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14 de Octubre / San Calixto, Papa y Mártir

Cuando San Ceferino ascendió al Pontificado, en el año 199, nombró a Calixto superintendente del cementerio cristiano de la Vía Apia, que se llama actualmente cementerio de San Calixto. Se dice que el santo ensanchó el cementerio y suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera propiedad que poseyó la Iglesia. San Calixto fue ordenado diácono por San Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero.

San Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para suceder a San Ceferino.

Los rigoristas encabezados por San Hipólito, se quejaban de que San Calixto hubiese determinado de que el hecho de cometer un pecado mortal no era razón suficiente para deponer a un obispo; que hubiese admitido a las órdenes a quienes se habían casado dos o tres veces y que hubiese reconocido las legitimidad de los matrimonios entres los esclavos y mujeres libres, lo cual estaba prohibido por la ley civil. Por otra parte, Chapman llega a decir que el santo fue un gran defensor de la sana doctrina y de la disciplina.

San Calixto fue sepultado en la Vía Aurelia, probablemente martirizado.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Calixto, Papa y Mártir

Como siempre, a los Santos que dicen las cosas claras, posiblemente lo mataron y antes lo martirizaron. Porque quien hace mucho bien, como lo hizo San Calixto, Papa y mártir, sigue los pasos de Jesús y, cargando con su cruz, llega hasta la muerte.

Aprendamos de los santos. Anda, coge tu cruz, y yo la mía, y caminemos juntos en la doctrina católica, apostólica y romana, por este valle de lágrimas.

P. Jesús

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4 de Noviembre / San Carlos Borromeo

San Carlos cuyo nombre significa «hombre prudente» ha sido uno de los santos extraordinariamente activos a favor de la Iglesia y del pueblo que sobresale admirablemente. San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio aquella frase de Jesús: «Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará», murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados. Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.

Nació en Arjona (Italia) en 1538. Desde joven dio señales de ser muy consagrado a los estudios y exacto cumplidor de sus deberes de cada día. A los 21 años obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad de Milán. Un hermano de su madre, el Cardenal Médicis, fue nombrado Papa con el nombre de Pío IV, y éste admirado de sus cualidades nombró a Carlos como secretario de Estado. Más tarde, renunció a sus riquezas, se ordenó de sacerdote, y luego de obispo y se dedicó por completo a la labor de salvar almas.

San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con 3,000 catequistas y 40,000 alumnos. Fundó además 6 seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios. Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.

Murió cuando tenía apenas 46 años, el 4 de noviembre de 1584. En Arona, su pueblo natal, le fue levantada una inmensa estatua que todavía existe.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Carlos Borromeo

Joven y activo, dado a la pulcritud y exactitud de sus deberes y trabajos, así era San Carlos Borromeo, que llegó a obispo y es ejemplo de caridad.

La vida y el trabajo son una bendición de Dios.

P. Jesús

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19 de Noviembre / San Crispín de Viterbo (1668-1750)

Por Julio Micó, o.f.m.cap.

A pesar de que me consideran un santo alegre, la impresión que me queda de mi infancia es la muerte de mi padre, Ubaldo. Menos mal que mi tío Francisco -su hermano- me quería mucho y me envió, primero, a la escuela de los Jesuitas para que aprendiera gramática y, después, me acogió como aprendiz en su taller de zapatero, donde estuve hasta los 25 años en que me fui a los frailes. 

Recuerdo que, de pequeño, me daba por ayudar misas y ayunar; y como era de natural delgaducho y enfermizo, mi tío solía decirle a mi madre: «Tú vales para criar pollos, pero no hijos. ¿No ves que el niño no crece porque no come?» Y en adelante él se encargaba de hacerme comer; pero al ver que seguía igual de pequeño y escuchimizado se dio por vencido y le dijo a mi madre: «Déjalo que haga lo que quiera, porque mejor será tener en casa un santo delgado que un pecador gordo». 

