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Santoral Octubre

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1 de Octubre / Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia

La extensión del culto a Santa Teresa del Niño Jesús o Santa Teresa de Lisieux, joven carmelita, es uno de los fenómenos más impresionantes y significativos de la vida religiosa de nuestros días. La santa murió en 1897 y, poco después, era ya conocida en todo el mundo. Su camino de sencillez y perfección en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, se ha convertido en el ideal de muchos cristianos. Su biografía, escrita por orden de sus superiores, es un libro famoso y los milagros y gracias que se atribuyen a su intercesión son incontables. 
Pío XI la beatificó en 1923 y la canonizó en 1925. Extendió su fiesta a toda la Iglesia de occidente. En 1927, Santa Teresa del Niño Jesús fue nombrada, junto con san Francisco Javier, patrona de todas las misiones extranjeras y de todas las obras católicas en Rusia. 
La Santa se había entregado con entera decisión y conciencia a la tarea de ser santa. Sin perder el ánimo, ante la aparente imposibilidad de alcanzar las cumbres más elevadas del olvido de sí misma, solía repetirse: «Dios no inspira deseos imposibles. No tengo que hacerme más de lo que soy, sino aceptarme tal como soy, con todas mis imperfecciones».

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia

Ponte en manos de Dios, como lo hizo Santa Teresa del Niño Jesús, y reconócete insignificante y llena, lleno de defectos, que sólo Dios puede, con Su Gracia cambiártelos, por tu deseo de alcanzar las cumbres más elevadas del olvido de tí misma, de tí mismo.

Es cogerse la santidad en serio, y no pensando que la santidad es sólo para los ‘grandes santos’ esos que acaban con cabezas cortadas. Porque la santidad se gana con el amor que siente tu corazón por Dios. Otra cosa son las circunstancias de tu vida, porque muchos han perdido la vida en luchas y guerras y asesinatos, pero no son santos. Los santos aman a Dios sobre todas las cosas y personas, como hizo Santa Teresa del Niño Jesús, como haces tú. ¡Santo! ¡Santa!

P. Jesús
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2 de Octubre / Fiesta de los Ángeles Custodios

En la Biblia la palabra Ángel significa «Mensajero», un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos. 
En el siglo II el gran sabio Orígenes señalaba que «los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja».

En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: «Será su ángel» (Hechos 12, 15).

En el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así: «Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custodiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amen.

Y en el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal la fiesta de los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta de los Ángeles Custodios

Hoy día, que la técnica ha avanzado tanto; hoy día, que para seguir la ruta y llegar al destino, existen los GPS, podríamos decir que son estos aparatos, semejantes a lo que son los Ángeles de la Guarda. Aquellos nos avisan de las curvas, de los desvíos, de los cambios de rasante; y les hacemos caso; entonces ¿por qué no creer y hacer caso a los Ángeles de la Guarda?

Cuando Dios expulsó a Adán y a Eva del Paraíso, y puso a un Ángel guardando el sitio, podemos pensar, que con lo mucho que nos ama, dispuso también que el hombre, para no olvidarse del camino de regreso al Paraíso, tuviera su Ángel de la Guarda que lo avisara, por la Gracia y voluntad de Dios, de todo mal que hay en su vida. Eso que algunos llaman percepción, telepatía… ¿No serán los Ángeles de la guarda que se comunican entre sí, en el caso de la telepatía; y en el caso de percibir, de saber, no será que el Ángel de la Guarda, sirviendo a Dios Espíritu Santo, hace de intérprete suyo para nuestro bien?

No estamos solos. Dios nos ama demasiado, para dejarnos circular por la tierra sin una ayuda espiritual que nos recuerde y nos guarde. Y eso hace el Ángel de la Guarda.

P. Jesús
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3 de Octubre / San Francisco de Borja

La familia Borja, era una de las más célebres del reino de Aragón, España. Alcanzó fama mundial cuando Alfonso Borja fue elegido Papa con el nombre de Calixto III. A fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borja, Alejandro VI, quien tenía cuatro hijos cuando fue elevado al Pontificado. Para dotar a su hijo Pedro, compró el ducado de Gandía, (en Valencia, España). Pedro, a su vez lo legó a su hijo Juan, quien fue asesinado poco después de su matrimonio. Su hijo, el tercer duque de Gandía, se casó con la hija natural de un hijo de Fernando V de Aragón. De este matrimonio nació el 28 de octubre de1510 Francisco de Borja y Aragón, nuestro santo, quien era nieto de un Papa (Alejandro VI) y de un rey (Fernando) y además, primo del emperador Carlos V. 

Una vez que hubo terminado sus estudios, a los dieciocho años, Francisco ingresó en la corte de este último. Por entonces, ocurrió un incidente cuya importancia no había de verse sino más tarde. En Alcalá de Henares, Francisco quedó muy impresionado a la vista de un hombre a quien se conducía a la prisión de la Inquisición: ese hombre era Ignacio de Loyola. 

