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Bien

139 Carta / A ti, que has dado BIEN por mal:

Domingo, 25 de Enero de 2.015

A ti, que has dado BIEN por mal:

Hay quien sólo es astuto para hacer mal, pero la bondad también se la puede programar, es decir, que si has decidido hacer un bien a quien te ha dado un mal, puedes pensar en el mejor bien que le irá bien. Por lo pronto, el mejor bien es que reces por él, que le perdones de corazón y que comprendas que quizás se portó mal porque alguien se portó mal con él, porque si os contara, os diría que mucho mal que se hace, es por continuar la cadena del mal. Sólo los espíritus fuertes, los que aman a Dios verdaderamente, esos, esos son los únicos que pueden parar la ruta del mal; y el mal empezó hace miles de años, cuando el demonio, en forma de serpiente, engañó a Eva, la primera mujer y madre de toda generación de la persona.

Tú has sido bueno-a, y me alegro, sí; además, me da esperanza, y más de cuatro que han visto tu buen proceder, han decidido mantenerse firmes en la fe, porque, oh amigos míos, se pierde tanto la fe cuando se va haciendo mal y más mal. Hay quien le puede parecer que ya no existe buena gente, con buenos sentimientos, y sí, hay, pero normalmente, la gente buena no tiene buena apariencia física, más bien son gente humilde, que quiere pasar y pasa desapercibida, imitan a Cristo en callar y perdonar, y hay, sí, hay, normalmente, abunda más en los ancianos, que algunos ya se cansaron de obrar mal y de ver las consecuencias del mismo mal que hicieron; la vida les da la experiencia de que se para al mal por no hacerlo, por abstenerse de él, y al contrarío, hacen el bien. Esa mirada baja, para no molestar a los soberbios, ¡que también hay!, ese callar, para no oír comentarios sobre lo que podrían decir, ese no criticar nada y a nadie, ese no quejarse y decir con palabras y obras que todo está bien. También te diré que hay ancianos que no son tan buenos, que incluso hay de malos, así que tampoco quiero que vayas pensando que toda la gente mayor son un encanto, ¡que no!, pero sí te diré que a muchos, su falta de fe les hace comportarse mal, porque necesitan que alguien, un buen sacerdote, les diga que deben perdonar y confesarse. ¿Cuántos ancianos acuden a confesarse?; los que lo hacen, les va tan bien en la vida, están tan contentos de vivir en Gracia de Dios, que son tan buenos, algunos, tan santos. Los conozco, son estos que hacen el bien siempre, y tienen una alegría. También conozco algunos niños de primera comunión que son tan buenos, ¡les gusta tanto ser buenos!, disfrutan tanto de su bondad, de ayudar en casa, de no quejarse por nada y de ver lo bueno en lo que hay. En estos tiempos de crisis económica mundial, hay muchos niños que han adoptado la bondad en sustitución de la presunción, que tanta había en tiempos de abundancia económica.

Ah, te ha gustado leer esto; a mí me ha gustado poder escribírtelo, para que veas que no eres el único en hacer el bien ante el mal que recibes. Y tú eres adulto, quiere decir esto, que la bondad NO TIENE EDAD, todos la pueden practicar, y les da felicidad.

Una manera rápida de ser feliz: ¡Haz el bien siempre! Amén.

Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

169 Carta / A ti, que querías ser un buen samaritano

Domingo, 23 de Agosto de 2.015

A ti, que querías ser un buen samaritano:

Estabas optimista, feliz, empezaste a trabajar en esta empresa, llegaste a ella con entusiasmo, lleno de grandes expectativas para poder hacer el bien y ayudar a los demás. Te encontraste con caras que te miraban a la expectativa, y tú les diste una gran sonrisa, pero ellos te miraron dudando de ti. ¿Por qué la gente duda de la simpatía? Si te sirve de consuelo, te diré que si alguna gente duda de la simpatía, otras muchas no soportan las caras de soberbia, y esta cara pusiste tú después de algunos meses de tu entrada con cara alegre. Total, no has podido hacer gran cosa por y para los demás, es más, ellos te han cambiado, ¿ya no quieres ser un samaritano?

Y debes ser un samaritano, debes ayudar a todos en lo que buenamente puedas, te lo pidan o no, sonrías o no; todo lo tuyo, todo lo que hagas, debes de hacerlo por amor a Dios.

Un samaritano, si no ayuda a los demás por amor a Dios, si va de “Robin Hood”, te lo digo, esto acabará mal. No hay princesa ni reino. Ya me entiendes.

Si empiezas un nuevo trabajo, si vas a círculos nuevos de relación social, valora la situación, mira si alguien te necesita, alguien que esté apaleado como lo estaba el hombre al que el buen samaritano ayudó. A uno, ayuda con una palabra amable, a otro, con un ejemplo educativo, a otro, con dinero; ayuda y da buenos consejos, consejos morales, consejos cristianos, vamos, ¡que la gente viva en católico!, porque es la manera ideal de vivir. A veces serás tú que necesitarás de un samaritano, acepta la ayuda que te den y ruega a Dios que bendiga a esta persona con el don de la fe, porque no hay tesoro más preciado y precioso que el que una persona tenga fe; cuando esto ocurre, el alma salta de gozo y el corazón se ensancha para recibir y dar caridad.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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