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Templanza

47 Carta / A ti, que deseas la virtud de la templanza

Domingo, 22 de mayo de 2.011

A ti, que deseas la virtud de la templanza:

No quiero que seas tan templado que caigas en la frialdad de sentirte superior a los demás. Quiero que dejes la ira, la soberbia y que domines esta pasión tuya por la vida. Es bueno y quiero que tengas ganas de vivir, de cumplir lo que Dios pidió a Adán, el que dominara la tierra, pero una cosa es la tierra y otra es querer dominar a tus semejantes, que como tú, tienen que dominar la tierra, tienen, tenéis que sacar fruto de ella, de la tierra; debéis uniros como hermanos que sois para hacer rendir todo lo que hay en el planeta Tierra para el bien de todos. Eso quiero como sacerdote.

¡Necesitas de la virtud de la templanza!, sobre todo si has sido un niño consentido, si no te han enseñado tus mayores a que como tú, igual que tú, sois todos. ¡Ya se acabó el que te creas mejor que otros!, porque no lo eres; mejor, no; sí que cada uno tiene unos dones, unos talentos, pero si tú tienes unos, otros tienen otros. Baja de las nubes y pisa fuerte con la audacia de ser humilde, porque para ser humilde se necesitan agallas; no todos son capaces de ello, de ser humildes, y la templanza ayuda a la humildad, porque desde la visión de la templanza, la vida no la ves de tú a tú, sino que la vida es un “vosotros”, es vivir la fraternidad que nos da ser todos hijos del mismo Padre, el Creador.

Fíjate mi querido hijo, mi estimada hija, naces como todos y mueres como todos, del mismo modo, sólo cambia en ti la manera en que vives. Ahora no pienses que quiero que todos viváis lo mismo y seáis iguales en todo, porque no es así la vida, ¡ni lo quiero!, porque cada uno tiene sus cruces que llevar, y por las cruces se forja un porvenir mejor. Hay quien no quiere cargar con su cruz y ¿qué hace?, la coge y la pone en las espaldas de otros. Eso lo hacen los que no tienen la virtud de la templanza, esos mimados y consentidos que se creen los héroes, sin haber intervenido en ninguna batalla. ¡Y claro que hay batallas que librar!, y una de ellas es el reto que tienes tú y tú y tú, de ser templado, de que no pierdas tu fe por la mínima que te cuenten; pero no valores a los demás más que a ti mismo, porque la templanza hermana, equilibra y asocia a las personas, sin egoísmos, sin soberbias, con la verdad por delante, la verdad de la caridad, la verdad de vivir en la vida para dominar la tierra.

Templanza para consentirte a ti mismo, templanza para consentir a los demás, que eso hacen algunos, van consintiendo a las personas que aman para que los amen, ¡y no!, el amor no es consentir en caprichos ni ir de caciques, el amor es la virtud de la templanza, porque como digo, no hay castidad sin templanza, y es necesario amar a otro-a guardando la pasión para después de la boda, y aun así, luego de la misma, respetar la vida. ¿Qué quiero decir con respetar la vida?, pues quiero decir que la pasión no puede dominar la razón, y lo razonable es vivir para salvarse, para ser santo-a; así que no se casa uno para la unión sexual a toda hora y en todo lugar y de todas maneras, sino que se unen dos personas para disfrutar del amor en beneficio de la procreación, de tener hijos. La templanza debe regir la vida de cada uno, de todos, para no despilfarrar ni energías ni dinero ni tiempo de oración.

La templanza ayuda a que todo lo que Dios te da, a que todo lo que Dios permite que recibas, te sirva para vivir bien y ayudar a otros a vivir bien. Cuando uno es templado, no ofende con facilidad, más bien espera y consiente en vivir una vida de mortificación para el bien de todos.

A los iracundos, los maldicientes, los soberbios, a todos ellos les deseo que mejoren en la virtud de la templanza, porque estos excesos y los derivados de los mismos, van a llevarles antes a la tumba. Los que tienen larga vida, son personas que han comprendido y sufren por tener la virtud de la templanza, disfrutando de la fuerza de voluntad que les demuestra que sí, que pueden dominar la tierra y a sí mismos.

