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20 Carta / A ti, hijo, hija, tú que no superaste las pruebas

Domingo, 24 de octubre de 2.010

A ti, hijo, hija, tú que no superaste las pruebas:

Alma triste y con gran cargo de conciencia por tu dolor ante tu triste vida pasada de pecado voluntario; a ti, te digo: cógete de mi mano, ¡vamos a Dios!

Me escribió Marifer, el 2 de julio, comentándome:

En 02.07.2010 18:23 escribió Marifer, de Argentina

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Gracias, Padre Jesús, por cada bella palabra en cada una de sus cartas…Como dice usted, Dios nos creó para ser felices; pero cómo puede ser feliz alguien que, después de haber hecho su voluntad sin tener en cuenta la de Dios, ahora vive tristemente las consecuencias de todos sus caprichos, equivocaciones y errores, y no puede volver atrás para remediarlos sin herir a los que involucró en todo ello? Pido su oración para esta alma arrepentida… Mis saludos en Cristo y María, desde Buenos Aires-Argentina.

Hija, para ti, para todos, mis palabras son de aliento, ¡ánimo! Has reconocido ¡por fin!, tu pecado; ve a confesarlo. Y te diré que las personas que implicaste en él, deben de hacer lo mismo, porque todos son libres y, libremente, aceptaron compartir tu pecado. También te diré que, si llamas a las cosas por su nombre, más rápido vas a avanzar en la fe, y es la fe lo que te hace feliz, la fe de saberte amada por Dios, la fe de saberte salvada por Dios, la fe de saberte esperada en el Cielo Eterno, por Dios. Tú puedes hacer mucho por tu fe, como es llamar pecado a lo que fue y es pecado, y no errores, caprichos, equivocaciones; porque del pecado, uno puede deshacerse, de los errores no. Todos cometen errores, porque se calculan mal las cosas, y esto no es lo mismo que hacer pecados; el pecado es ir voluntariamente contra la voluntad de Dios; sabiendo que Dios quiere una cosa, haces otra. Y esto no es un error; es un pecado.

Nunca me cansaré de pediros que seáis realistas, que uséis del sentido común, que aprendáis la Verdad, y sabiéndola, unida a ella, afrontéis la vida por lo que es y no por los sueños que tenéis de ella, de la vida, de vuestra vida. Un ejemplo: una persona inválida, jamás podrá ganar una maratón de gente que, no siendo inválida, camina, pero sí que podrá ganar a mucha gente en santidad, porque la santidad no tiene nada que ver con el físico; y el verdadero premio, el galardón más deseado, es la ¡santidad! Todo lo demás se pierde en esta vida, porque el cuerpo se descompone totalmente después de la muerte, pero el alma, esa “caja negra”, tiene impreso en ella toda nuestra vida, todas nuestras palabras y pensamientos, y obras hechas, y las de omisión también han quedado marcadas en el alma. Comprended, oh hijos amados de Cristo, hijos de la Santa Iglesia Católica, que es una ventaja conocer lo que es pecado para la persona. ¡Dejad de ir de dios! La vida es como es, y cuanto antes la persona acepte la realidad de la vida, la de que se sufre, sí o sí, la de que somos libres sí o sí, la de que Dios nos Ama, sí o sí, la de que Dios nos espera en el Cielo y nos lo regala, sí o sí, por tu sí. Entonces, acepta la verdad y vive la verdad, búscala hoy, ahora, y aunque tiempo atrás, o ayer mismo, o hace cinco minutos, estabas confundido-a, ahora que has visto claro, y aceptas la claridad de todo, piensa en arrepentirte de tus PECADOS, que los pecados se pueden perdonar; los errores no se perdonan, porque son cosas que pasan con todas las buenas intenciones. Uno hace un negocio y cree ganar, y por un error, pierde. Eso jamás se podrá recuperar, pero uno que ha pecado, imaginemos que es por fornicar, y de esta fornicación nace un hijo no deseado, y no hay por qué casarse sin amor. Sí que hay que aceptar al hijo, y amarlo y cuidarlo, ¡eso siempre!, y haciendo esto, al mismo tiempo, te arrepientes de tu pecado de fornicación y vas a confesarlo. ¡Claro que quedarán las consecuencias del hecho! Pero puedes ganarte el Cielo, aun habiendo pecado, aún teniendo un hijo natural, porque has ido a confesarte y Dios te ha perdonado. Y si cumples con tus deberes con este hijo, las cosas serán buenas para ti, para él, para la otra parte con la que fornicaste. ¡Demasiada gente se engaña!, se dicen que fornicaron por amor, y es que no quieren admitir que engendraron un ser por lujuria, y luego, pasado el tiempo, dicen que se acabó el amor; pero el amor verdadero no se acaba nunca, lo que ocurrió es que no hubo amor en la fornicación, quizás momentos de pasión; vino la tentación y se cayó en ella. Pero todo, todo tiene solución en esta vida, si se da la cara, y se acepta que no fue un error, sino que se pecó. Junto con la reconciliación con Dios, Dios hace milagros para los que se han arrepentido de verdad, y para NO VOLVER A PECAR.

Hay quien en su juventud se drogó, practicó el sexo homosexual y, pasado el tiempo, sufren por este suceso sus padres, su familia, él mismo, que cambió, que, de pecador, lleva una vida cara a Dios; pero su pecado está allí, fue hecho, y no por error sino por voluntad de disfrutar del cuerpo; entonces, ¿qué hacer?: vivir en Gracia de Dios y aceptar su voluntad, porque todo será para bien. ¿Qué hay remordimientos?, ¡desde luego!, y esto es bueno, es bueno tener remordimientos, porque este dolor, ofrecido a Dios y aceptado por Él, libra del Infierno y del Purgatorio.

