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21 de Abril / San Anselmo, Arzobispo de Canterbury

Nació en Aosta del Piamonte hacia el año 1033. Ingresó al monasterio de Bec a los 26 años y tres años más tarde, ocupó el cargo de prior del monasterio. El santo era un pensador original e independiente, de gran cultura y fue sin duda el mayor teólogo de su tiempo y el «padre de la escolástica». En 1078, después de 15 años de priorato, Anselmo fue elegido abad de Bec, lo cual obligaba a viajar con frecuencia a Inglaterra, donde la abadía contaba con algunas propiedades. Pese a que el rey Guillermo el Rojo se rehuía a nombrar a Anselmo como Arzobispo de Canterbury, una poderosa enfermedad lo hizo reflexionar y nombró a San Anselmo como Arzobispo. Sin embargo, la conversión del rey no fue total; empezó a oprimir a la Iglesia siempre que podía cuando el clero no se plegaba a su voluntad, exigiéndoles elevados impuestos y hasta logró desterrar a San Alselmo.

La muerte de Guillermo puso fin al destierro del santo; sin embargo nuevamente surgieron las dificultades cuando Enrique I reclamó su derecho de investidura de los laicos sobre las abadías y catedrales. La oposición del rey y el Arzobispo fue agravándose cada día, hasta que se extendió el rumor de que San Anselmo iba a excomulgar al rey, quien de inmediato se reconcilió con el santo. La salud de San Anselmo, que era muy anciano se debilitó mucho y falleció en 1109 entre los monjes de Canterbury.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Anselmo, Arzobispo de Canterbury

Los santos sufren sin duda alguna, sufren espiritualmente y sufren por persecuciones, digamos sociales, porque como dice el salmo número dos, y sin hacer caso de él, muchos se unen para dañar al justo, para perseguir al bueno y quedarse con lo suyo o por lo menos destruirle sus pertenencias, sean hijos buenos, mujer con salud, marido con trabajo, o religiosos o sacerdotes de sus cargos, vocación o misión; se unen para destruir, para hacer las obras de Satanás.

San Anselmo, arzobispo de Canterbury, hombre solitario, con una mente llena de sus propias y santas ideas, que él mismo meditaba y aceptaba según su reflexión y bajo la luz de los diez mandamientos de la Ley de Dios, y pasado todo por su santo criterio en el análisis humano de su buena conciencia en el bien y la Verdad. Los hombres pueden ser brillantes, porque son a imagen y semejanza de Dios, y como Dios no van al mal ni aceptan nada malo. Los hombres, los varones, tienen la capacidad en su elemento sexual que los diferencia del otro sexo, de meditar una a una las cosas y circunstancias de la vida sin necesidad de tenerlo todo claro; más que el todo, los varones sintetizan, y esto es bueno, porque a veces en el todo hay el caos; en cambio, clasificando las circunstancias, se puede hacer un mundo de paz. La mujer quiere que todo esté bien, no acepta tener unos éxitos y a la vez algunos fracasos; por eso se derrumban tan fácilmente y muchas fracasan en todo; en cambio el varón arregla, combate una idea, una circunstancia, y luego pasa a otra y a otra, y así llega su abundancia de bienes. El hombre y la mujer se compenetran y, de su ayuda mutua, el mundo es mejor cada día, y hay alegría en las vidas de la humanidad. Hoy en día no luchan juntos el hombre y la mujer, por eso la sociedad está tan debilitada, porque cada uno va a la suya, incluso en la misma casa, en el mismo hogar. Eso han enseñado y enseñan algunos en la sociedad y por eso no hay felicidad, la felicidad reside en un trabajo en equipo entre el varón y la mujer, porque el mundo, la vida es de los dos. Muchos santos han colaborado juntos hombre y mujer y, si han sido matrimonio, además de salvarse han hecho un hogar brillante y, si han sido amigos, buenos amigos, desinteresados amigos de lo humano y unidos en santidad, han hecho también grandes cosas uno al otro y ambos a la humanidad. ¡No tengáis miedo a la santa amistad! Y dejad de ver en todo el placer del sexo, porque existe el placer espiritual, como lo vivieron Santa María y San José, que ambos, los dos, unidos, sólo pensaban cada uno en amar y servir a Dios, y ayudarse a poder cumplir esta alta Misión: ser santos. Y si ellos lo hicieron, vosotros podéis también hacerlo. ¡Hacedlo! Que vuelva la amistad a la vida, que pase esta moda de verlo todo a la luz de lo sexual, y que las virtudes y la Gracia de Dios haga, por vuestra oración y con vuestra voluntad, la nueva generación de amigos de Dios. Sed buenos unos con otros, sin usar, sin pensar en el sexo, sino en que hay un Reino, un lugar mejor en la continuación de la vida, donde allí nadie se casará, porque seremos como ángeles. Apostad por la amistad desinteresada, esa que siempre pone a Dios por medio. Y también sed amigos los del mismo sexo, y que sólo haya pensamientos sexuales entre los esposos; por lo demás, sed puros, sed castos; haced películas, escribid libros de este tipo de amor, y el mundo irá cambiando si, unidos a Dios, hacéis como san Anselmo, arzobispo de Canterbury; y sois santos con un pensamiento original e independiente, de gran cultura e instruidos en teología; estudiad a Dios, aprended de Dios y de la vida, y seréis los propulsores de un mundo mejor, una mejor civilización que la que, por desgracia y por Satanás que ha invadido los pensamientos y los corazones, está induciendo a todos a una vida sexual perversa y pervertida, donde muchos terminan con el suicidio, y antes sólo han dado mal y han hecho maldades, quitando la esperanza de los niños, de las madres y los padres, de los que esperan un mundo mejor, y encuentran la basura de la degradación del hombre, del mal, del error, del pecado. El mundo peca, y pocos practican las virtudes que tenía san Anselmo; pedídselas a Dios por su intercesión, y el santo os ayudará en todo; pero dadle tiempo, se necesitan años para adquirir cultura, para conocer teología santa, para poseer virtudes; dejaos de vivir ese hoy de éxito que os dicen que hay que vivir, y vivid un hoy de trabajo, de dedicación, de esfuerzo en virtudes, para que cada día seáis mejores.

Amigos, hijos de Dios, yo me dediqué y me dedico a ello, a hacer con Dios un mundo mejor, aceptando mi Misión y teniendo muchos amigos: todos vosotros. Gracias por leerme; os bendigo y pido a Dios os dé la Gracia de ser brillantes y brillar en el mundo por vuestra santidad. ¡Estudiad! ¡Aprended! ¡Vivid la fe con obras! Amén.

P. Jesús
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