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22 de Enero / Beata Laura Vicuña

Nació el 5 de abril de 1891 en Santiago de Chile. Es la primogénita del matrimonio de José Vicuña y Mercedes del Pino. Poco después de nacer la segunda hija: Julia, muere su padre quedando la familia en la indigencia. Mercedes emigra con otros chilenos a la Argentina buscando un bienestar. Así llega a Neuquén en 1899, finalmente llega a la estancia del Quilquihué de Junín de los Andes a trabajar como dependiente y donde comienza a convivir con Manuel Mora (el dueño de la misma). Laura y Julia ingresan al colegio María Auxiliadora de Junín de los Andes. Desde su llegada Laura es muy sensible a la fe cristiana. A los 10 años recibe la primera Comunión.

En sus segundas vacaciones al volver a la estancia, ya adolescente, Manuel Mora trata de abordarla y es rechazado. Durante una fiesta la invita a bailar y al ser nuevamente rechazado la arrastra fuera de la casa y debe dormir a la intemperie. Mora decide no pagar más la cuota de la escuela, para acorralarla, pero las hermanas la reciben gratuitamente Laura decide ofrecer su vida por la conversión de su madre.

Al poco tiempo sobreviene una inundación en el colegio en un crudo invierno, Laura se enferma. La madre se la lleva a su casa pero no se recupera. Entonces decide regresar a Junín, Mora furioso por haber perdido a Mercedes y ser rechazado por Laura le propina una feroz paliza a la joven. Viendo próxima su muerte Laura le dice a su madre de su ofrecimiento: «mamá, la muerte está cerca, yo misma se la he pedido a Jesús. Le he ofrecido mi vida por ti, para que regreses a El » y le pide que abandone a Mora y se convierta. Ella le promete cumplir su deseo. Muere un 22 de enero de 1904, sin cumplir los 13 años. Sus restos desde 1956 están en el Colegio María Auxiliadora de Bahía Blanca (Argentina. El 3 de septiembre de 1988 Juan Pablo II la declara Beata.

EL MILAGRO

Estudiado y aprobado por la Iglesia Para la Beatificación de «LAURA VICUÑA PINO».

Les presentamos un extracto del relato efectuado por Sor OFELIA LOBOS ARELLANO, persona que recibió el don de la vida y la salud, religiosa que pertenece al Instituto Hijas de María Auxiliadora, (Santiago de Chile).

Testimonio extraído de: http://www.lauravicuna.cl/

Los primeros síntomas de lo que sería más tarde una enfermedad incurable, los experimenté en el año 1947. Con frecuencia tenía fiebre, me sentía decaída y con dificultades para respirar. Esta sintomatología se presentó en forma oscilante, respondiendo parcialmente con antibióticos.

Progresivamente el cuadro se hizo intenso y duradero con mayor rebeldía a los medicamentos hasta llegar a 1955 año en que, por ser portadora de supuración pulmonar y broncoestasias bilaterales con gran compromiso del estado general, fui sometida a dos intervenciones quirúrgicas.

En Junio de ese mismo año se realizó el primer tiempo operatorio que consistió en la extirpación de la língula y los segmentos anteriores y lateral del lóbulo medio del pulmón derecho. Recuerdo que tuve muchas complicaciones. Mí situación era peor que antes de la operación. A lo largo de trés años fui empeorando. Los episodios febriles se sucedieron más intensos y prolongados con aumento de la dificultad respiratoria. Todos los tratamientos fueron ineficaces. A fines de 1957 fue indispensable el uso de oxígeno.

El médico que me atendió a principios de 1958 pronosticó mi muerte para el invierno de ese mismo año, la que sería causada por insuficiencia pulmonar y mal estado general. En el mes de Mayo, me encontré en situación límite (Craquexia-amiloidosis por supuración crónica). Yo misma no me explicaba porqué no moría.

