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9 Carta / A ti que deseas ser feliz

Domingo, 4 de julio de 2.010

A ti que deseas ser feliz:

¡Hola amigos míos, tan amados en Dios y por Dios! La verdad, es que continuo la carta seguidamente de terminar la otra, pero  no quería alargarme mucho, porque sé que todos tenemos muchas cosas que hacer. Dios trabaja siempre y es feliz. El trabajo da la felicidad, nos ayuda a ser felices. No es un castigo el tener que trabajar, es al contrarío una alegría ser útil y servir a los demás. Yo no quiero jubilarme nunca, pero… Siempre habrá algo que podré hacer para el bien de todos. Es difícil ser sacerdote porque todos esperáis tanto de nosotros, también Dios espera mucho de nosotros. Dios espera tanto de todos y tiene cada decepción, incluso de los buenos, sí, también de ti. Y es que tienes tanta prisa por vivir, por hallar un lugar en tu vida laboral y social, que no quieres ni ser por unos años carpintero. En cuanto a ti mujer, que te parece hacerte primero una hija de María, una buena hija de Dios Padre y de tus padres y hermanos. Los hogares necesitan mujeres santas, que sonrían al necesitado, al fracasado, al que tiene penas escondidas; que los hombres suelen esconderlas. Cuando veas un hombre con mal humor, es que tiene penas escondidas, es que sufre y necesita afecto. Cuida a los de tu casa, no a los de fuera, digo de hombres, porque los hombres que sufren también hacen sufrir, y sufrir por los de casa bien, pero por los de afuera, mejor reza por ellos. ¿Es que no puede haber amistad entre hombre y mujer? Sí, Jesús, Dios, tenía buenas amigas. Recordad a Marta y María, hermanas de Lázaro, el amigo de Dios. María lo escuchaba y le preguntaba muchas cosas, Marta lo servía y lo agasajaba; ¿Quizás Marta estaba enamorada de Jesús? Ella no sabía que era Dios, un profeta sí, pero el Mesías, sólo Pedro, sólo él tuvo la valentía de creerlo, y al creerlo se lo dijo. Pero volvamos a Marta, porque cuando una mujer ama con amor humano cuida del amado, quiere hacerse la imprescindible para él, por eso algunas secretarias acaban enamorándose del jefe y viceversa, porque se acostumbran a servirlo, y de la costumbre, si no hay voluntad puede peligrar la santa y sana amistad. Si tienes amigos y eres mujer, trátalos como María y no como Marta. Ya hablaremos otro día de este tema. Ahora regresemos al tema de la felicidad. Pero antes, déjame decirte a ti hombre, que si tienes una buena amiga que hace como Marta, la hermana de Lázaro hacia con Dios, que además de servirlo se enfadaba con María que lo escuchaba y aprendía de Él, entonces no le hagas daño, y si no te interesa, dile como hizo Jesús, que se ocupara de aprender de Él, como hacia María, su hermana. Y pensar que todos, que muchos, creen que es el revés, que era María la que estaba enamorada de Jesús. Y ya puestos en esto, te quiero avisar a ti amiga, a ti que tienes una amiga, una hermana que siempre que viene a tu casa quiere servir a tu esposo, os trae comida y quiere serle útil a tu marido, ¡¡cuidado!! Queriendo o sin querer se está enamorando de él, más que esta que le escucha para aprender, y le pregunta para saber. No te enfades con ella, porque puede ser que ni se dé cuenta, como le pasaba a Marta, pero ayúdala a poner distancias con tu esposo, ¿cómo? Pues no aceptando sus agasajos y siendo tú quien cuidas a tu esposo, porque puede que ya no lo cuides tanto, puede que dejes que otra lo cuide, y eso no está bien. Y cuando una mujer ve a otra que cuida de su esposo, ¡ni se le acerca! Así que no hace falta ni que nadie se entere de esto, y mucho menos tu esposo, que empezará a pensar en la otra, agasajado de que esté pendiente de él. ¡Guárdalo como un secreto entre tú y Dios! Y piensa que posiblemente tú te despistaste de tus obligaciones y permitiste que otra empezara, despacio, muy despacio, a servir a tu marido, y ¡te toca a ti! Posiblemente tengas algo de “culpa” de todo esto. Pero ya hablaremos otro día del tema, hoy, ahora, estamos hablando de felicidad. Aunque es cierto que un hombre es feliz siendo servido por la mujer que ama, no para tenerla como una esclava sino para poder agradecerle con sus cuidados, su servicio. El hombre quiere agradecer que lo sirvan, por eso primero tiene que ser servido para poder agradecerlo con sentido.

