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6 de Junio / San Norberto, Arzobispo de Magdeburgo, Fundador

Nació en Xanten y desde joven abrazó la vida religiosa, recibiendo las órdenes menores, incluyendo el subdiaconato. Fue convertido cuando caminando por un sendero un rayo asustó a su caballo e hizo que lo derribara al suelo, dejándolo sin conocimiento por más de una hora. Lo primero que dijo al volver en sí, fueron las palabras de San Pablo: «¿Señor, que quieres que yo haga?» y por respuesta oyó las palabras del salmo 37: «Apártate del mal y haz el bien».
La conversión fue tan repentina y tan completa como la del apóstol Pablo; se retiró a una casa de oración a meditar y a hacer penitencia y se puso bajo la dirección de un santo director espiritual. Después de hacer los debidos estudios fue ordenado sacerdote en el año 1115.

Uno de sus propósitos fue cumplir y seguir fielmente el Evangelio, y difundirlo por todo el mundo. El Pontífice Gelasio II le concedió licencia para predicar por todos los paises, fundando una comunidad en una zona desértica llamada «Premonstré».
Los monjes, con el santo a la cabeza, se dedicaron a vivir el Evangelio lo mejor posible, y pronto San Norberto tuvo nueve conventos en diversas partes del país. El Papa Honorio II aprobó la nueva comunidad, la cual se extendió por varios países.

Fue nombrado Arzobispo de Magdeburgo, y San Norberto se dedicó con todas sus energías a poner orden en su arquidiócesis, ya que muchos laicos se estaban apoderando de los bienes de la Iglesia y algunos sacerdotes no tenían el debido comportamiento. Sus reformas tuvieron una fuerte oposición. Le inventaron toda clase de calumnias y trataron de levantar al pueblo en su contra. Dos o tres veces el santo obispo estuvo a punto de ser asesinado. La rebelión llegó a tal extremo que San Norberto tuvo que salirse de Magdeburgo, pero entonces empezaron a suceder tan terribles males en la ciudad, que los ciudadanos fueron a pedirle que regresara y le prometieron ser más obedientes a sus mandatos e instrucciones. A los pocos años, en el clero se notaba ya un cambio muy consolador y un gran progreso en el fervor y en las buenas costumbres.

En Roma, los enemigos del Papa Inocencio II eligieron un antipapa, llamado Anacleto, expulsando a Inocencio II de la ciudad eterna. San Norberto convenció al emperador Lotario para que con un gran ejército, fuera a Italia a defender al Pontífice, el cual sin ayuda militar del exterior no podía entrar a Roma. El emperador Lotario, por influencia de nuestro santo, se dirigió con su ejército hacia Italia y en mayo del año 1133 entró a Roma, acompañado de San Norberto y de San Bernardo, y posesionó de nuevo al Pontífice.

Terminada esta su última gran acción, el santo se sintió ya sin fuerzas; en 20 años de episcopado había hecho un trabajo como de sesenta años. Murió en Magdeburgo, el 6 de junio de 1134, a los 53 años.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Norberto, Arzobispo de Magdeburgo, Fundador

“Apártate del mal y haz el bien”. Son las palabras que oyó San Norberto después de que se cayó del caballo, por la misericordia de Dios.

Muchos que deberían ser santos, saben esta sentencia de Dios: “Apártate del mal y haz el bien”. Y muchos lo intentan y algunos se apartan del hacer el mal pero se quedan con los malos, con los que no siguen a Dios. Y no avanzan en su santificación, porque: Dime con quien andas y té diré quien eres.

Otros quieren ser santos yendo a los malos, a los que hacen maldades, y dicen: “Jesús comía con publicanos y pecadores”. Caen en su mal y en vez de convertir, se pervierten y se pierden. Hay que hacer como el padre del hijo Pródigo: Hay que esperarlo en casa; hay que rezar por los malos, por los hijos de Dios que hacen maldades y dar buen ejemplo mientras vamos viviendo nuestra vida de oración y sacramentos.

El que se convierte al estilo de San Pablo, de San Norberto, porque eran malos, debe apartarse de los que estaban con él y no sólo dejar de hacer el mal sino apartarse de los malos. La luz debe verse y seguirse, y no estar a los pies y persecución de la maldad y los malos. Hay que enseñar el Bien, y hay que esperar a que los malos regresen a Casa por propia voluntad y por Providencia de Dios, que sin dudar va a permitir que la vida les devuelva mal por mal y así, con dolor piensen en el Amor con que Dios los ama y los espera en la Eucaristía, pasando por el arrepentimiento y la confesión individual ante un sacerdote católico que les de la absolución de sus pecados y faltas y cumpla con la penitencia impuesta.

P. Jesús

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