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Índice cronológico - 17. página

159 Carta / A ti, conductor de automóvil

Domingo, 14 de Junio de 2.015

A ti, conductor de automóvil:

No es cualquier cosa ponerse al volante, es algo muy serio, hay muchos accidentes que podrían evitarse.

No bebas, no fumes conduciendo, no hables por teléfono ni tengas conversaciones, que más que conversaciones son discusiones. Sé consciente de que estás al volante de una máquina, no es una persona que decide, eres tú que decides por ella, y si no estás pendiente de circular bien, ¡cuánto mal puedes hacer y hacerte!

No te diré más que ponte al volante cómo quisieras que se pusieran al volante los que van a cruzarse en el camino de tu hijo.

Y, ¡buen viaje!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

160 Carta / A ti, que perdonas pecados, sin ser Dios ni sacerdote

Domingo, 21 de Junio de 2.015

A ti, que perdonas pecados, sin ser Dios ni sacerdote:

Sí, esto hacen los que por emociones humanas, deciden a quién mirar con simpatías y aprobar de ellos su pecado, ¡su escándalo! Sabes que no tienes razón; ni ellos, ni tú, pero puede más tu corazón, que la práctica de tu fe. ¡Esto acaba mal!

Hay que comprender que no se puede cambiar la ley de Dios, por mucho que duela el pecado que se comete; no se puede apoyar el mal, y el mal es todo lo que va contra Dios; Dios pide a su pueblo, pidió al primer hombre y a la primera mujer, obediencia.

Escuchad historias verdaderas, y todas os dirán, y todas dicen, que el transgresor de la ley de Dios, acaba mal, termina mal, sufriendo mucho; ¿y por qué?, porque los diez mandamientos es lo bueno, es lo que nos mantiene “en pie”, sanos, fuertes. El cumplimiento de la ley de Dios, es, digamos, como el sello de marca, como las normas del buen funcionamiento para, no sólo tener salud y larga vida, no sólo tener abundancia de bienes, no sólo ser honrado por los demás, sino que además, cumpliendo los diez mandamientos por amor a Dios, contando con Dios y sus sacramentos, esto te lleva al Cielo.

Duele, sé que duele que una persona amada, no cumpla uno o varios mandamientos de la ley de Dios, pero la solución no es darle tu aprobación, al contrario, además de que apoyas su pecado, tú pecas también, y en vez de ser uno quien se pierde el Cielo, sois dos.

La Sagrada Biblia dice que hay que corregir al hermano, y corregir no es dar tu aprobación a su pecado por simpatía, por afecto. Por eso, Dios quiere que le ames sobre todas las cosas y personas, y si le amas el primero, cumplirás sus mandamientos y no apoyarás al pecador, sino que le dirás, con este afecto que sientes, que su pecado no lo quiere Dios, y que puede condenarse.

El Cielo es un lugar maravilloso, ¡no te lo pierdas!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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161 Carta / A ti, que eres como una caña plantada a la vera del camino

Domingo, 28 de Junio de 2.015

A ti, que eres como una caña plantada a la vera del camino:

Esa caña eres tú, allí, en el camino, a la vista de todos, sin poder moverte porque eres de la especie vegetal, eres una caña, agitada por el viento de todos los comentarios que oyes al pasar las gentes, y este viento te tambalea. Te duele, ay, cómo te duele lo que oyes decir, te duele tanto, pero no tienes orejas, eres una caña plantada junto al camino, y oyes todo lo que dicen, y escuchas todo lo que hablan; y quieres correr, marcharte, alejarte, pero no puedes, tu vida está sentenciada a la vera del camino.

Te falta vida interior, te falta comunión con Dios, te falta dejar de ser una caña plantada a la vera del camino y ser una persona libre, ¡libre!, ¡libre como te hizo Dios!

A todas las cañas plantadas a la vera del camino, amigos míos, os traigo la voz del Evangelio, y precisamente unas de las palabras de Cristo: “¡Levántate y anda!”

Con afecto sincero.