Una mujer que ha abortado, ¡no fue un error! Fue un pecado, y su cuerpo y toda ella recibirá las consecuencias del mismo. Si se va a confesar, Dios la perdonará; el bebé seguirá muerto, pero Dios perdona siempre y, otro día, en la Eternidad, gozará de su perdón, que es donde realmente se vive, porque vivir es vivir siempre, como amar es amar siempre, por eso aunque a esta vida la llamamos vivir, y se vive, es realmente como estar en el vientre de la madre tierra gestándonos durante menos de 120 años, para ir a la Vida Verdadera, y antes, en esta madre tierra, estamos nueve meses de gestación en el vientre de nuestra madre. Me gustaría tanto que comprendiérais eso, porque, al hacerlo, comprenderíais que se vive después de salir de la madre tierra. En nuestra madre humana, de ella y del padre, recibimos la vida, que se engendra al unirse hombre y mujer, y dentro de la mujer se forma el cuerpo humano total; luego, al salir, se forma, viviendo, el carácter de cada quién, ayudados por nuestros padres y por el mundo, y sobre todo, pasada la infancia, por nosotros mismos, porque el proceso de ser persona en plena facultad, llega unido a la naturaleza física, cuando ya podemos procrear otra vida, y seguir con el círculo natural de la humanidad: ser engendrado, nacer, crecer, reproducirse y morir; esto es lo que hacemos en este viejo mundo creado por Dios, para eso, para pasar de aquí a MEJOR VIDA. ¿Importa lo que se vive en el vientre de la madre? ¿Importa lo que se vive en la madre tierra? Oh, mis queridos, me atrevería a decir, MIS AMADOS hermanos, ¡la que nos espera!: LA DICHA SIN FIN, EN EL CIELO ETERNO. Aquí es una aventura vivir, es tener la Meta siempre presente, ¡el Cielo! Y vino Jesús al mundo a decirnos cómo ir Allí, es más, nos abrió Él, Dios mismo, el Cielo, nos dio la Salvación por creer en Él. ¡Fíate de Dios! Vino del Más Allá, pasó todo el proceso de la vida, para poder hablarte en tu propio lenguaje, de qué va la vida, de lo que necesitas para vivir. ¡Reza el Padrenuestro! Allí está todo lo que necesitas, y, por supuesto, necesitas de Dios en los Sacramentos. Ay, ¡que me emociono! Óyeme bien, escucha mis palabras que te hablan de la Verdad, y aprende de mí, que soy fiel a la Santa Madre Iglesia y a Dios. Déjame seguir emocionándome al contarte la Verdad…

A ver… ¿Comprendes por qué vives aquí? De la misma manera que viviste en el vientre de tu madre, ahora vives en la madre tierra, para formarte bien, para que estés capacitado para ir al Cielo, al Reino de Dios, al Paraíso. Que sí, que existe este lugar de Belleza y Bondad superlativa. 

Si aquí, en el mundo, necesitas de aire para vivir, en el Reino de Dios se necesita de Bondad superlativa, de Amor al máximo, para vivir en ese hábitat del Cielo. Dentro del vientre de tu madre no respirabas oxígeno, pero vivías. Fuera del vientre de tu madre biológica, y dentro de la madre tierra, respiras oxígeno, y… Fuera de la madre tierra, por la muerte, respiras Amor, que el amor es ser, cuanto más, semejante a Dios, que es Amor; y has aprendido a amar, amando a Dios sobre todas las cosas, mientras estás en la madre tierra; si no has aprendido a respirar el “aire” del Reino de Dios, después de morir no podrás vivir allí, y por eso Dios dictó a Moisés los Mandamientos de su Ley, para que, siguiéndolos, aprendas a respirar el “aire” del Cielo Eterno, del Paraíso, del Reino de Dios. Pero si no los has querido seguir libremente, entonces pecas; llamamos pecado a lo que no es Amor Verdadero. ¡Es fácil comprenderlo!, ¿verdad? ¿No me digas que no lo has comprendido? ¡Por Dios!

Sigo…

Para aprender a vivir en La Mejor Vida, que se llega a ella por el “parto” de la muerte, entonces debes hoy, ahora, saber usar del “aire” que allí se respira con Dios, que es el Amor; la “substancia” de la cual es Dios.

El Amor es lo que ha existido siempre, es el principio de vida, como debería ser que cada uno de nosotros naciera, ¡por amor!, de sus padres al engendrar al fruto de su unión de dos en uno con Dios, que es Amor. ¡El Amor da vida! ¡Viva el Amor!… El Amor, que es Dios, vivía y se movía y era… y decidió el Amor Amar, y creó el mundo, y vio que era bueno todo lo salido de sus manos, de su Amor, de Amor.

… uy, veo que me estoy alargando muchísimo en esta carta de hoy, así que la proseguiré la próxima semana, pero antes de terminar, le diré a esta madre que abortó, que interrumpió el círculo de otra vida: el que naciera, creciera, se reprodujese y muriera; que no tenía derecho a pecar, porque el que peca, no ama, y no podrá respirar el “aire” del Reino de Dios; así, que si no se va a confesar y recibe a Dios Amor, a Dios Espíritu Santo, sin esa “botella de “oxígeno”, de Amor que Dios te da gratis, no podrás respirar en el Cielo, y tendrás que ir a tu hábitat, el Infierno; allí no hay Amor, no hay Dios, no hay nada; la nada es no amar a nadie, ni a uno mismo, y el que peca voluntariamente, no se ama a sí mismo. Sólo Dios es Amor, y comer al Amor, al comer su Cuerpo y beber su Sangre, por la fe en Jesús, esa fe, que es el regalo de Dios por Amor, por su Amor, entonces, por la fe, en Jesús, todo el Amor de Dios está a tu disposición; y por las obras de la fe que te llevan a cumplir con lo que Dios pide, renunciando a la tentación que llega de Satanás (os lo contaré en la próxima carta), y venciéndote a ti mismo, por hacer lo que es natural, entonces, oh amados de Dios, ¡qué maravilla!, sigo emocionado, porque entonces ocurre algo maravilloso: somos capaces de amar, somos capaces de respirar el “aire” del Cielo: Amor.

Os quiero muchísimo, y quiero que, por la razón, halléis el Camino y viváis con fe la Vida, por la Verdad de Cristo Rey.

