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17 de Octubre / San Ignacio de Antioquia

San Ignacio fue obispo de Antioquia, la primera ciudad en que los seguidores de Cristo empezaron a llamarse «cristianos». La tradición señala que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquia que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.

El emperador Trajano mandó a encarcelaran a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como San Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso. El emperador ordenó que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras para diversión del pueblo.

Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquia hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas, las cuales iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.

En una de esas cartas, el santo señala que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.

El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.

Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras.

Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Ignacio de Antioquia

San Ignacio de Antioquia, hombre sabio, de gran fe y por lo cual, portador de la Buena Nueva: el Evangelio. No quería ser martirizado, de haberlo querido no se habría quejado en sus famosas cartas de lo feroces que eran los soldados que lo custodiaban a la muerte segura; él sólo quería, con todas las ansias de un noble corazón proclamar el amor a Cristo, y ese celo de apostolado, en esos tiempos de los primeros cristianos era pagado por la sociedad pagana con el martirio. Él, San Ignacio de Antioquia, quería salvar almas y murió comido por los leones entre aplausos de la gentuza. ¡Que pena por ellos! ¡Que gracia para San Ignacio de Antioquia!

Los santos aceptan su vida.

P. Jesús

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