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Santoral Marzo

1 de Marzo / San David

San David, o Dewi Sant, como se le conoce en idioma galés, es el santo patrono de Gales. Era un monje, abad y obispo celta que vivió durante el siglo VI. Fue arzobispo de Gales, y uno de los primeros santos que ayudaron a diseminar el Cristianismo entre las tribus celtas paganas del oeste de las islas británicas.

Dewi nació cerca de Capel Non, en la costa suroriental de Gales, cerca de lo que ahora es la ciudad de Sain Dewi.

Estudió en un monasterio de nombre Hen Fynyw
Dewi hizo muchos viajes como misionero por todo Gales, donde estableció varias iglesias. También viajó al sur y oeste de Inglaterra y Cornualles. Fundó un monasterio en Glyn Rhosyn en la rivera del pequeño Río Alun, donde actualmente se yergue la catedral de la ciudad de Saint David.

Existen muchas historias acerca de la vida de Dewi, pero tal vez la más conocida se dice que ocurrió en el Sínodo de Llanddewi Brefi. Estaban por decidir si Dewi se convertiría en arzobispo. Una multitud se congregó en el Sínodo y cuando Dewi se puso de pié para tomar la palabra, uno de los miembros de la congregación grito: «No podremos verlo ni oírlo». En ese momento, el piso se elevó hasta que todos podían verlo y oírlo. Así, no era de sorprender que pronto fuera nombrado arzobispo.

Se dice que Dewi vivió más de 100 años, y generalmente se acepta que murió en al año 589. Las últimas palabras que dirigió a sus seguidores fueron en un sermón un domingo antes de su muerte. Según uno de sus biógrafos, Dewi les dijo: «Sean alegres y mantengan su fe y su credo. Hagan las pequeñas cosas que me han visto u oído hacer. Yo caminaré por la ruta que nuestros ancestros recorrieron antes que nosotros. «Hagan las pequeñas cosas» es una frase muy conocida en galés que ha sido la inspiración de muchos. Se dice que el martes 1 de marzo del año 589 el monasterio se llenó de ángeles y Cristo recibió su alma.

Tal como se celebra en la actualidad, el Día de San David data del año 1120, cuando Dewi fue canonizado por el Papa Callactus Segundo, y el 1 de marzo quedó incluido en el calendario de la Iglesia.

San David fue, y sigue siendo, una figura muy importante de Gales. El Día de San David es una gran celebración para Gales.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San David

Un santo con carisma muy marcado por la gracia de Dios, es san David. Los santos tienen esto, son diferentes y a la vez tienen tantas cosas en común.

P. Jesús
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2 de Marzo / Los Mártires de los Lombardos

San Gregorio Magno nos ha conversado, en uno de sus diálogos, el recuerdo de los mártires de los lombardos, contemporáneos suyos. Hacia mediados del siglo VI, los lombardos de Escandinavia y Pomerania, que habían invadido ya Austria y Baviera, bajaron hasta Italia, asolando las ciudades por donde pasaban. No contentos con la destrucción material, intentaron en muchos casos pervertir a la población con sus ritos paganos. En un sitio trataron de hacer que cuarenta labradores comieran la carne ofrecida a los ídolos; como éstos se negaron firmemente, los invasores les pasaron por la espada. Igualmente, intentaron forzar a otros prisioneros a adorar a su deidad favorita, pero ellos también se mantuvieron firme a Jesús nuestro Señor. Casi todos los cristianos, que eran unos cuatrocientos, prefirieron morir a renegar a Dios.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Los Mártires de los Lombardos

Fijaos hijos de Dios, que es muy malo obligar a alguien a hacer lo que uno hace; vosotros no podéis obligar a nadie a tener fe, por eso la fe salva, porque es libre, como es libremente que uno se hace mártir de la Iglesia, por servir sólo a su fe, que es un solo Dios, el Dios de Israel, el Dios de todos, porque Jesús vino a salvar a todos y por eso todos podéis vivir la fe y ser mártires de esta fe si queréis. ¿Quieres tú?

P. Jesús
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3 de Marzo / Beato Inocencio de Berzo

Inocencio, nació el 19 de marzo de 1844 en Brescia, Italia. Fue bautizado con el nombre de Juan. Sólo tenía tres meses cuando quedó huérfano de padre.