Tenemos un Reinado, donde Dios nos espera. ¡No temas a la muerte! ¡Te lo digo!: es pasar a mejor vida, si sabes Amar. ¿Sabes? Yo te enseñaré, no te preocupes por nada, aquí me tienes para servirte. ¿OK?, OK.

Os quiero mucho. Feliz semana a los que van a morir para pasar a mejor Vida, ¡la verdadera Vida del hombre!, estar con Dios, con el Amor.

Me cuesta despedirme hoy. Tengo tantas cosas para contarte, hijo, hija, ¡tantas! Y todo son maravillas de Amor. ¡Eres católico por Gracia de Dios! ¡¡Viva!!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

21 Carta / A ti, hijo, hija, tú que vas a pasar a Mejor Vida

Domingo, 31 de octubre de 2.010

A ti, hijo, hija, tú que vas a pasar a Mejor Vida.

Ahí, vencido-a, derrumbado-a por tus dolores, por esos pecados que, como enfermedades, te llevan a sufrir en esta tierra, donde debes aprender a amar como Dios Ama. ¡Mírate a ti mismo! Escudriña tu corazón, antes de que llegues a la presencia de Dios, Jesús, en tu juicio, porque serás juzgado por tus obras, palabras, pensamientos,  y por lo que deberías haber hecho y no has hecho. Y, ¿por qué no lo has hecho, mi querido hijo, hija, amado-a de Dios? Te lo diré… Te doy a conocer a tu enemigo: Satanás, el instigador del mal, de todo mal que hay en el mundo. Satanás, como un virus maligno, vive en la madre tierra y quiere contaminar a los hombres, a las personas que, como tú y yo, vivimos en este mundo para aprender del Amor, de Dios. Y, ¿qué hacen los virus? Sin verlos, sin saber de ellos, entran en ti y te enferman. Por ellos, dejas de estar sano; por el virus del Diablo, dejas tu santidad, a la que estás destinado desde el principio de los tiempos. Y si te unes en amistad, en sociedad o en casamiento, a alguien que está contaminado, te vas a contaminar también; porque en la sociedad está Dios, ya que donde están dos que rezan a Dios, que piden a Dios, Dios les concede su petición; pero si uno pide a Dios, y el otro, aun creyendo pedir a Dios, por no tener buena salud moral-espiritual, pide a Satanás, ¿a quién llegará la petición? ¿A Dios?, ¿al diablo? Sí, llega a los dos, y es cuando no hay paz en uno mismo, en una casa, en una asociación o amistad, porque uno pide a Dios y el otro a Satanás. Pero no por pedir a los dos, los dos son dioses, no. Sólo hay un Dios, el Creador, el Salvador, el Redentor. Dios, demuestra que lo es, dando el bien, porque para dar el mal y ser malo, no se necesita ser Dios. Es lo más fácil del mundo, dañar a los demás y a uno mismo; lo difícil es hacer el bien SIEMPRE; por eso, bien lo leemos en la Sagrada Biblia: “Sólo hay uno de bueno, y éste es Dios”.

Dios se probó a sí mismo, viniendo al mundo a vivir como hombre, e igual que otro hombre, fue tentado, pero no cayó JAMÁS a la más mínima tentación de Satanás. Dios se expuso a ser tentado por Satanás, para dar a conocer que la tentación no venía de Él, porque si Dios tentara, podría Jesús caer en la tentación, pero Dios no tienta jamás, ¡jamás!

Sé que alguno se hace un lío con esto de la tentación, de si la quiere Dios, de si la permite Dios, de si nos la pone Dios. Y te diré, mi querido muchacho-a, que Dios no tienta; Dios sabe quién eres, porque saliste de Él, en el momento en que tus padres te procrearon; en ese mismo instante, Dios te creó, usando las óptimas condiciones naturales que son necesarias para ser creada una persona. Dios, con todo su Amor, con todo el amor con que te ama, te depositó dentro de las esencias masculina y femenina, que se fusionaron en la engendración de tu cuerpo. En el mismo instante que fue, fuiste dado por Dios a la vida, para vivir y llegar a tu perfección, que es la santidad.

Hagamos un aparte y miremos la historia; nadie vive más de 120 años; todos van muriendo, sí o sí, así que te va a tocar morir, pero, ¡no te desesperes! Déjame abrazarte fuerte e infundirte mi fe en tu corazón, déjame decirte que sí, que existe esta nueva y MARAVILLOSA vida, la vida del hombre después del “parto” de la muerte. ¡No temas a la muerte! Del mismo modo que llegar al mundo, es cosa de Dios, morir es cosa de Dios, y Dios no te va a dejar morir, si no es necesario para ti. Cuando uno muere, es que es necesario que muera, por las razones que sólo Dios sabe; y créetelo también esto que voy a decirte: Dios va a ayudarte a bien morir. No todo es lo que se ve en el enfermo, no todo son las palabras que dice, que muchos no saben lo que dicen, que a muchos, el dolor les hace decir cosas que luego, frente a Dios, le dicen otras, y a veces muy distintas de las que has oído tú. Tú, ¡cumple con tu deber!, y da fe, ayuda a la fe del moribundo, consuela su amargura, su dolor, su miedo, ¡su pánico!, y dale siempre esperanzas de que Dios le Ama, sea quien sea, y sea como sea, y sea lo que sea que haya hecho en su vida. Indúcelo con tu fe, que es optimista, a confiar en la Divina Misericordia. Y, ¡no dudes tú! ¡No juzgues tú! ¡Tú cree que esta persona va a salvarse por los méritos de Cristo, no por él mismo, ella misma, sino por los méritos de Cristo, que ganó a toda tentación, y jamás el virus del mal entró en su corazón, sino que una y otra vez, fue rechazado por el Sumo Bien que es Él, Dios, Jesús.