Todo aquel que quiera involucrarse en negocios humanos para prosperar económicamente, tiene sí o sí que tener la virtud de la templanza. No hay beneficios ni humanos ni espirituales, si uno es un consentido y no sabe repartir, tanto el éxito como el trabajo. Muchos hay que sólo saben trabajar solos o mandar, que es peor que trabajar solos; muchos hay que se creen dioses porque creen que tienen algo que otros no tienen, quizás belleza física, quizás don de gentes, quizás patrimonio y dinero heredado; y eso les hace creerse superiores a otros, pero no es cierto, y cuando se dan cuenta, se llenan de ira, de soberbia, porque quieren un trono sólo para ellos, ¡y no!, las grandes empresas siempre son con más de uno, porque así se puede practicar la caridad; como Dios mismo, Jesús, dijo que allí donde hubiere dos que pidieran algo… se lo iba Dios Padre a conceder, si se pide en nombre de Jesús.

La templanza no trabaja sola, la templanza necesita de otros para ser demostrada, vivida, hecha gracia para el bien común.

¿Cómo puedes tener la virtud de la templanza? Uniéndote a otros, que imperfectos como tú, tengáis los mismos buenos propósitos en la vida, propósitos de santidad y propósitos en algún negocio. No hay nada como el trabajo en equipo, por eso Dios fundó la Iglesia, para que allí todos los que quieran vivir las virtudes, tengan donde aprender y desarrollarlas. ¿Es que fuera de la Iglesia no hay virtudes? Sí, porque a todos Dios ha dado virtudes para que las vayan perfeccionando, pero la perfección está en la unión de uno con Dios, con Jesús, que vive en la Sagrada Hostia Consagrada, para alimento de las virtudes, sobre todo la fe, que es donde se apoyan todas las demás virtudes, porque sin Dios, el hombre no es completo, le falta algo, y lo sabe, sabe que su vida es la búsqueda de esa felicidad que necesita, y la felicidad está en unirse a Dios, en vivir con Dios, en ser de Dios y purificarse con penitencias y mejorando en virtudes, como la virtud de la templanza, que ella sola ayuda sobre todo a la buena salud física y espiritual.

La próxima semana os hablaré más de la virtud de la templanza. Estad preparados porque os diré cosas maravillosas que jamás habríais pensado tener conocimiento de ellas, y es que os quiero mucho y quiero que os queráis mejor cada uno a sí mismo, para así vivir la fraternidad a la que estáis llamados por ser hijos de Dios, hermanos de Cristo, el Rey de reyes. ¿Quieres salvarte?, ¿quieres seguir a Cristo?, entonces necesitas sí o sí de la virtud de la templanza, para que ella misma te de una visión de futuro, de este futuro feliz que deseas para ti, porque la felicidad está en el equilibrio, en el don de la meditación, llevada por la oración que te inspira Dios Espíritu Santo, y que con ella, no sólo te consuela sino que te llena de alegría, porque algunos pueden pensar que la templanza es sosa, que no es alegre, y al contrarío… Os lo diré la semana que viene. ¡Os espero a vosotros y a vuestros amigos!, ya sabéis que todos sois bienvenidos a mi corazón, puedo querer a todos.

Mi bendición y… ¡os espero! No me falléis, ¡eh!

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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48 Carta / A ti, que tienes el propósito de la templanza

Domingo, 3 de julio de 2.011

A ti, que tienes el propósito de la templanza:

¡Qué alegría!, por fin he podido escribiros la carta. Perdonad que faltara a la cita, pero a veces no depende de uno, sino de quien le ayuda.

Para tener en ti la virtud de la templanza, necesitas ayuda, ayuda de la sociedad, de la política y los políticos, ayuda de los que mandan en el mundo con su dinero, con su influencia moral, con toda actividad social. Y no hay tanta virtud de la templanza, en el mundo porque todos estos que he nombrado, estos de los cuales necesitas ayuda, no están dispuestos a hacerse cargo de ser útiles a la Verdad. Son útiles al poder, a los intereses creados, pero difícilmente son útiles a la Verdad que es Dios, que es vivir para amar a Dios sobre todas las cosas y A LOS DEMÁS como a ti mismo, por amor a Dios.

Amar a los demás como a ti mismo, ¡difícil!, porque te han dañado tanto que ya no sabes ni cuántos amigos tienes, todos parecen enemigos, y muchos lo son.

Pero, hijo mío, hija mía, ¿cómo podrías sinó luchar con la vida, si los demás no te pusieran zancadillas?, te sería imposible, y entonces, ¿para qué necesitarías de la virtud de la templanza? No te costaría nada ser bueno, si todos lo fueran contigo, pero, ¿por qué tienen que ser buenos contigo, si tú pocas veces lo eres con ellos?

Claro, te comprendo; tú tienes tus problemas que tanto te preocupan, puedes perder tu casa, puedes quedarte sin alimento y necesitas ayuda, ayuda para seguir con lo que tienes. Y si lo que tienes es mejor que lo que otros tienen, ¿crees tú, que te van ayudar? No. Sin decir nada, callarán para que pierdas tu propiedad, para que pierdas tu dignidad y no demuestres esta autoridad moral que tanto les molesta de ti. Así que si no te ayudan, es porque no quieren que tengas más que ellos, o que lo que tengas sea mejor.