Padre de familia y Virrey de Cataluña 

Se casó a los 19 años con Leonor de Castro y tuvo ocho hijos. Al año siguiente recibió del emperador el título de marqués de Lombay. A los 29 años, Carlos V le nombró virrey de Cataluña (1539-1543), cuya capital es Barcelona. Años después, Francisco solía decir: «Dios me preparó en ese cargo para ser general de la Compañía de Jesús. Ahí aprendí a tomar decisiones importantes, a mediar en las disputas, a considerar las cuestiones desde los dos puntos de vista. Si no hubiese sido virrey, nunca lo hubiese aprendido». 

En el ejercicio de su cargo consagraba a la oración todo el tiempo que le dejaban libres los negocios públicos y los asuntos de su familia. Los personajes de la corte comentaban desfavorablemente la frecuencia con que comulgaba, ya que prevalecía entonces la idea, muy diferente de la de los primeros cristianos, de que un laico envuelto en los negocios del mundo cometía un pecado de presunción si recibía con demasiada frecuencia el sacramento del Cuerpo de Cristo. En una palabra, el virrey de Cataluña «veía con otros ojos y oía con otras orejas que antes; hablaba con otra lengua, porque su corazón había cambiado.» 

En Barcelona se encontró con San Pedro de Alcántara y con el beato jesuita Pedro Favre. Este último encuentro, como veremos después, fue decisivo para Francisco. 

Francisco era un modelo de hombre cristiano 

En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. Como el rey Juan de Portugal se negó a aceptarle como principal personaje de la corte de Felipe II, quien iba a contraer matrimonio con su hija, Francisco renunció al virreinato y se retiró con su familia a Gandía. Ello constituyó un duro golpe, para su carrera pública, y desde entonces el duque empezó a preocuparse más de sus asuntos personales. 

En efecto, fortificó la ciudad de Gandía para protegerla contra los piratas berberiscos, construyó un convento de dominicos en Lombay y reparó un hospital. Por entonces, el obispo de Cartagena escribió a un amigo suyo: «Durante mi reciente estancia en Gandía pude darme cuenta de que Don Francisco es un modelo de duques y un espejo de caballeros cristianos. Es un hombre humilde y verdaderamente bueno, un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra… Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por su servidumbre. Nada le agrada tanto como la compañía de los sacerdotes y religiosos…» 

San Francisco de Borja 
Iglesia Manresa, España 

El encuentro con la muerte le da nueva vida 

He aquí la historia: 

El mismo año que fue nombrado Virrey de Cataluña, Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel. El la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte. Al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco entonces tomó su famosa resolución: « ¡no servir nunca más a un señor que pudiese morir!»» Comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena. 

Algunos años más tarde, estando enferma su esposa, pidió a Dios su curación y una voz celestial le dijo: «Tú puedes escoger para tu esposa la vida o la muerte, pero si tú prefieres la vida, ésta no será ni para tu beneficio ni para el suyo.» Derramando lágrimas, respondió: «Que se haga vuestra voluntad y no la mía.» 

La muerte de Doña Leonor, su esposa, ocurrida en 1546 fue un gran dolor para Francisco. El más joven de sus ocho hijos tenía apenas ocho años cuando murió Doña Leonor. 

El mismo año, el Beato Pedro Favre se detuvo unos días en Gandía y Francisco hizo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. El 2 de Junio hizo los votos de castidad, de obediencia y de entrar en la Compañía de Jesús. El Beato Favre partió de ahí a Roma, llevando un mensaje del duque a San Ignacio, comunicando al fundador de la Compañía de Jesús que había hecho voto de ingresar en la orden. San Ignacio se alegró mucho de la noticia; sin embargo, aconsejó al duque que difiriese la ejecución de sus proyectos hasta que terminase la educación de sus hijos y que, mientras tanto, tratase de obtener el grado de doctor en teología en la Universidad de Gandía, que acababa de fundar. También le aconsejaba que no divulgase su propósito, pues «el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo.» 

Francisco obedeció puntualmente. Pero al año siguiente, fue convocado a asistir a las cortes de Aragón, lo cual estorbaba el cumplimiento de sus propósitos. En vista de ello, San Ignacio le dio permiso de que hiciese en privado la profesión. Tres años después, el 31 de agosto de 1550, cuando todos los hijos del duque estaban ya colocados, partió éste para Roma, se encontró con San Ignacio y, después de renunciar al ducado de Gandía, ingresó en la Compañía de Jesús a la edad de cuarenta y cuatro años. 

Cuatro meses más tarde, volvió a España y se retiró a una ermita de Oñate, en las cercanías de Loyola. Desde ahí obtuvo el permiso del emperador para traspasar sus títulos y posesiones a su hijo Carlos. En seguida se rasuró la cabeza y la barba, tomó el hábito clerical, y recibió la ordenación sacerdotal en la semana de Pentecostés, el 26 de mayo de 1551. «El duque que se había hecho jesuita se convirtió en la sensación de la época. El Papa concedió indulgencia plenaria a cuantos asistiesen a su primera misa en Vergara, y la multitud que congregó fue tan grande que hubo que poner el altar al aire libre. 

Su propósito de renunciar a los honores se vio también probado en la vida religiosa. Carlos V lo propuso como cardenal, pero Francisco no aceptó. 

