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Pruebas

20 Carta / A ti, hijo, hija, tú que no superaste las pruebas

Domingo, 24 de octubre de 2.010

A ti, hijo, hija, tú que no superaste las pruebas:

Alma triste y con gran cargo de conciencia por tu dolor ante tu triste vida pasada de pecado voluntario; a ti, te digo: cógete de mi mano, ¡vamos a Dios!

Me escribió Marifer, el 2 de julio, comentándome:

En 02.07.2010 18:23 escribió Marifer, de Argentina

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Gracias, Padre Jesús, por cada bella palabra en cada una de sus cartas…Como dice usted, Dios nos creó para ser felices; pero cómo puede ser feliz alguien que, después de haber hecho su voluntad sin tener en cuenta la de Dios, ahora vive tristemente las consecuencias de todos sus caprichos, equivocaciones y errores, y no puede volver atrás para remediarlos sin herir a los que involucró en todo ello? Pido su oración para esta alma arrepentida… Mis saludos en Cristo y María, desde Buenos Aires-Argentina.

Hija, para ti, para todos, mis palabras son de aliento, ¡ánimo! Has reconocido ¡por fin!, tu pecado; ve a confesarlo. Y te diré que las personas que implicaste en él, deben de hacer lo mismo, porque todos son libres y, libremente, aceptaron compartir tu pecado. También te diré que, si llamas a las cosas por su nombre, más rápido vas a avanzar en la fe, y es la fe lo que te hace feliz, la fe de saberte amada por Dios, la fe de saberte salvada por Dios, la fe de saberte esperada en el Cielo Eterno, por Dios. Tú puedes hacer mucho por tu fe, como es llamar pecado a lo que fue y es pecado, y no errores, caprichos, equivocaciones; porque del pecado, uno puede deshacerse, de los errores no. Todos cometen errores, porque se calculan mal las cosas, y esto no es lo mismo que hacer pecados; el pecado es ir voluntariamente contra la voluntad de Dios; sabiendo que Dios quiere una cosa, haces otra. Y esto no es un error; es un pecado.

Nunca me cansaré de pediros que seáis realistas, que uséis del sentido común, que aprendáis la Verdad, y sabiéndola, unida a ella, afrontéis la vida por lo que es y no por los sueños que tenéis de ella, de la vida, de vuestra vida. Un ejemplo: una persona inválida, jamás podrá ganar una maratón de gente que, no siendo inválida, camina, pero sí que podrá ganar a mucha gente en santidad, porque la santidad no tiene nada que ver con el físico; y el verdadero premio, el galardón más deseado, es la ¡santidad! Todo lo demás se pierde en esta vida, porque el cuerpo se descompone totalmente después de la muerte, pero el alma, esa “caja negra”, tiene impreso en ella toda nuestra vida, todas nuestras palabras y pensamientos, y obras hechas, y las de omisión también han quedado marcadas en el alma. Comprended, oh hijos amados de Cristo, hijos de la Santa Iglesia Católica, que es una ventaja conocer lo que es pecado para la persona. ¡Dejad de ir de dios! La vida es como es, y cuanto antes la persona acepte la realidad de la vida, la de que se sufre, sí o sí, la de que somos libres sí o sí, la de que Dios nos Ama, sí o sí, la de que Dios nos espera en el Cielo y nos lo regala, sí o sí, por tu sí. Entonces, acepta la verdad y vive la verdad, búscala hoy, ahora, y aunque tiempo atrás, o ayer mismo, o hace cinco minutos, estabas confundido-a, ahora que has visto claro, y aceptas la claridad de todo, piensa en arrepentirte de tus PECADOS, que los pecados se pueden perdonar; los errores no se perdonan, porque son cosas que pasan con todas las buenas intenciones. Uno hace un negocio y cree ganar, y por un error, pierde. Eso jamás se podrá recuperar, pero uno que ha pecado, imaginemos que es por fornicar, y de esta fornicación nace un hijo no deseado, y no hay por qué casarse sin amor. Sí que hay que aceptar al hijo, y amarlo y cuidarlo, ¡eso siempre!, y haciendo esto, al mismo tiempo, te arrepientes de tu pecado de fornicación y vas a confesarlo. ¡Claro que quedarán las consecuencias del hecho! Pero puedes ganarte el Cielo, aun habiendo pecado, aún teniendo un hijo natural, porque has ido a confesarte y Dios te ha perdonado. Y si cumples con tus deberes con este hijo, las cosas serán buenas para ti, para él, para la otra parte con la que fornicaste. ¡Demasiada gente se engaña!, se dicen que fornicaron por amor, y es que no quieren admitir que engendraron un ser por lujuria, y luego, pasado el tiempo, dicen que se acabó el amor; pero el amor verdadero no se acaba nunca, lo que ocurrió es que no hubo amor en la fornicación, quizás momentos de pasión; vino la tentación y se cayó en ella. Pero todo, todo tiene solución en esta vida, si se da la cara, y se acepta que no fue un error, sino que se pecó. Junto con la reconciliación con Dios, Dios hace milagros para los que se han arrepentido de verdad, y para NO VOLVER A PECAR.

