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28 de Agosto / San Agustín, Ob. de Hipona y Dr. de la Iglesia

Obispo, Doctor de la Iglesia. Agustín, significa: » Consagrado, bendecido» ( Augusto en latín, era lo que estaba consagrado a Dios o lo que era bendecido por la divinidad ).

Augustinos era un diminutivo de Augustus, o sea un pequeño consagrado, un pequeño bendecido. Nuestro santo resultó ser muy bendecido por Dios. San Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor influencia entre los católicos que este enorme santo. Su inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos.

Nació en Tagaste (norte de África ) en el año 354. Su padre Patricio era pagano, de temperamento violento. Su madre Mónica, fervorosa católica, una gran santa. Tenía un hermano llamado Navigio (gran amigo suyo durante toda la vida) y una hermana que fue la primera religiosa en África, y para la cual el santo escribió la famosísima regla para las religiosas, en la cual se han basado los fundadores de comunidades en todo el mundo.

JUVENTUD BORRASCOSA De niño era sumamente inquieto, y aunque poseía una inteligencia envidiable y una memoria portentosa, tenían que castigarlo con azotes para que estudiara, porque lo único que le gustaba era jugar y divertirse. Sus padres lo mandaron a estudiar en Cartago, que era la ciudad más grande de la región, pero en el colegio se dejo llevar por los malos ejemplos y su comportamiento no fue nada santo. Eso sí, en las lecciones llego a ser numero uno, y en las declamaciones el que mas sobresalía. En las discusiones académicas era prácticamente invencible. Pero su moralidad no era ejemplar, muchos noviazgos, asistencia a funciones de teatro nada recomendables (contra esto predica después toda la vida).Hasta los 32 años su existencia es cadena continua de faltas y miserias morales. De todo ello habla en su más conocido libro.

UN LIBRO QUE SE HIZO FAMOSO Cuando Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones, que lo ha hecho famoso en todo el mundo. Su lectura ha sido la delicia de millones de lectores en muchos países por muchos siglos. El comentaba que a la gente le agrada leer este escrito porque gozan leyendo de los defectos ajenos, pero no se esmeran en corregir los propios. La lectura de «Las Confesiones de San Agustín» ha convertido a muchos pecadores. Por ejemplo Santa Teresa cambio radicalmente de comportamiento al leer esas páginas.

PRIMEROS CAMBIOS Cuando joven tuvo una grave enfermedad y ante el temor de la muerte se hizo instruir en la religión católica y se propuso hacerse bautizar. Pero apenas recobró la salud se le olvidaron sus buenos propósitos y siguió siendo pagano. Más tarde criticará fuertemente a los que dejan para bautizarse cuando ya son bastante mayores, para poder seguir pecando. 
Luego leyó una obra que le hizo un gran bien y fue el «Hortencio» de Cicerón. Este precioso libro lo convenció de que cada cual vale más por lo que es y por lo que piensa que por lo que tiene.

CAMBIO PARA MAL Pero luego sucedió que tuvo un retroceso en su espiritualidad. Ingresó a la secta de los Maniqueos, que decía que este mundo lo había hecho el diablo y enseñaban un montón de errores absurdos. Luego se fue a vivir en unión libre con una muchacha y de ella tuvo un hijo al cual llamó Adeodato (que significa : Dios me lo ha dado).

ENCONTRONES CON LA MAMA Al terminar sus estudios en Cartago volvió a su tierra, Tagaste. Pero Mónica no pudo aceptar de ninguna manera que su hijo viviera en unión libre y además a la santa madre le horrorizan las herejías que su hijo profesaba en la secta de los Maniqueos. Así que, sin más ni más, lo hechó de la casa. Ella no quería ser alcahueta de los errores de su hijo.

OTRO CAMBIO Luego leyó las obras del sabio filósofo Platón y se dio cuenta de que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su espíritu y su mente. Estas lecturas del sabio Platón le fueron inmensamente provechosas y lo van a guiar después durante toda su existencia.

UNA DESILUSION Se dedico a leer la Santa Biblia y se desilusiono, ya que le pareció demasiado sencilla y sin estilo literario, como los libros mundanos. Y dejo por un tiempo de leerla. Después dirá, suspirando de tristeza: «Porque la leía con orgullo y por aparecer sabio, por eso no me agradaba. Porque yo en esas páginas no buscaba santidad, sino vanidad por eso me desagradaba su lectura. ¡Oh sabiduría siempre antigua y siempre nueva. Cuan tarde te he conocido!» .