Los superiores de la casa de Oñate le nombraron ayudante del cocinero: su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina. Cuando atendía a la mesa y cometía algún error el santo duque tenía que pedir perdón de rodillas a la comunidad por servirla con torpeza. 

Inmediatamente después de su ordenación, empezó a predicar en la provincia de Guipúzcoa y recorría los pueblos haciendo sonar una campanilla para llamar a los niños al catecismo y a los adultos a la instrucción. Por su parte, el superior de Francisco le trataba con la severidad que le parecía exigir la nobleza del duque. Indudablemente que el santo sufrió mucho en aquella época, pero jamás dio la menor muestra de impaciencia. 

En cierta ocasión en que se había abierto una herida en la cabeza, el médico le dijo al vendársela: «Temo, señor que voy a hacer algún daño a vuestra gracia». Francisco respondió: «Nada puede herirme más que ese tratamiento de dignidad que me dais». Después de su conversión, el duque empezó a practicar penitencias extraordinarias; era un hombre muy gordo, pero su talle empezó a estrecharse rápidamente. Aunque sus superiores pusieron coto a sus excesos, San Francisco se las ingeniaba para inventar nuevas penitencias. Más tarde, admitía que, sobre todo antes de ingresar en la Compañía de Jesús, había mortificado su cuerpo con demasiada severidad 

Durante algunos meses predicó fuera de Oñate. El éxito de su predicación fue inmenso. Numerosas personas le tomaron por director espiritual. Él fue de los primeros en reconocer el valor grandísimo de Santa Teresa de Jesús. Después de obrar maravillas en Castilla y Andalucía, se sobrepasó a sí mismo en Portugal. 

San Ignacio le da el cargo de provincial 

San Ignacio le nombró provincial de la Compañía de Jesús en España. San Francisco de Borja dio muestras de su celo y, en toda ocasión expresaba su esperanza de que la Compañía de Jesús se distinguiese en el servicio de Dios por tres normas: la oración y los sacramentos, la oposición a la mentalidad del mundo y la perfecta obediencia. Esas eran las características del alma del santo. 

Dios utilizó a San Francisco de Borja para establecer la nueva orden en España. Fundó una multitud de casas y colegios durante sus años de general. Ello no le impedía, sin embargo, preocuparse por su familia y por los asuntos de España. Por ejemplo, dulcificó los últimos momentos de Juana la Loca, quien había perdido la razón cincuenta años antes, a raíz de la muerte de su esposo y, desde entonces, había experimentado una extraña aversión por el clero. 

Al año siguiente, poco después de la muerte de San Ignacio, Carlos V abdicó, se enclaustró en el monasterio de Yuste y mandó llamar a San Francisco. El emperador nunca había sentido predilección por la Compañía de Jesús y declaró al santo que no estaba contento de que hubiese escogido esa orden. Éste confesó los motivos por los que se había hecho jesuita y afirmó que Dios le había llamado a un estado en el que se uniese la acción a la contemplación y en el que se viese libre de dignidades que le habían acosado en el mundo. 

Aclaró que, por cierto la Compañía de Jesús era una orden nueva, pero el fervor de sus miembros valía más que la antigüedad, ya que «la antigüedad no es una garantía de fervor». Con eso quedaron disipados los prejuicios de Carlos V. 

Lo eligen Superior general y desempeña una gran labor 

San Francisco no era partidario de la Inquisición y este tribunal no le veía con buenos ojos, por lo que Felipe II tuvo que escuchar más de una vez las calumnias que los envidiosos levantaban contra el santo duque. Éste permaneció en Portugal hasta 1561, cuando el Papa Pío IV le llamó a Roma a instancias del P. Laínez, general de los jesuitas. 

En Roma se le acogió cordialmente. Entre los que asistían regularmente a sus sermones se contaban el cardenal Carlos Borromeo y el cardenal Ghislieri, quien más tarde fue Papa con el nombre de Pío V. Ahí se interiorizó más de los asuntos de la Compañía y empezó a desempeñar cargos de importancia. En 1566, a la muerte del P. Laínez, fue elegido general, cargo que ejerció hasta su muerte. 

Durante los siete años que desempeñó ese oficio, dio tal ímpetu a su orden en todo el mundo, que puede llamársele el segundo fundador. El celo con que propagó las misiones y la evangelización del mundo pagano inmortalizó su nombre. Y no se mostró menos diligente en la distribución de sus súbditos en Europa para colaborar a la reforma de las costumbres. Su primer cuidado fue establecer un noviciado regular en Roma y ordenar que se hiciese otro tanto en las diferentes provincias. 

Durante su primera visita a la Ciudad Eterna, quince años antes, se había interesado mucho en el proyecto de fundación del Colegio Romano y había regalado una generosa suma para ponerlo en práctica. Como general de la Compañía, se ocupó personalmente de dirigir el Colegio y de precisar el programa de estudios. Prácticamente fue él, quien fundó el Colegio Romano, aunque siempre rehusó el título de fundador, que se da ordinariamente a Gregorio XIII, quien lo restableció con el nombre de Universidad Gregoriana. 

San Francisco construyó la iglesia de San Andrés del Quirinal y fundó el noviciado en la residencia contigua; además, empezó a construir el Gesu y amplió el Colegio Germánico, en el que se preparaban los misioneros destinados a predicar en aquellas regiones del norte de Europa en las que el protestantismo había hecho estragos. 

