Domingo, 31 de julio de 2.011
A ti, que dudas de si amas o no a la persona con quien vas a casarte::
¡No te cases mientras dudes!
Puedes dudar de la fe, es lógica esta duda, pero no puedes dudar de entregar tu vida entera de fidelidad y para siempre a otra persona en santo matrimonio, y recibir de ella su vida entera de fidelidad y para siempre. Si dudas, NO TE CASES.
El matrimonio no es para dejar la soledad, ni para prosperar económicamente en la vida, o socialmente, ni para hacer feliz a la otra persona, ni a tus padres, o uno de ellos, o por venganza de la persona que amabas y te dejó.
No haces nada de lo anterior, cuando te decepciona un empleo, no vas adrede a ocuparte de un trabajo que no quieres, entonces, tampoco lo hagas, tampoco te cases si dudas, o si ves que la otra persona duda.
El matrimonio es un sacramento y no una oportunidad social, ni una condición humana para evadirte de tu realidad, ¡al contrario!, el matrimonio es para hacer una realidad social entre dos personas que se aman y aman a Dios sobre todas las cosas; este es el matrimonio por la Iglesia, el matrimonio canónico, el matrimonio sacramental.
No hace falta que te cases por soledad. ¡Hazte de un club!, de un grupo religioso o social.
¡Cásate sólo por amor a la otra persona!
Cásate para dedicarte a hacer feliz a la otra persona, y para aceptar la felicidad que la otra persona te dará a ti.
Si es una persona que no te hace feliz, ¡no te cases!, porque en el matrimonio la felicidad que tendrás será la que la otra persona te dará, ¡ninguna otra felicidad vas a tener!
Y la otra persona únicamente va a ser feliz con la felicidad que tú le vas a proporcionar, y si tú no la amas tanto como para vivir SOLAMENTE PARA HACERLA FELIZ, ¡¡NO TE CASES!!
Ves que es fácil dejar de dudar si amas o no a esta persona con la que te vas a casar.
Espera, ¡no tengas prisa en las cosas del amor humano, aunque sientas pasión y ganas de tener sexo!, ¡no vas a ser feliz si no vives para hacer feliz! ¡No te hará feliz si no la amas hasta el punto de vivir para hacerla feliz y aceptar que tu felicidad sea lo que esa persona te dará!
¿Cómo es esta persona?
¿Qué te da?
¿Qué recibes directamente de ella?
No confundas lo que recibes de ti mismo-a por lo que ella te proporciona. Una prostituta puede también proporcionar goce sexual y no es normal pensar en entregarle toda tu vida casándote con ella. Sé que me has comprendido.
Un Banco puede prestarte dinero, y no por ello te vas a casar con el director del mismo, sino que vas a pagar con dinero (los intereses acordados), por el dinero recibido, pero no te vas a casar con ningún banquero. Sé que me has comprendido.
Cásate pensando en tus posibles futuros hijos, pensando en el padre o la madre que quisieras para ellos. Seguro que no quieres que pasen por la vejación de tener una madre prostituta, o un padre que es padre de muchos otros hijos.
Es serio casarse. ¡Te la juegas!
Es más serio casarse que intentar vivir la fe católica. Uno puede arriesgarse a vivir la fe aunque dude, pero dudando no puede casarse. El amor humano no es lo mismo que el Amor de Dios. Dios no falla, ¡JAMAS!, lo tenemos comprobado por los santos. Y casarse con una prostituta o un mal padre, eso también está comprobado por tantos infiernos que viven los mal casados. Que te sirva de experiencia la experiencia de los santos y la de los que sufren por haberse casado mal.