Volvamos al momento de la muerte. ¡No temas a la muerte!, ya te dije que te ayudaría en todo, ¡en todo! Así, que ten el optimismo de la fe, porque Dios no quiere hacerte pagar nada; de ser así, ¿para qué se hubiera entregado Él mismo, como víctima por ti, por todos? Sí, también por ti, que has abortado, que has practicado la homosexualidad, que has fornicado, hecho adulterio, robado, calumniado, maldecido, hecho hechizos, obligado a otros a hacer el mal. Seas quien seas, hayas hecho lo que hayas hecho, pon atención: Dios te Ama. Y te ama, porque te dio la vida. Él, y no Satanás, te dio la vida. Él, con tus padres, te dio la vida. A ver… sé que estás asustado, asustada… A ver…, vamos a ver… Tranquilízate, respira hondo y deja que, mientras lo haces, rece por ti… … … … … … … … … ¿Estás mejor? No tengas miedo a la muerte, ¿Qué te parecería si te dijera que un feto tiene miedo a vivir? ¿Verdad que no tiene motivos? A la que sale del vientre de su madre, lo esperan para amarlo, para cuidarlo, para besarlo, para ayudarlo en todo, y no está solo, ¡al contrario!; en el vientre de la madre, no podía sentir sus abrazos, aunque sentía su amor y oía su voz. Lo mismo que después de nacer y viviendo en la madre tierra, tú, ese que antes estuviste nueve meses en el vientre de tu madre, y ni te acuerdas, ocurrirá lo mismo; en el Cielo no recordarás cómo formaste tu carácter, cómo venciste al mal; como tampoco, al vivir en la madre tierra, recuerdas cómo se fueron formando tus huesos y todo tu cuerpo, tan necesario para vivir en el mundo, y poder, con tu cuerpo, adquirir tu bondad en el amor. Y en el mundo oyes la voz de Dios, por la Revelación que está escrita en la Sagrada Biblia, y te alimentas de la madre tierra, como antes te alimentaste de la matriz, y oyes, a través de la Gracia del Espíritu Santo, oyes cómo Dios te habla a ti, precisamente a ti. Y tienes a tu ángel de la guarda, que te hace favores, si se lo pides, y lucha contra el demonio, porque son ambos de la misma especie, ángeles. ¡No estás solo, no estás sola! Dios lo tiene todo tan bien planeado, que basta un sí flojito, un sí en pensamiento, un intentar conectarte con Él, para recibir su ayuda, PARA QUE TE SALVES.

Salvarse no es ir directo al Cielo en el mismo instante de morir, pero es SALVARSE. Otro día te explicaré más de la vida después de la muerte, pero, ay, hijo, hija, ¡cuánto te Ama Dios! Y quiero decírtelo, deseo decírtelo, ansío decírtelo, ¡déjame decírtelo! 

¡Yo lo sé! Soy sacerdote católico y lo sé. Lo sé todo, ¡todo! Porque toda la Verdad de Dios, está depositada en la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que si quieres, te adopta, te hace hijo suyo y te enseña. Te da la Vida sobrenatural, con los sacramentos, que sólo Ella, la Santa Madre Iglesia Católica, tiene y sostiene. Dejando aparte, tantos malos católicos como hay, pero debemos ayudarlos; hay que ayudarlos, porque el “virus” del mal, entró en ellos, pobrecitos míos, tan débiles, tan faltos de amor, y por eso se dejaron vencer, porque les falta el calor de una Madre, María, la Madre de Dios y de cada uno de los que quieran. ¿Tú quieres tener una Madre buena, hijo, hija? Pues, déjate querer, déjate amar y cuidar por la Virgen María, la mujer perfecta, la Plena de Gracia; la nueva Eva, la verdadera Madre de la generación de Dios.

Ay, cuanto me alargo al escribirte; y pobrecitos los que forman el Staff de CatholicosOnLine; me tienen tanta paciencia, han apostado por mí, para dejarme venir a vosotros; yo los quiero tanto, tanto como a vosotros.

Prosigo. Estábamos tú y yo, unidos en comprender la vida y la muerte, para que ayudes a bien morir a otros, que siempre tendrás que pasar un día u otro por la muerte de tus seres queridos; es lo natural, pero es que si no mueren, no pueden NACER A LA VIDA MARAVILLOSA DEL PARAISO PERDIDO, DONDE NUNCA MÁS VAN A MORIR, Y TODOS IRÁN LLEGANDO ALLÍ. TÚ TAMBIÉN.

Contagia tu fe al moribundo, al que sufre, al que vive con miedo a la muerte, al que aún no ha comprendido el proceso de la vida, al que necesita del Sacramento de la Unción de los Enfermos. No es nada espectacular, son unas oraciones y el uso del óleo. ¡No da miedo! Y da TANTA PAZ. Cura muchas veces el cuerpo, y siempre cura al alma. No quieras que el que sufre, se sienta mal; pide a un sacerdote que lo visite y le proponga confesarse y recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos; es para los enfermos, precisamente para ellos, para curarles, para ayudarles a vivir la enfermedad. La Santa Madre Iglesia Católica nos ama, como Dios la ama a Ella. Y Dios actúa con Ella, contigo hijo, hija. ¡Créetelo! ¡Tú eres Iglesia! No me seas tacaño con los dones que tenemos por ser católicos. Dios siempre ha estado pendiente de todo y todos.

El antivirus es Cristo. Tu antivirus contra el maligno es Cristo. La próxima semana, éste será el tema principal de mi carta para ti, querido, amado católico, como yo.

Diles a todos que sí, que se puede confiar en los dones y gracias que tiene la Santa Iglesia Católica, y que los usen, que no son de rebajas, sino que son GRATIS. Cien por cien válidos, y ¡funcionan!

Hijo, hija, que tu fe te lleve a dar ALEGRÍA a los demás. Y que, aunque estén a punto de morir, les cuentas o les pasas mis cartas, o se las lees, para que confíen en un sacerdote que sé la Verdad, que vivo la Fe y doy Esperanza con Caridad.

¡Que tengas muchas ganas de vivir, y fe en la Vida Eterna, que es un lugar maravilloso que te espera, también a ti, sí!

