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5 de Abril / San Vicente Ferrer

Nació en 1350 en Valencia, España. Sus padres le inculcaron desde muy pequeñito una fervorosa devoción hacia Jesucristo y a la Virgen María y un gran amor por los pobres, a quienes repartía significativas limosnas que la familia acostumbraba dar. Ingresó a la comunidad de Padres Dominicos y, por su gran inteligencia, a los 21 años ya era profesor de filosofía en la universidad. Siendo diácono lo mandaron a predicar a Barcelona, ciudad que estaba atravesando por un período de hambre ya que los barcos con alimentos no llegaban desde hace varias semanas.

San Vicente estaba muy angustiado porque la Iglesia Católica estaba dividida entre dos Papas y existía mucha desunión. Estas constantes preocupaciones mortificaron y enfermaron peligrosamente al santo; pero una noche, por revelación divina, descubrió que su misión era la de predicar el Evangelio por ciudades, pueblos, campos y países. El santo recuperó inmediatamente la salud, y durante 30 años recorrió el norte de España, el sur de Francia, el norte de Italia, y Suiza, predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales, ya que los primeros en convertirse fueron judíos y moros.

San Vicente fustigaba sin miedo las malas costumbres, que son la causa de tantos males e invitaba incesantemente a recibir los santos sacramentos de la confesión y de la comunión. Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su predicación, siendo el don de las lenguas el primordial y básico para su misión de evangelizar las ciudades y pueblos. El santo se mantuvo humilde y sencillo a pesar de la gran fama y popularidad alcanzada por sus predicaciones en varios países. Los últimos años, acechado por varias dolencias y enfermedades, sus predicaciones mantenían esa fuerza, vigor y entusiasmo que lo caracterizaron en el anuncio del Evangelio.

Murió en plena actividad misionera, el Miércoles de Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fue canonizado en 1455.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Vicente Ferrer

San Vicente Ferrer es un santo muy querido por la Iglesia, porque su celo de apostolado venció sus angustiosas mortificaciones que le llevaron a la enfermedad por ver una Iglesia Católica dividida por dos Papas, por ver que las cosas no funcionaban bien en las altas jerarquías eclesiásticas, pero sobreponiéndose a todo mal, empezó a pensar en hacer todo bien posible él, ya que la Gracia de la revelación divina vino a visitarlo para consolarlo, aliviarlo de su dolor y elevarlo a las obras de santificación y santidad por amor a Dios.

Cuando la Santa Madre Iglesia pasa temporadas en que no parece tan santa, es el momento propicio de hacer como hizo San Vicente Ferrer, que en vez de enfermarse por lo que hacen los demás, empezó a usar de su libertad de bautizado y proclamó su fe y obras de la misma en todo lugar, y la asistencia de Dios no le faltó; la historia nos dice que Dios, por y con este santo, hizo verdaderos milagros, y muchos de conversión, y los primeros fueron judíos y  moros; porque nada es imposible para Dios. Y Dios necesita de ti, como necesitó y usó del humilde san Vicente Ferrer.

P. Jesús
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