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29 de Julio / Santa Marta, Virgen

Santa Marta y sus hermanos, María y Lázaro, eran varios de los seguidores de Jesús y a quienes el Señor les tenía especial afecto y cariño. En el hogar de Marta, María y Lázaro, siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. 

Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles. Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. El estaba sentado y los demás, atentísimos, sentados en el suelo escuchaban. Allí, en medio de todos ellos, sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada, oyendo tan formidables enseñanzas. 

De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda confianza: «Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta tarea?». 

Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le responde: «Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será quitada». Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Marta, Virgen

Los Santos, como Santa Marta, son humildes y sencillos, y van directos a hablar con Dios, con Jesús. Sus quejas de los demás, se las dicen a Jesús, a Dios, y Dios habla al corazón del hombre y le hace saber lo mejor para todos, que es escuchar la Palabra misma de Dios.

Los  domingos hay que asistir a la Santa Misa, aunque tengas invitados a comer, y sean invitados muy especiales, como lo era Jesús en la casa de Lázaro. Primero escucha la Palabra de Dios, primero atiende a las cosas de tu alma y luego sirve a los cansados de su viaje por la vida, por sus propias circunstancias.

P. Jesús

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