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120 Carta /A ti, que aceptas la libertad de expresión

Domingo, 13 de octubre de 2.013

A ti, que aceptas la libertad de expresión:

¿La aceptas en todos y en todo, o aún te sorprendes y te sientes contrariado cuando no piensan como tú?
¿A quién permites la libertad de expresión, sólo a los políticos?; ¿permites que tus padres, tus hijos, tu cónyuge, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, no piensen como tú, y además lo comenten alto y claro?…

Algunos hay, que no consienten la libertad de expresión cuando esta expresión sea contraria a la suya, y menos la aceptan en los seres que aman. Eso se puede comprender, pero no es justo y hay que cambiar, hay que dejar que cada quien dé su opinión contraria a la tuya; otra cosa es que te quedes a escucharlos, tampoco ellos pueden obligarte a oírlos; si es que no te ves capaz de rebatirlos, de tener un intercambio de ideas, quizás porque no es el momento, porque no tienes tiempo, puedes decirlo, decir que hablaréis del tema en otro momento; o puede que ya hayáis hablado otras veces del tema y no hay acuerdo, y prefieres marcharte antes de que haya gritos o malas caras o malos entendidos; pero si te vas de su presencia, hazles saber que no es por ellos, que no quieres escuchar sus opiniones, sino por la opinión, por el tema, pero que a ellos los sigues queriendo y aceptas que tengan sus opiniones, que respetas, como ellos deben respetar las tuyas.

Tienes que aceptarlo, todos tienen que aceptar el que la gente no piensa igual; quizás luego, con el tiempo, vuelvan a estar de acuerdo, pero hay veces que un padre piensa de una manera, y un hijo de otra; siendo así, tantas veces, hay que estar prevenido y saber que el cariño, el afecto, es más que el estar o no estar de acuerdo en algún tema.

Los temas de moral, los temas sobre los diez mandamientos, estos son inamovibles. Oigo tantas veces, los comentarios de algunos que dicen que la Iglesia Católica tiene que cambiar con los tiempos; pero eso no es posible, si cambiase, que no puede cambiar, dejaría de ser la Iglesia Católica para pasar a ser una más de las más de cuarenta mil iglesias protestantes. Sí, siempre quedarían los hijos fieles de Dios, que continuarían con la Iglesia que fundó Cristo Rey, porque siempre hay gente fiel. Sí, existen los santos, también hoy en día, y estos, los santos, son siempre fieles a los Evangelios, a la Sagrada Escritura, al catecismo de la Iglesia Católica.

No se puede obligar a nadie a practicar la fe, a orar, a recibir los sacramentos, a cumplir con los mandamientos, pero los que libremente siguen a Cristo, que aman a María, la Madre de Dios, estos son católicos, herederos del Reino de los Cielos.

El Reino de los Cielos, para heredarlo, hay un testamento que hay que cumplir, ¡y hay que hacerlo!, no se pueden cambiar las cláusulas de este testamento; tampoco se puede obligar a nadie a que las cumpla; se puede, se debe enseñar a todos, el testamento que, por Cristo y la Salvación que viene de Él, TODOS LOS HOMBRES, TODAS LAS PERSONAS TIENEN DERECHO A RECIBIR, si quieren; la condición es si quieren. Si no saben, no podrán saber si quieren, o no quieren, recibir el “testamento de Dios”; por eso hay que enseñar al que no sabe, no se puede imponer, pero tampoco se puede cambiar el testamento, que por siglos y siglos, los santos han cumplido, y seguirán cumpliéndolo.

El tema de hoy es la libertad de expresión, de eso quiero hablarte hijo-a de Dios, de que cada quien se expresa como quiere, y además de ser un hecho, porque vemos que así es, también es un hecho que tú puedes oírlo todo o no. Tú decides, y debes decidir lo mejor para tu alma, porque hay un Testamento que tienes a tu favor, por el que se te da el Cielo Eterno, por Cristo, con Cristo, si tú obras según la Ley de Dios y las normas de la Santa Madre Iglesia Católica. Nadie puede engañar a otro, porque al Cielo, se va al Cielo eternamente, si se cumple el Testamento, ¡sólo así!, y no se puede cambiar un testamento, ¡jamás!; la Ley de Dios, los diez Mandamientos, el mismo Dios los escribió con su dedo; ¡nadie puede ir contra Dios!, nadie, ni el Papa podría. Ni Cristo, el Hijo de Dios, fue contra Dios, sino que, siendo Dios, cumplió todos y cada uno de los diez mandamientos de la Ley de Dios, esa Ley que Dios escribió con su dedo y entregó a Moisés. Si no te lo quieres creer, ciertamente eres libre, pero no recibirás parte de la Herencia que está a tu nombre; debes saberlo, y tienes que decidir; ¿qué quieres, seguir a Cristo, o seguir al mundanismo?; ¿seguir a Cristo, o ser de otra religión?; ¿seguir a Cristo, o…? Piensa y decide, porque Dios te da la vida para que vivas según tu deseo; ¿qué deseas?, ¿dónde tienes tu corazón?… Allí donde está tu corazón, seguirá estando después de que mueras, y sólo hay vida eterna para los que aceptan la salvación que viene de Dios, de Cristo. No te engaño, hijo-a. Piensa.

