Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella, y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio. Se le atribuyen algunos milagros, y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada «mal de San Gil». Se le consideró uno de los «14 santos auxiliares». Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar. Fuente: ACI Prensa |
Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús
San Gil
Ayudar a Dios; los santos son los que ayudan a Dios. Hay quien hace obras buenas para si mismo, y estos, aunque hacen obras buenas, no son santos, y aunque ayudan a Dios, no son santos, porque lo ayudan al ayudarse a su vanagloria y no por amor a Dios. A veces, llamamos santos a personas buenas que se gozan en su propia bondad; normalmente los santos no serían buenos si no fuera porque doblegan su personalidad y todo lo hacen por amor a Dios, por caridad. Como lo hizo San Gil, y por eso Dios actúa en ellos y hacen tantas cosas grandes para el bien de Dios. P. Jesús © copyright |