Allí sí que nos vamos a abrazar de verdad, ¡ya lo creo! Te quiero tanto, cada día más.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

22 Carta / A ti, hijo, hija, tu “antivirus”

Domingo, 7 de noviembre de 2.010

A ti, hijo, hija, tu “antivirus”:

A ti, hijo, hija, tu “antivirus” contra el Maligno es Cristo. Y la oración es el “programa” que necesitas para hacer funcionar bien tu ordenador, tu computadora. Tu viaje por Internet puede ser favorable o desfavorable, depende del “antivirus” que uses, porque los “virus”, esta contaminación del Maligno, acecha siempre. ¡El mal jamás duerme! Por eso hay que estar en vela rezando, y por otro lado, hay que darle a las teclas con la precisión de tener una buena conciencia y no querer hacer mal a nadie. Porque, mucho ojo con las palabras, sobre todo las ociosas, ellas te van a marcar como una persona de paz, o de las que, recibir sus palabras, les ponen de mal humor.

Dios quiere que te salves, por esto me hice sacerdote, para ayudar a Dios Padre a esta gran misión que es llevar a las almas a la Eternidad Celestial. Todas estáis destinadas a ir al Paraíso perdido, a este lugar de dicha interminable, donde los años no pasan, porque cuando uno es feliz, el tiempo se para, el tiempo es del Amor.

Cuando uno ama, parece que todo él, ella, tiene alas, todo es alegría y dicha, todo es goce y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, y también de las grandes. Por eso, vivir en el Cielo, oh amigos míos tan estimados todos, tan buenos, todos los que vamos a ir al Cielo. Y la bondad se gana a golpes de renuncia, de renunciar a la maldad que nos sigue, que nos persigue, pero Cristo gana siempre a los que con Él se unen, y con fe hacen la voluntad del Padre.

No temas por tus pecados, por eso vino Dios al mundo, porque ninguno, que no fuera Él mismo, podía salvar a la generación del hombre que tanto Dios Ama.

No me vengas con quejas, con pesimismos, con monsergas: tú para santo, tú para santa, y si estás enfermo y sufres, ¡más santo puedes ser!, porque el dolor te une a Cristo, que por ti murió en la Cruz. Acepta que te salve Dios. Acepta que por ti sólo-a no puedes hacer nada más que sufrir con la paz de creer que es por la fe en Dios, en Cristo, que te viene la salvación.

No, no me hables de tus pecados ya confesados, no necesito saberlos. Pon punto final a esa triste historia. Dios no los tendrá en cuenta a la hora de juzgarte si te los confesaste, pues, para qué fastidiarte la vida teniéndolos siempre presente. Esto es lo que Satanás quiere, que en vez de pensar en las maravillas que te esperan en el Cielo eterno, estés pendiente de este pasado tuyo que no deja de atormentarte y que te lleva a pecar de nuevo. ¡Tú eres un hombre nuevo!, así que ¡déjalo ya!, ¡olvídalo!, confesado está, y como secreto de confesión se ha quedado. Tú, es hora de que empieces a preguntarte cuál es tu misión en la vida, la tuya, y no la de Dios, que la de Jesús, fue salvarte, redimirte, enseñarte. Tú propaga el Evangelio y lleva contigo a Cristo, el “antivirus”, más poderoso que jamás has visto, y es gratis. Sí, ¡gratis! No es de “rebajas”, no, es de “primera mano” y directo de Dios Padre, al que Cristo obedeció, llegando a llorar lágrimas de sangre. Tú no vas a tener que hacer esto, porque si confías en Él y cumples sus Mandamientos de la Ley, su Ley, entonces tienes las de ganar, porque tu fe asustará al mismo Satanás, que no podrá nada contra ti. Pero, apártate de la ocasión de pecar y sé optimista: Dios gana siempre, porque Él es la Verdad. Hazle caso a Dios y ámalo con todo tu corazón, y verás la alegría que tienes, esa que vas a contagiar incluso a los moribundos, a los que temen morir, y tú con tu fe en alto, les dirás que crean de una vez por todas, que el Hijo de María es Dios, y que se olviden de sus pecados confesados, porque por algo Dios murió por ellos, para darles la alegría de morir. Si he dicho de morir, porque por la muerte estás a un paso de ir a los dominios de Dios, allí donde Satanás no puede hacerte más nada, y todas tus penas se acabarán. Claro que duele irse, y que otros se queden y otros se vayan, pero naciste también a tu hora, no naciste el mismo día que tus padres, que tu esposa-o o hijos, sino que viniste al mundo en tu momento y te vas a ir del mundo en tu momento, ¡no rechistes!, Dios decide lo mejor y debes de aceptarlo, porque tú no eres Dios. Aparte de dejar  a los que amas, y que pronto van a venir contigo, por lo demás todo son ventajas si tienes fe, sí, aunque seas el más pecador de todo el mundo conocido y por conocer, si tú tienes fe y te has confesado de tus pecados, ¡por Dios!, prepara bien tu maleta, para llevarla a la Vida Eterna, cargado-a de buenas obras, hechas por Dios y no porque tienes bondad en tu corazón por imitar a Cristo, tú debes de obrar siempre para alegrar a Dios Uno y Trino.

¿Ya tienes tu “antivirus”: el bautismo? La próxima semana te hablaré del bautismo de deseo.

