Saltar al contenido

60 Carta / A ti, que te cuesta seguir

Domingo, 25 de septiembre de 2.011

A ti, que te cuesta seguir:

Quien no se casa bien, le cuesta seguir haciendo el bien.

El casarse por la Iglesia, para recibir el sacramento, que se dan los propios esposos, uno al otro, por recibirlo sin estar en pecado mortal, por tener la intención de cumplir los votos del mismo, que se prometen en el mismo acto de decir con la voz, “sí quiero”. Es la Gracia de Dios que actúa en el Santo Matrimonio, mientras uno de los dos o ambos sigan viviendo en Gracia Suya, por confesar sus pecados personales, y, por comulgar, recibir nuevamente a Dios en Unidad de Caridad; porque Dios Ama y se Ama; te Ama y se Ama al Amarte. Y cuando un cónyuge obra con Caridad, ama y se ama, porque hay que amar a los demás como a sí mismo, y así, debe un cónyuge amar al otro, como a sí mismo.

Me escribió una persona que sufre mucho, y que me uno a su dolor y lo hago mío, y con este acto, llevo su cruz con mi unión a Dios mismo en total Unidad, por vivir la Caridad y estar en Gracia de Dios. Y me dijo: Padre. Mi esposa lleva 5 años en estado vegetal permanente, y siempre he estado junto con ella en casa y con mis hijas. Tengo 24 años de casado, 50 años; me es extremadamente difícil el no tener relaciones, que pasa con los que estuvimos 19 años felizmente casados, y estábamos en cierta forma con una vida sexual excelente como pareja, yo se que el sexo no es necesario para vivir, pero si a los sacerdotes que están preparados y han decidido llevar un celibato, les es muy difícil, ¿qué pasa con gente como yo?” Y le digo: hijo, ven a mis brazos, y déjame decirte que tu dolor me duele en el alma, que no quisiera que pasaras por eso y que quiero que te salves, porque ya ves, lo que ocurre con la vida, tu esposa vive y mira como está, ¿qué puede pasar contigo?, ¿qué será de ti?, porque el hombre, la persona, sólo vive 120 años, no vive para siempre, así que vas a morir, como va a morir tu esposa.

La fornicación es pecado mortal, y el pecado mortal te lleva al Infierno eterno.

¿Qué ocurre con un hombre que había sido millonario, que había tenido sirvientes, si pierde su fortuna? ¿Crees es lícito vaya a robar para seguir teniendo sirvientes y casas y coches, o tendría que aguantarse en su nuevo estado?

No llores, porque has visto la luz. Yo quiero que te salves, los sacerdotes nos hacemos sacerdotes para ayudar a Dios a salvar a los hombres.

No vas a vivir más de 120 años.

Hay un Cielo y un Infierno, y los pecados mortales hechos adrede, sabiendo que Dios no quiere que se hagan, son pecados que llevan a una persona al Infierno ¡por toda su eternidad!, y no lo digo por asustarte, sino para informarte y que tú libremente decidas sobre tu vida, sabiendo que Dios te Ama, y aun amándote tanto, no podrá salvarte si no dejas de pecar. Así son las cosas para todos, sean sacerdotes o laicos.

Me permito sugerirte que reces mucho para la recuperación de tu esposa. Asiste a la Santa Misa, y Jesús mismo, Dios, al recibirlo en la Comunión, después de una buena Confesión, te ayudará directamente y te dará la alegría de la fe.

Dice Dios que no da a nadie nada lo que no pueda soportar; entonces tú puedes soportar esta situación con la ayuda de Dios, desde luego, porque sin Dios, ¿qué se puede soportar?, y se pierde a Dios, por pecar. Así que si fornicas, no tienes a Dios, hijo mío.

Además yendo con otra mujer, fornicando con ella, la privas de una vida como la que tú tenías con tu esposa; ella, esta mujer, estas mujeres, ¿porqué no pueden ser felices como tú lo fuiste con tu esposa? Tienen derecho a enamorarse, a casarse, a vivir felices con su propia familia. Si tú la-s utiliza-s porque no puedes vivir relaciones sexuales, las destinas a una mala vida. ¿Qué son para ti?, sólo un cuerpo de placer, ¡esto es horrible!, son personas, ¡personas!, con sentimientos, que necesitan ser amadas, conocer el amor y formar una familia. Por tus necesidades fisiológicas, las condenas a ser carne de placer. Esto no está bien. Se harán ancianas y… (lloro por ellas, ¡pobres almas!)

Hacer el bien sin mirar a quien. Y aunque fueran prostitutas, que ya viven de vender su sexo, si todos hicieran el bien, no habría necesidad de que se prostituyeran por dinero, y tendrían que ocuparse en otras cosas, y en practicar la virtud, serían felices teniendo una vida digna.

Un hombre tiene que luchar para ser hombre. Sin lucha no se consigue nada. Seguro que has luchado, y mucho, para conseguir labrarte un porvenir económico; pues, mi querido amigo, en todo es así; la vida no da nada bueno de gratis, hay que luchar para tener una vida digna, una vida sana, una vida cristiana. ¡Lucha por tu pureza! No mires pornografía, ni te entretengas pensando en caricia. Ocúpate en visitar a tu esposa, en rezar por ella, en cuidar de tus hijas, en tu trabajo. Estate pendiente de que vas a morir, de que debes vivir bien. Reza, ¡reza!, para que Dios devuelva la salud a tu esposa y te de fuerzas para soportar con paciencia y santidad tu vida actual. ¡Haz obras de santa misericordia! Sé que es muy doloroso por lo que está pasando, te comprendo, hijo amado de Dios, por eso mismo, Dios murió en la Cruz, por tus sufrimientos, por esta cruz tuya que te cuesta llevar y que Cristo está dispuesto a llevarla contigo, eso sí, para que pueda ayudarte, tienes que ir a su “hábitat”, es decir, Él vive en la Gracia, por eso debes confesarte bien, con dolor de tus pecados, con intención y firme propósito de no pecar nunca más y con la esperanza puesta en Dios, en saber que te Ama. Ama tú a Dios sobre todas las cosas y personas, sobre ti mismo. Cuesta, ya sé que cuesta, por eso Dios dejó los sacramentos, para que no te cueste, para que te consuelen de tus pecados y puedas empezar una y otra vez, para que con Él, con Jesús, te salves, porque vino Dios al mundo a salvarte, a ti, ¡sí!, a ti.

No peques más.

Con afecto sincero.

P. Jesús
© copyright