Si no puedes permitirte lo que tienes, si lo tienes que dejar marchar, despídete de ello, porque es mejor que lo que tengas, no se lo debas a nadie que te tiene celos. Ahora piensas que es peor perder algo, a que te ayuden sin querer hacerlo, pero no, es peor recibir ayuda de quien no quiere dártela, y que se la exijas por todo lo que tú le has dado ya en toda tu vida.

Prepárate a perder para luego ganar.

Despídete de lo que no puedas actualmente por ti solo abastecerte. ¡Podrás decir adiós a lo que amas!, podrás, si tienes la virtud de la templanza, que es hermana de la justicia. Y la justicia te dice que ahora no puedes, por la crisis, continuar con algunos bienes que adquiriste cuando podías y así lo hiciste. Y te diré, que Dios no tiene nada que ver con esto, porque de tener que ver, tendría que ver con todos los que mueren de hambre cada día, con todos los que no tienen techo donde cobijarse.

Renuncia, si no puedes continuar con ciertos gastos. Renuncia, si nadie de quien conoces ahora mismo quiere ayudarte. En cuanto renuncies, serás libre; y eso te deseo hijo mío, hija mía, para que seas muy feliz dentro de poco, porque Dios no tiene nada que ver con el dinero, directamente, pero sí que tiene que ver con tus virtudes, y cuantas más tengas, más cosas tendrás, junto con ellas, las virtudes.

Muchos han perdido su casa en esa gran crisis mundial, y sufren mucho y quiero consolarlos, diciéndoles que Dios proveerá. Esa es la verdad del cristiano, que Dios permite y compensa, recompensa. Puede que pierdas una casa, pero te dará un hogar. Confía y fíate del que quiere que, junto a la casa, pierdas con ella el estar ligado por ella a personas que no te aman como deberían, porque de amarte, ellas solas te ayudarían sin tener tú ni que pedirles ni que rogarles.

Hay un día y una hora en que todos sufren. Hoy sufres tú, otro día sufrirán ellos, porque es así la vida, nadie se escapa del sufrimiento, que es algo bueno.

Me dirás, ¿qué puede ser de bueno perder una casa donde vives? Pues ya lo verás, porque la vas a perder, o ya la has perdido, pero ¡hay tiempo!, y quiere Dios que, más que una casa, tengas un hogar, un lugar sencillo y alegre donde reine la paz, donde no haya malos recuerdos, donde, mires por donde mires, te llenen esas paredes de buenos recuerdos. Y quiero que en la nueva casa donde pongas tu hogar, pongas atención en que te la ganes con un trabajo moral, con predisposición al bien, con lo que siempre te recordará que pagas el alquiler, si no puede ser de propiedad, con un trabajo honrado y de alto nivel de calidad humana.

Tu casa puede ser otra, pero tú siempre debes ser fiel a Dios. Total, en menos de 100 años, ya no necesitarás ninguna casa, sino que vivirás de GRATIS en la eternidad Celestial, si aquí has dejado casa, amigos, familia, que no te comprendía en tu fe, que veía como locuras tuyas tus grandes actos de caridad.

Renuncia libremente y Dios te dará. ¡Seguro!

Aunque claro, tú quieres esta propiedad, la consideras tuya, pero de haberlo sido, de ser realmente tuya, la tendrías toda pagada; de no tenerla pagada,  no era tuya del todo, la tenías a medias con el Banco. Acepta esto, y deja de presumir de propiedad, esa propiedad que nunca fue tuya, sino que te dejaban vivir en ella mientras la ibas pagando a plazos al Banco, de quien era y es realmente. No te creas engañado; mientras tenías que cumplir con la hipoteca, no era realmente tuya tu vivienda, pero ¡NO PASA NADA!, no pasa nada con que te des cuenta de que no tenías tanto económicamente como pensabas.

Has ayudado a muchos, a muchos que tienen casa, que podrían ayudarte y no quieren hacerlo; tú eres mejor que ellos.

Ahora, a esto no le das importancia, a tener más calidad humana que otros, porque quieres tu casa a toda costa, porque si empiezan a decir que has perdido tu casa, eso te afecta, lo sé. Lo comprendo, y rezo mucho por ti. Pero los que deberían ayudarte no quieren hacerlo, y yo soy pobre y no puedo darte lo que a tantos y tantos millones de personas les falta, porque hay muchos que no tienen casa.

