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Cartas para ti - 6. página

164 Carta / A ti, que me has venido confuso, sobre el asunto de los pecados

Domingo, 19 de Julio de 2.015

A ti, que me has venido confuso, sobre el asunto de los pecados:

No, no, no, te digo que la doctrina católica no ha cambiado, debes de estar confundido, por lo que me dices.

¿Queréis saber qué me ha dicho esta persona sobre los pecados?… Te lo digo, me ha comentando que hace dos domingos, no pudo llegar media hora antes a la iglesia y no pudo confesarse, y por tal motivo no fue a comulgar, ya que había cometido un pecado mortal. (No penséis que los pecados mortales son sólo, robar, matar,  fornicar. Hay más. Si piensas eso, es que no te sabes los Diez mandamientos). El domingo pasado, se apresuró para llegar media hora antes a la iglesia, para poder confesarse, y el sacerdote le dijo que el otro domingo, hubiera tenido que ir a comulgar para no hacer escándalo, ya que los feligreses que le conocen, saben que esta persona es de comunión dominical.

Quiero hablaros de eso, yo soy sacerdote, y te digo que la doctrina católica, la verdadera, no permite, no quiere, que vayas a comulgar si estás en pecado mortal. No comprendo cómo este sacerdote pudo dar este consejo, si es que la persona lo entendió así como me lo dijo; de ser así realmente, no lo comprendo, porque miente.

Es más importante estar a bien con Dios, que con los demás. Es pecado mortal mentir, engañar, falsear, ¡ser un hipócrita!

Cuando uno va a comulgar en pecado mortal, aunque sea para no hacer escándalo, esta persona es reo del infierno, y va a ir al infierno si no se confiesa de haber comulgado en pecado mortal.

Yo soy sacerdote para tu alma, para ayudarte a salvarte, no soy sacerdote para hacerte quedar bien delante de los demás, y quedar muy mal delante de la Divina Trinidad.

Hazme caso a mí, si tienes un pecado mortal, vete a confesar; y si no puedes, no vayas NUNCA a comulgar; esto es un pecado contra el Espíritu Santo. ¿Se perdonan los pecados contra el Espíritu Santo? Dios perdona siempre que estás arrepentido, muy arrepentido, tan arrepentido que tienes la certeza, la seguridad, la decisión de no volver a cometer este pecado mortal. He dicho.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

165 Carta / A ti, que me dices “¿Y los sacerdotes, qué?”

Domingo, 26 de Julio de 2.015

A ti, que me dices “¿Y los sacerdotes, qué?” :

Leíste la carta del domingo día 19 de julio de 2015, la carta número 164, y me preguntas sobre los sacerdotes que comulgan cada vez que celebran la Santa Misa, y quieres saber si ellos tienen que comulgar sin pecado mortal, como los demás, y te digo que sí.

Me comentas que como celebran la Santa Misa cada día, y hay días, que varias veces, me dices: “¿Qué pasa si cometen un pecado mortal y no han podido confesarse?” No se puede comulgar en pecado mortal, eso trae muy malas consecuencias para el alma, para la persona; es así en todos los fieles, sean sacerdotes, laicos, religiosos, o en los que se llaman consagrados; y todos los demás, sacerdotes, laicos, religiosos, también, muchos se han consagrado, y son consagrados, y es bueno que se hayan consagrado.

El sacerdote tiene que vivir la santidad, desearla, quererla, buscarla desesperadamente, es decir, que sea su fin, su voluntad, el ser santo; y si peca, debe confesarse con otro sacerdote, y al igual que los religiosos y los laicos, NO puede comulgar en pecado mortal; si lo hace, tendrá que atenerse a las consecuencias de tal aberración y maldad.

¿Qué dice la Iglesia Católica, en el Catecismo, sobre este tema de recibir la Sagrada Comunión sin pecado mortal?:

1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros» (Jn 6,53) 

1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8,8): «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». En la Liturgia de san Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:

«A tomar parte en tu cena sacramental invítame hoy, Hijo de Dios: no revelaré a tus enemigos el misterio, no te daré el beso de Judas; antes como el ladrón te reconozco y te suplico: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!» (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi, Oración antes de la Comunión) 

Fuente:

http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a3_sp.html#V El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia

No os miento, hay que vivir en gracia de Dios, ¡siempre!, y confesarse cuando haga falta, para no vivir en pecado mortal. El pecado mortal es malo, muy malo, trae malas consecuencias, y no es necesario pasarlas, porque confesándose, Dios perdona siempre, ¡siempre!, seas sacerdote, religioso o laico.