Cuídate, ten fe, y visita a los enfermos y a los moribundos; háblales de la alegría que les espera en el Cielo, y que todos van a seguir sus pasos; diles que desde allí, velen por ti, para que tengas un lugar en la Eternidad Celestial; y amaos hijos de Dios, todos los bautizados. ¡Somos católicos!, por la Gracia de Dios.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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23 Carta / A ti hijo, hija, que no eres católico aún…

Domingo, 14 de noviembre de 2.010

A ti hijo, hija, que no eres católico aún…

Y que quizás mueras sin serlo, porque has nacido en una familia que no te ha enseñado la Verdad de la vida, que es dejarte Amar por Dios, que te busca, sobre todo en el dolor. Que como al inválido que no llegaba a la piscina cuando el agua se removía y curaba, y que Dios, Cristo, lo curó sin tener necesidad de ir. Ocurre lo mismo también en los que, sabe Dios que, pudiendo, irían a Él, pero que por carencias que la misma vida le marcó en sus circunstancias, no conocen al Verdadero Dios, pero que en su fuero interno desean conocerlo, y esto sólo lo sabe Dios. A veces, más de las que quisiera Dios o el Papa, muchos católicos bautizados viven como si no lo fueran, o porque han tenido una mala experiencia con otros malos católicos, a veces peores que él, o porque sólo los bautizaron como cumplimiento de un rito y no por darles el verdadero bautismo, y aunque el bautismo que recibieron es verdadero, no han usado de los dones y las gracias del sacramento, y entonces nos vemos con gente católica que no puede llegar a la piscina, y que nadie les ayuda, o son ellos mismos que la rechazan porque Satanás tienta un día sí y el otro también. ¡Ese no sabe lo que son las vacaciones, ni hace jamás huelga!, no como otros que, enseguida que les hablan de dejar de asistir a la Santa Misa, ponen cara de despistados o de que tienen mucho trabajo, y es que, pobrecitos, han perdido la gracia de Dios y son como animalitos asustados que se apuntan al primer charlatán que pasa y que, a cambio de dinero, normalmente el diezmo, les aplana la conciencia y les da licencias a los pecados que siempre Dios ha calificado de ganadores del Infierno Eterno, si se practican, y no se arrepienten de ellos y los confiesan ante un sacerdote católico. Me he encontrado, como sacerdote, con muchas almas a las que los católicos las clasifican de “imposibles”, y no les evangelizan, les dejan cometer pecados y aplauden sus llagas, como si fuera humano alegrarse del mal ajeno, pero no es por timidez, sino por soberbia, que se calla más de una vez, o peor aún, es porque ellos mismos cometen pecados peores que los que esos infelices están cometiendo. No olvidemos los pecados de omisión, o los de pensamiento.

A vosotros hijos de Dios, os diré que el bautismo de deseo, es que en vuestro fuero interno, allí donde nadie ha visitado jamás tu lugar, por estar entre laberintos de ideas confusas y dudas, de malos ejemplos dados y recibidos, de ignorancia y mediocridad, de lujuria y ansias de poder, que sólo Dios conoce, y que conociéndote bien, sabe que si en vez de a, hubieras recibido b, tú creerías en Cristo; porque te digo y te lo digo claramente, todo aquel que tiene ocasión de conocer a Cristo, de saber de Él, seguro que acepta que es Dios, el Mesías Redentor y Salvador del mundo, sólo que hay mucho jaleo en los corazones de muchas personas que van persiguiendo sus intereses, que son los de la mayoría, los que impone la sociedad. Pero Dios sabe, y por saber, ayuda siempre a salvarse a aquel que no ha podido llegar a la piscina por ser un inválido. Dios lo sabe todo, así que tú, que me lees y eres un buen católico, no te s me pongas triste pensando en esta persona que ha muerto o que va a morir, que no puede salvarse. Te diré que hay una Madre, una verdadera Madre que siempre encuentra el camino de llegar, a través del laberinto, con su Hijo: Cristo. Así que te continúo diciendo que es muy difícil perderse el Cielo Eterno, aunque hay muchos que se lo pierden, pero siempre es por una firme voluntad de no querer aceptar a Cristo, pero, si supiérais cuantos pecadores se salvan, porque la sangre de Cristo se derrama en cada Misa que un buen sacerdote consagra. Así que sigue rezando, sigue teniendo fe en que Dios es Dios, y que tenemos una Madre maravillosa, la que derrama lágrimas al pie de la Cruz para que tú y esa persona que amas, y temes que vaya al Infierno, se salve. Porque cada uno tiene un ángel de la guarda, y cuando el demonio ataca a la persona, él la defiende, y ¿quién ganó a Satanás?… ¡ya lo sabes pues! ¡Dios vence siempre!, por eso le deja al demonio hacer de las suyas, porque con este dolor que Satanás derrama al mundo, muchos encuentran a Dios, o en este rincón de su corazón, cerca de su alma, en este lugar oculto, han pedido alguna vez en su vida ayuda a Dios; y todo aquel que haya rezado alguna vez en su vida, o que haya deseado justicia Divina, y todos de niños y pequeños lo han pedido, muchos ante los castigos de sus padres, o amigos, o hermanos, entonces, sabes lo que te digo: Satanás, todo lo que hace, ayuda a Dios, siempre. Claro que hace pecar a muchos, pero muchos también, por el pecado, llegan a la verdadera fe. Entonces, como te digo, hijo mío, hija mía, ese ser que amas, y sufres por que no esté en el Cielo, o que no llegue a salvarse, te diré, que no pierdas la fe, y en vez de llorar y desanimarte, reza, y pide a su ángel de la guarda que luche contra el maligno y lleve a tu ser querido al Cielo.

Dios lo tiene todo controlado, ¡créetelo!, porque hay un lugar en cada alma que anhela llegar a las aguas.

¿Son pocos los que se salvan?… Tú ten fe, y lucha contra el pecado y GANA. Por lo demás, confía, y odia el mal, y haz el bien siempre. Amén.

Ya está por hoy. Disfruta de tu domingo y conduce con cuidado, tu vida depende de cómo la lleves.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

24 Carta / A ti, hijo, hija…

Domingo, 21 de noviembre de 2.010

A ti, hijo, hija…

Ven, cuéntame en el confesonario, tus pecados de omisión. Aaaahhh, no te esperabas ésta… ves cómo siempre tienes que leerme.

Ven, ven…

¿Qué no sabes cuales son los pecados de omisión? Te lo haré fácil, es este bien que podías haber hecho para agradar a Dios y no lo has hecho. Vamos, no te se me despistes, y empieza a hacer examen de conciencia, cada día, pero no a las de prisas y corriendo, sino pensando en ello y bajo la luz de los diez mandamientos.

