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8 de Octubre / Santa Pelagia y Santa Tais, penitentes

La antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos historias que de algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la inocencia perdida y animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los rastros de quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que por algún tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios, pues, mira… resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en la oscuridad que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores. Estas actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.

Pelagia.
Se la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo, allá por la segunda mitad del siglo V. En Antioquia -este era el escenario de sus danzas sensuales y altaneras- se la llamaba «Margarita» que es la traducción de «gema», quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría las carnes de la extra hermosa eran collares de perlas.
Tuvo, en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el año 453, con Nono, anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un concilio provincial convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera a sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus máscaras y abalorios por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que murió penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año 468, disimulando con una máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar Pelagio.

Tais.
Fue anterior a Pelagia en el tiempo y en los oficios. Se educó como cristiana, pero la vida, sus encantos, el acoso de los finos, el hambre de placer y el atractivo de las riquezas estropearon tanto la acción de la gracia que pareció no conocerla. Vive entre el lujo y la prostitución de Alejandría.
Refiere la narración que Pafnucio, el del desierto de Tebaida, la recordaba de años atrás y sentía dolor, más que quien tiene una astilla clavada en el cuerpo, por la perdición y escándalo de la cristiana. Sus penitencias dieron resultado. Provocó un encuentro con ella y fue el instrumento de Dios para el cambio de Tais. Ahora está deshecha en lágrimas, implora el perdón del maestro, le ruega su oración impetrante, recurre a la misericordia de Dios y pide que se le imponga penitencia. Muere penitente reconciliada por los años 348 y se le honra en las Menologías griegas tal día como hoy. Es patrona de Alejandría y se la representa arropada con ricas y coloreadas sedas, con un espejo, símbolo de la coquetería, y una gargantilla de perlas que representan sus riquezas mal adquiridas.

Las dos son una delicada muestra que realza la misericordia del Señor.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Pelagia y  Santa Tais, penitentes

Almas bondadosas, vosotras que sabéis de Dios, vosotras que conocéis a Dios y no os habéis extraviado jamás, tened misericordia de los que nunca conocieron a Dios o de los que se extraviaron como hicieron Santa Pelagia y Santa Tais, ambas muy pecadoras, ambas en extremo dando mal ejemplo, y ambas Santas, gracias a personas buenas, a santos que lo dan todo por Dios.

Dios necesita de ti, más que para acusar a los pecadores, para que tu ejemplo les mueva el corazón a ser mejores, a plantearse en serio un cambio radical de vida, a dejar los lazos que sostienen a los pecadores en sus pecados: Sed vosotros las tijeras que corten los vicios y  las ataduras a los malos amigos o malos parientes, porque los futuros santos necesitan de caridad.

Así se va a poblar el Cielo de los futuros santos de este tiempo, donde pocos han podido recibir de Dios la gracias de ser siempre buenos, porque los medios de comunicación pagana se han introducido en las casas, y todo lo que los padres dejan entrar en el hogar esto cumple con su misión, que es construir las almas que viven en él. ¡Tened hogares santos! No deis entrada al televisor ni a revista que no sean profundamente católicas, que nada impuro esté en la Iglesia Doméstica, que todo sea bueno y bello, por ser agradable a Dios. Y el mundo cambiará.

Sacerdotes acudid a las Iglesias Domésticas y sed ayuda y bálsamo para los esposos que, en unión sacramental, han formado y forman esta Iglesia universal que es la Católica, Apostólica y Romana. Vosotros, santos sacerdotes, que tenéis la instrucción y los sacramentos, vosotros sois ángeles para los padres e hijos de un hogar, vosotros sois la ayuda actual y de siempre que el mundo necesita; por vuestras palabras, los pecadores se arrepienten y con vuestro ejemplo saben cómo vivir, porque no saben cómo se hace para ser bueno. Se ha llegado a tal extremo que no saben nada de bondad, y mucho menos de santidad; vosotros, sacerdotes amados de Dios, ayudadles con vuestro ministerio a ser buenos, y en la bondad y con los sacramentos, está la acción de Dios que es hacer santos, perfectos, a los hombres. Y la perfección radica en el Amor verdadero, que es amar a Dios sobre todas las cosas, y a los demás como a uno mismo, por amor de y a Dios y con Dios.

El reto de hoy día es este: ¡Ayudar a Dios que haga santos!; ¡que tú seas santo!

P. Jesús
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