San Pío V tenía mucha confianza en la Compañía de Jesús y gran admiración por su general, de suerte que San Francisco de Borja podía moverse con gran libertad. A él se debe la extensión de la Compañía de Jesús más allá de los Alpes, así como el establecimiento de la provincia de Polonia. Valiéndose de su influencia en la corte de Francia, consiguió que los jesuitas fuesen bien recibidos en ese país y fundasen varios colegios. Por otra parte reformó las misiones de la India, las del Extremo Oriente y dio comienzo a las misiones de América. 

Entre su obra legislativa hay que contar una nueva edición de las reglas de la Compañía y una serie de directivas para los jesuitas dedicados a trabajos particulares. A pesar del extraordinario trabajo que desempeñó durante sus siete años de generalato, jamás se desvió un ápice de la meta que se había fijado, ni descuidó su vida interior. 

Un siglo más tarde escribió el P. Verjus: «Se puede decir con verdad que la Compañía debe a San Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a San Ignacio». 

No obstante sus muchas ocupaciones, San Francisco encontraba tiempo todavía para encargarse de otros asuntos. Por ejemplo, cuando la peste causó estragos en Roma,1566, el santo reunió limosnas para asistir a los pobres y envió a sus súbditos, por parejas, a cuidar a los enfermos de la ciudad, no obstante el peligro al que los exponía. 

Se le ofreció el cargo de cardenal y tenía posibilidades de llegar a ser Papa, pero no lo aceptó. 

En 1571, el Papa envió al cardenal Bonelli con una embajada a España, Portugal y Francia, y San Francisco de Borja le acompañó. Aunque la embajada fue un fracaso desde el punto de vista político, constituyó un triunfo personal de Francisco. En todas partes se reunían multitudes para «ver al santo duque» y oírle predicar; Felipe II, olvidando las antiguas animosidades, le recibió tan cordialmente como sus súbditos. 

Pero la fatiga del viaje apresuró el fin de San Francisco. Su primo el duque Alfonso, alarmado por el estado de su salud, le envió desde Ferrara a Roma en una litera. Sólo le quedaban ya dos días de vida. Por intermedio de su hermano Tomás, San Francisco envió sus bendiciones a cada uno de sus hijos y nietos y, a medida que su hermano le repetía los nombres de cada uno, oraba por ellos. 

Tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen Santísima. Gravemente enfermo, cuando solo le quedaban dos días de vida, quiso visitar el Santuario Mariano de Loreto. 

Cuando el santo perdió el habla, un pintor entró a retratarle. Al ver al pintor, San Francisco manifestó su desaprobación con la mirada y el gesto y no se dejó pintar. Murió a la media noche del 30 de septiembre de 1572. Según la expresión del P. Brodrick fue «uno de los hombres más buenos, amables y nobles que había pisado nuestro pobre mundo.» 

La humildad 

Desde el momento de su «conversión», San Francisco de Borja, canonizado en 1671, cayó en la cuenta de la importancia y de la dificultad de alcanzar la verdadera humildad y se impuso toda clase de humillaciones a los ojos de Dios y de los hombres. Cierto día, en Valladolid, donde el pueblo recibió al santo en triunfo, el P. Bustamante observó que Francisco se mostraba todavía más humilde que de ordinario y le preguntó la razón de su actitud. El replicó: «Esta mañana, durante la meditación, caí en la cuenta de que mi verdadero sitio está en el infierno y tengo la impresión de que todos los hombres, aun los más tontos, deberían gritarme: ‘¡Ve a ocupar tu sitio en el infierno!’». 

Un día confesó a los novicios que, durante los seis años que llevaba meditando la vida de Cristo, se había puesto siempre en espíritu a los pies de Judas; pero que recientemente había caído en la cuenta de que Cristo había lavado los pies del traidor y por ese motivo ya no se sentía digno de acercarse ni siquiera a Judas. 

Francisco no se dejó engañar por el mundo. Sabiéndose nada confió todo en Jesucristo y logró la santidad. 

Canonizado en 1671 . 

En mayo de 1931, su cuerpo, venerado en la casa religiosa de Madrid, fue quemado en el incendio que causaron los revolucionarios.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Francisco de Borja

San Francisco de Borja no se dejó engañar por el mundo. Sabiéndose nada, confió todo en Jesucristo y logró la santidad. Si tú quieres hacer lo mismo, no pienses en premios, en honores del mundo, sino en humillaciones y calumnias  e injusticias, porque esto, aceptado por amor a Dios, va a llevarte a las más altas esferas de la Gracia que Dios no va a negarte, al contrarío, desea darte y espera que aceptes con total bondad de corazón, como lo hizo San Francisco de Borja, y todo y siendo santo, también llevó bien el liderazgo de ser jesuíta. Con esto quiero decirte, que puedes ser hombre de negocios, puedes ser popular y puedes y debes ser santo. ¡Sé santo! Amén.