P. Jesús

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162 Carta / A ti, que te gusta el fútbol

Domingo, 5 de Julio de 2.015

A ti, que te gusta el fútbol:

Si el fútbol te gusta más que ir a Misa, si tienes un ídolo de fútbol al que cercas más cerca de tu corazón que al mismo Dios, eso no está bien, amigo, rectifica.

Comprendo que eres humano, pero todo ser humano, toda persona, tiene el deber, la obligación de amar a Dios sobre todas las cosas.

En el Cielo, no hay partidos de fútbol, y muchas veces, en el Cielo no están los ídolos de fútbol, porque en el Cielo no hay ídolos, sino personas humildes, personas que aman a Dios sobre todas las cosas, ¡más que al fútbol!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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163 Carta / A ti, que te molesta la indiferencia de los demás hacia ti

Domingo, 12 de Julio de 2.015

A ti, que te molesta la indiferencia de los demás hacia ti:

Eres una persona tranquila, yo diría que más bien respetuosa, intentas no molestar, pretendes pasar desapercibido, prefieres no implicarte en muchos aspectos de la vida y, entonces, ERES DESAPERCIBIDA.

Puede que seas tímido-a, puede que hayas recibido muchas críticas inoportunas en tu infancia y juventud, incluso en tu adolescencia y madurez, y te has acostumbrado a echarte a un lado. Pero yo sé que hay algo que te interesa, y a veces no puedes defender tu causa, más bien, nunca puedes defender tu causa porque todos hablan de ella, y no tienen tiempo, ni esperan, que tú hagas tu comentario. ¡Te ahogas!, te sientes frustrado, callas y sigues estando a un lado. ¿Hasta cuándo?

La sociedad necesita de ti, Dios necesita de ti; pide ayuda al Buen Dios, a Jesús, pide constantemente para que te dé el don de gentes, para que puedas ser útil a la sociedad, a Dios, y Dios te irá perfeccionando en el carácter adecuado que necesita de ti, ese carácter que vas a adquirir, quizás por traiciones de amigos, por sufrimientos que te van a hacer llorar en la oscuridad de tu dormitorio, cuando no hay ni el testigo de la luz; pero Dios es testigo, testigo de cada una de tus lágrimas, testigo de tus deseos de mejorar la sociedad, el mundo. Este dolor aceptado, en un principio, creerás que te hace duro, pero no, sólo te está machacando, sólo te está despertando, sólo te llama a gritos para que cojas por ti mismo el rumbo de tu vida, de tu destino. Eres libre, amigo mío.

Rezo por ti, y sé que llegará el momento en que, sin hacer daño a nadie, saldrás de tu rincón y empezarás a hacer obras de calidad ante la sociedad y ante Dios, este Dios que te bendice, este Dios que te ama, este Dios que espera tanto de ti.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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164 Carta / A ti, que me has venido confuso, sobre el asunto de los pecados

Domingo, 19 de Julio de 2.015

A ti, que me has venido confuso, sobre el asunto de los pecados:

No, no, no, te digo que la doctrina católica no ha cambiado, debes de estar confundido, por lo que me dices.

¿Queréis saber qué me ha dicho esta persona sobre los pecados?… Te lo digo, me ha comentando que hace dos domingos, no pudo llegar media hora antes a la iglesia y no pudo confesarse, y por tal motivo no fue a comulgar, ya que había cometido un pecado mortal. (No penséis que los pecados mortales son sólo, robar, matar,  fornicar. Hay más. Si piensas eso, es que no te sabes los Diez mandamientos). El domingo pasado, se apresuró para llegar media hora antes a la iglesia, para poder confesarse, y el sacerdote le dijo que el otro domingo, hubiera tenido que ir a comulgar para no hacer escándalo, ya que los feligreses que le conocen, saben que esta persona es de comunión dominical.