Y, dirás, ¿y qué tiene que ver todo esto de la casa con la virtud de la templanza?…

Tiene que ver, porque adquirir bienes terrenales no está mal, como también está bien adquirir virtudes, y para poseer la virtud de la templanza, deberás perder muchas cosas materiales, porque el dinero no se aviene con las virtudes, y menos con la templanza, porque la codicia es enemiga de ella, de la templanza.

Tú has pedido muchas veces por la virtud de la templanza, y has rezado fervorosamente para que Dios te la entregue, y ahora vas contra Dios porque permite que pierdas tu propiedad. ¿No querías la virtud de la templanza?, pues la vida te enseña a tenerla, por perder lo que te daba seguridad. Y no puedes poner tu seguridad en el dinero, en tu casa, en tu coche o propiedades extraordinarias, sino que debes ir a las ordinarias, a las que tu sólo puedes adquirir y administrar, que son las virtudes, esas que te deseo poseas, y que necesitas poseer para ser feliz en la tierra y en el Cielo.

Eso de la casa, del negocio, del coche, del trabajo, etc., no puede estar en primer lugar en tus prioridades. Algunos, primero van por el coche y luego dejan nacer al hijo; ¡hay tantas aberraciones en la conducta de algunos, incluso de los que podrían ser buenos cristianos, pero ya ves, su prioridad está en sus relaciones con el Banco.

No estoy en contra de la función que hacen los Bancos, pero antes que el dinero o tus propiedades hipotecadas o no, está tu relación con Dios.

Os dije que os daría alegrías referente a la virtud de la templanza, y una de ellas es que no necesitas dinero ni fama para tener esta virtud; ella, la virtud de la templanza, no se compra, al contrario, se adquiere cuando pierdes propiedades, porque, en aceptar la pérdida, adquieres la virtud de templar tus deseos, de controlarlos, de decidir hasta donde y hasta cuanto te permites apostar por lo humano, como es la casa y el dinero, como es la forma y manera de ganarlo.

Adquiriste tu casa cuando aun tu fe era chiquita, ahora que tu fe ha crecido, necesitas cambiar de hogar, porque donde vives ahora, no te trae buenos recuerdos, y Dios, en su bondad, permite un mal menor para darte una vivienda mejor.

A todos los que habéis perdido casa, quiero recordaros que Jesús, Dios, nació en una cueva, luego se fue a Egipto, en una casa alquilada, y regresó junto a María y a San José a su tierra, y allí poco le duró vivir en su hogar, porque tuvo que marcharse a predicar por el mundo, y dijo que no tenía casa para reclinar su cabeza; y tú, tú, discípulo fiel, pretendes vivir mejor que tu Maestro, cuando sabes que vas a pasar por lo que Él, Dios, pasó.

Enfréntate a la realidad, ¡no necesitas de casa!, precisas de un hogar, donde te amen y sientas amor; y esto te lo dará Dios, el Señor; y para ello, primero tienes que perder lo que te ata al pasado, lo que no deja que te perfecciones en la virtud de la templanza.

Dirán que las cosas te van mal, ¡sí!, pero no pasa nada si las cosas humanas van mal esta temporada, porque, gracias a ellas, tu fe se cimentará en roca, tu fe te llevará a la Vida Eterna, a la Casa del Padre, donde no hay soledad, y sí que hay amor y alegría.

Esta es la alegría, que seas templado en tus cosas, y si no tienes antes todo el dinero, que sepas que lo que compras, o en lo que inviertes, puedes perderlo; así son las cosas económicas, que no son para siempre; en cambio, tus virtudes humanas, esas sí que son para siempre, y te ayudan a soportar las vicisitudes de la vida, éstas que no sólo tú padeces, sino que Cristo también vivió, y con Él, la bendita Madre de Dios, que al final dejó su casa para irse a la casa de Juan, a la casa de cada uno de nosotros, ¡a la tuya!

Haz en tu casa un lugar para María, porque ella vive contigo; Dios te la dio, y se va a mudar contigo, y, ¡eso nadie te lo puede quitar!; puede el Banco quitarte la casa que es suya, pero no puede quitarte a tu Madre Celestial, ¡que es tuya!, porque Dios te la dio, cuando, en las últimas, se acordó de ti y pidió a María, su Madre y la tuya, que aceptara venir a tu casa, ser tu Madre para toda la vida, para siempre.

¡Alegría!, vayas donde vayas a vivir, tu Madre viene contigo; ¡no estás solo, no estás sola! Ella te ama, porque es Madre del Amor Hermoso, de Jesucristo, el Mesías, que por amor no tuvo casa, y es Rey de este mundo y del Otro.