Los sacramentos son el tesoro que tiene la Iglesia Católica, ¡la verdadera!, y están en ella para ser usados, para que los fieles los utilicen en su camino al Cielo, porque todos vais a morir, y viviréis en el Cielo, o en el Infierno; es de fe, es doctrina de la Iglesia Católica.

¿Qué dice la Iglesia Católica en el Catecismo, sobre este tema de ir al Cielo o al Infierno después de morir?:

1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.

1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
«A la tarde te examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).

1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo.(…)

1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama «el cielo». El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.

1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, «el fuego eterno» (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran» (Mt 7, 13-14):

«Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Para que así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos manden ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde «habrá llanto y rechinar de dientes»» (LG48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. (…)

Fuente: http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p123a12_sp.html

Sacerdote, amigo, confiésate siempre que tengas un pecado mortal, antes de celebrar la Santa Misa.

Los sacerdotes, como los apóstoles, a los que envió Jesús, Dios, delante de Él, deben de ir de dos en dos, así podrían confesarse uno al otro antes de celebrar la Santa Misa. Muchos comulgan en pecado mortal por no tener ayuda, por no tener asistencia para su santidad, para su salvación, y se acostumbran a los pecados mortales, como si fueran pecados veniales, y no lo son. Los sacerdotes también necesitan de los sacramentos; recordemos que Jesús, Dios, los enviaba de dos en dos. ¡Hay que velar por las almas de los sacerdotes, que velan por las almas de la Iglesia!, ¡ellos tampoco pueden perderse! ¡Hay que salvar a los sacerdotes!, y se salvan los sacerdotes, como todos los fieles, POR LOS SACRAMENTOS.

Sacerdotes, id de dos en dos. Ya sé que sois pocos, pero si no veláis por vuestra alma, perderéis el Cielo; esto es así, y lo sabéis, no me lo invento, la Iglesia manda que se comulgue sin tener pecado mortal, y no hace excepción de personas.

Obispos, velad por las almas de vuestros sacerdotes, ¡no los dejéis solos! El pecado mortal puede perdonarse y se perdona, con una buena confesión, y un sacerdote no puede confesarse a sí mismo, necesita de otro sacerdote, por esto Jesús, Dios, los enviaba de dos en dos; ¿por qué no seguir haciéndolo? Antes, también había muchos discípulos y pocos apóstoles, y Dios, Jesús, los enviaba de dos en dos.

Ojalá la Madre Iglesia, en el Vaticano, trate este asunto de la santidad de los sacerdotes, que como los demás, sin confesión, no pueden vivir en gracia de Dios; necesita la Iglesia de sacerdotes santos, y la santidad la da Dios a través de los sacramentos.

¡Qué tristeza!, ellos, los sacerdotes, ayudan a salvar almas, porque son los que dan los sacramentos al pueblo, pero muchos de ellos no pueden confesarse porque están solos; y si cada día celebran la Santa Misa, y en ella comulgan, que lo hacen, este es el ritual, y si están en pecado mortal, no podrían comulgar; pero está en el ritual, por eso deben ir los sacerdotes de dos en dos, para ayudarse mutuamente con los sacramentos.

Ahora, en el Vaticano, se habla de la familia, y tanto la familia como los sacerdotes, necesitan de los sacramentos. ¡Ayudad a los sacerdotes, ellos ayudan a las familias; y todo, con Dios, con los sacramentos! Sed buenos con los sacerdotes.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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166 Carta / A ti, que no sabes adónde van tus pensamientos y deseos

Domingo, 2 de Agosto de 2.015

A ti, que no sabes adónde van tus pensamientos y deseos:

Los pensamientos y deseos tuyos, van a parar a la memoria de Dios, y en ella, en su memoria, se fijan para siempre.

¿Tienes miedo?, ve a confesar, confiésate de estos pensamientos tuyos que te dan miedo y que están en la presencia de Dios.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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168 Carta / A ti, que te gustaría ver a la mayoría de la gente, que fuera del Pueblo de Dios

Domingo, 16 de Agosto de 2.015

A ti, que te gustaría ver a la mayoría de la gente, que fuera del Pueblo de Dios:

Piensas en que todos, en su corazón, guardasen las palabras de Jesús en el Evangelio; piensas en la bondad, en el bautismo cristiano, pero te olvidas de la tentación, y yo te la recuerdo, y te lo fastidio todo.