Quiero hablaros de eso, yo soy sacerdote, y te digo que la doctrina católica, la verdadera, no permite, no quiere, que vayas a comulgar si estás en pecado mortal. No comprendo cómo este sacerdote pudo dar este consejo, si es que la persona lo entendió así como me lo dijo; de ser así realmente, no lo comprendo, porque miente.

Es más importante estar a bien con Dios, que con los demás. Es pecado mortal mentir, engañar, falsear, ¡ser un hipócrita!

Cuando uno va a comulgar en pecado mortal, aunque sea para no hacer escándalo, esta persona es reo del infierno, y va a ir al infierno si no se confiesa de haber comulgado en pecado mortal.

Yo soy sacerdote para tu alma, para ayudarte a salvarte, no soy sacerdote para hacerte quedar bien delante de los demás, y quedar muy mal delante de la Divina Trinidad.

Hazme caso a mí, si tienes un pecado mortal, vete a confesar; y si no puedes, no vayas NUNCA a comulgar; esto es un pecado contra el Espíritu Santo. ¿Se perdonan los pecados contra el Espíritu Santo? Dios perdona siempre que estás arrepentido, muy arrepentido, tan arrepentido que tienes la certeza, la seguridad, la decisión de no volver a cometer este pecado mortal. He dicho.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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165 Carta / A ti, que me dices “¿Y los sacerdotes, qué?”

Domingo, 26 de Julio de 2.015

A ti, que me dices “¿Y los sacerdotes, qué?” :

Leíste la carta del domingo día 19 de julio de 2015, la carta número 164, y me preguntas sobre los sacerdotes que comulgan cada vez que celebran la Santa Misa, y quieres saber si ellos tienen que comulgar sin pecado mortal, como los demás, y te digo que sí.

Me comentas que como celebran la Santa Misa cada día, y hay días, que varias veces, me dices: “¿Qué pasa si cometen un pecado mortal y no han podido confesarse?” No se puede comulgar en pecado mortal, eso trae muy malas consecuencias para el alma, para la persona; es así en todos los fieles, sean sacerdotes, laicos, religiosos, o en los que se llaman consagrados; y todos los demás, sacerdotes, laicos, religiosos, también, muchos se han consagrado, y son consagrados, y es bueno que se hayan consagrado.

El sacerdote tiene que vivir la santidad, desearla, quererla, buscarla desesperadamente, es decir, que sea su fin, su voluntad, el ser santo; y si peca, debe confesarse con otro sacerdote, y al igual que los religiosos y los laicos, NO puede comulgar en pecado mortal; si lo hace, tendrá que atenerse a las consecuencias de tal aberración y maldad.

¿Qué dice la Iglesia Católica, en el Catecismo, sobre este tema de recibir la Sagrada Comunión sin pecado mortal?:

1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros» (Jn 6,53) 

1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8,8): «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». En la Liturgia de san Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:

«A tomar parte en tu cena sacramental invítame hoy, Hijo de Dios: no revelaré a tus enemigos el misterio, no te daré el beso de Judas; antes como el ladrón te reconozco y te suplico: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!» (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi, Oración antes de la Comunión) 

Fuente:

http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a3_sp.html#V El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia

No os miento, hay que vivir en gracia de Dios, ¡siempre!, y confesarse cuando haga falta, para no vivir en pecado mortal. El pecado mortal es malo, muy malo, trae malas consecuencias, y no es necesario pasarlas, porque confesándose, Dios perdona siempre, ¡siempre!, seas sacerdote, religioso o laico.

Los sacramentos son el tesoro que tiene la Iglesia Católica, ¡la verdadera!, y están en ella para ser usados, para que los fieles los utilicen en su camino al Cielo, porque todos vais a morir, y viviréis en el Cielo, o en el Infierno; es de fe, es doctrina de la Iglesia Católica.

¿Qué dice la Iglesia Católica en el Catecismo, sobre este tema de ir al Cielo o al Infierno después de morir?:

1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.

1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
«A la tarde te examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).

1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo.(…)

1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama «el cielo». El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.