Y siguiendo con el tema de la libertad de expresión, te pregunto, ¿estás preparado-a para escuchar las palabras de tu enemigo, o del mal amigo?; ¿estás preparado para escuchar a tu hijo ir contra ti?, ¿a tu padre ir contra ti?… 

¿Quieres saber qué es estar preparado? Te lo digo, estar preparado es amar a los demás, siendo como son, respetándolos en sus decisiones, en sus opiniones; ¡SON LIBRES!

Cuando comprendas lo que es la libertad, que no es sólo el que tú, tú, eres libre, sino que tú y todos los demás, uno a uno, ¡cada uno!, es libre, cuando lo asimiles en tu corazón, y a la vez comprendas que Dios te Ama a ti con todo su gran Amor, y también Ama a los demás, a cada uno, con todo su gran Amor, y amando tú a Dios sobre todas las cosas y personas, comprenderás, entenderás que no te puedes enfadar, no te puedes molestar con alguien a quien Dios Ama; y Dios Ama a todos, porque TODOS SON HIJOS DE DIOS; las personas existen porque a cada una, repito, a cada una, Dios la creó.

No vayas a exigir a otros como si fueras un rey, porque sólo hay un Rey al que Dios da poder de Rey, a Cristo, Rey de Cielos y tierra.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en Dios, en los hijos que Ama Dios, a TODOS.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en que quizás no acepten tus términos, y ¿entonces qué harás?…

Antes de escuchar, te sugiero que recuerdes que DIOS TE AMA A TI, repito: Dios te Ama a ti. Así que, si lo que te dicen no te gusta, RECUERDA LO IMPORTANTE PARA TI, que es que Dios te Ama a ti. Y piensa que Dios también Ama al que te está hablando, ¡Dios Ama a todos!

No hagas enfadar a Dios, hablando sin amarlo sobre todas las cosas y personas, o escuchando sin amar a Dios sobre todas las cosas y personas.

Ten paciencia por CARIDAD, porque tus enemigos van a hablar mal de ti, ¡lo sabrás o no!, pero seguro que hablarán mal de ti, y lo harán a los que te aprecian, a los que te conocen. Hay gente tan débil, que sólo tiene palabras que usa como calumnias, con mentiras. Eso tienes que saberlo, y en las escuelas no se enseña; tampoco enseñan otros temas importantes de los que te iré hablando en mis cartas, para que, sabiendo las cosas, no te sientas mal, sino que sepas que así son, como así es, el que tu enemigo tiene enemigos, que a su vez también van contra él. ¡Ves, eso no lo tenías en cuenta!, pero así es. Deja pues que luchen los de su misma especie: los necios, los malos, los soberbios, los ególatras. Tú, haz como hizo Jesús, que dejó a todos libres, siéndolo Él mismo también. ¡De acuerdo!, pagó por ello, por su libertad, sí, por ser libre y obedecer a Dios Padre; lo crucificaron, lo mataron, ¡murió y resucitó!, y ahora está vivo para todos, para salvación de todos los que lo quieran, y el que lo quiere y le acepta como a su Salvador, cuando sus enemigos lo ataquen, sabe que tiene a Cristo, ¡que está vivo en la Eucaristía!, y puede irse a unir con Él, y vivir la Paz que siempre da, a través de los sacramentos, de la oración, ¡la mortificación!, el sacrificio de no devolver jamás mal por mal; sino que, resistiendo al enemigo, lo amas, sí, lo amas; repito: lo amas, porque NO SABE LO QUE HACE, y haciendo lo que hace, se está perdiendo SU HEREDAD, el Cielo eterno, y por lo cual, necesita de tu oración; y haz como Jesús, ¡vete!, pasa por delante de los que quieren empujarte al vacio, como esos que quisieron empujar a Dios, a Cristo, desde lo alto de la montaña, y Él, Jesús, Dios, ¡el Cristo!, ¡el Mesías!, pasó por entre ellos y se fue. ¡Vete!, pero no peques. ¿Entendido?… Deja que Dios te proteja, yéndote, y te dé lo que espera darte y no te da porque tus enemigos te envuelven y no te dejan en paz, aun cuando tú vas a buscarla una y otra vez en los sacramentos, pero viene ellos y te dañan, una y otra vez, y le dices a Dios; “¿hasta cuándo?”… Si te cuesta vivir entre enemigos, ¡y cuesta mucho!, porque todos necesitamos afecto, aprecio, y dejar de oír quejas, insultos, manipulación de la información que dan de nosotros; entonces, haz como Dios, y ¡vete!, porque la paz no está en este lugar, y no podrás vivir tranquilo hasta que halles un lugar donde no te alcancen los enemigos. La semana que viene te diré dónde está este lugar, y cómo se va. ¡Hasta el domingo que viene!

Mi bendición para ti, para que tengas paz, para que puedas escuchar y hablar con libertad, ¡tú libertad!, y respetando la libertad de los demás, teniendo en cuenta que, si no se llega a un consenso, se pierde, las dos partes pierden; por eso, relee mi carta de hoy y ten calma antes de hablar; ¡ponte primero en oración! para que tus palabras sean siempre una bendición; y si debes contestar agravios, hazlo con caridad, pero sin dejarte avasallar, porque tú, ¡tú eres hijo-a de Dios!, como el otro-a, como todos.

Las muchas palabras no convencen, la verdad es la que convence, y tantas veces se habla con el ejemplo, más que con muchas palabras. Y hay quien esconde su mal ejemplo, hablando demasiado. ¡Calla, y Ora!

Que por intercesión de la Virgen María, Dios ponga paz en vuestros corazones.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.