Domingo, 13 de noviembre de 2.011
A ti, que la maldad de otros te persigue: ¡Hazle frente!, encárate con la vida, ¡haz justicia!, la de luchar sin perder la esperanza, porque a veces, demasiadas, cuando uno es maltratado, sea psicológicamente, verbalmente, físicamente, la impresión que puede recibir a causa de la búsqueda del porqué, sea de que algo tiene que ver él-ella, con este dolor que recibe y le dan, porque el dolor, a veces, trae consigo cargas de culpabilidad, y quiero aclararte esto de una vez: si tú sufres, y sufres, por el sufrimiento que te dan, no es porque te lo merezcas o no, porque de ser así, todos sufrirían una barbaridad, porque ni uno es bueno; entonces, el dolor que sientes por las fechorías que te dan, es por lo que recibes y te dan; ¡y olvídate de si te lo mereces o no!, porque todos merecéis amor, sea por todo lo bueno que habéis hecho, sea por todo lo malo. Normalmente la gente te puede dañar porque le molesta que vivas bien, que seas feliz, y como él-ellos no lo son, les es doloroso que tú seas feliz incluso dentro del dolor, por eso se han empeñado en que tú sufras tanto, ¡más que ellos!, pero como ellos sufren también cuando ven que el sufrimiento que reciben de ti, lo aceptas, lo comprendes, comprendes que la maldad hace pecar y los malos pecan, y algunos contra ti, por eso tu sufrimiento, si no lo condenas, si lo aceptas, si lo recibes como algo que Dios ha permitido, porque a veces cuando te acorralan tanto los malos, la única solución sería morir, pero para Dios no ha llegado tu hora, así que ¡vive!, ¡vive y sufre!, hasta que se cansen, hasta que se les acaben las armas, tanto psicológicas, como verbales y físicas. ¡Tú resiste!, este es tu sublime deber de cristiano, como Cristo, que solo, aguantó tan terribles dolores, psicológicos, verbales y físicos, y ya sabes que Él, es el Camino, y siguiendo su camino, muchos harán contigo semejante a como le hicieron a Él, porque Dios estando contigo, siguen haciéndoselo a Él. Otro favor que te pido, hijo, hija, aparte de aceptar y resistir el dolor, es que no quieras comprender al mal, porque intentándolo comprender, juzgas a Dios, que prohibió toda forma y manera de mal y maldades. Si quien te daña no cumplió con los 10 mandamientos, aunque tú, antes, no hubieras cumplido con ellos, y que incluso, tu pecado a Dios lo hubiera dañado, todo y siendo así, no justifiques el pecado de otros, porque de hacerlo, tendrías que justificar el tuyo, y Dios quiere que aceptes tu pecado como que cada uno acepte el suyo. ¡Los hechos son la realidad!, y si AHORA, alguien peca contra Dios, yendo contra ti, acepta el sufrimiento, pero no escondas su pecado, por tus pecados. Él-ellos se portan mal, ¡acéptalo!, como si tú te portaste mal, lo aceptas, y si no te hubieras confesado, te vas a confesar, pero no unas ¡jamás!, JAMÁS, tu pecado con el suyo, porque caerías en la depresión de los justos, de los que buscando justicia, y viendo a todos malos, decidieras acabar con tu vida. ¡Dios ya sabe que ni uno de vosotros es bueno!, ¡lo sabe, mi querido hijo, mi querida hija!, por eso vino al mundo y se hizo hombre y murió por todos. Existe la cadena del amor, que es hacer obras de bien, y esta es la cadena a la cual todos deben unirse. Nunca hay que unirse a la cadena del mal: “me hacen, les hago”, o “me hacen porque les hice, y entonces es mi pecado quien es el más malo, que les hace pecar”. ¡¡NADIE HACE PECAR A NADIE!! Todos pecan porque quieren. ¡Dios es justo! Sí que uno puede pecar, porque “no le queda otra”, o mata en defensa propia o muere. Pero cuando te hagan daño, no vuelvas a pensar, ¡nunca más!, que es porque tú les dañaste. De haber sido así: ¡que se aguanten!, y tú ¡aguanta ahora el dolor de sus pecados! ¡Somos Iglesia! Debes comprender que hay quien te agrede teniendo razones, o por sus razones, sean contra ti habiéndole hecho daño, o no habiéndoselo hecho. ¡NUNCA JUSTIFIQUES EL MAL! ¡¡¡JAMÁS!!! Aunque tú fueras el culpable de que el dolor que hiciste a otros, por tu imperfección, involuntaria o voluntaria, sea ahora la reacción de ellos, al ir contra ti por algo que pasó, algo que le dijiste, algo que le hiciste, y él-ella se dolió de ello, y te devolvió mal por mal. ¡¡¡Está terminantemente prohibido por la Ley de Dios, devolver mal por mal, y por bien!!! Así que quien te daña es reo de culpabilidad contra ti delante de Dios. ¡Que todos se vayan a confesar y obren el bien siempre, por el bien recibido y por el mal recibido! Quien va haciendo daño no es bueno, no es alguien bueno, es una persona mala, haga el mal por el mal recibido, aunque sea un mal tuyo, o haga el mal por sí mismo o porque se lo han pedido. Tienes que tener claro este asunto, si no enloquecerás y desearás la muerte, ¡y es lo que algunos