1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, «el fuego eterno» (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran» (Mt 7, 13-14):

«Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Para que así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos manden ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde «habrá llanto y rechinar de dientes»» (LG48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. (…)

Fuente: http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p123a12_sp.html

Sacerdote, amigo, confiésate siempre que tengas un pecado mortal, antes de celebrar la Santa Misa.

Los sacerdotes, como los apóstoles, a los que envió Jesús, Dios, delante de Él, deben de ir de dos en dos, así podrían confesarse uno al otro antes de celebrar la Santa Misa. Muchos comulgan en pecado mortal por no tener ayuda, por no tener asistencia para su santidad, para su salvación, y se acostumbran a los pecados mortales, como si fueran pecados veniales, y no lo son. Los sacerdotes también necesitan de los sacramentos; recordemos que Jesús, Dios, los enviaba de dos en dos. ¡Hay que velar por las almas de los sacerdotes, que velan por las almas de la Iglesia!, ¡ellos tampoco pueden perderse! ¡Hay que salvar a los sacerdotes!, y se salvan los sacerdotes, como todos los fieles, POR LOS SACRAMENTOS.

Sacerdotes, id de dos en dos. Ya sé que sois pocos, pero si no veláis por vuestra alma, perderéis el Cielo; esto es así, y lo sabéis, no me lo invento, la Iglesia manda que se comulgue sin tener pecado mortal, y no hace excepción de personas.

Obispos, velad por las almas de vuestros sacerdotes, ¡no los dejéis solos! El pecado mortal puede perdonarse y se perdona, con una buena confesión, y un sacerdote no puede confesarse a sí mismo, necesita de otro sacerdote, por esto Jesús, Dios, los enviaba de dos en dos; ¿por qué no seguir haciéndolo? Antes, también había muchos discípulos y pocos apóstoles, y Dios, Jesús, los enviaba de dos en dos.

Ojalá la Madre Iglesia, en el Vaticano, trate este asunto de la santidad de los sacerdotes, que como los demás, sin confesión, no pueden vivir en gracia de Dios; necesita la Iglesia de sacerdotes santos, y la santidad la da Dios a través de los sacramentos.

¡Qué tristeza!, ellos, los sacerdotes, ayudan a salvar almas, porque son los que dan los sacramentos al pueblo, pero muchos de ellos no pueden confesarse porque están solos; y si cada día celebran la Santa Misa, y en ella comulgan, que lo hacen, este es el ritual, y si están en pecado mortal, no podrían comulgar; pero está en el ritual, por eso deben ir los sacerdotes de dos en dos, para ayudarse mutuamente con los sacramentos.

Ahora, en el Vaticano, se habla de la familia, y tanto la familia como los sacerdotes, necesitan de los sacramentos. ¡Ayudad a los sacerdotes, ellos ayudan a las familias; y todo, con Dios, con los sacramentos! Sed buenos con los sacerdotes.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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166 Carta / A ti, que no sabes adónde van tus pensamientos y deseos

Domingo, 2 de Agosto de 2.015

A ti, que no sabes adónde van tus pensamientos y deseos:

Los pensamientos y deseos tuyos, van a parar a la memoria de Dios, y en ella, en su memoria, se fijan para siempre.

¿Tienes miedo?, ve a confesar, confiésate de estos pensamientos tuyos que te dan miedo y que están en la presencia de Dios.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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167 Carta / A ti, que pides misericordia para un ser querido

Domingo, 9 de Agosto de 2.015

A ti, que pides misericordia para un ser querido:

Sí, te hablo de esta persona que tanto quieres, y él no quiere saber nada de Dios, de Jesús, de la Iglesia Católica, de ir a Misa. Es más, casi te prohíbe que tú acudas a ella, que vayas a Dios.