Capuchino como San Félix 

La gota que colmó el vaso para que me decidiera a hacerme Capuchino fue el ver a un grupo de novicios que había bajado a la iglesia con motivo de unas rogativas para pedir la lluvia; pero en realidad ya lo había pensado mucho y había leído y releído la Regla de San Francisco, por lo que mi opción era madura. Además no quería ser sacerdote, sino como San Félix de Cantalicio, hermano laico. 

Inmediatamente me fui a hablar con el Provincial, quien me admitió en la Orden, pensando que ya estaba todo superado, pero no fue así. Los primeros que se opusieron fueron mis familiares, empezando por mi madre. La pobre ya era mayor y con una hija soltera a su cargo; además, no comprendía que, habiendo hecho los estudios con los Jesuitas, no quisiera ser sacerdote sino laico. Sin embargo, la decisión estaba tomada. Procuré que las atendieran unas personas del pueblo y me marché al noviciado. 

Cual no sería mi sorpresa al comprobar que, a pesar de haberme admitido ya el Provincial, el maestro de novicios se negaba a recibirme. Ante mi insistencia me contestó: «Bueno, si al Provincial le compete el recibir a los novicios, a mí me toca probarlos». 

Y bien que me probó. Lo primero que hizo fue darme una azada y enviarme al huerto a cavar mañana y tarde. En vista de que resistía, me mandó como ayudante del limosnero para que cargara con la alforja, a ver si aguantaba las caminatas bajo el sol y la lluvia. Y las aguanté. Por último, no se le ocurrió otra cosa que nombrarme enfermero para que atendiera a un fraile tuberculoso. Parece que no lo hice del todo mal, pues tanto el enfermo como el maestro de novicios se ufanaban, cuando ya eran viejos, de haberme tenido como enfermero y como novicio. 

Una vez profesé me enviaron por distintos conventos, hasta que recalé en Orvieto. Allí estuve durante cuarenta años de limosnero; es decir, toda mi vida, pues sólo me llevaron a Roma para morir. 

Durante los cincuenta años que estuve con los frailes hice de todo menos de zapatero, que era mi profesión. Fui cocinero, enfermero, hortelano y limosnero; y es que yo no era una bestia para estar en la sombra, sino al fuego y al sol; es decir, que debía estar o en la cocina o en la huerta. Sin embargo la mayoría de mi vida se quemó buscando comida para los frailes y atendiendo las necesidades de la gente. 

Pidiendo pan y dando cariño 

Lo primero que hacía antes de salir del convento era cantar el Ave, maris stella; después, rosario en mano, me dirigía a la limosna, que, de ordinario, solía hacer pronto. Para ahorrar tiempo le pedía antes al cocinero qué necesitaba, y así me limitaba a pedir solamente lo necesario. 

Como había muchos pobres, procuraba dirigir las limosnas que sobraban a una casa del pueblo para que desde allí se redistribuyeran; así satisfacía la solidaridad de los pudientes y la necesidad de los pobres. 

Tan convencido estaba de que gran parte de la miseria proviene de la injusticia, que no me podía contener ante los abusos de los patronos para con los trabajadores. Cuando alguno tenía que venir al convento procuraba que lo trataran bien, porque al trabajo hay que ir de buena gana. 

Una vez que un defraudador me pidió que rogara por su salud, le contesté que cuando pagase lo que debía a sus acreedores y a su servidumbre, entonces pediría a la Virgen que lo curara. Y es que me gustaba visitar a los enfermos y encarcelados; no sólo para darles buenos consejos sino para remediarles, en la medida de mis posibilidades, sus necesidades. 

No sé por qué, la gente acudía a mí en busca de remedios y se iba con la sensación de que hacía milagros. Incluso me cortaban trozos del manto para hacerse reliquias; hasta que no pude más y les grité: «Pero ¿qué hacéis? Cuánto mejor sería que le cortaseis la cola a un perro.. . ¿Estáis locos? ¡Tanto alboroto por un asno que pasa!» 

