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9 de Octubre / San Dionisio

Hacia el año 495, Santa Genoveva hizo edificar una basílica sobre el sepulcro de San Dionisio. Es este el testimonio más antiguo que poseemos con respecto al primer obispo de París. 

Un siglo después, Venancio Fortunato atestigua la difusión de su culto hasta Burdeos, mientras que Gregorio de Tours relata cómo, hacia el 250, el Papa de Roma había enviado a la Galia a siete obispos que se habían afincado respectivamente: Gaciano en Tours, Trófimo en Arles, Pablo en Narbona, Saturnino en Tulouse, Dionisio en París, Austremonio en Auvernia y Marcial en Limoges. 

Parece que fue breve el episcopado de Dionisio, pues se cree que sufrió el martirio en la persecución de Decio (250-251) o, con mayor probabilidad, en la de Valeriano (258). El cuerpo del mártir fue depositado en el mismo lugar en que se levantaría la basílica de San Dionisio. Junto a ella se fundó una abadía, que estaba llamada a alcanzar una notable irradiación (siglo VII). 

En cuanto al lugar del martirio, quizá fue Catuliaco, aldea próxima a París por el norte, que hoy lleva el nombre de Saint-Denis y es un centro industrial. Parece sin fundamento y muy tardía la tradición que le supone muerto en la colina de Montmartre, a corta distancia de la moderna y no demasiado espiritualizada Place Pigalle. 

En Catuliaco se construyó primero una basílica (posteriormente catedral) para acoger sus reliquias, y el lugar, convertido en monasterio en el siglo VII, acabará siendo el panteón de los reyes de Francia, de los cuales es patrono san Dionisio.

Oremos 
Dios nuestro, que enviaste a San Dionisio y a sus compañeros a anunciar el Evangelio a pueblos que no te conocían y les concediste una gran fortaleza en su martirio, haz que también nosotros, siguiendo su ejemplo, tengamos en menos los favores de este mundo y no temamos nunca sus desprecios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Dionisio

A San Dionisio, por Santa Genoveva se le veneró; porque los santos son amigos entre ellos. Los santos se conocen, se buscan, se necesitan y se ayudan. La comunión de los santos, no es sólo entre los que están muertos y las personas vivas, y que con buena voluntad dejan a Dios que los perfeccione en santidad, en la bondad de sus obras y palabras, sino que también la comunión de los santos es la ayuda mutua entre vivos que aman a Dios sobre todas las cosas.

El refrán popular: “Dime con quien andas y te diré quien eres” es también verídico y se puede adjudicar a los futuros santos: ¡Tú y tu cónyuge! ¡Tú y tu hijo-a! ¡Tú y tu padre-madre! ¡Tú y tu hermano-a! ¡Tú y tu amigo-a! ¡Tú y tu abuelo-a! ¡Tú y tu sacerdote!… ¡Tú y tu obispo! ¡Tú y el Papa! ¡El Papa y tú!

P. Jesús

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