Un abrazo muy fuerte, del que te quiere.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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50 Carta / A ti, que no sabes dónde ir

Domingo, 17 de julio de 2.011

A ti, que no sabes dónde ir:

Tienes ya decidido seguir por siempre a Dios, a Jesús, a ser su fiel discípulo, a cargar con tu cruz cada día, a aceptar que no te quieren los que quieres, a ver tu vida de soledad, y decidir preferirla antes que devolver mal por mal.

¿Dónde vas a ir?…

Pon tierra por medio, si tu trabajo te lo permite; sinó, cámbiate de casa y acepta con sencillez y templanza tu nueva vida.

Si tu trabajo no te lo permite, sigue tu vida donde estás, pero medita en marcharte en cuanto Dios lo permita, con su providencia infinita. Confía siempre en Él.

Si debes seguir viviendo en la casa de los que te amargan la existencia, hasta al punto de ponerte en serias condiciones de pecar, busca, o haz el propósito de buscar un nuevo lugar donde ir a vivir; que sea algo sencillo, aunque tengas dinero en el bolsillo, pero para los cambios intermedios, es mejor que busques un lugar opcional hasta que no halles el amor de los seres que te lo van a dar, por Gracia de Dios; que Dios sabe de lo que necesitas. Por eso te digo que sea un lugar como de paso, porque estás pasando de una triste vida a una vida mejor, sin tener que enfrentarte a la posibilidad de pecar, y perdiendo tu identidad de hijo-a de Dios, te pierdas el Cielo, por vivir en este infierno sin afecto de los que deberían quererte, y en vez de esto, hacen obras y sueltan palabras que te duelen a morir. ¡Vive!

Todos los cambios llevan dolor e incertidumbre, pero es mejor esto que dar mal por mal. ¡No peques nunca más!, que sea esta tu intención.

Llena las maletas y despídete, sí. Haz las cosas bien. Deja que una vez más te insulten, pero no des con el silencio. Tú te despides, aunque te pese, y diles que los escribirás, que te mantendrás en contacto con ellos. Y es mejor por escrito, hasta que no aprendan que te han perdido, y empiecen a respetarte como ser humano, si no lo hacen como padre, como hijo, como hermano…

Te será duro, pero no doloroso. El dolor es vivir sin comprensión y rodeado de sermones sociales-mundanos, sin ton ni son, y a todo tiempo, y teniendo que enfrentarte siempre con tu fe.

Dios te ayudará.

Dios proveerá.

No devuelvas nunca mal por mal, ¡es pecado grave hacerlo!

Hoy hablaré poco porque, cuando uno se va, cuando uno deja a los seres que ama y que lo crucifican en toda ocasión, necesita de soledad una temporada, porque Dios Espíritu Santo quiere consolarte, y lo hace, y lo hará, mientras sigas viviendo en Gracia de Dios.

Tu prioridad es vivir en Gracia de Dios.

Y, tómate unas vacaciones de Amor con Dios. Esas que propuse ya el año pasado. Que los de CatholicosOnline pongan el link aquí mismo, para que puedas acceder a ellas, y vívelas en esta tu nueva vida.

Fe, esperanza y caridad. Eso da Dios Espíritu Santo, en cuanto lo aceptas como Amigo de tu viaje en esta vida terrenal. Comparte tu vida con Él, este Gran desconocido que es Dios Espíritu Santo, y que es el Amor que necesitas ahora y siempre. Te encomiendo a Él. ¡Vive con Él! Acéptalo como a tu Dios de Amor que es. Déjate Amar por Él, por Dios Espíritu Santo. Y ve con María, tu Madre bendita; Ella siempre ha estado a tu lado, sufriendo viendo como eras tan mal tratado por las personas que amas y que deberían amarte, pero no lo han hecho, y es hora de reconocerlo. Dios ya te dará ocasión de una verdadera reconciliación, cuando sean capaces de respetarte y de valorarte, y de permitirte vivir la fe católica. Todo llegará si rezas por intercesión de la bendita Madre de Dios, la mujer más poderosa del mundo entero, la más fiel, la más hermosa, la misma Madre de Dios, de Jesús, que anda contigo, como a lo que es: tu hermano, tu amigo; ten un trato así con Él.

¡No estás solo!

Y a tu Ángel de la Guarda, ¡no lo olvides!, habla con él, pídele ayuda en todo, sobre todo en lo material y físico; para lo espiritual, Dios Espíritu Santo, siempre está contigo.

Bienvenido a los que dejamos todo para vivir sin hacer mal a nadie, para vivir en obediencia a Dios Padre.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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