Consejo, pídele misericordia a Dios por esta persona que quieres, que amas, y que necesita de tu oración, tu entereza en la fe y las obras de la misma. Será una lucha ardua y difícil, porque el que no cree, también es sentimental, y atacará tu corazón con sus sentimientos, para que dejes a Dios y prefieras sus caricias, su amor, sus palabras de felicidad. Si estás casado-a con una persona que no cree, que ha dejado de creer, entonces es cuando más necesita de tu fe. En tu corazón puede muy bien vivir Dios y el amor de tu cónyuge, porque Dios siempre propaga la caridad, nunca es egoísta. Lucha con tu dulzura, con tu ternura, con tu bondad, y no cedas a dejarte arrastrar por quien se ha empeñado en que Dios no existe. Porque Dios existe y te asiste.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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168 Carta / A ti, que te gustaría ver a la mayoría de la gente, que fuera del Pueblo de Dios

Domingo, 16 de Agosto de 2.015

A ti, que te gustaría ver a la mayoría de la gente, que fuera del Pueblo de Dios:

Piensas en que todos, en su corazón, guardasen las palabras de Jesús en el Evangelio; piensas en la bondad, en el bautismo cristiano, pero te olvidas de la tentación, y yo te la recuerdo, y te lo fastidio todo.

El deber del cristiano, del bautizado, es cumplir con la Ley de Dios, con la doctrina católica, esto es fácil de decir, pero vemos lo difícil que es ponerlo en práctica, lo complicado de compaginarlo, incluso en las personas de un asiduo trato, siendo católicas. Entonces, ¿es que nunca podremos tener una vida ideal de personas, que en su gran mayoría, vivan la fe? Lo que sí es seguro, es que tú puedes controlar tu vida, sabiendo que vas a ser tentado.

Cuando comprendas que los demás, todos, también son tentados, cuando lo aceptes, aceptes que muchos caen en la mala tentación, y que por lo cual pecan contra ti y contra tantos, entonces podrás empezar a amar a los demás. Si tú eres un idealista que sólo ama lo perfecto, pienso que ni a ti mismo podrás quererte.

Da la vuelta a tu cara y mira la cruz donde está colgado Jesús, Dios sí que supo amar. Eligió como apóstol a un traidor, no es que cuando lo eligiera fuera un traidor, que no lo era, pero luego lo fue. Este amigo, este socio, este empleado, que cuando conociste era bueno y fiel, ahora es un traidor. Eso le ocurrió a Jesús también. Los traidores tienen su protagonismo para hacer que nuestra vida dé giros, si no hay traidores, la vida es plácida y la ruta recta; los traidores hacen cambiar el rumbo con sus fechorías, por sus intereses. A veces, los traidores, más tarde, se arrepienten, otras veces no. Que lo sepas.

Jesús, Dios, también se encontró en medio de dos ladrones, uno se arrepintió, el otro no, porque una cosa es cierta en todos los seres humanos, ¡son libres!, y depende de la fuerza de voluntad, se cae más en tentación o menos, porque caer, caen todos, aunque sea en hablar mal de una persona, y esto es pecado, esto es caer en la tentación, no hablar mal por el mal que hace, que si una persona hace mal, es lógico que hablemos mal del mal que hace; hablo del mal que se cree que una persona hace, sin tener pruebas, sin tener ninguna información que pueda apoyar este mal, este pecado.

¿Dices que quieres un mundo con gente buena? Yo también, y podría haber un mundo con más gente buena; hay los sacramentos, la voluntad, pero, ¿quieren la mayoría de personas ser buenos, ser santos? Algunos, muchos, sí que lo quieren, tienen este deseo en su corazón, y a la vez, en el mismo corazón, tienen el anhelo de tener dinero y bienes materiales, y, muchas veces no concuerda el ser santo con la adquisición de bienes materiales y físicos. Por eso, los santos, los que Dios Padre ha elegido para ser santos, y ellos quieren, sufren, porque quieren y no pueden, porque tienen demasiadas necesidades materiales, y a veces son reales, las necesitan realmente, y la falta de fe, la prisa, les hace ir por caminos del mundanismo en vez de caminos de santidad, como es la oración constante y piadosa, confiada y alentadora, que hace que uno confíe más en Dios que en las ganancias del mundanismo. Espero que me hayáis entendido.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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