P. Jesús
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4 de Octubre / San Francisco de Asís, Fundador

Francisco Bernardone nació en Asís, Italia, en el año 1182. Sus padres fueron Pietro Bernardone y Madonna Pica. Siendo joven participó en la guerra entre las regiones de Perusa y Asís, en 1202, y en la batalla de Collestrada fue tomado prisionero y liberado al año siguiente. En 1205 se enroló nuevamente en el ejército y partió a la guerra, pero en el trayecto tuvo un sueño en el que una voz le ordenó volver y dar otro rumbo a su vida. Entonces comenzó su conversión: se apartó de los amigos, frecuentó la compañía de los pobres e intensificó la vida de soledad y oración. 

En 1206, a la edad de 24 años, renunció a las riquezas y a su familia, y se trasladó a la localidad de Gubbio para servir a los leprosos. De regreso en Asís, vistió el hábito de ermitaño y trabajó en la restauración de las ermitas de San Ubicación de la ciudad de Asís Damián, San Pedro y Santa María de los Ángeles (también llamada la Porciúncula). 

En 1208, mientras oía misa en la Porciúncula, escuchó el evangelio del envío de los discípulos en misión y descubrió su vocación evangélica y apostólica. Empezó a predicar la paz, la igualdad entre los hombres, el alejamiento de la riqueza, la dignidad de la pobreza, el amor a todas las criaturas y la venida del Reino de Dios. Entonces se le unieron los tres primeros compañeros: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asís, con quienes nace la I Orden Franciscana. 

En 1209 escribió la primera Regla de la Orden, que dictaba el estilo de vida para los franciscanos. Sus preceptos eran una vida basada en el amor, la oración y la paz; votos de pobreza completa, lo que incluía renunciar a las propiedades; sustento del propio trabajo o, en caso necesario, de la limosna; y ofrecer ejemplo de renuncia de sí mismo. Viajó a Roma con sus once compañeros para reunirse con el Papa Inocencio III y consiguió la aprobación verbal de la Regla. La pequeña fraternidad escogió la Porciúncula como el primer hogar de la Orden. En marzo de 1212, la noche del Domingo de Ramos, fue consagrada Clara, dando inicio a la II Orden Franciscana, también llamada Clarisas o Damas Pobres. Ese mismo año, Francisco se embarcó rumbo a Siria para continuar su obra apostólica en Oriente, pero los vientos contrarios hicieron fracasar su viaje y regresó. Los años siguientes viajó por Italia, Francia y España. El 14 de mayo de 1217, durante Pentecostés, se celebró en la Porciúncula el primer Capítulo General, junta para organizar a sus seguidores en provincias y señalar lugares específicos de misión. La Orden se dividió en doce provincias. 

En 1219 consiguió viajar a Oriente, donde fue recibido por el sultán de Egipto, pero tuvo que regresar apresuradamente a Italia debido a problemas surgidos entre sus seguidores. En 1220 se retiró del gobierno de la Orden y nombró como su Vicario a Pedro Catan. En 1221 fundó la III Orden, conocida como Terciarios, a la que podían pertenecer quienes estuvieran ligados a ocupaciones civiles, estuvieran casados o simplemente no pudieran seguir la I Orden por razones de vocación o enfermedad. Ese mismo año, la organización eclesiástica le solicitó que la Regla escrita hace once años (llamada primera Regla) fuera nuevamente redactada, más breve. La Regla definitiva fue aceptada por el Capítulo de Pentecostés (junta de religiosos) y aprobada y confirmada mediante bula (documento eclesiástico) por el papa Honorio III. En 1224, Francisco pasó la cuaresma de San Miguel en el monte La Verna (en los Montes Apeninos, Italia), con el fin de hacer penitencia. Allí recibió en su cuerpo las Llagas (estigmas o señales) de la Pasión de Cristo. En ese tiempo también tuvo una grave afección a los ojos que lo dejó casi ciego, pero pese a su condición continuó predicando. En 1226, su estado de salud siguió empeorando progresivamente y fue trasladado a Asís. Al sentir cercana la muerte, pidió que lo llevaran a la Porciúncula. 

El sábado 3 de octubre de 1226, hacia las 19 horas, murió a la edad de 44 años. Al día siguiente, domingo 4 de octubre, su cuerpo fue trasladado a Asís y sepultado en la iglesia de San Jorge. El 16 de julio de 1228, el Papa Gregorio IX canonizó a Francisco de Asís y se convirtió en Santo.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Francisco de Asís, Fundador

San Francisco de Asís, supo escuchar a Dios en la Providencia. Él tenía intenciones, sus intenciones, y alguna vez Dios le hizo ver que no eran Sus deseos, porque halló impedimentos. Y tú ¿qué haces cuando ves o hallas impedimentos en una voluntad tuya; lo ves como una renuncia para Dios? Pero claro, hay cosas que cuestan en esta vida, y que si desistiéramos de nuestro empeño en ellas, muchas Gracias se perderían, y ¿como saber entonces lo que quiere Dios de cada uno de nosotros? ¿Cómo saber que si una cosa no sale a la primera ni a la segunda ni a la tercera y posiblemente ni a la cuarta, es de Dios seguir con la lucha o debemos desistir y hacer otra cosa? Los sueños, los sueños hablan a los santos, como San Francisco de Asís también soñó y le ayudó a ver claro la voluntad de Dios.