PROFESOR En Tagaste y en Cartago, se dedicó a dar clases por nueve años, con notable éxito. Pero luego dispuso viajar a Roma, para enseñar en esa capital. 
FUGA FRACASADA La mama que temía que en Roma podría extraviársele más su hijo, dispuso acompañarlo en su viaje a Roma. Pero Agustín deseaba viajar solo y la engaño el día de embarcarse, enviándola a la Iglesia a rezar, mientras este se subía al barco. Después dirá: «Yo engañaba a mi madre, que me amaba como nadie más lo podía hacer en la tierra». Pero Mónica viajo después en otro barco y aunque al llegar a Roma se encontró con la noticia que se había ido a Milán, allá lo siguió, en adelante será como un ángel de la guarda ( en Roma se desilusionó Agustín, porque los alumnos no pagaban nada por sus enseñanzas ).

SU ENCUENTRO PROVIDENCIAL El hombre que marcó definitivamente la existencia de nuestro santo, fue San Ambrosio, arzobispo de Milán, sabio famoso, líder espiritual indiscutible en la ciudad y el país, gran orador y escritor brillantísimo. Desde el principio el joven profesor se siente como deslumbrado por la sabiduría y santidad de este gran arzobispo y empieza a no faltar a ninguno de sus sermones, y de su modo de pensar y de vivir comienza a transformarse por completo.

EL JUEGO QUE CAMBIO UNA VIDA Agustín tiene varios amigos que lo acompañan, aconsejan y animan. Son Alipio, que desde joven lo ha ayudado siempre. Elpidio, su hermano y Adeodato, su hijo. Un día Romaniano, le cuenta la historia de San Antonio Abad que dejo su vida de riquezas y comodidades y se fue a un desierto a rezar y hacer penitencia, y Agustín exclama: «Todos estos se atrevieron a dejar su vida mundana y empezar una vida de santidad ¿por que yo no? ¿qué es lo que me detiene para dar este paso?» Y fue entonces cuando en la casa de la vecina unos niños que jugaban y repetían mucho la frase: «Abra y lea!! ¡Abra y lea!! ¡Abra y lea!! El no recordaba haber oído nunca repetir esa frase en un juego, consideró aquello como un aviso de Dios y abrió el primer libro que encontró a mano. Era la santa Biblia. Y ahí en el capítulo 13 de la Carta de San Pablo a los Romanos, en el verso 13 del capitulo 13 leyó lo siguiente: «Portémonos no como quien esta en las tinieblas y oscuridad, sino como quien obra en pleno día y a plena luz, comportémonos de la manera más digna posible. Nada de impurezas ni de vicios o excesos de ninguna clase, no nos dejemos llevar por la carne y sus concupiscencias» Aquello fue como un relámpago en su cerebro, empezó a llorar y se dio cuenta que hasta entonces su comportamiento había sido todo lo contrario de lo que Dios manda en estas frases que acababa de leer, y que era necesario empezar una vida totalmente nueva y distinta de la anterior, tenía 32 años, los siguientes 40 años serán de sorprendente santidad, progresando cada vez más y más.

LA CONVERSION Despacho a África a la madre de Adeodato y nunca más se volverá a encontrar con ella. Abandono para siempre los juegos de azar y las fiestas mundanas (Ya había quemado los libros de los herejes Maniqueos, convencido de que lo que enseñaban eran errores horrendos) Y se dedico con todo entusiasmo a prepararse para hacerse bautizar y llegar a ser cristiano católico. Mónica gozaba lo indecible.

EL BAUTISMO En Pascua del año 387, Agustín recibe solemnemente el bautismo de manos del arzobispo de Milán, San Ambrosío. En ese día fueron bautizados también su amigo Alipio, su hijo Adeodato que tenía 15 años.

LA MUERTE DE MONICA La santa madre de Agustín, no se cambiaba por nadie, ya había logrado todo lo que anhelaba, la conversión de su hijo. Ahora podía partir contenta para la eternidad. Y entonces sucedió que viajando con Agustín para el África, antes de embarcarse en el puerto de Ostia, ella se sintió morir, y llamando a su hijo le dijo emocionada: «¿ Que me queda por esperar en esta vida ? Ya he logrado lo que más deseaba: verte cristiano católico» Y expiró en sus brazos dulcemente. Agustín la lloró amargamente y durante toda su vida guardo su recuerdo, como su tesoro más preciado de la juventud.