Hoy seré breve, sí, y es que hoy tengo mis cosas que hacer. Ah, dices que quieres saber más de mí. Pues, tengo que velar por los intereses de mi Padre, que aunque soy sacerdote, no por esto dejo de ser hijo, y tengo que consolar a mi Madre, porque tiene hijos que la hacen llorar, y eso, a mí me pone triste. Así que hoy voy a dedicarme a rezar más por ellos, para que se cumpla su voluntad, y en vez de dolor tengan más alegrías. Tú también puedes hacerlo, porque eres bueno, y, aunque no seas sacerdote, eres un buen discípulo de Cristo.

Aquí te dejo por ahora, pero también rezaré por ti; ya sé que es domingo, y por eso precisamente, el domingo hay que dedicarlo a las obras de misericordia, y qué mejor que rezar por los necesitados.

Que pases una buena semana. ¡Y lo será!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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25 Carta / A ti, que abusaron de ti sexualmente

Domingo, 28 de noviembre de 2.010

A ti, que abusaron de ti sexualmente:

Dios te comprende, comprende tu tristeza, tu soledad y depresión, y quiere decirte que tú no tienes la culpa de nada, tú fuiste la victima de la maldad inducida por Satanás.

Perdona. Sí, te lo pido: perdona. Puedes perdonar, si te cuento que esta persona que te hizo esto, cuando nació era un bebé necesitado de amor y afecto, pero… la vida no le dio lo que necesitaba y se vició, calmó su amargura con el sexo y, como animal de caza, abusó de tu inocencia. Debes perdonar, pero, aunque no puedas, debes hacerlo; ¡hazlo por amor a Dios! No lo hagas por él-ella, hazlo porque Dios te ama y te lo pide.

Acepta que abusaron de ti, acepta que son malos, que esta persona fue mala, y todo y así: perdona, porque sí.

No es bueno para ti, que lo malo que otros han hecho, y aunque te lo han hecho a ti, te influya tanto, más que Dios mismo, que tanto te Ama y te pide, que aceptando lo que pasó, lo veas como un mal que recibiste sin merecértelo, sin tener nada que ver con ello, pero que, aun habiéndolo recibido, la vida continúa, la vida sigue y debes de vivirla con Dios. Únete a Jesús, únete a la Virgen María, y empieza una nueva vida; aunque haga muchos años de aquello, debes y puedes empezar hoy a vivir mejor. Tu calidad de vida es el perdón. Perdónate y perdona, porque la víctima muchas veces se siente culpable, pero no lo es. Las personas que han sido abusadas sexualmente, que han sido violadas, no tienen la culpa de los pecados de otros, y tienen todo el amor de Dios y de su Madre, la Virgen María.

Ve a Misa, asiste a Misa y aprende a perdonar como Dios perdonó a sus verdugos, y a todo el mundo, y aceptando su Cruz, hizo lo que tenía que hacer, se llenó de compasión por el pecador, que aunque no se arrepintieron muchos, Él los perdonó, porque es Dios, y hay que imitarlo en todo a Cristo, y debes imitarlo también en esto, en perdonar a los que abusaron de ti, al que abusó de ti. Acepta su pecado y no peques vengándote, porque tú debes vivir en paz, y la paz está en recibir el Amor de Dios, que tanto te Ama. Eso es lo más importante, para ti y para todo el mundo, sentir en ti el Amor con que Dios te ama, y si no perdonas, no podrás sentir el Amor con que Dios te Ama, porque no perdonando, demuestras que te interesa más el que de dañó, más que Dios, Jesús, que tanto te Ama.

Medita mis palabras y perdona.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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26 Carta / A ti, que dices que necesitas de sexo

Domingo, 5 de diciembre de 2.010

A ti, que dices que necesitas de sexo:

Sí, a ti, que no tienes pareja, que no tienes a quien amar y sientes necesidades sexuales. A ti te digo que debes esperar a casarte, que debes esperar a sentir amor, a ser amado y a unirte a tu cónyuge bajo el yugo suave del amor matrimonial.

No te dejes usar. No uses a nadie.

Puedes pasar la prueba, debes pensar que sin amor, sin sacramento matrimonial, no te es lícito el acto sexual.

A veces hay necesidades sexuales porque las ideas de lujuria han invadido la conciencia y, por las conversaciones oídas, crees que necesitas sexo para vivir. Lo que necesitas es amor, enamorarte y sentirte amado. Y mientras no entres en esta condición natural para el ser humano, no sigas los instintos del animal, de ser irracional, porque tú tienes una mente que se une al corazón para dar y sentir amor.

Deja que Dios te Ame, y no lo hagas llorar más, vendiendo tu identidad moral por la lascivia.

Sé que quizás estás separado, o eres divorciado. Acércate a Dios y deja que su Amor te haga compañía en los momentos en que el cuerpo, acostumbrado al sexo, pide y te grita una compañía: ¡cualquiera! Somete con voluntad tus instintos, y, no peques, porque Dios llora desde el Cielo, esperando le pidas ayuda. No te pongas en condición de pecar, no trates con personas que no te ayuden a ser mejor cada día, a las que tú puedas ayudarlas también a ser más puras. No hables de impureza. Habla de castidad, de amor a Dios sobre todas las cosas, del cumplimiento del deber, de hacer lo correcto. Y si pecas, ve a confesarte con el firme propósito de no pecar nunca más.

Dios te Ama. No te sientas miserable por tus deseos, acéptalos como parte natural de ser tú una persona normal, y siendo normal, lucha contra ellos, y sigue el ideal de desear casarte por amor, para el amor, y unidos ambos a Dios que es Amor.

Si necesitas de confesión, acude al sacerdote, confiésate; los sacramentos están para ser usados, porque Dios te ama demasiado para dejarte solo y abandonado.

Confía en Aquel que todo lo ve.