Tú, sé listo: sé santo, y cásate con alguien que quiera ser santa, y ya por sus obras, veas que vive las obras de la fe. No te dejes hipotecar tu vida, que es distinto a hipotecar tu casa; una casa la puedes dejar, e ir a vivir a otra distinta, pero si dejas a tu cónyuge, a menos que el matrimonio no sea declarado nulo, no vas a poder recibir los sacramentos NUNCA MÁS, si por necesitar amor, que es por lo que te casas, te juntas luego con otra persona. Y, difícilmente, tu matrimonio puede ser declarado nulo sabiendo todo lo que te he enseñado hoy sobre el mismo, porque sabes de qué va el amor humano, de casarse por amor, para VIVIR pensando, después de Dios, en hacer feliz a tu cónyuge, renunciando a tu propia felicidad; que sólo serás feliz con la felicidad que tu cónyuge te da, y como católicos, deberéis vivir la fe, deberéis obedecer a Dios Padre, que si quiere daros hijos, y posiblemente querrá, no le atéis las manos utilizando medios anticonceptivos naturales sin tener motivos graves; y si eres hombre, piensa en esta mujer que has elegido, si dejará que en su cuerpo se desarrolle la maternidad las veces que Dios quiera, y normalmente no son dos ni tres, ni una, sino que son más. ¿Querrá? Y, ¿querrá el varón con quien te cases, cuidarte y alimentar con el trabajo que realice él, tener hijos de los dos? ¿Trabajará lo suficiente?, porque al igual que la madre está pendiente de sus hijos 24 horas al día, el padre debe pensar en su labor, en su profesión, y dedicarse a ella, muchas horas. Y ambos, ¿seréis capaces de vivir la templanza en las cosas de este mundo?
Casarse, como ves, NO ES UNA LOTERIA, sino se basa en programación, en visión de futuro, en vivir la fe viva, en darse totalmente al otro, por amor a Dios.
No todos tienen vocación al matrimonio. Muchos lo confunden con los deseos lascivos del cuerpo físico.
La vocación al matrimonio lleva a la santidad, porque es un camino MUY DIFICIL, que desemboca a la vida Celestial en el Reino de los Cielos, donde se cumplen todas las promesas de Dios, para los bienaventurados. Y los casados, como buenos discípulos de Cristo, van a vivir todo lo que Dios vivió, no se les dará ninguna ventaja, porque el siervo no es menos que el Señor, como no lo es al Amo.
Si estás solo-a, antes de mal casarte, mejor que te hagas de un club social, porque el matrimonio sacramental es para los futuros santos. Los que, al igual que los sacerdotes y los religiosos y laicos consagrados, saben vivir sin sexo por amor a Dios, y se casan, no por el sexo que tendrán, que es lo que da validez al santo matrimonio, el consumarlo uniéndose los dos en un sólo cuerpo para tener hijos, que este es el oficio del matrimonio: usar, por amor y con amor, del acto sexual, para dejar que Dios, si quiere, y normalmente quiere, tenga el matrimonio familia súper numerosa, es decir: ¡más de tres y de cinco!, todos los que Dios conceda a una vida de placer sexual, que no puede negarse, uno al otro, ni por caprichos, ni por venganzas, ni por miedo a la maternidad, a la paternidad, a perder el físico, el dinero o el egoísmo. ¡No te cases con nadie egoísta, aunque sea muy lindo-a!, cásate con alguien sincero, que no diga que hay causas graves para tener otro hijo, sin tenerlas. Y que sepa vivir la pobreza, porque el matrimonio es un llamado a la santidad. Y ya hay demasiada mediocridad en algunos que se llaman católicos, y que en sus alcobas son como los ateos y agnósticos, sólo se tienen en cuenta a ellos mismos y pasan de Dios, lo dejan para cuando salen de la habitación para irse a Misa. Sí, por desgracia, la piedad en muchos es sólo rezar, pero no tienen obras de fe.
Hazme caso hijo mío, hija mía, que soy sacerdote y he visto y veo lo mal que acaban los que se casan mal. Tú cásate sólo por vocación a la santidad con una persona que como tú tenga vocación a ser santo-a, y entonces aun y viviendo una y mil tentaciones, que el Demonio se ocupará de tentaros utilizando las caídas de las personas que amáis, sobre todo padres, hijos, hermanos, amigos, jefes o compañeros de trabajo, podréis ser felices en los momentos íntimos de vuestro amor y en los de lucha, porque unidos venceréis siempre, ya que donde hay dos que piden a Dios, Dios los escucha, y por su fe se lo concede.
Nadie puede destruir la vida de un matrimonio verdaderamente canónico, ¡NADIE!, porque son indestructibles los que unidos viven para vivir la santidad.
Os deseo una vida santa, un matrimonio santo. ¡¡¡Felicidades!!!
Oh mis amados hijos casados, Dios os bendice con las dos manos.
Dios confía en vosotros, sabe que el amor lo puede todo.
Con afecto sincero.
P. Jesús
© copyright