Hay quien en su juventud se drogó, practicó el sexo homosexual y, pasado el tiempo, sufren por este suceso sus padres, su familia, él mismo, que cambió, que, de pecador, lleva una vida cara a Dios; pero su pecado está allí, fue hecho, y no por error sino por voluntad de disfrutar del cuerpo; entonces, ¿qué hacer?: vivir en Gracia de Dios y aceptar su voluntad, porque todo será para bien. ¿Qué hay remordimientos?, ¡desde luego!, y esto es bueno, es bueno tener remordimientos, porque este dolor, ofrecido a Dios y aceptado por Él, libra del Infierno y del Purgatorio.

Una mujer que ha abortado, ¡no fue un error! Fue un pecado, y su cuerpo y toda ella recibirá las consecuencias del mismo. Si se va a confesar, Dios la perdonará; el bebé seguirá muerto, pero Dios perdona siempre y, otro día, en la Eternidad, gozará de su perdón, que es donde realmente se vive, porque vivir es vivir siempre, como amar es amar siempre, por eso aunque a esta vida la llamamos vivir, y se vive, es realmente como estar en el vientre de la madre tierra gestándonos durante menos de 120 años, para ir a la Vida Verdadera, y antes, en esta madre tierra, estamos nueve meses de gestación en el vientre de nuestra madre. Me gustaría tanto que comprendiérais eso, porque, al hacerlo, comprenderíais que se vive después de salir de la madre tierra. En nuestra madre humana, de ella y del padre, recibimos la vida, que se engendra al unirse hombre y mujer, y dentro de la mujer se forma el cuerpo humano total; luego, al salir, se forma, viviendo, el carácter de cada quién, ayudados por nuestros padres y por el mundo, y sobre todo, pasada la infancia, por nosotros mismos, porque el proceso de ser persona en plena facultad, llega unido a la naturaleza física, cuando ya podemos procrear otra vida, y seguir con el círculo natural de la humanidad: ser engendrado, nacer, crecer, reproducirse y morir; esto es lo que hacemos en este viejo mundo creado por Dios, para eso, para pasar de aquí a MEJOR VIDA. ¿Importa lo que se vive en el vientre de la madre? ¿Importa lo que se vive en la madre tierra? Oh, mis queridos, me atrevería a decir, MIS AMADOS hermanos, ¡la que nos espera!: LA DICHA SIN FIN, EN EL CIELO ETERNO. Aquí es una aventura vivir, es tener la Meta siempre presente, ¡el Cielo! Y vino Jesús al mundo a decirnos cómo ir Allí, es más, nos abrió Él, Dios mismo, el Cielo, nos dio la Salvación por creer en Él. ¡Fíate de Dios! Vino del Más Allá, pasó todo el proceso de la vida, para poder hablarte en tu propio lenguaje, de qué va la vida, de lo que necesitas para vivir. ¡Reza el Padrenuestro! Allí está todo lo que necesitas, y, por supuesto, necesitas de Dios en los Sacramentos. Ay, ¡que me emociono! Óyeme bien, escucha mis palabras que te hablan de la Verdad, y aprende de mí, que soy fiel a la Santa Madre Iglesia y a Dios. Déjame seguir emocionándome al contarte la Verdad…

A ver… ¿Comprendes por qué vives aquí? De la misma manera que viviste en el vientre de tu madre, ahora vives en la madre tierra, para formarte bien, para que estés capacitado para ir al Cielo, al Reino de Dios, al Paraíso. Que sí, que existe este lugar de Belleza y Bondad superlativa. 

