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Maldad

79 Carta / A ti, que no entiendes bien de qué va la maldad y el malo

Domingo, 19 de febrero de 2.012

A ti, que no entiendes bien de qué va la maldad y el malo:

Me has escrito (09.11.2011) y me dices:

«Hola, los felicito por la tarea evangelizadora que están llevando a cabo. No estoy de acuerdo al comentario del evangelio de hoy, que debemos aceptar la maldad, mi forma de pensar es utilizar todos los medios para erradicarla, primeramente con la oración que es el instrumento que el Señor nos dejo, anunciar al señor kerigmaticamente, luego la evangelización y por último el testimonio de vida. 
Un abrazo grandote.»

Amigo, si no aceptas la maldad, vas a ponerte enfermo, ¡y de gravedad!. Desde luego que hay que rezar por todos, sobre todo por los pecadores, y estos son los que hacen el mal, son los que fornican, son los que hacen películas indecentes, inmorales… ¿y qué puedes hacer para no aceptar esta maldad?; ¿has dejado de ir al cine, de mirar películas donde hay un beso lascivo entre dos actores que hacen ver que se quieren apasionadamente?… Entonces, te digo, que tú, tú, permites la maldad. Cuando dejes de ir al cine, o ver películas indecentes, te creeré; mientras, seguiré diciendo que hay que aceptar la maldad, en el sentido de que no se pueden prohibir, por ejemplo, las películas inmorales, porque estamos en un estado democrático, pero sí que podemos no ir al cine, y eso es no hacer el mal, esto es hacer el bien, pero impedir que los actores no forniquen en escena, ¿se puede impedir?, dime cómo, sin ir contra la ley civil, sin privar de la libertad a otros. Pues te digo y te repito, lo que dije en mí meditación del evangelio: “no se puede parar la maldad”, y añado que hay que convivir con ella, como crecen el trigo y la cizaña: Palabra de Dios.

La semana que viene os hablaré de esa libertad nuestra, que es eso, nuestra, y que sólo a ella, a esta, nuestra libertad, podemos pedirle obediencia, y todo y así, hay quien peca, por eso, los sacerdotes confiesan, porque los católicos son pecadores, hacen maldades, se portan mal, y sólo Dios, con su gracia sacramental, que nos ofrece el sacerdote, puede, además de limpiar a las personas del pecado, ¡de su mal!, puede también ayudar a todos a ser buenos, ¡mejores!; los sacerdotes, esos amigos del alma, esos son los que pueden ayudar de veras a cambiar al hombre, a la persona, por darle los sacramentos, porque sólo Dios, Jesús, puede hacer cambiar a una persona. Ni tú ni nadie puede hacerlo, sólo Dios, y Él, Dios, necesita de sacerdotes que sean capaces de sentarse al confesonario y esperar a que lleguen almas arrepentidas de su maldad, esas que los sacerdotes, los religiosos y los laicos, con su oración, pueden y deben pedir al Señor, que les toque el corazón y que los utilice, dando ellos buen ejemplo.

No se puede, así literalmente, ir al malo y decirle: ¡pórtate bien!. Te va a dar una bofetada tal, te va a maldecir y te va a humillar presentando delante de ti, tu maldad, tus propios pecados, porque, ¿crees tú que no has pecado nunca?, pues, no es así, Dios sabe bien tus pecados y tus faltas.

Si vas pensando como dices, que hay que utilizar todos los medios para erradicarla, empieza cerrando tu televisor, ¡no mires según qué anuncios!, ni veas según qué cosas. ¿Verdad que te molesta que te lo diga?, sí, lo sé, por eso te lo digo, para que veas que no se puede obligar a nadie a ser bueno y a hacer el bien, pero si tú cierras el televisor, si dejas de ir al cine, para ver indecencias, entonces podrás dar mejor ejemplo y vivirás ciertamente el Evangelio.

Vamos, vamos, ¡no te enfades conmigo!, sólo te he contestado. ¿Ves que no se puede ir a los malos y decirles las verdades a la cara?, mira lo que pasa. Tu corazón sufre porque te creías bueno. Y te digo que los malos, los que se portan mal, muy mal, en su corazón tienen también sus razones para hacerlo.

Sólo Dios puede, con la ayuda de los sacerdotes, ayudar a cambiar a los hombres, porque sin Gracia de Dios, no hay santidad, ¡todo es maldad!

Un abrazo, muy fuerte.  

Con afecto sincero.

 P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

138 Carta / A ti, que has dado mal por mal

Domingo, 18 de Enero de 2.015

A ti, que has dado mal por mal:

Y ahora, después de hacerlo, ahora no estás contento, no estás contenta.

¡Ya lo sabía!

Te espero en el confesonario.

Piensas que estoy enfadado, pues, no, no estoy enfadado, soy sacerdote porque sé que tengo que ayudar a los pecadores; ¿dime tú uno que no peque nunca?

Tampoco voy a decirte que te comprendo, porque no te comprendo, no.

Pienso que obraste mal, y que yo puedo, a través de tu confesión, y porque soy sacerdote, puedo darte el perdón de Dios; pero te pondré penitencia, y no será una simple oración o dos, no, no creo que esto sea bueno, que esta penitencia sea la mejor para los que han pecado devolviendo mal por mal; lo mejor, es poner de penitencia, que hagas el bien, y eso haré, te pondré por penitencia hacer un bien a quien le has hecho mal por el mal que te ha hecho.