El deber del cristiano, del bautizado, es cumplir con la Ley de Dios, con la doctrina católica, esto es fácil de decir, pero vemos lo difícil que es ponerlo en práctica, lo complicado de compaginarlo, incluso en las personas de un asiduo trato, siendo católicas. Entonces, ¿es que nunca podremos tener una vida ideal de personas, que en su gran mayoría, vivan la fe? Lo que sí es seguro, es que tú puedes controlar tu vida, sabiendo que vas a ser tentado.

Cuando comprendas que los demás, todos, también son tentados, cuando lo aceptes, aceptes que muchos caen en la mala tentación, y que por lo cual pecan contra ti y contra tantos, entonces podrás empezar a amar a los demás. Si tú eres un idealista que sólo ama lo perfecto, pienso que ni a ti mismo podrás quererte.

Da la vuelta a tu cara y mira la cruz donde está colgado Jesús, Dios sí que supo amar. Eligió como apóstol a un traidor, no es que cuando lo eligiera fuera un traidor, que no lo era, pero luego lo fue. Este amigo, este socio, este empleado, que cuando conociste era bueno y fiel, ahora es un traidor. Eso le ocurrió a Jesús también. Los traidores tienen su protagonismo para hacer que nuestra vida dé giros, si no hay traidores, la vida es plácida y la ruta recta; los traidores hacen cambiar el rumbo con sus fechorías, por sus intereses. A veces, los traidores, más tarde, se arrepienten, otras veces no. Que lo sepas.

Jesús, Dios, también se encontró en medio de dos ladrones, uno se arrepintió, el otro no, porque una cosa es cierta en todos los seres humanos, ¡son libres!, y depende de la fuerza de voluntad, se cae más en tentación o menos, porque caer, caen todos, aunque sea en hablar mal de una persona, y esto es pecado, esto es caer en la tentación, no hablar mal por el mal que hace, que si una persona hace mal, es lógico que hablemos mal del mal que hace; hablo del mal que se cree que una persona hace, sin tener pruebas, sin tener ninguna información que pueda apoyar este mal, este pecado.

¿Dices que quieres un mundo con gente buena? Yo también, y podría haber un mundo con más gente buena; hay los sacramentos, la voluntad, pero, ¿quieren la mayoría de personas ser buenos, ser santos? Algunos, muchos, sí que lo quieren, tienen este deseo en su corazón, y a la vez, en el mismo corazón, tienen el anhelo de tener dinero y bienes materiales, y, muchas veces no concuerda el ser santo con la adquisición de bienes materiales y físicos. Por eso, los santos, los que Dios Padre ha elegido para ser santos, y ellos quieren, sufren, porque quieren y no pueden, porque tienen demasiadas necesidades materiales, y a veces son reales, las necesitan realmente, y la falta de fe, la prisa, les hace ir por caminos del mundanismo en vez de caminos de santidad, como es la oración constante y piadosa, confiada y alentadora, que hace que uno confíe más en Dios que en las ganancias del mundanismo. Espero que me hayáis entendido.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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169 Carta / A ti, que querías ser un buen samaritano

Domingo, 23 de Agosto de 2.015

A ti, que querías ser un buen samaritano:

Estabas optimista, feliz, empezaste a trabajar en esta empresa, llegaste a ella con entusiasmo, lleno de grandes expectativas para poder hacer el bien y ayudar a los demás. Te encontraste con caras que te miraban a la expectativa, y tú les diste una gran sonrisa, pero ellos te miraron dudando de ti. ¿Por qué la gente duda de la simpatía? Si te sirve de consuelo, te diré que si alguna gente duda de la simpatía, otras muchas no soportan las caras de soberbia, y esta cara pusiste tú después de algunos meses de tu entrada con cara alegre. Total, no has podido hacer gran cosa por y para los demás, es más, ellos te han cambiado, ¿ya no quieres ser un samaritano?

Y debes ser un samaritano, debes ayudar a todos en lo que buenamente puedas, te lo pidan o no, sonrías o no; todo lo tuyo, todo lo que hagas, debes de hacerlo por amor a Dios.

Un samaritano, si no ayuda a los demás por amor a Dios, si va de “Robin Hood”, te lo digo, esto acabará mal. No hay princesa ni reino. Ya me entiendes.

