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Ayuda personal espiritual

1 Carta / A ti que sufres

Domingo, 2 de mayo de 2.010

A ti que sufres:

Hijo de Dios, a ti que sufres, hoy que es domingo, voy a cumplir contigo mi deber, impuesto por la Santa Madre Iglesia, de dedicar el domingo a Dios, al descanso del trabajo ordinario y a la voluntad de Dios Padre de aliviar al necesitado, a ti.

Hermano mío, hijo del mismo Padre, Dios, y la misma Madre, María, ¡un abrazo! Un abrazo fuerte y cálido, que traspase tu cuerpo enfermo y se pose en tu corazón, que tiene que estar, que debe de estar lleno de Dios. No dejes, hermano mío, hermana mía, que el dolor supla a Dios. No hagas de tu dolor, de tu sufrimiento, el dios que rija tu vida. Tu vida debe ser regida por Dios y no por nada que te pase, aunque sea el dolor, este sufrimiento, la enfermedad. Hermano, hermana, amado por la más bella mujer del mundo: María Virgen; ven conmigo, juntas nuestras manos, y vayamos a María, siempre María, la maravillosa María, y pidámosle perdón por los que no la respetan ni la aman, y pidámosle que, de nuestra parte, pida perdón a Dios, por los enfermos del alma, que ni respetan a Dios ni le aman y, lo más doloroso de todo, que no aceptan su Amor, Amor de todo un Dios que cuida de sus hijos. Mientras tú sufres, Dios te cuida, te mima de continuo, te trata como a un buen hijo, una buena hija; y quiere, Dios Padre, quiere que con tu dolor, y por tu dolor, te unas más a Él, que sufrió tanto al darnos a su único Hijo, Dios mismo, para que matándolo, el mundo se salve sólo con creer en Él, en Jesús de Nazaret, y nombrarlo con total fe.

Vamos, tú y yo, hermano, hermana mía, vamos a confiar el uno en el otro y, teniendo nuestra confianza viva, podremos confiar más y mejor en Dios.

Te voy a pedir un favor antes de despedirme por hoy, te voy a pedir, que confíes en Dios a pesar de lo mal que te lo estás pasando, a pesar de todo tu gran sufrimiento; te ruego encarecidamente que des un voto de confianza a Dios, y creas en su Palabra: “Bienaventurados los que sufren porque ellos verán a Dios”.

Quiero también pedirte algo más, quiero, que a pesar de tu sufrimiento, hagas un propósito, por amor a Dios, por Caridad: y es que durante esta semana hagas cinco actos buenos que por ti mismo, por tu natural, no los harías; quiero, pero quiero que los hagas por Dios, por Caridad. Medita que cosas o palabras son estas que puedes ofrecer a Dios esta semana, junto a tu dolor; cuanto más heroicas sean, más santo te hará Dios, y podrás vivir toda una Eternidad feliz en el Cielo. De eso va la vida, de sufrir, de hacer actos voluntarios de Caridad.

Un abrazo, una sonrisa y una palabra de aliento: ¡Jesús vive! ¡Viva Jesucristo!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

14 Carta / A ti, que estás arrepentido

Domingo, 12 de septiembre de 2.010

A ti, que estás arrepentido:

Ay, hijo mío, hija mía, qué duro es saber de tu mal proceder y no poder cambiar lo que has hecho, lo que has dicho. ¡Ven a mis brazos, hijo-a!, lloremos, y arrepiéntete de tus pecados, de tu daño efectuado.