Manifestando desde niño su deseo de ser sacerdote, su madre apoyó la vocación de su hijo y llegado el momento lo alentó a entrar al seminario.

Fue ordenado sacerdote el 2 de junio de 1867.

Nombrado como coadjutor parroquial en una parroquia rural, se distinguió por su desprendimiento de las cosas, por la constancia en el confesionario, su caridad para con los pobres, la asistencia a los enfermos y la predicación humilde.

Conocedor de las virtudes del Padre Juan, fue nombrado por su obispo Vicerrector del Seminario. Un año después fue nuevamente destinado al trabajo pastoral parroquial en Berzo, donde desarrolló una intensa actividad apostólica, a base de oración, buen ejemplo y una predicación sencilla y paternal. Frecuenta en este lugar un convento capuchino y por el contacto con estos frailes va descubriendo que el Señor lo llamaba a una vida más austera.

Después de una mayor preparación espiritual, superadas no pocas dificultades, pidió ser admitido entre los Hermanos Menores Capuchinos, donde ingresó en 1874, con el nombre de Fray Inocencio.

Sus superiores lo destinaron a distintos conventos de la Orden en Italia, llevando a todos los lugares donde iba la irradiación de su santidad. En el convento de la Santísima Anunciata, encontró lo que su espíritu anhelaba:
ser santo a toda costa. Allí se sumergía en la oración y realizaba una vida llena de sacrificio, de penitencia y de ocultamiento.

Además de pedir limosa, predicó ejercicios espirituales a sus cohermanos, en los cuales derramó la abundancia de su espíritu franciscano. En este ministerio de la predicación de ejercicios espirituales debió hacerse violencia, pues se consideraba poco capaz para ello.

Murió a los cuarenta y seis años, el 3 de marzo de 1890, en la enfermería del convento de Bérgamo. El Señor llamó a sí al siervo bueno y fiel que había vivido en la humildad y en la pobreza. Sus paisanos de Berzo pidieron el cuerpo de este auténtico hijo de San Francisco y allí descansan sus restos.

Los documentos más preciosos de su vida son sus escritos, especialmente los “Diarios”, que son una colección de dichos de santos, de los cuales mayormente se alimentaba su espíritu. Fue beatificado por Juan XXIII el 12 de noviembre de 1961.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Beato Inocencio de Berzo

Hay algo que me gusta en el beato Inocencio de Berzo, y es que confesaba mucho; se ponía al confesonario.

No es lo mismo confesar que llevar la dirección espiritual de un alma; al confesar ayudas a Dios a salvarla.

P. Jesús
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4 de Marzo / San Casimiro de Polonia

Llamado por los polacos como «el pacificador», fue el tercero de los trece hijos de Casimiro IV, rey de Polonia y de Isabel de Austria. Muy devoto desde la infancia, Casimiro se consagró a la oración y penitencia, rechazando toda blandura consigo mismo. Casimiro vivía siempre en la presencia de Dios y era tranquilo, alegre y simpático a todos. Su amor a Dios se traducía en amor a los pobres, que son miembros de Cristo.

Por obediencia a su padre, Casimiro tuvo que partir a la frontera con Hungría, como cabeza de ejército para defender a los nobles de ese país de su antiguo y tirano rey, sin embargo no tuvo mucho éxito y ante el temor de iniciar una nueva e injusta guerra, el santo prefirió entregarse nuevamente al estudio y la oración y renegar de tomar las armas, pese a los ruegos de su padre y de los nobles. Asimismo, en la corte se habló de casarlo con la hija del emperador Federico III, pero Casimiro no quiso ni pensar en renunciar al celibato que se había impuesto. Las austeridades que practicaba agravaron la enfermedad de los pulmones que padecía y Casimiro murió en 1484, cuando no tenía sino 23 años de edad.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Casimiro de Polonia

Te propongo una cosa de este santo, de san Casimiro de Polonia, que como él, vivamos siempre en la presencia de Dios. Inténtalo y serás santo, serás santa.