SACERDOTE Y OBISPO Al volver al África fue ordenado sacerdote y el obispo Valerio de Hipona, que tenía mucha dificultad para hablar, lo nombró su predicador. Y pronto empezó a deslumbrar con sus maravillosos sermones. Predicaba tan hermoso, que nadie por ahí, había escuchado hablar a alguien así, la gente escuchaba hasta por tres horas seguidas sin cansarse. Los temas de sus sermones, eran todos sacados de la santa Biblia, pero con un modo tan agradable y sabio que la gente se entusiasmaba.

Y sucedió que al morir Valerio, el obispo, el pueblo lo aclamo como nuevo obispo y tuvo que aceptar. En adelante será un obispo modelo, un padre bondadoso para todos. Vivirá con sus sacerdotes en una amable comunidad sacerdotal donde todos se sentirán hermanos. El pueblo siempre sabia que la casa del obispo Agustín siempre estará abierta para los que necesitan ayuda espiritual o material. Será gran predicador invitado por los obispos y sacerdotes de comunidades vecinas y escritor de libros bellísimos que han sido y serán la delicia de los católicos que quieran progresar en la santidad. El tenía la rara cualidad de hacerse amar por todos.

MARTILLO DE LOS HEREJES Había en el norte de África unos herejes llamados Donatistas, que enseñaba que la Iglesia no debe perdonar a los pecadores y que como católicos solamente deben ser admitidos los totalmente puros ( pero ellos no tenían ningún reparo en asesinar a quienes se oponían en sus doctrinas ) Agustín se les opuso con sus elocuentes sermones y brillantísimos escritos, y ellos no eran capaces de responderle a sus razones y argumentos. Al fin el Santo logró llevar a cabo una reunión en Cartago con todos los obispos católicos de la región y todos los jefes de los Donatistas y allí los católicos dirigidos por nuestro santo derrotaron totalmente en todas las discusiones a los herejes, y estos fueron abandonados por la mayor parte de sus seguidores, y la secta se fue acabando poco a poco.

LOS PELAGIANOS Vino enseguida otro hereje muy peligroso. Un tal Pelagio, que enseñaba que para ser santo no hacía falta recibir gracias o ayudas de Dios, sino que uno mismo por su propia cuenta y propios esfuerzos logra llegar a la santidad. Agustín que sabía por triste experiencia que por 32 años había tratado de ser bueno por sus propios esfuerzos y que lo único que había logrado era ser malo, se le opuso con sus predicaciones y sus libros y escribió un formidable tratado de «La Gracia», el cual prueba que nadie puede ser bueno, ni santo, si Dios no le envía gracias ni ayudas especiales para serlo, en este tratado tan lleno de sabiduría, se han basado después de los siglos, los teólogos de la Iglesia católica para enseñar acerca de la gracia.

SU ULTIMO LIBRO Cuando Roma fue saqueada y casi destruida por los bárbaros de Genérico, los antiguos paganos habían dicho que todos estos males habían llegado por haber dejado de rezar a los antiguos dioses paganos y por haber llegado la religión católica. Agustín escribió entonces un nuevo libro, el más famoso después de las Confesiones, «La Ciudad de Dios» (empleó 13 años redactándolo ) . Allí defiende poderosamente a la religión católica y demuestra que las cosas que suceden, aunque a primera vista son para nuestro mal, están todas en un plan que Dios hizo en favor nuestro que al final veremos que era para nuestro bien. ( Como dice San Pablo: «Todo sucede para bien de los que aman a Dios»).

MUERTE DICHOSA En el año 430 el santo empezó a sentir continuas fiebres y se dio cuenta de que la muerte lo iba alcanzar, tenía 72 años y cumplía 40 años de ser fervoroso católico, su fama de sabio, de santo y de amable pastor era inmensa. Los bárbaros atacaban su ciudad de Hipona para destruirla, y el murió antes de que la ciudad cayera en manos de semejantes criminales. A quién le preguntaba que si no sentía temor de morir, el les contestaba: «Quien ama a Cristo, no debe tener miedo de encontrarse con El». Pidió que escribieran sus salmos preferidos en grandes carteles dentro de su habitación para irlos leyendo continuamente (él en sus sermones, había explicado bellísimamente los salmos). Durante su enfermedad curó un enfermo, con solo colocarle las manos en la cabeza y varías personas que estaban poseídas por malos espíritus quedaron libres. (San Posidio, el obispo que lo acompaño hasta sus últimos días, escribió después su biografía).

