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29 de Agosto / San Juan Bautista

El Martirio de San Juan Bautista

Año 30 Herodes Antipaz había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque está muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano.

Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como ésta, porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.   Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él.

Pero la adúltera Heroidas estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a la concubina que era pecado esa vida que estaban llevando.  Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido.

Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su juramento (que en verdad no le podían obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.  

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Heroidas empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.  

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: «Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar». El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral.

Fue un verdadero mártir.  

Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Juan Bautista

Hablo hoy para los hombres y mujeres de fe, los que tienen del deber de saber, de dejar la ignorancia y desear morir antes que pecar.

San Juan Bautista murió, lo mataron por ser fiel a su fe, y si le preguntaban por si estaba bien lo que hacía Herodes conviviendo con la esposa de su hermano, él, profeta y santo, tenía que decir la verdad de la Biblia; no es que se pusiera él, Juan Bautista a hablar de Herodes porque sí, sino porque le preguntaban por su conducta, si era correcta a los ojos y voluntad del Dios verdadero; y él, decía la verdad: Es pecado vivir con una mujer que tiene esposo e hijos de otro. Y eso que Herodes no era judío, pero la ley de Dios es para vivir lo natural en el ser humano, para vivir por lo que somos: hijos de Dios. Todos somos hijos de Dios.

Ahora son tantos los pecados del hombre que al llamar sólo pecado a vivir con una mujer que tiene esposo, nos quedamos cortos, porque el primer y gran mandamiento no se cumple casi nunca: Amarás a Dios sobre todas las cosas y personas; incluso los mismos bautizados se olvidan de Dios y profesan otras religiones que no son verdaderas. Hoy día, sentenciar los pecados de los sin fe tiene que hacerse junto con pedir a los que dicen tener fe, que dejen de pecar de una vez; que por favor, que por el amor de Dios, se acuerden de Él y vivan para amarlo sobre todas las cosas. Hoy en día hay grandes pecadores dentro de la misma Santa Iglesia Católica. Y muchos pecan con su propia mujer, que la tratan como a una concubina, y ellas se dejan tratar así, es más, lo piden y lo exigen. No quieren ser madres, quieren ser producto de placer. No quieren respeto, quieren realizarse ganando dinero, y todo esto también es pecado.

Hablar de pecados hoy en día, aún pervierte más. Hay que hablar de virtudes, de lo que ¡sí! se tiene que hacer, de lo que Dios quiere, porque es más corto enumerar las virtudes, que no la larga lista de pecados que hoy día se cometen, incluso por muchos bautizados. Hay sacerdotes que no entienden de qué va el matrimonio; ¡que lo estudien! Porque tienen el deber de dar buena doctrina, como hizo San Juan Bautista. Hay que estudiar el derecho canónico, hay que saber para enseñar y resguardar el alma de pecar, no es todo confortar el alma del pecador, hay que mostrarle las maravillas de una vida digna como hijo fiel a Dios, y perfecta en el desarrollo de su persona. Las confesiones están para perdonar los pecados en nombre de Dios, y para enseñar y ayudar a ser mejores, a ser santos: El confesor debe ser un guía de santos, debe amar tanto a los pecadores como él mismo, que debe, a cada uno, enseñarle el camino de su propia perfección. A un chismoso y calumniador, que de estos hay muchos hoy en día, le debe poner ejercicios de atar la lengua, de rezar por las personas, e infundirles una vida santa de misericordia. A los que miran pornografía, hay que decirles claramente que el cuerpo, aún cuando es hermoso a nuestros ojos, es todo él para que el alma pueda vivir en la tierra y desarrollar su vida y hacer sus funciones vitales, y que no es humano desear sólo el cuerpo de una persona, que es realmente cuerpo y alma; que es pecado grave despreciar al alma, a la parte espiritual de otra persona; que aunque se exhibe públicamente y hace posturas excitables, ese cuerpo tiene un alma, posee la dignidad de haber sido creada por Dios; y que por respeto a ser lo que es: hija de Dios, hijo de Dios, que lo mire globalmente y no sólo como un cuerpo, deseable para que unas cuantas hormonas revoloteen y den una cierta euforia al cuerpo por ver, por imaginar, por desear, porque hay placer en desear, a veces, más que en tener y hacer. Hay que enseñar a esta persona los deleites del alma espiritual, de no ver sólo el cuerpo, sino ver la totalidad que es el ser humano. Hay tanto trabajo en el confesonario, que no sirve sólo media hora antes de la Misa; hay que estar en la Iglesia todo el día, tenerla abierta y el sacerdote o sacerdotes estar pendientes de las almas. ¿Cómo es que el sacerdote esté tan poco tiempo en la Iglesia? ¿Por qué se hizo sacerdote? Puede estudiar en la misma iglesia mientras espera con misericordia y caridad  a las personas necesitadas de ayuda espiritual. Puede pedir que vayan otros feligreses con él, y allí con Jesús, esperen a las almas atormentadas. Todos los organismos trabajan ocho horas diarias, ¿qué pasa con la Iglesia? Tan magníficas iglesias… y ¡cerradas! Con tantos dolores y sudores, fueron piedra a piedra edificadas, y están cerradas. Sacerdotes benditos, hago un llamamiento como hermano vuestro: ¿Por qué no darles a los feligreses ocho horas al día de trabajo en la Iglesia? ¿Por qué no?

Cuantas almas se salvarían.

Vendrá la generación nueva de Iglesia Doméstica, que  tendrán en las Iglesias un lugar de encuentro con las almas que verán en los sacerdotes a verdaderos profetas, como fue San Juan Bautista.

P. Jesús

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