P. Jesús
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5 de Marzo / Santos Adrián y Eubulo, Mártires

En el sexto año de la persecución de Diocleciano, siendo Firmiliano gobernador de Palestina, Adrián y Eubulo fueron de Batenea a Cesarea para visitar a los confesores de la fe. Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el motivo de su viaje, los mártires respondieron sin rodeos que habían ido a visitar a los cristianos. Inmediatamente fueron conducidos ante el gobernador, quien los mandó azotar y desgarrar las carnes con los garfios de hierro, para ser arrojados después a las fieras.

Dos días más tarde, durante las fiestas de la diosa Fortuna, Adrián fue decapitado, después de haber sido atacado por un león. Eubolo corrió la misma suerte, uno o dos días después. El juez le había prometido la libertad a este último, con tal de que sacrificara a los ídolos, pero el santo prefirió la muerte.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santos Adrián y Eubulo, Mártires

Otra propuesta para hoy, a ver qué te parece ésta; ¿podríamos renunciar a las cosas mundanas, a querer quedar bien con la sociedad actual y hacer como hicieron los santos Adrián y Eubulo, mártires, que fueron claros en las intenciones de su fe? Hoy en día no hay leones, aunque de diferente manera quieren cortar la cabeza, antes literalmente, hoy con las malsanas y malvadas ideas.

¿Te atreves a decir que amas a Dios sobre todas las cosas? ¿Te atreves a decir que eres católico, católica y que vas a Misa?

¿Lo hacemos? ¡Va! Te animo a ello. No temas, que no van a cortarte la cabeza literalmente y, en cuanto a las ideas, ¿puedes luchar con ellas? ¿Cómo eres? ¿Eres capaz de luchar por saber y vivir la verdad? Aprende la Biblia, aprende del Catecismo de la Iglesia Católica y sé “mártir” voluntariamente por vivir tu fe en estos tiempos de tantas infidelidades, donde la palabra dada se devuelve y “aquí no ha pasado nada”.

P. Jesús
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6 de Marzo / Santa María de la Providencia, Fundadora

Se llama «Divina Providencia» al cuidado amoroso que Dios tiene de cada uno de nosotros. 

Su nombre era María Eugenia Smet. Y nació en Lila, Francia, en marzo de 1825. Sus estudios los hizo interna en un colegio de religiosas; y allí adquirió una sólida formación religiosa, cuyas características principales fueron una confianza total en la Divina Providencia, un gran amor y devoción por las benditas almas del purgatorio, y una fuerte inclinación hacia la vida religiosa. 

Al volver a su casa después de terminar sus estudios de bachillerato se propuso estar siempre ocupada y ayudar en lo más posible a los pobres. Cada día cocinaba una enorme olla de sopa y la repartía entre los más indigentes. Y a los que no podían salir de su casa por estar enfermos, les llevaba alimentos a sus propios hogares. Le encantaba ayudar a barrer y adornar los templos. 

Cuando ya llevaba 7 años dedicada a estas obras, un día asistió a un retiro predicado por un misionero y salió llena de entusiasmo por las Misiones. En adelante se dedicó a recoger ayudas para los misioneros y a hacer rifas para conseguir dinero para las misiones. Los misioneros se quedaban admirados de las cantidades de ayudas que esta joven les conseguía. 

A los 27 años, con permiso del confesor, hizo voto de castidad. 

En 1855, por consejo del Santo Cura de Ars y de otros santos sacerdotes, se unió con otras jóvenes piadosas en París y fundó la comunidad de las «Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio». 

María era terca y no le gustaba hacer mucho caso de los consejos de sus directores. Por ello los capellanes de su comunidad no duraban sino muy poco tiempo y la Comunidad no lograba progresar. Pero Dios le concedió el remedio que necesitaba. Le envió un sabio Padre Jesuita que con diplomacia pero con energía fue logrando que la hermana María le hiciera caso y siguiera sus consejos. Ella, que era tan dominante, ahora tenía frente a sí a uno de su talla. Al fin un día le confesó claramente: ¡Padre, Ud. ha logrado dominar mi altanería y mi terquedad! El sacerdote le respondió: «Quiera el cielo que de ahora en adelante lo que Ud. busque sea hacer siempre no lo que sus impulsos y sus caprichos le aconsejen, sino lo que más le parezca que es la voluntad de Dios». 