El sexo sin amor, no es lo que tú necesitas. Tú necesitas amar y ser amado. ¡Cásate por amor!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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27 Carta / A ti, que te sientes débil

Domingo, 12 de diciembre de 2.010

A ti, que te sientes débil:

La voluntad, hijo mío, hija mía, es una condición humana que necesita del deseo, de la lucha y la perseverancia en el éxito.

No eres débil, sólo que muchas cosas te preocupan, y tanta preocupación te mantiene en vilo y vacilas en todo y con todos.

Hazte un plan de vida, decide lo que quieres hacer con tus días, y, aspira alto, porque eres hijo del Rey, hijo de Dios.

La debilidad te viene porque sigues a los demás. ¡Proclama tu independencia!, y trabaja para que cada día de tu existencia, seas capaz de ganarte la paz. Sí, eso he dicho, de ganarte la paz.

La paz se gana haciéndose uno mismo la guerra, negándose a uno mismo, llevando las cadenas de tu independencia. Los débiles… a los débiles los vomitará Dios; eso dicen las escrituras. Haz caso a la razón y lucha, ¡lucha!, ¡lucha!

Entérate de qué es lo que te hace débil. A uno lo debilita el no dormir lo suficiente, a otro el tener pensamientos negativos, a otros los deseos de venganza, el no perdonar; también afecta mucho el tener envidia, esto debilita muchísimo. La próxima semana te hablaré de la envidia; no es nada sana, es muy mala.

Medita. Aprende a conocerte a ti mismo, y hazte “la guerra”, combate contra tus debilidades, sobre todo con la oración constante y la fe en que Dios es Dios, y todo lo puede. Sólo hace falta que se lo pidas, que le pidas lo que quieres de Él, y Él hará, hace. Ten fe, y vive la esperanza practicando la caridad.

Tú puedes, con Dios puedes dejar tu debilidad. ¡Hazte fuerte!

Rezo por ti cada día de mi vida. ¡Ánimo! Puedes, con Dios, ¡puedes!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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28 Carta / A ti, que eres envidioso

Domingo, 12 de diciembre de 2.010

A ti, que eres envidioso:

Hijo, hija, te han enseñado a vivir en tanta comunidad, que has pensado que lo tuyo y lo de los demás es tuyo, y no es así. Cada uno tiene sus cosas, tanto económicas, como físicas, como espirituales. Sois diferentes unos de otros, así lo quiere Dios, porque entre todos formáis el Cuerpo místico de Cristo. Pero si empiezas con envidias, ay, ay, ay… esto acabará mal. Vas a caer en un gran desconsuelo, porque no todo lo puedes tener, ni todo lo necesitas, aunque crees que sí, aunque crees que si tú lo tuvieras, eso y aquello, y lo demás, piensas que lo sabrías valorar y disfrutarías más de ello que los que lo tienen. Y déjame decirte que no es cierto, porque, ahora mismo, teniendo cosas que tienes, no las valoras y no las utilizas, ni las disfrutas, pensando obsesivamente en lo que tienen otros, y que enciende en ti tu envidia.

Tu envidia te va a matar, sí, porque piensas que no puedes vivir así, sin tener lo que deseas de otros, y esto pone en tu corazón esa envidia que te carcome, que no te deja disfrutar de todo lo que tienes.

¡No te quejes!

Uno de los síntomas para conocer a un envidioso, es que es chismoso, es que se queja. Si haces tú esto, hijo-a, deja de hacerlo; recapacita y vive una vida disfrutando de lo que tienes y rezando por conservarlo, y pidiendo a Dios te dé lo que deseas; y mientras no te lo conceda, es que no es bueno para ti que lo poseas, porque Dios no fastidia a nadie. Dios te Ama y sabe lo que te conviene; si no te lo da, viviendo tú en gracia de Dios y pidiéndoselo con devoción y confianza, es que no es tu momento de poseer eso, que quizás Dios te lo dará más adelante, pero ahora entorpecería tu camino de santidad, y esto es lo interesante. Eso es lo que necesitas.

Hijo, hija, no tengas envidia, porque además te diré, que por desgracia, puede ser que haya otros que te envidian a ti. ¡Lo sé!

Aprende a querer lo que tienes y cuídalo bien. La semana que viene hablaré de ello.

Te quiero, tengas lo que tengas y seas quien seas. Te quiero, como sacerdote que te valora y pide a Dios Padre que tú te valores también. Amén.

Te deseo una Feliz Navidad, y no envidies más.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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29 Carta / A ti, que debes querer y cuidar de lo que Dios te da

Domingo, 26 de diciembre de 2.010

A ti, que debes querer y cuidar de lo que Dios te da:

Cuida de tu fe, no dejes que nadie te la quite.

Cuida de tu moral, no dejes que nadie te mancille.

Cuida de tu dinero, hazlo rendir, porque con el dinero demuestras tus talentos.

Cuida de las personas que amas, porque ahora están esperando tu amor. ¡Dáselo!

Cuida de tu vida de oración, porque es el pilar principal de tu felicidad. Conversa con Dios, porque hablar con Dios es algo que no todos pueden apreciar, y quien lo hace, quien trata a Dios como a un amigo, de seguro que este Gran Amigo, que es Cristo, Dios, no le va a fallar.

Aprender a querer y cuidar de lo que tienes, es necesario que lo hagas, porque a ti nadie te debe nada, y todo lo que tienes es un privilegio, porque hay muchos que no tienen tanto como tú. Otros tienen quizás más, pero lo que tú tienes, no lo tiene nadie más. Aprende a valorar todo lo que se te ha dado, y úsalo, hazlo servir para dar felicidad a los que tengan más o menos que tú, pero, teniendo lo que tienen, necesitan de lo que tú les puedes dar.

Da una sonrisa en tiempo de Navidad. Y reza por alguien por el que no quisieras rezar. Haz un sacrificio esta Navidad, y ya verás cuántas alegrías tendrás en tu vida.

La semana que viene te hablaré del sacrificio. ¡No te vayas! ¡Vuelve!

Como te quiero, por volver.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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