Si empiezas un nuevo trabajo, si vas a círculos nuevos de relación social, valora la situación, mira si alguien te necesita, alguien que esté apaleado como lo estaba el hombre al que el buen samaritano ayudó. A uno, ayuda con una palabra amable, a otro, con un ejemplo educativo, a otro, con dinero; ayuda y da buenos consejos, consejos morales, consejos cristianos, vamos, ¡que la gente viva en católico!, porque es la manera ideal de vivir. A veces serás tú que necesitarás de un samaritano, acepta la ayuda que te den y ruega a Dios que bendiga a esta persona con el don de la fe, porque no hay tesoro más preciado y precioso que el que una persona tenga fe; cuando esto ocurre, el alma salta de gozo y el corazón se ensancha para recibir y dar caridad.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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170 Carta / A ti, que las horas te parecen lentas

Domingo, 30 de Agosto de 2.015

A ti, que las horas te parecen lentas:

Eso suele suceder cuando la soledad aprieta y cuando el dolor y el sufrimiento te hacen daño aquí dentro, en el corazón; te parecerá mentira, pero hay gente que no es querida, que no tiene a nadie que le quiera, absolutamente a nadie; no te miento, hay gente que no es querida.

Aclaro las cosas, todos son queridos por Dios; hablo de gente que no es querida por otra gente.

Además, hay gente que es odiada, que no sólo no es querida, sino que algunos la odian. ¿Y no dicen algunos que el odio es una expresión del otro lado del amor? No. El odio no tiene nada que ver con el amor, y antes de odiar, se empieza despreciando al otro. Así que todo el que desprecia al otro, puede llegar a odiarlo.

¿Qué puede hacer esta persona que no es amada por nadie? Puede orar a Dios y pedirle que alguien la ame, puede hacer el bien sin mirar a quien; porque a veces, tantas, las personas que no se sienten amadas, no tienen buenos modales, no saben dar las gracias, ni pedir por favor, ni dar ellos amor. Piénsalo, y si a ti te ocurre, rectifica.

Cuando las horas pasan lentas, hay sufrimiento o soledad.

Cada corazón humano, esté éste envuelto en el cuerpo que sea, necesita afecto sincero y desinteresado de otro ser humano; si este es tu caso, mi recomendación es que busques a una persona cualquiera y empieces a darle los buenos días, y si puede ser, cada día reces a Dios para que aliente tu corazón con la esperanza; y se consigue viviendo y practicando la fe, obrando con caridad, con amor a Dios.

Amigo, este dolor no se va en una semana o dos, se necesita mucho más tiempo, y de almas buenas que te quieran.

La oración lo puede todo.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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172 Carta / A ti, que quieres llevar una vida cristiana

Domingo, 12 de Septiembre de 2.015

A ti, que quieres llevar una vida cristiana:

Amigo, amiga, mis oraciones apoyan tus deseos, y rezo para que tengas voluntad, ánimo, perseverancia, y te apartes del mundanismo. Si no lo haces, el mundanismo nunca dejará que seas del mundo. El mundo fue creado por Dios, Dios es su dueño, y los que somos del pueblo de Dios somos hijos del dueño del mundo; y hay que ser un buen hijo, para tener paz y tener buena vida en tu casa, en ti, protagonista de tu vida. El mundanismo, normalmente guiado por el capitalismo, pretende sacar dinero fácil y rápido de la gente, y para ello, enciende las pasiones, que las dispuso Dios para una vida feliz, pero, desordenadamente, nadie es feliz, pues la pasión sexual va vinculada a la vocación del santo matrimonio. Así lo dispuso Dios, y así lo vemos en la ley natural, en las bestias, que se unen sexualmente para procrear. El ser humano, que no es ningún animal, no procede de ningún animal, sino de las mismas manos de Dios, usa de la parte sexual de su persona para continuar la vida humana en el mundo. Pero el ser humano ha sido creado, no sólo del pensamiento y la voluntad de Dios, sino que sus propias manos moldearon su cuerpo. El ser humano es de la más alta categoría terrenal; el ser humano está en este mundo puesto en él por Dios, no sólo por voluntad, voz y deseo, sino que Dios cooperó con la fabricación de su cuerpo, porque sabía que su cuerpo es sagrado; otro día se alimentarían los cristianos católicos de Dios, de su Cuerpo y Espíritu, por el sacramento de la Santa Eucaristía. Cada persona puede, si quiere, si vive en gracia de Dios, con una vida cristiana como tú deseas llevar, estar unido con el Creador, con Dios, tu Padre, 24 horas al día, llevando una vida santa, digna del ser humano que eres.

Leemos en la Sagrada Biblia, que Dios hizo el cielo y la tierra, las plantas y los animales, y leemos que del barro de la tierra, formó a Adán y luego a Eva. El hombre es la tierra, el mundanismo es el infierno. Sé persona del mundo, no mundano.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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