Otro día ella le decía al santo jesuita: «Padre, estoy totalmente disgustada de mí misma y del modo como me comporto». Y él le respondió: «Me alegra que no esté contenta de cómo es y de su modo de comportarse. Si estuviera contenta, eso sería una mala señal». 

El Padre jesuita les redactó las Reglas o Constituciones de la nueva comunidad, las cuales fueron adoptadas, y aceptadas en 1859, y en aquel mismo años, 28 señoritas, ante el Arzobispo de París, juraron cumplir las Reglas de la nueva Congregación. La fundadora se llamó en adelante Madre María de la Providencia. 

Cuando se desanimaba, le decía su director espiritual: «Usted es una preferida de la Divina Providencia. Si después de todas las maravillas que la Divina Providencia ha hecho en su favor, todavía desconfiara de las ayudas de Dios, esto sería una verdadera infidelidad. Confíe en Dios y vencerá». 

Fundó casas de su Comunidad en varios sitios de Francia y envió a sus religiosas como misioneras a China.

La Divina Providencia permitió que le llegara un dolorosísimos cáncer que la atormentó por bastante tiempo, y que la obligaba frecuentemente a guardar quietud (lo cual le servía para crecer mucho en santidad por medio de la oración y la meditación). 

En 1871, devorada por el cáncer, murió santamente. Y su rostro, que poco antes de la muerte estaba crispado por los terribles dolores, recobró al morir una muy agradable presencia. 

Sus religiosas tienen 119 casas en el mundo con 1.100 religiosas, y se dedican a la pastoral de la salud y a la pastoral social. 

Que como esta santa fundadora, también nosotros logremos dominar nuestros impulsos, nuestras inclinaciones, y dejarnos guiar por las luces e inspiraciones de quienes nos quieren guiar hacia la santidad.

Fuente: www.churchforum.org.mx

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa María de la Providencia, Fundadora

Todo es posible para Dios, incluso el que te haga santo-a. Sí, créetelo, Dios puede hacerte santo-a, incluso con este mal carácter que tienes. Lee la vida y la obra de Santa María de la Providencia, fundadora y mujer de grandes victorias en sí misma. La ayudó su director espiritual, después de rechazar a muchos y enfadarse con varios, todos ellos humillados por sus comentarios impetuosos y su energía, muchas veces egoísta, aunque era en obras buenas para las misiones y la Iglesia. Dios lo aprovecha todo cuando las intenciones son santas, y cambia a las personas para que estén a la altura de sus obras, porque palabras y obras deben de estar unidas en la misma línea: la caridad cristiana.

Te invito a ti, que tienes mal carácter, a que teniendo altos ideales, esos mismos ideales te lleven a servir a la Santa Iglesia Católica, y en el fiel cumplimiento de tu obra, de tu misión, dejes que Dios te haga santo-a, y permitas que la persona que pueda ayudarte espiritualmente, aceptes sus consejos y siguiéndolos Dios haga en ti una persona nueva, maravillosa, una persona digna de la aureola de la santidad, que Dios es el de siempre la da, y quiere dártela también a ti, con ese mal carácter que tienes, y que Él cambiará, como el Enamorado cambia con su amor la manera de ser de la amada. Se tú, alma bendita, la amada de Dios. Confía en quien puede hacer de ti una persona nueva. Amén.

P. Jesús
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7 de Marzo / Santas Perpetua, Felicidad y Compañeros Mártires

Estas dos santas murieron martirizadas en Cartago (África) el 7 de marzo del año 203.

Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.

Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de criar muy bien.

Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó voluntariamente.

Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.

El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.

Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.

Dice Perpetua en su diario: «Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión».

Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz del sol, y no quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella dice en su diario: «Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, y a aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor». Las tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.

El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.

Primero pasaron los esclavos y el diacono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.

Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? «Una bandeja», respondió él. Pues bien: «A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre».

Y añade el diario escrito por Perpetua: «Mi padre era el único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires por Cristo».

El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: «Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió: «Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de fortaleza».

A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en Jesucristo.

A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.

Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.

El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: «Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño». Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.

A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?

Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda generosidad.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santas Perpetua, Felicidad y Compañeros Mártires

Que quede claro: Los santos lo son por la Gracia de Dios. Nadie, sin la Gracia de Dios, podría soportar los martirios y ser mártir de la fe: ¡Nadie!

