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15 de Noviembre / San Alberto Magno, Doctor de la Iglesia

Ya en su tiempo la gente lo llamaba «El Magno», el grande, por la sabiduría admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también «El Doctor Universal» porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo, y las personas comentaban que el santo «sabe todo lo que se puede saber» y le otorgan además el título de «milagro de la época», «maravilla de conocimientos» y otros más.

San Alberto fue el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino. El descubrió la genialidad del joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Ingresó de religioso con los Padres Dominicos.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue un profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de rescatar y reconciliar las ideas del filósofo con las cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a su misión intelectual.

Murió el 15 de noviembre de 1280, a la edad de 74 años.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Alberto Magno, Doctor de la Iglesia

Cada uno en su lugar, cada quien con su Misión, y Dios infundiendo paz y caridad en el mundo.

San Alberto Magno, Doctor de la Iglesia, por sus cualidades humanas y espirituales, tenía su misión; por eso abandonó, renunció a ser arzobispo para ayudar a la Iglesia en otras de sus necesidades, que por ser como era, eran de más utilidad a Dios y a la misma Santa Madre Iglesia Católica.

A veces hay que renunciar a lo que nos dan, para ser lo que somos, por lo que hemos sido creados, por esa Misión más grande que uno. Sinceridad, y siempre amor y obediencia a Dios, que habla con los hechos de lo que cada uno es y siente instintivamente como vocación, por sus méritos humanos, que Dios utiliza para el bien suyo y de tantos. Fíate de tu vocación, sigue la voluntad de Dios que la ha inscrito en tu corazón y tu manea de ser. Sé fiel a ti mismo.

P. Jesús

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