Encontrándome en estas condiciones, fui invitada a pedir mi curación por intercesión de Laurita. Lo medité un par de horas tratando de descubrir la voluntad de Dios. De pronto se hizo una luz muy grande de mí y comprendí que por intercesión de ella, Dios haría lo que yo eligiera. Sentí que era muy fácil morir, pero también que no podía ser tan egoísta como para negarme a vivir, dedicándome a servir a la juventud de acuerdo al carisma Salesiano que tanto entusiasmó a Laura y que por las circunstancias de la vida no pudo realizar. Entonces, pedí la vida y la salud necesaria para poder trabajar. En ese mismo momento sentí que mis pulmones se dilataban rápidamente, desapareciendo la fiebre y todo otro malestar. Me retiré el oxígeno. Era cerca de la medianoche por lo que me dispuse a descansar. Al día siguiente desperté temprano y al bajarme de la cama no sentía ni mareo ni debilidad en las piernas, absolutamente nada. Sentí que nunca hubiera estado enferma.

Han pasado 42 años a la fecha, durante este tiempo he gozado de la salud necesaria para desempeñar mi trabajo en medio de niños y jóvenes.

Doy Gracias a Dios, a mi protectora LAURA VICUÑA, a mis Superioras y Hermanas, a mi familia, a los médicos y enfermeras y a todas las personas que me han brindado su apoyo a lo largo de mi vida.

Sor Ofelia Lobos trabaja actualmente en el Liceo María Auxiliadora de los Andes, existen radiografías anteriores a la intercesión donde se observa medio pulmón y radiografías posteriores con los dos pulmones en pleno funcionamiento.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Beata Laura Vicuña

Cuántas madres y padres necesitarían hoy en día para salvar su alma a una beata Laura, a una hija que amando a Dios tanto, quisiera que su madre, su padre, se salvara del Infierno. No ha cambiado en nada la Sagrada Ley de Dios, ¡en nada! Hoy en día, como ayer, es pecado la fornicación, el concubinato; hoy en día como siempre será, le es vedado el Cielo a las personas que, sin estar casados, usan del acto sexual. Si tienes una madre, un padre, un hermano, una hermana que fornican, que sepan que van a ir al Infierno; esa es la Ley de Dios.

No mueren en vano los santos; no murió en vano la beata Laura Vicuña; murió pidiendo a Dios la salvación de su madre; y en esta vida, vemos lo serio que es fornicar, porque tuvo que morir Laura para que su madre no fuera condenada a una eternidad en el Infierno.

Hoy que todo parece que se consigue con papeleo y firmas; sigue como siempre vigente en la Suprema Ley de Dios, que todo el que quiera salvarse no fornique, no use del placer sexual fuera del matrimonio.

Llora por tu madre, por tu padre, por tu hermano o tu hermana, si viven en concubinato, si están fornicando, porque, por mucho que los ames, no es tu sentimiento de amor que hará que Dios los salve, y que ellos se aparten del camino del Infierno, no será el que tu cedas en su pecado y esperes… ¿esperes qué? ¿qué Satanás los suelte? Sabes que eso no va a pasar; no digo que entregues tu vida a cambio de su salvación, como hizo la beata Laura, porque Dios es Dios y puede también librar del Infierno a tu padre, a tu madre, a tu hermano o hermana, tan sólo por tu oración, ejemplo y palabras. Piénsalo. No es vivir en paz hoy, no es que ellos se enfaden contigo si les dices que no está bien lo que hacen; es que si no lo dices, Dios sí que se enfada contigo y llora la Virgen del Amor, llora porque tú permites el pecado, porque incitas a que sigan pecando mientras aceptas su pecado con la naturalidad de ser un matrimonio cristiano, sin serlo. Hay actos que claman al Cielo, como esta situación de pecado civil en que viven más de mil, y muchos son católicos.

Amar sí; por eso el amor lleva a la corrección fraterna cuando hay un pecado y por ese pecado la condena al Infierno eterno. Cuando se ama de verdad, se desea el Cielo para todos en heredad. ¿Amas?…

P. Jesús
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