Si aquí, en el mundo, necesitas de aire para vivir, en el Reino de Dios se necesita de Bondad superlativa, de Amor al máximo, para vivir en ese hábitat del Cielo. Dentro del vientre de tu madre no respirabas oxígeno, pero vivías. Fuera del vientre de tu madre biológica, y dentro de la madre tierra, respiras oxígeno, y… Fuera de la madre tierra, por la muerte, respiras Amor, que el amor es ser, cuanto más, semejante a Dios, que es Amor; y has aprendido a amar, amando a Dios sobre todas las cosas, mientras estás en la madre tierra; si no has aprendido a respirar el “aire” del Reino de Dios, después de morir no podrás vivir allí, y por eso Dios dictó a Moisés los Mandamientos de su Ley, para que, siguiéndolos, aprendas a respirar el “aire” del Cielo Eterno, del Paraíso, del Reino de Dios. Pero si no los has querido seguir libremente, entonces pecas; llamamos pecado a lo que no es Amor Verdadero. ¡Es fácil comprenderlo!, ¿verdad? ¿No me digas que no lo has comprendido? ¡Por Dios!

Sigo…

Para aprender a vivir en La Mejor Vida, que se llega a ella por el “parto” de la muerte, entonces debes hoy, ahora, saber usar del “aire” que allí se respira con Dios, que es el Amor; la “substancia” de la cual es Dios.

El Amor es lo que ha existido siempre, es el principio de vida, como debería ser que cada uno de nosotros naciera, ¡por amor!, de sus padres al engendrar al fruto de su unión de dos en uno con Dios, que es Amor. ¡El Amor da vida! ¡Viva el Amor!… El Amor, que es Dios, vivía y se movía y era… y decidió el Amor Amar, y creó el mundo, y vio que era bueno todo lo salido de sus manos, de su Amor, de Amor.

… uy, veo que me estoy alargando muchísimo en esta carta de hoy, así que la proseguiré la próxima semana, pero antes de terminar, le diré a esta madre que abortó, que interrumpió el círculo de otra vida: el que naciera, creciera, se reprodujese y muriera; que no tenía derecho a pecar, porque el que peca, no ama, y no podrá respirar el “aire” del Reino de Dios; así, que si no se va a confesar y recibe a Dios Amor, a Dios Espíritu Santo, sin esa “botella de “oxígeno”, de Amor que Dios te da gratis, no podrás respirar en el Cielo, y tendrás que ir a tu hábitat, el Infierno; allí no hay Amor, no hay Dios, no hay nada; la nada es no amar a nadie, ni a uno mismo, y el que peca voluntariamente, no se ama a sí mismo. Sólo Dios es Amor, y comer al Amor, al comer su Cuerpo y beber su Sangre, por la fe en Jesús, esa fe, que es el regalo de Dios por Amor, por su Amor, entonces, por la fe, en Jesús, todo el Amor de Dios está a tu disposición; y por las obras de la fe que te llevan a cumplir con lo que Dios pide, renunciando a la tentación que llega de Satanás (os lo contaré en la próxima carta), y venciéndote a ti mismo, por hacer lo que es natural, entonces, oh amados de Dios, ¡qué maravilla!, sigo emocionado, porque entonces ocurre algo maravilloso: somos capaces de amar, somos capaces de respirar el “aire” del Cielo: Amor.

Os quiero muchísimo, y quiero que, por la razón, halléis el Camino y viváis con fe la Vida, por la Verdad de Cristo Rey.

Tenemos un Reinado, donde Dios nos espera. ¡No temas a la muerte! ¡Te lo digo!: es pasar a mejor vida, si sabes Amar. ¿Sabes? Yo te enseñaré, no te preocupes por nada, aquí me tienes para servirte. ¿OK?, OK.

Os quiero mucho. Feliz semana a los que van a morir para pasar a mejor Vida, ¡la verdadera Vida del hombre!, estar con Dios, con el Amor.

Me cuesta despedirme hoy. Tengo tantas cosas para contarte, hijo, hija, ¡tantas! Y todo son maravillas de Amor. ¡Eres católico por Gracia de Dios! ¡¡Viva!!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.