El 28 de agosto del año 430, se cumplió aquella frase famosa que había escrito » Nos has creado para Ti Señor, y nuestra alma no encontrara la verdadera paz, sino cuando logre descansar en Ti”. En ese día descanso en la paz del Señor, y fue a gozar para siempre en el cielo, de la verdadera paz, la que nunca se va acabar.

San Agustín te admiramos, pídele a Dios para nosotros una conversión como la que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Agustín, Ob. de Hipona y Dr. de la Iglesia

Hay quienes sólo quieren a Dios cuando ven perder su vida, cuando tienen graves enfermedades, pero curan y se olvidan de Dios. Eso mismo le ocurrió a San Agustín, Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia.

Pero Dios, en su misericordia, le dió a Agustín una madre santa, así que fue perseguido, literalmente perseguido, por su bendita madre que quería que Dios hiciera de él, de Agustín, un santo. Y cuando una buena madre se empeña en algo, ese algo. si lo pide a Dios por intercesión de la Virgen María, ya no es un imposible, sino que se hace posible por la misma Providencia de Dios, que concede madres buenas y suegras buenas a los futuros santos del mañana en el siempre de hoy.

Las mujeres, Dios siempre ha confiado en las mujeres. La historia nos lo muestra, nos demuestra lo mucho que Dios ama y confía en las mujeres santas.

Recordemos siempre que San Agustín, como muchos otros santos, lo fué por su santa madre que lleva la aureola de santidad.

Hago un llamamiento a las mujeres, a las que van a ser madres, para decirles que Dios espera mucho de ellas, que confía mucho en ellas, y que tiene un plan perfecto para ellas: el plan de la salvación de ellas y sus familias. Que se unan a la voluntad de Dios y la hagan suya, que se realice sirviendo a Dios y a su familia. Que de eso va la vida, de realizar un servicio desinteresado a Dios mismo, que confía en ella para este mundo nuevo y mejor, en donde la mujer no renuncia a ser lo que es, no quiere ser otra cosa que lo que es: hija de Dios, madre de la nueva generación, alma del hogar: y con una vida ejemplar y llena de fe y alegría, avanza por la vida con la fuerza moral de ser lo que es y vivir para lo que es: mujer; madre.

¿Por qué hablo de madres en la vida de San Agustín? ¡Exacto! Porque fué la madre de San Agustín la que unida, a Dios y por intercesión de la bendita siempre Virgen María, consiguió lo inconseguible, que un gran pecador, Agustín, sea ahora Santo y Doctor de la Iglesia, por su sabiduría en la fe de la vida y las obras de Dios: Teología.

Hay muchos que serían otros San Agustín, pero sus madres dicen que se “están realizando” con su trabajo social pagado y que se las jubila a los sesenta, sesenta y pico de años. Y, ¿Luego qué? ¿A viajar? No está mal viajar para ir al encuentro de un hijo perdido, como hizo Santa Mónica; esa mujer sí que sabía de lo que iba la vida y de lo que es vivirla a tope. ¡Todo por Dios! ¡Qué gran mujer y madre! ¡Qué gran esposa! Después de Santa María Virgen, ella es una de las mujeres que más bien ha hecho a la Iglesia, pero parece extraño que muy pocas la imitan. ¡Qué pena! ¡Cuántos hijos se pierden cada año! Cuantas mueren sufriendo de pena, con una gran jubilación en el banco. Bueno, a veces es una pequeñísima jubilación en el banco. ¡Qué ridículo es el ser humano! Sobre todo, cuántas mentiras dicen muchas mujeres católicas cuando, ante el altar, van a contraer libremente matrimonio; dicen una cosa y hacen otra. Eso no lo pudiera hacer una hija de María, pero, por esos hijos perdidos, vemos que sí que lo hacen. Las obras de la fe brillan por su ausencia.

Santa Mónica, tú sí que fuiste verídica en tus proclamaciones de amor a Dios. Que alegría siento en mi corazón cuando pienso en ti. ¡Eres maravillosa!

P. Jesús
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