¡Ven, ven!, ven al confesonario, que quiero darte el perdón de Dios, y como penitencia, enseñarte a hacer el bien, a dominar tu temperamento y a hacer salir de ti, lo bueno que tienes, y tienes, sólo que imitaste a quien no debías.
Ya que estamos en la iglesia, ven, vayamos tú y yo delante de la Cruz; y a ver, dime: ¿Por qué no imitaste a Jesús en vez de hacer el mal?… Te dejo que me lo expliques… … … 
… … … 
Estás llorando, y esto es bueno; quería ver tu dolor, porque para confesarte bien, tienes que sentir dolor por tus pecados, por haberte portado mal, con lo que te Ama Dios.

Dices que no lo harás más. Bien, pero tendrás, por penitencia, que hacer un bien a quien te hizo mal y le devolviste mal.

Dices que no sabes. Pues tendrás que saber que, mientras no cumplas la penitencia, tu pecado no es perdonado. Así que ve pensando, porque para hacer el mal, bien que se te ocurrieron ideas.

Un sacerdote está al lado del pecador, siempre al lado, para enseñar a todos a ser imitadores de Cristo mismo.

Tiene tanto trabajo el buen sacerdote, hay tantas almas que encauzar al buen camino, almas que sufren, y muchas es porque no saben, no quieren hacer el bien.

Hay que hacer el bien sin mirar a quien.

¡Hasta el próximo domingo, amigo-a!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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143 Carta / A ti, que conoces a ignorantes y a mala gente

Domingo, 22 de Febrero de 2.015

A ti, que conoces a ignorantes y a mala gente:

Amigo mío, te has dado cuenta de que las malas acciones, hechas por ignorancia o por maldad, tienen un resultado siempre igual, un mal. Y es una lástima, una completa lástima, que por ignorancia, algunos actúen con maldad.

La caridad, es hacer el bien por amor a Dios, aunque cueste, aunque te cueste; esto, hacer, vivir la caridad, ¿cuántos lo hacen de verdad?, ¿cuántos viven la caridad?

Dime, tú que conoces a personas, que tratas con gente, dime de cuántos puedes decir que viven la caridad.

Tantos que se dejan llevar por los sentimientos del momento, y en un momento, dejan a Dios de lado, llenándose de orgullo y soberbia, sobre todo si van contra ellos y sus intereses.

Todos tienen muy claro cuáles son sus intereses, los tienen en la mente, los meditan, hacen acciones concretas para salirse con la suya, y no piensan que pueden dañar a otros, ni piensan que pueden hacerse daño a sí mismos, porque el egoísmo no es bueno para nadie, ni para el egoísta ni para los que son manipulados por egoísmos.

No quiero deprimiros, amigos, no quiero que penséis que no hay solución a esto, porque sí que la hay, la santidad.

La santidad no es tampoco olvidarse de uno y su familia, para darlo todo a los demás, renunciando a lo legítimo. ¡No se puede hacer mal a nadie, ni a uno mismo!

A veces, vemos que ponen de ejemplo el que renuncies a algo que necesitas para darlo a otro, pero ¿por qué, este que lo recibe, por qué se lo queda, por qué no lo da a su vez?… No es la santidad una carrera de “a ver quién vive peor”. Todo jornalero es digno de su sueldo. Sé que me comprendes.

Hay pocos, de hecho, hay muy pocos, que den de lo que necesitan, pero hay muchos que piden a otros que den de lo que necesitan. ¿Comprendes, amigo, lo que te digo?

La santidad no se hace con normas, la santidad nace de una estrecha unión personal con Dios, porque es Dios quien santifica a cada uno, y lo hace con la unión de uno a Él, a Dios, es decir, viviendo tú, como cada uno, en Gracia Santificante, es decir, ser bautizado y no pecando, y confesando, comulgando, asistiendo a Misa y cumpliendo todos los mandamientos, no sólo el tercero, sino el cuarto, el quinto, el sexto, el séptimo, el octavo, el noveno, el décimo, el primero y el segundo. Sí, sé que me comprendes. Quiero que no haya ignorantes, porque hacen tanto daño a la humanidad, los ignorantes como los malvados. Lo que no se hace bien, hace mal, sea quien sea quien lo haga.

Aprende el Catecismo de la Iglesia Católica. He vuelto a reflexionar, semanalmente, los martes, el catecismo, y puedes ver mis comentarios sobre el mismo AQUÍ:
https://www.catholicosonline.net/ii-transmitir-la-fe-la-catequesis/

La Iglesia Católica es la verdadera, ¡no hay duda!; no dudes tú, y si dudas, deja la ignorancia y aprende.

Ah, los miércoles, también he vuelto a retomar las meditaciones de la Sagrada Biblia, que están AQUÍ: 
https://www.catholicosonline.net/p1b-biblia-y-meditacion/

Amigo, te quiero mucho, en verdad, lo siento así, en mi corazón; soy sacerdote para siempre.

Rezo por ti y por mis amigos.  

Con afecto sincero.

P. Jesús

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