. Amiga querida por Dios, acepta que tienes fe pero te falta esperanza. Es todo lo que tienes, alma consagrada, pero te comprendo y Dios te comprende, porque hay gente que se ha ocupado de hacerte perder la esperanza en ellos, y no la fe en Dios, porque tu fe es grande, como grande es tu corazón, lleno todo él del amor que sientes por Dios. Estate tranquila y ten paz, porque no pasa nada entre tu relación con Dios y tú, sino que, lógicamente, por circunstancias de la vida, has perdido la esperanza en que en esta vida puedas ser plenamente feliz; y esto, precisamente esto, ES LA FE, porque así es; en este mundo, no hay esperanza de dicha plena, de felicidad completa, sino que la fe enseña y dice que los bienaventurados son los que sufren aquí, como tú sufres, por tu fe. Ves, tú tienes fe, hija de Dios y de la Virgen María. ¡Claro que tienes fe!, tu mismo miedo testifica tu fe. ¡¡¡Tú tienes fe!!!

A veces no se entienden bien-bien las palabras de los santos sacerdotes, porque hablan pensando que los comprendéis, y dicen, sin querer, cosas que os pueden apartar de la fe. Yo te digo, alma bendita, que tienes fe, pero te falta esperanza en los acontecimientos de la vida, porque es que además, lo real, es vivir en la vida, vivir aquí y ahora; esta es la esperanza que no tienes, y no es lo mismo que la esperanza teologal, porque sé que en Dios sí que esperas, pero sabes que Dios deja a todos libres, que así es de fe, y muchos deciden utilizar su falta de fe yendo contra los que tienen fe, y algunos de estos, son incluso bautizados, y de ir a Misa; pero es que en este mundo, el demonio ataca a todos, y a muchos les falta tiempo de meditación, de reflexionar en lo que hacen, en lo que dicen, en lo que piensan. Tú, amiga mía y de Dios Hijo, el Cristo, que tanto te Ama, y lo sabes bien, ¡lo sé!, meditas, reflexionas, piensas; ¿y por qué crees que lo haces, bendita alma de Dios?, porque te han dañado; y el dolor experimentado, te hace preguntarte el porqué hacen esto contigo; y así empezaste a pensar, a meditar, porque todo es bueno para la fe.

Sé que me has comprendido y que se ha ido de ti la tristeza, porque es cierto, es verdad, tú tienes fe, esperanza y caridad. Sólo te falta esta esperanza en los demás, que es tenerles confianza; y no puedes, porque sabes que no siempre hacen todos el bien y lo bueno. ¡Tranquila!, sólo es esto; nada más que esto; por lo demás, vas bien, sé que eres una mujer de gran fe, esperanza y caridad. Confía en Dios y sufre por los que, no confiando en Él, van a la suya y hacen daño a tantos, por su falta de fe, por su desesperación de arreglar sus propios problemas; compréndelos, ellos no tienen tu fe, aunque algunos digan y parezca que la viven; la fe es amar a Dios sobre todas las cosas y personas y hacer el bien, siempre el bien A TODOS, sin preocuparte de que los malos tengan tu bien, es más, ¡mejor para ellos recibir tu bien que tu mal, ¿no?!, sí.

Y os dije en la carta anterior, que os hablaría hoy sobre el poder de la Ley, pero lo hablaré el domingo que viene; ya que sé que muchos pensáis como esta buena amiga que me ha escrito y a la que le he contestado en esta carta de hoy, sí, sé que muchos pensáis que no tenéis fe porque os falla, con causa, el tener esperanza en los demás, el tener confianza con algunos que os dan su mal en vez de su bien, como vosotros hacéis y debéis seguir haciendo. ¡Nada de venganzas!, ¿para qué?, para que otros se venguen de vosotros y esas venganzas que hacéis para vengaros de los que os dañan; y quizás lo hacen por alguna venganza contra vosotros, sobre algo que quizás no hicísteis adrede, que a lo mejor no recordáis… Te deseo a ti y a todos, PAZ, la paz de Dios; y Jesús no estuvo pendiente de estas cosas, sino que estuvo pendiente siempre de obedecer a Dios. Y es a Cristo a quien seguís, es en Cristo en quien tenéis fe; y Él, Cristo, ya te llama amigo, y te cuenta como a un servidor de la fe, que es vivir amando a Dios sobre todas las cosas y personas, sobre tu fe.

A ti que dudas de tu fe, te digo que tienes fe, sólo te pasa que te falta esperanza en los demás, mejor dicho, te falta confianza en los demás; no te fías de que obren bien y haciendo el bien siempre, y te duele y sufres y tienes miedo; ¡normal!; sólo es esto, y no tiene nada que ver con Dios; lo que tiene que ver con Dios, es tu fe; y tú crees en Dios, tienes fe, sabes que puede ayudarte en todo; y fíjate, te ayuda dejando que los demás sean como quieren ser, y siendo así te dañen, y tengas tú que pensar en el sentido de la vida, y viendo que no siempre hacen el bien y lo bueno, te unas más a Dios. ¡Esto es fantástico!, ¿ves? 

Ay amigo-a, a ti que me lees, te lo digo, te conozco bien; tienes fe, mucha fe, pero los problemas de la vida, esa lucha constante para no caer, para no pecar y perdonar a los que caen y pecan, te hace pensar que no tienes fe. Pero, te lo digo una vez más, TIENES FE, pero eres realista, lo sé. Y hay que ser realistas y a la vez tener fe. Se puede. Se sufre, pero ya los que siguen a Jesús, saben que tienen que cargar con su cruz y con la alegría interior de saber que tienen fe, esa fe que les hace ser buenos y mejores, que les dice que Jesús es Dios, y lo imitan y creen en su salvación, y esperan ir al Cielo; esos son santos, tú eres santo, por la gracia de Dios y en las condiciones humanas de imperfección, porque Dios hace y hará de ti, y contigo, una persona santa. Vive, tienes vida por delante, tienes tiempo y ganas de demostrarle a Dios cuánto lo amas; y lo haces, protegiéndote de los que quieren dañarte, y dándoles a ellos y a todos el bien, todo el bien que puedes hacer, y puedes mucho, porque Dios está contigo por tu fe, por recibirlo con los sacramentos.

Ánimo, vas bien, vas bien… sigue, sigue.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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