Solamente Dios mantuvo fieles a Él, a las santas Perpetua y Felicidad y a sus compañeros mártires.

Sólo Dios puede mantenerte fiel al ayuno por Él, para Él, para rendirle a Dios la caridad cristiana.

Confiad en Dios, y Dios hace; y si hace falta, hace que tú seas mártir de la fe, por su Gracia.

Vive en Gracia de Dios, y todo lo que la vida te traiga, todas esas cruces paganas, mundanas, podrás vivir y sufrir para que te sirvan de escaleras y subir así grados de santidad en esta amarga tierra donde bien rezamos en la salve, que es un valle de lágrimas. La felicidad del cristiano está en vivir en gracia de Dios y en subir peldaño a peldaño los grados de la santidad para alcanzar la corona brillante de una vida sin fin en el Paraíso.

Los mártires no los pide Dios, Dios quiere santos y hace santos; los mártires los exige la vida al cortar la libertad de religión. Entonces por ser fieles a la santidad estos santos, son los pagano los que les ponen el martirio, y Dios, la santa Gracia para resistirlo vencedores y dejar vencidos a los que han querido quitar a Dios lo que es de Dios, y que son los santos.

Resumiendo: Dios hace santos, y el mundo le obliga a Dios a tener mártires de la fe.

Que nadie exija a nadie dejar sus creencias bajo pena de sufrimiento físico y muerte física o espiritual, porque no es el deseo de Dios que haya mártires, pero los hay y los habrá siempre, por la maldad de los paganos, que quitan la libertad a los bautizados en la fe de Cristo Rey.

Los que no conocéis a Dios, podéis pensar que es Dios quien quiere mártires, y os equivocaréis una vez más. Dios no quiere mártires; Él, Dios, el primer Mártir de la fe, no se puso en condición de que le torturaran por ser quien es: El Mesías, sino que calló para no ser Él causa de este martirio, sino que su martirio fuera por propio deseo de los judíos, sin que Él, el Mesías, tuviera nada que ver; por eso calló, para que ni su voz mansa, o sus gritos, o el defenderse de su martirio, le llevase a ser martirizado. A Dios se le martirizó, se lo mató sin causa alguna, sin motivo alguno, sólo por ser quien Es: Dios.

P. Jesús
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8 de Marzo / San Juan de Dios

Nació y murió un 8 de marzo. Nace en Portugal en 1495 y muere en Granada, España, en 1550 a los 55 años de edad. De familia pobre pero muy piadosa, su madre falleció cuando él era todavía muy joven, y su padre murió como religioso en un convento.

En su juventud fue pastor, muy apreciado por el dueño de la finca donde trabajaba, por lo que le propusieron que se casara con la hija del patrón y así quedaría como heredero de aquellas posesiones. Pero el santo dispuso permanecer libre de compromisos económicos y matrimoniales pues deseaba dedicarse a labores más espirituales. Estuvo de soldado bajo las órdenes del genio de la guerra, Carlos V en batallas muy famosas, y la vida militar lo hizo fuerte, resistente y sufrido.

Luego de salir del ejército, decidió entregarse a la vida apostólica, vendiendo estampas y libros religiosos en las calles. Llegó a Granada a predicar religiosos de la congregación de San Luis de Avila, y San Juan asistió a uno de sus elocuentes sermones, y en pleno sermón, cuando el predicador hablaba contra la vida de pecado, el santo se arrodillo y empezó a gritar: «Misericordia Señor, que soy un pecador». Se confesó con San Juan de Avila y se propuso como penitencia fingir como loco para que la gente lo humillara y lo hiciera sufrir. Repartió entre los pobres todo lo que tenía en su pequeña librería, empezó a deambular por las calles de la ciudad pidiendo misericordia a Dios por todos su pecados, y como la gente lo creyó loco, empezaron a atacarlo a pedradas y golpes. Fue llevado al manicomio donde los encargados le dieron fuertes palizas que eran ofrecidas por San Juan por la conversión de los pecadores. Además, el santo corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal que tenían de tratar a los pobres enfermos

Tras salir del manicomio, San Juan fundó un hospital, y enseñó con su ejemplo que a ciertos enfermos hay que curarles primero el alma si se quiere obtener después la curación de su cuerpo. Sus religiosos atienden enfermos mentales en todos los continentes y con grandes y maravillosos resultados, empleando siempre los métodos de la bondad y de la comprensión, en vez del rigor de la tortura.