quizás quieran!, ¡que mueras! Pero, aunque algunos quizás lo quieran, DIOS TE AMA, Dios te quiere vivo, sufriendo, como Él sufrió. No tiene nada, NADA que ver, tu maldad, con la maldad que te dan. ¡NADA QUE VER!, porque Dios, a cada uno, y a todos, ha dado la capacidad de hacer el bien, de devolver bien por mal y por bien. Eso hizo Jesús, y todos debéis seguir su ejemplo, ¡el Cordero! Si tú cometiste pecados, y sé que lo hiciste, porque todos cometen pecados, entonces, si aún no los has confesado, ¡vete a confesarlos! Si otros cometen pecados, incluso contra ti, haciéndote sufrir, acepta este dolor, acepta que son malos, acepta que necesitan de tu ejemplo, de tu oración, ¡de confesión! Vivís juntos en el mismo mundo, pero Dios juzga a cada uno, y aún el mal de uno es un bien si se cree, si se confía, si se acepta TODO para Gloria del Sumo Bien. Antes, muchos ofrecían sacrificios a Dios, o a los dioses, incluso los satánicos ofrecen sacrificios a Satanás, pero todo esto NO ES NECESARIO, sólo os basta amar a Dios con todo vuestro corazón, con todas vuestras fuerzas y con todos vuestros pensamientos en positivo, sabiendo que Dios, Jesús, te Ama, y vino al mundo, vía, conducto, las entrañas de la Purísima Virgen María, para que los sacrificios no fueran como antes de su Sacrificio, sino que después de ofrecerse Él mismo, sólo se le puede ofrecer a Dios, EL BIEN; todo lo demás ES PECADO MORTAL, es decir: quien no hace el bien, morirá e irá al Infierno Eterno, por el mal que ha hecho, se lo hayan hecho antes a él, o no. No quieras morir porque los demás te hagan sufrir tanto que te parezca que mueras. Un consejo, mira otras cosas, no te obsesiones. Aunque es natural que pienses en el mal que te dan, porque lo recibes, pero te sugiero, que aceptándolo, hagas planes de futuro, planes de cosas buenas que quieres hacer, y ¡por Dios!, todos tus pecados ya confesados!, no los regreses a tu mente, porque no es bueno recordar el mal, uno tiene que vivir en el ahora de ser bueno y hacer el bien. ¡Por fin he conseguido que dejes de sufrir!, me tenías preocupado, ya que, ¡Dios te Ama tanto!, y tú, pensando en tu pecado, pensando en ese dolor que recibes de los que dañaste y se vengan del dolor que les diste, cuando a lo mejor lo hiciste sin darte cuenta, o por costumbres humanas. La próxima semana os hablaré de las costumbres humanas, como la de gritar al responder a cosas sin importancia, o la indiferencia… a veces esos actos han puesto rencor en los corazones de los débiles, y una vez por dinero, o poder adquirido, van y se vengan del dolor recibido, porque algunos creen que la fuerza la da el dinero, el prestigio, y no, la fuerza está en el corazón; quien tenga más capacidad de hacer el bien, de dar buen ejemplo, este es el más fuerte, ¡los santos siempre ganan!, por eso van al Cielo ¡volando! Tú, sé de los santos, y si sufres hoy por el dolor que otros te dan, y que se fraguó en su corazón, por el dolor recibido por ti, queriendo o sin querer, o porque son malos, o porque se lo han pedido, primero: acéptalo, segundo: resístelo, tercero: haz bien por mal, cuarto: reza por ti y por ellos. Sí, primero por ti, para que no peques contra ellos, y por ellos, porque no pequen contra ti. Y, te digo hijo mío, que verás brillar el sol al alba, porque la oración lo puede todo. Otra cosa más, si los que te dañan son personas de tu familia, sé que te dolerá más, pero recuerda siempre la verdad, tu verdadera familia es Dios, y esa, ¡jamás! te traicionará, y además, TE NECESITA, porque ellos no están en esta vida, y tú los representas, para propagar las cadenas de amor. Y otra cosa más, aunque alguien de tu familia, o varios de tu familia no te amasen, aunque ninguno de tu familia te amase, ¡Dios te Ama!, y quiere que vivas; ¡vive! Dios quiere que aceptes el sacrificio de tu dolor, este de una posible venganza a una injusticia tuya, o a faltas de carácter tuyo, que dañaron a otros, o por malos entendidos… ¡Acepta todo lo que Dios permite!, como Dios permitió que Su Hijo Cristo muriera por ti, ¡por todos!, para que la Cruz sea un punto de unión y no de separación, y la Cruz es dolor, porque allí Nuestro Señor Jesucristo sufrió mucho, muchísimo, hasta que no pudo más y murió. Así que ya sabes la medida para aguantar el dolor que recibes y te dan: ¡hasta que tuvieres que llegar a la muerte! Y no vas a llegar a eso, porque rezando, Dios te hará partir del lugar de donde sufres tanto, para llevarte a nuevos prados, allí donde la paz está en servirle con todo tu corazón, haciendo el bien, por amor a Dios. La palabra mágica es CARIDAD. Dios espera de ti la aceptación de tu dolor, por su amor. ¡Dios te Ama! ¡Vive! Con afecto sincero. P. Jesús © copyright |
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