P. Jesús
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5 de Octubre / Santa María Faustina Kowalska

Sor María Faustina, apóstol de la Divina Misericordia, forma parte del círculo de santos de la Iglesia más conocidos. A través de ella el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo. 

Nació el 25 de agosto de 1905 como la tercera hija entre diez hermanos en la familia de Mariana y Estanislao Kowalski, campesinos de la aldea de Głogowiec. En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Świnice Warckie, se le impuso el nombre de Elena. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, la laboriosidad, la obediencia y una gran sensibilidad ante la pobreza humana. A los 9 años recibió la Primera Comunión. La vivió muy profundamente, consciente de la presencia del Huésped Divino en su alma. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para, trabajando de empleada doméstica en casas de familias acomodadas de Aleksandrów, Łódź y Ostrówek, mantenerse a sí misma y ayudar a los padres. 

Ya desde los 7 años sentía en su alma la llamada a la vida religiosa, pero ante la negativa de los padres para su entrada en el convento, intentó apagar dentro de sí la voz de la vocación divina. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente fue a Varsovia y allí, el 1 de agosto de 1925 entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde, como sor María Faustina, vivió trece años. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, Płock y Vilna cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. 

Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su singular intensa vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y callada, pero a la vez natural, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. 

Su espiritualidad se basa en el misterio de la Divina Misericordia, que ella meditaba en la Palabra de Dios y contemplaba en lo cotidiano de su vida. El conocimiento y la contemplación del misterio de la Divina Misericordia desarrollaban en ella una actitud de confianza de niño hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. Oh Jesús mío —escribió— cada uno de tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra. (Diario 1242). Sor Faustina era una fiel hija de la Iglesia a la que amaba como a Madre y como el Cuerpo Místico de Jesucristo. Consciente de su papel en la Iglesia, colaboró con la Divina Misericordia en la obra de salvar a las almas perdidas. Con este propósito se ofreció como víctima cumpliendo el deseo del Señor Jesús y siguiendo su ejemplo. Su vida espiritual se caracterizó por el amor a la Eucaristía y por una profunda devoción a la Madre de la Divina Misericordia.

Los años de su vida en el convento abundaron en gracias extraordinarias: revelaciones, visiones, estigmas ocultos, la participación en la Pasión del Señor, el don de bilocación, los dones de leer en las almas humanas, de profecía y de desposorios místicos. Un contacto vivo con Dios, con la Santísima Madre, con ángeles, santos y almas del purgatorio: todo el mundo extraordinario no era para ella menos real que el mundo que percibía a través de los sentidos. Colmada de tantas gracias extraordinarias sabía, sin embargo, que no son éstas las que determinan la santidad. En el Diario escribió: Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios (Diario 1107). 

El Señor Jesús escogió a sor Faustina por secretaria y apóstol de su misericordia para, a través de ella, transmitir al mundo su gran mensaje. En el Antiguo Testamento —le dijo— enviaba a los profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con mi Corazón misericordioso (Diario 1588). 

La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas: 

– Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona. 

– Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo. 

– La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina. 

Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio —dijo el Señor Jesús a sor María Faustina— tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas, por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco. 

Sor María Faustina extenuada físicamente por la enfermedad y los sufrimientos que ofrecía como sacrificio voluntario por los pecadores, plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, con apenas 33 años. La fama de la santidad de su vida iba creciendo junto con la propagación de la devoción a la Divina Misericordia y a medida de las gracias alcanzadas por su intercesión. Entre los años 1965-67 en Cracovia fue llevado a cabo el proceso informativo sobre su vida y sus virtudes y en 1968 se abrió en Roma el proceso de beatificación, concluido en diciembre de 1992. El 18 de abril de 1993, en la Plaza de San Pedro de Roma, el Santo Padre Juan Pablo II beatificó a Sor María Faustina. Sus reliquias yacen en el santuario de la Divina Misericordia de Cracovia-Łagiewniki. 

FUENTE: www.vatican.va

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa María Faustina Kowalska

La madurez de un alma no es su edad sino que es su caridad. Por la caridad que hay en cada persona, por el servicio a los demás, se sabe de la eficacia de la oración como alimento, y los sacramentos como sustento, y todo ello nos dicen que una persona está madura espiritualmente. Así de madura, Santa María Faustina Kowalska estuvo a pronta edad, y por eso Dios mismo la eligió como Su secretaria y portadora de bendiciones, y la mayor bendición de una persona es el cumplimiento fiel de su deber por caridad, con caridad, para servicio a los demás, de caridad.

Las oraciones, por si solas, no atraen las gracias; debe el corazón rebosar de obras de esa oración con la que expresa el alma a Dios su amor.

Obras son amores y no sólo oraciones.

Santa María Faustina Kowalska tuvo oraciones de amor y obras de caridad. ¡Es santa!

P. Jesús

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6 de Octubre / San Bruno, Fundador de la Orden de los Cartujos

El sabio y devoto cardenal Bona, hablando de los monjes Cartujos, cuya orden fue fundada por San Bruno, y cuyo instituto religioso está por encima de todos los demás, los llama «el gran milagro del mundo: viven en el mundo como si estuviesen fuera de él; son ángeles en la tierra, como Juan Bautista en el desierto».