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: «Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo», y quedó muerto, así de rodillas. Había trabajado incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad se creía el más indigno pecador. El que había sido apedreado como loco, fue acompañado al cementerio por el obispo, las autoridades y todo el pueblo, como un santo. Después de muerto obtuvo de Dios muchos milagros en favor de sus devotos y el Papa lo declaró santo en 1690. Es Patrono de los que trabajan en hospitales y de los que propagan libros religiosos.

Los religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios son 1,500 y tienen 216 casas en el mundo para el servicio de los enfermos.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Juan de Dios

Y tú, a ti que te molesta que te calumnien, que juzguen tu vida e incluso que propaguen medias verdades o verdades enteras burlándose de ti, o que incluso te molesta que se metan en tu vida y, hagas lo que hagas, haya quien te critica, aprende de san Juan de Dios, que para sufrir por Amor y purificarse mejor, se hizo pasar por loco, para así recibir humillaciones y maltrato, y ofrecerlo todo a Dios Padre por los pecadores. ¡Qué santo! Un santo de Dios, san Juan de Dios. Aprende de él y no te quejes, digan lo que digan de ti, te crean loco, o te codees con el obispo. Que digan lo que quieran, porque son libres y pagarán por su libertad en el hablar o en el callar; como tú también pagarás por tu vida y lo que digas de los demás; es justa la ley de Dios, a todos trata igual.

P. Jesús
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9 de Marzo / Santa Catalina de Bolonia

Etimológicamente significa “casta, pura”. Viene de la lengua griega.

He aquí otra chica con inquietudes espirituales a la que no le seducen los encantos y esplendores de los palacios reales.

Efectivamente, era hija de una familia ilustre de Italia. Vivía encantada con la princesa Margarita, hija de Nicolás de Est, marqués de Ferrara.

Desde que naciera en el año 1413, y se fue haciendo una joven muy guapa, notaba de día en día que su camino no era la corte ni las riquezas.

A la temprana edad de los doce años buscaba con anhelo en dónde ser mejor y hallar más pronto la perfección a la que Dios nos llama a cada ser humano.

Una vez que la princesa Margarita contrajo matrimonio, ella pudo respirar a pleno pulmón. Se había quedado libre de toda atadura a la corte.

Llegó para ella el momento en el cual, aunque con muchas dificultades, se decidió por entrar en el convento de las Terciarias de san Francisco de Asís.

La dejaron entrar, y ella se sintió más feliz que nunca. Al comenzar su vida de relaciones humanas con las hermanas, todas se quedaban contentas por su trato, sus atenciones personalizadas y por su grado de santidad y de bondad que reflejaba su lindo rostro, imagen de su casta alma.
En el capítulo en el cual se elige a la madre abadesa, todas las hermanas pensaron casi unánimemente que la mejor sería Catalina.

En este convento estuvo toda su vida, hasta el año de su muerte que tuvo lugar en 1463.

Escribió muchos libros acerca de la piedad y de la vida religiosa. Todo el mundo, fino y atento a las cosas del alma, conoce su mejor libro titulado “Siete Armas Espirituales”. Ella, en su sencillez y con las mejores intenciones, se lo dedicó a todo aquel o aquella que sufra tentaciones.

El Papa Clemente VIII la inscribió en el martirologio incruento y Benedicto XIII la llevó a la gloria de los altares.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Catalina de Bolonia

Aquí está la historia de una santa que, sin sufrir persecución ni martirio, que siendo rica y perteneciendo a la corte de una princesa, siempre tuvo lo que necesitaba y más, y disfrutó de los deleites de la enseñanza y la belleza de la música y las plantas; ella, prefiriendo servir a Dios, entró en un convento, y allí siguieron sus éxitos por el trato de su caridad, y llegó a ser madre abadesa; escribió y rezó, se mortificó y, por amor a Dios, Dios la llenó de santidad y es santa, santa Catalina de Bolonia.

P. Jesús
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