Sin embargo no todo era pedir limosna y atender a la gente. Esto era la consecuencia. Mi opción había sido seguir a Jesús y eso conlleva mucho tiempo de estar con él y aprender sus actitudes. Mi devoción a la Virgen me ayudó mucho. Me gustaba exteriorizar mis sentimientos para con ella adornando sus altares. Cuando estuve trabajando de hortelano coloqué una imagen de María en una pequeña cabaña. Delante de ella esparcía restos de semillas y migajas de pan para que se acercasen los pájaros, se alimentasen y cantasen, ya que hubiera querido que todas las criaturas del universo se juntasen para alabar en todo momento a la madre de Dios. 

El reuma y la gota acabaron conmigo. Ya no podía casi andar y tuve que retirarme a la enfermería de Roma. Pero allí también la gente venía a buscarme. ¿Por qué la gente acudía a mí si no era ni santo ni profeta? 

En el mes de mayo la enfermedad fue a más. Para no estropear la fiesta de San Félix le aseguré al enfermero que no me moriría ni el 17 ni el 18. Y, efectivamente, el Señor me escuchó y me llevó en su compañía el 19 de mayo de 1750. 

[El Propagador de las Tres Avemarías 
(Revista Mariana de los Capuchinos, Valencia), n. 818, mayo-junio de 1999, pp. 7-9] 

FUENTE: Santoral Franciscano
http://www.franciscanos.org/santoral/menud.html

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Crispín de Viterbo (1668-1750)

Gran santo fue San Crispín de Viterbo, por la gracia de Dios, al que amó tanto, tantísimo, que cualquier cosa que le pedían hacer, la hacía para agradarle a Él, al Dios de Cielos y tierra. ¿Haces tú lo mismo? Se debe de obedecer al Altísimo, es decir, al que dictó la ley de Moisés, la que después fue explicada y practicada por Jesucristo Rey.

P. Jesús

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22 de Noviembre / Santa Cecilia, Virgen y Mártir

Según una antigua tradición, la santa pertenecía a una de las principales familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y que había consagrado a Dios su virginidad. Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano, pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel de la guarda. 

El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos, defendieron su fe y murieron mártires. En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, la que se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Cecilia, Virgen y Mártir

La fe de los santos y mártires puede y debe hacer pensar a todos en implicarse más y mejor a servir por amor a Dios, y servir es lo que hizo Santa Cecilia, virgen y mártir; Dios se sirvió de ella para hacer grandes discípulos en la fe verdadera, la Católica, Apostólica y Romana. Veneremos a esta gran santa que no tuvo miedo y en vez de ocultarse del hombre que sus padres habían decidido darle como esposo, lo convenció para ser fiel al Dios que ella entregó su virginidad y que debido a su gran pureza lo evangelizó de tal manera que sin ser su esposa él creyó en ella y a Dios se consagró también para hacer el bien.

Bendita Santa Cecilia, quien como tú sea virgen podría ser mártir llegado el caso, si llegara, de decidir morir antes que renunciar a la fe verdadera. Y hoy que tantos y tantas la dejan, ¿será que no son vírgenes? ¿Será que no tienen pureza ni intención de tenerla? Es.

P. Jesús

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23 de Noviembre / San Clemente I, Papa

San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.

El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: «el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra»).

Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: «Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo».

San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos.

Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuete de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla.

San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.

Oremos por nuestro actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices santos que ha tenido la Iglesia Católica, sepa guiar sabiamente a los que seguimos la santa religión de Cristo.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Clemente I, Papa

San Clemente I, Papa, nos enseña a ser fieles al Santo Padre, y hay que serlo, porque la unidad de la Iglesia reposa sobre él, y como San Clemente fue fiel a sus antecesores, así nos enseña que debemos serlo también nosotros. Hagámosle caso porque lo pide el que fue un Papa: San Clemente I, gracias al Cielo.

P. Jesús
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25 de Noviembre / Santa Catalina de Alejandría, Mártir

Natural de Alejandría fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo inspirada por un sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del emperador Majencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso. Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Majencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada. Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los estudiantes.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Catalina de Alejandría, Mártir

Santos y Santas hay como Santa Catalina de Alejandría, que fue mártir por su fe; que Dios se la concedió por el estudio y su inteligencia, y ella, en especial, fue causa e instrumento de Dios para convertir a sus contrarios. Las grandes obras que Dios hace con algunos santos, también a algunos de ellos y según el tiempo en que viven de la historia, deben dar su vida a cambio de su fe, y eso hizo Santa Catalina de Alejandría, mártir; sea por siempre recordada esta gran mujer, que la Santa Madre Iglesia declaró y es Santa.