San Bruno fue profesor de filosofía y teología en la escuela de Reims, donde mantuvo durante 18 años, un alto nivel en los estudios. Después fue nombrado canciller en la diócesis por el arzobispo Manasés, quien era un personaje indigno de llevar ese alto cargo.

La Iglesia considera la vida de los Cartujos como el modelo perfecto del estado de contemplación y penitencia. Sin embargo, cuando se estableció en Chartreuse, no tenía la menor intención de fundar una orden religiosa. Si sus monjes se extendieron, seis años más tarde por el Delfinado, ello se debió, después de la voluntad de Dios, a una invitación que se les formuló. El conde Rogelio, hermano de Roberto Guiscardo, regaló al santo el fértil valle de La Torre, en la diócesis de Squillace. Ahí se estableció San Bruno con algunos discípulos.

El santo expiró el domingo 6 de octubre de 1101. Luego, los monjes de La Torre enviaron un relato de su muerte a las principales iglesias y monasterios de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra e Irlanda, pues era entonces costumbre pedir oraciones por las almas de los que habían fallecido. Ese documento junto con los «elogia» escritos por los 178 que recibieron el relato de su muerte, es uno de los más completos y valiosos que existen.

San Bruno no ha sido canonizado formalmente, pues los Cartujos rehuyen todas las manifestaciones públicas. Sin embargo, en 1514 obtuvieron del Papa León X el permiso de celebrar la fiesta de su fundador, y Clemente X la extendió a toda la Iglesia de occidente en 1674. El santo es particularmente popular en Calabria, y el culto que se le tributa refleja en cierto modo el doble aspecto activo y contemplativo de su vida.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Bruno, Fundador de la Orden de los Cartujos

Algunos santos, como San Bruno, Fundador de la Orden de los Cartujos, no pueden preceder la acción que Dios hace con ellos para bien del mundo, por eso viven su vida de oración y contemplación, y Dios hace lo demás.

Dios siempre hace cosas buenas con los buenos, porque no puede un árbol bueno dar malos frutos, y los frutos buenos sólo son por la Gracia de Dios. Nadie que haga algo bueno lo ha hecho solo, Dios siempre ha influido en ello o está en ello.

Hay gente mala que parece que hacen cosas buenas para algunos seres que ama, y en esto bueno que hacen, también está la acción de Dios, porque todos, malos y buenos, han salido de un mismo Dios: La Suma Bondad.

P. Jesús

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7 de Octubre / Fiesta de la Virgen del Santo Rosario

En tiempos del Santo Padre Pío V (1566 – 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy superior en número y buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo del cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de «Auxilio de los Cristianos». Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta de la Virgen del Santo Rosario

Rezad el Rosario, hermanos en Cristo; es oración santa, por ser un pedido de la misma Madre de Dios, la Virgen María.

Rezad el Rosario, y veréis como cambia vuestra vida.

P. Jesús

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8 de Octubre / Santa Pelagia y Santa Tais, penitentes

La antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos historias que de algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la inocencia perdida y animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los rastros de quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que por algún tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios, pues, mira… resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en la oscuridad que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores. Estas actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.

Pelagia.
Se la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo, allá por la segunda mitad del siglo V. En Antioquia -este era el escenario de sus danzas sensuales y altaneras- se la llamaba «Margarita» que es la traducción de «gema», quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría las carnes de la extra hermosa eran collares de perlas.
Tuvo, en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el año 453, con Nono, anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un concilio provincial convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera a sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus máscaras y abalorios por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que murió penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año 468, disimulando con una máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar Pelagio.

Tais.
Fue anterior a Pelagia en el tiempo y en los oficios. Se educó como cristiana, pero la vida, sus encantos, el acoso de los finos, el hambre de placer y el atractivo de las riquezas estropearon tanto la acción de la gracia que pareció no conocerla. Vive entre el lujo y la prostitución de Alejandría.
Refiere la narración que Pafnucio, el del desierto de Tebaida, la recordaba de años atrás y sentía dolor, más que quien tiene una astilla clavada en el cuerpo, por la perdición y escándalo de la cristiana. Sus penitencias dieron resultado. Provocó un encuentro con ella y fue el instrumento de Dios para el cambio de Tais. Ahora está deshecha en lágrimas, implora el perdón del maestro, le ruega su oración impetrante, recurre a la misericordia de Dios y pide que se le imponga penitencia. Muere penitente reconciliada por los años 348 y se le honra en las Menologías griegas tal día como hoy. Es patrona de Alejandría y se la representa arropada con ricas y coloreadas sedas, con un espejo, símbolo de la coquetería, y una gargantilla de perlas que representan sus riquezas mal adquiridas.

Las dos son una delicada muestra que realza la misericordia del Señor.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Pelagia y  Santa Tais, penitentes

Almas bondadosas, vosotras que sabéis de Dios, vosotras que conocéis a Dios y no os habéis extraviado jamás, tened misericordia de los que nunca conocieron a Dios o de los que se extraviaron como hicieron Santa Pelagia y Santa Tais, ambas muy pecadoras, ambas en extremo dando mal ejemplo, y ambas Santas, gracias a personas buenas, a santos que lo dan todo por Dios.