 Prosigamos con el tema de la felicidad. La felicidad está también en el amor humano, en el amor de amigos y en la alegría del compañerismo al trabajar todos por una empresa.

 Las personas estamos creadas por Dios para ser sociales, para relacionarnos las unas con las otras, porque todas formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo, entonces la soledad, el estar sólo no da felicidad a la persona, pero tampoco da felicidad unirse a personas que no quieran ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, ya que sabemos que hemos venido a este mundo para hallar el Amor con que Dios nos Ama. Y el Amor de Dios, está por aquí, por allí, en todo lugar que hay vida, allí vive y se mueve Dios Espíritu Santo, que quiere hablarnos por todos nuestros sentidos, que nos hace el romance y nos quiere sacudir a su Amor verdadero. Pero, pero… los Pedros, también nos hablan y nos cuentan cosas lindas y buenas, que nos interesan, y son planes fantásticos de cosas terrenas y algunas para la vida Eterna. Y Dios Espíritu Santo sufre -si es que Dios pudiera sufrir- quiere que le encontremos, nos hace muecas y nos guiña un ojo, nos busca desesperadamente, ansiosamente, diligentemente, perseverantemente… y estamos ocupados en nuestra vocación, en buscar un sentido a nuestra vida.

 No somos felices porque estamos llenos de rencor de los malos consejos que nos han dado los Pedros, de los pecados que han cometido con nosotros contra Dios. De los pecados cometidos por nosotros dañando a los demás y yendo contra Dios. ¡Los diez mandamientos! Necesitamos urgentemente saberlos, pero de verdad. Y aplicar nuestra voluntad para no pecar.

 Las cosas de Dios son sencillas y dan alegría, porque Dios vino al mundo a darnos la alegría de la Salvación.

 Sabernos salvados es la alegría máxima, todo lo demás es vanidad. Saber que hagas lo que hagas, si amas a Dios, a Jesús, que es Dios, y tienes fe en Él, y cumples con sus enseñanzas, y comes su Cuerpo y bebes su Sangre y dejas que la Iglesia Católica, apostólica y Romana, ate en la tierra tu ida al Cielo Eterno. Si pides a Dios Padre en nombre de Su Hijo Jesús, Dios mismo, sabes que Dios te lo concede, (si es un bien para salvarte y aunque tengas que esperar) si necesitando consuelo acudes a la Confesión frecuente y recibes por el perdón de tus pecados y faltas todo el Amor de un Dios que te Ama y te Consuela y te Guía con Su Santo Espíritu, si sabes que tienes una Madre buena que está pendiente de ti las 24 horas del día e intercede por ti a Dios para todo lo que quieras y le pidas su intercesión, y sabiendo que San José, hombre como tú, pudo ser fiel a Dios, te pregunto: ¿Crees posible que puedas ser feliz en este mundo? ¡¡¡Di!!!

 No estás solo, no estás sola, tienes un Ángel de la Guarda que espera le pidas ¡cualquier cosa buena!, para que con el permiso de Dios pueda ayudarte.

 No me digas que aun no sientes en ti la dicha.

 Sí, sé que sufres, sé que quisieras que alguien que no te ama y tú amas, te amara. Sé que quisieras no sufrir tanto en tu trabajo, en tu labor de apostolado, en tu Misión, que quizás aun no sabes cual es y estás trabajando de carpintero. Sé que estás enfermo-a, que tu cuerpo no está bien, que necesitas ayuda y consuelo y unos cuantos milagros más, sé que no estás contenta-o de tu físico, sé que lloras por no ser feliz, por la gente que te hace sufrir y por los que sufren, pero… pero… Todos estamos salvados, ¡todos! A pesar de la soledad, del sufrimiento, del dolor, de la angustia, PUEDES SER FELIZ PORQUE ESTÁS SALVADO-A, Dios murió por tus pecados y por los pecados de todos, y resucitó de entre los muertos. Lo repito alto y claro: ¡¡Jesús RESUCITÓ de ente los muertos!! Y la fe nos lleva a resucitar con Él. Oh amigos-as, todo es cuestión de tiempo, no vamos a vivir para siempre, dentro de poco, cuando muramos, podemos ir al Cielo Eternamente, por la Sangre del Cordero degollado: Jesús, ¡el Mesías! Oh, hermanos, tan amados en la misma Madre y Madre de Dios, te lo digo, te lo digo: ¡¡Puedes ser feliz!! Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.