P. Jesús
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8 de Diciembre / Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

El 8 de diciembre de 1854 el Sumo Pontífice, Pío Nono, después de recibir numerosas peticiones de todos los obispos y fieles de todo el mundo se reunió en la Basílica de San Pedro en Roma y proclamó la fiesta de la Inmaculada Concepción. Había más de 200 prelados, cardenales, arzobispos, obispos, embajadores y miles y miles de fieles católicos, en medio de la emoción general declaró solemnemente:

«Declaramos que la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe».

Desde Roma cantidad de palomas mensajeras salieron en todas las direcciones llevando la gran noticia, y en los 400,000 templos católicos del mundo se celebraron grandes fiestas en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

Honrar a María, venerar a María, es dogma de fe, porque Ella, la Virgen María, es la Inmaculada Concepción. Que salgan de nuestro corazón, como palomas mensajeras en todas direcciones, todas nuestras acciones y voz, y declaren nuestro amor a la siempre Virgen Madre de Dios y Madre nuestra. Ella nos bendice y habla de nosotros a su Hijo, Dios, a su Esposo, Dios Espíritu Santo, a su Padre, Dios. Ninguna criatura es más grande que Ella; alabémosla, amémosla; pidámosle que su Gracia nos colme de Gracias de Dios. Ella puede, porque es la amada de Dios; Ella, María, la Inmaculada Concepción.

P. Jesús
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22 de Diciembre / Santa Clotilde, Viuda

Esta santa reina tuvo el inmenso honor de conseguir la conversión al catolicismo del fundador de la nación francesa, el rey Clodoveo, ya que se unió en matrimonio con él. Tuvo tres hijos, pero uno de ellos murió a los pocos años de vida. La santa oraba y pedía perseverantemente por la conversión de su esposo, el rey Clodoveo, pues éste era pagano, y se negaba rotundamente a acceder a la conversión cristiana.

Cuando los alemanes atacaron a Clodoveo en la batalla de Tolbiac, el rey le pidió al «Dios de su esposa» que si le concedía la gracia de la victoria, él se convirtiría a la religión católica. Dios que no desoye ninguna súplica, le concedió el milagro al rey francés, y de manera inesperada, el ejército del Rey Clodoveo derrotó a los enemigos. De inmediato, el rey solicitó al obispo San Remigio que lo instruyera en la religión, y en la Navidad del año 496 fue bautizado solemnemente con todos los jefes de su gobierno. Gracias a su conversión, Francia profesa la religión católica.

En el año 511 murió Clodoveo. San Gregorio de Tours señala que la reina Clotilde era admirada a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones. La gente también afirmaba que la santa parecía más una religiosa que una reina. Después de la muerte de su esposo sí vivió como una verdadera religiosa; se retiró a Tours y allí consagró su vida a la oración y socorrer a pobres y enfermos. Cuando murió, sus dos hijos Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey Clodoveo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Clotilde, Viuda

Ni el dinero ni los títulos hacen daño a la fe, si quien tiene fe desea ser santo-a.

Aprended de los Santos de la historia, aprended buenas mujeres de Santa Clotilde, porque ella, por su fe, consiguió de Dios que la Nación de su esposo, el rey de Francia, fuera católica. Si su esposo hubiera escuchado las súplicas de ella, quizás no hubiera tenido que vivir tanta guerra y tantas personas muertas; porque si Dios escuchó su oración de conversión si era ayudado el rey, ¿no escucha Dios a los de fe que quieren la paz antes de que haya guerra? Cuánto sufre Dios por los que sufren tanto por no ceder los que mandan a amarlo y servirlo como Dios que es, como rey que es: Rey de Cielos y Tierra, ¡Jesús!

P. Jesús

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