Dios necesita de ti, más que para acusar a los pecadores, para que tu ejemplo les mueva el corazón a ser mejores, a plantearse en serio un cambio radical de vida, a dejar los lazos que sostienen a los pecadores en sus pecados: Sed vosotros las tijeras que corten los vicios y  las ataduras a los malos amigos o malos parientes, porque los futuros santos necesitan de caridad.

Así se va a poblar el Cielo de los futuros santos de este tiempo, donde pocos han podido recibir de Dios la gracias de ser siempre buenos, porque los medios de comunicación pagana se han introducido en las casas, y todo lo que los padres dejan entrar en el hogar esto cumple con su misión, que es construir las almas que viven en él. ¡Tened hogares santos! No deis entrada al televisor ni a revista que no sean profundamente católicas, que nada impuro esté en la Iglesia Doméstica, que todo sea bueno y bello, por ser agradable a Dios. Y el mundo cambiará.

Sacerdotes acudid a las Iglesias Domésticas y sed ayuda y bálsamo para los esposos que, en unión sacramental, han formado y forman esta Iglesia universal que es la Católica, Apostólica y Romana. Vosotros, santos sacerdotes, que tenéis la instrucción y los sacramentos, vosotros sois ángeles para los padres e hijos de un hogar, vosotros sois la ayuda actual y de siempre que el mundo necesita; por vuestras palabras, los pecadores se arrepienten y con vuestro ejemplo saben cómo vivir, porque no saben cómo se hace para ser bueno. Se ha llegado a tal extremo que no saben nada de bondad, y mucho menos de santidad; vosotros, sacerdotes amados de Dios, ayudadles con vuestro ministerio a ser buenos, y en la bondad y con los sacramentos, está la acción de Dios que es hacer santos, perfectos, a los hombres. Y la perfección radica en el Amor verdadero, que es amar a Dios sobre todas las cosas, y a los demás como a uno mismo, por amor de y a Dios y con Dios.

El reto de hoy día es este: ¡Ayudar a Dios que haga santos!; ¡que tú seas santo!

P. Jesús
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9 de Octubre / San Dionisio

Hacia el año 495, Santa Genoveva hizo edificar una basílica sobre el sepulcro de San Dionisio. Es este el testimonio más antiguo que poseemos con respecto al primer obispo de París. 

Un siglo después, Venancio Fortunato atestigua la difusión de su culto hasta Burdeos, mientras que Gregorio de Tours relata cómo, hacia el 250, el Papa de Roma había enviado a la Galia a siete obispos que se habían afincado respectivamente: Gaciano en Tours, Trófimo en Arles, Pablo en Narbona, Saturnino en Tulouse, Dionisio en París, Austremonio en Auvernia y Marcial en Limoges. 

Parece que fue breve el episcopado de Dionisio, pues se cree que sufrió el martirio en la persecución de Decio (250-251) o, con mayor probabilidad, en la de Valeriano (258). El cuerpo del mártir fue depositado en el mismo lugar en que se levantaría la basílica de San Dionisio. Junto a ella se fundó una abadía, que estaba llamada a alcanzar una notable irradiación (siglo VII). 

En cuanto al lugar del martirio, quizá fue Catuliaco, aldea próxima a París por el norte, que hoy lleva el nombre de Saint-Denis y es un centro industrial. Parece sin fundamento y muy tardía la tradición que le supone muerto en la colina de Montmartre, a corta distancia de la moderna y no demasiado espiritualizada Place Pigalle. 

En Catuliaco se construyó primero una basílica (posteriormente catedral) para acoger sus reliquias, y el lugar, convertido en monasterio en el siglo VII, acabará siendo el panteón de los reyes de Francia, de los cuales es patrono san Dionisio.

Oremos 
Dios nuestro, que enviaste a San Dionisio y a sus compañeros a anunciar el Evangelio a pueblos que no te conocían y les concediste una gran fortaleza en su martirio, haz que también nosotros, siguiendo su ejemplo, tengamos en menos los favores de este mundo y no temamos nunca sus desprecios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Dionisio

A San Dionisio, por Santa Genoveva se le veneró; porque los santos son amigos entre ellos. Los santos se conocen, se buscan, se necesitan y se ayudan. La comunión de los santos, no es sólo entre los que están muertos y las personas vivas, y que con buena voluntad dejan a Dios que los perfeccione en santidad, en la bondad de sus obras y palabras, sino que también la comunión de los santos es la ayuda mutua entre vivos que aman a Dios sobre todas las cosas.

El refrán popular: “Dime con quien andas y te diré quien eres” es también verídico y se puede adjudicar a los futuros santos: ¡Tú y tu cónyuge! ¡Tú y tu hijo-a! ¡Tú y tu padre-madre! ¡Tú y tu hermano-a! ¡Tú y tu amigo-a! ¡Tú y tu abuelo-a! ¡Tú y tu sacerdote!… ¡Tú y tu obispo! ¡Tú y el Papa! ¡El Papa y tú!

P. Jesús

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