Ahora, pasado el tiempo, no comprendes bien cómo pudiste llegar a hacer, a decir, lo que hiciste y dijiste. Tendrás que aceptar las consecuencias de tus actos y palabras, pero yo, sacerdote de Dios, estaré contigo, a tu lado, para consolarte, animarte y recordarte que Dios te Ama; sí, ¡te Ama!, por eso murió por ti y se quedó ¡por ti!, en los sacramentos, para que puedas volver a empezar en tu camino a la santidad.  ¿Qué dices, hijo-hija?; ¿Que te es imposible ser santo-a? No te es imposible, ¡claro que no!; puedes serlo, aún puedes y debes serlo, por eso yo me hice sacerdote, para administrarte los sacramentos que te harán santo-a; por esto estoy a tu lado llorando por tus pecados, por tus faltas, por tus errores, porque los siento míos; eres mi oveja y te perdí; ¿a cuántos sacerdotes se les pierden sus ovejas y no van a buscarlas, porque dicen que son libres?, y pobrecitas, extraviadas, no recuerdan, no encuentran el camino a Casa. El sacerdote debe visitar a sus hijos e hijas, debe ir a visitarles y decirles: “Mira, yo soy sacerdote y estoy en la Iglesia; puedes venir siempre que quieras, yo estoy a tu servicio, allí me vas a encontrar; cuando quieras venir, podemos hablar, puedo contestarte a las preguntas que te hagas sobre la Iglesia, puedo escucharte y ayudarte. Si algún día quieres verme, ven a la Iglesia, allí vas a encontrarme siempre para ti, y si sabes de otro-a que me necesite, que tan sólo quiera hablarme, venid los dos, o le dices que venga; podemos hablar de lo que deseéis, me hice sacerdote para atenderos, para consolaros o aliviaros”.  Y si quiere, puede hacer una carta a cada uno de sus feligreses, niños, jóvenes, adultos y ancianos, y se lo comunica por escrito, y puede hacer como yo, acostumbrarse a escribirles una carta. En los ayuntamientos le darán el censo, sabrá los nombres de sus feligreses, podrá rezar por ellos, sabiendo su nombre, sus datos, y puede hacer actividades, e informar según la edad de los habitantes del lugar donde Dios le ha destinado para cuidar de esas personas, para ayudar a Dios a salvar las almas de todos ellos. Cada uno de ellos es de su responsabilidad espiritual, ¡es suyo-a! para acercarlo a Dios. Si muchos sacerdotes sintieran más amor por sus feligreses, abrirían la Iglesia cada día, y estarían dentro de ella, esperándoles, para consolarles, para animarles a arrepentirse de sus actos y palabras contrarios a la Ley de Dios, y esa Parroquia, del pueblo, de la ciudad, del barrio, crecería, se sentiría amada por la Iglesia, por Dios, por el sacerdote; y las almas, confortadas del dolor de sus errores, podrían cobijar la alegría del Amor. Y un sacerdote puede consolar a todos, sean católicos, ateos, protestantes, sean quienes sean que acudan a su llamado del servicio que desea, que quiere ofrecerles desinteresadamente, respetando sus creencias, y dándoles ejemplo bueno de donde está la Verdad, en la Eucaristía; y Dios le ayudaría, como ayudó a tantos santos sacerdotes que, amando a las personas por amar a Dios, hicieron cambios en su conducta y abrieron los brazos a los arrepentidos, a los que necesitan la caridad de un sacerdote que ama a Cristo, y con Cristo, se hace Cristo para todos; porque por esto un sacerdote se hace sacerdote, para ser otro Cristo en la tierra, como lo es el Papa, como tienen que serlo todos los bautizados, incluso tú que has pecado y estás arrepentido. Ve a la iglesia, confiésate y ayuda al sacerdote en lo que haga falta, y empezad una iglesia doméstica en cada casa, en cada alma que vive cerca de ti, y que no sabe lo que hace. Ayudad a las almas, ayudadlas vosotros los que habéis pecado y estáis arrepentidos, vosotros laicos y sacerdotes, vosotros religiosos y todos, consagrados a Dios Uno y Trino, sed buenos unos con otros, porque todos en un momento u otro, os habéis sentido solos, perdidos, necesitados de consuelo, de alguien bueno que os de ánimos. Lo sé, sé que necesitas ayuda para aumentar tu fe. Ven, te espero en la Iglesia, hoy a las tres de la tarde, o a las nueve de la noche, o mañana a las siete de la mañana. Preguntas si duermo, si descanso; un sacerdote, hijo mío, hija mía, es como un padre de familia numerosa; él vive para la familia y la atiende a cualquiera hora, y puede hacerlo, tiene el sacramento del santo matrimonio que ayuda a llevar a cabo la vocación de padre, como los sacerdotes que reciben por el sacramento del sacerdocio y, al igual que los esposos y padres, si viven en Gracia de Dios, Dios viviendo con ellos, hace maravillas con su vocación y voluntad, ¡maravillas!

La semana que viene, os escribiré a vosotros, a los hijos, para animaros a reconciliar a vuestros padres que están enfadados, y que tú sufres tanto por verlos así. El domingo que viene hablaré para ti, para los que formáis parte de una iglesia doméstica.

Hoy me despido ya de ti, tú que estás arrepentido y que sufres tanto por el pecado cometido; déjame decirte que voy a rezar por ti, que me acordaré de ti mientras viva, y que con Dios vas a ganarte el Cielo, ¡ya lo creo!; si quieres, Dios hará, hace; mira, has venido a mis brazos, porque Dios te ha hablado de un sacerdote que está en la Iglesia y te está esperando siempre. ¡Ven!, arrepiéntete, porque puede volver a salir el sol para ti, y vendrá la primavera, y esas lágrimas de arrepentimiento harán nacer flores preciosas que pondrán alegría en tu corazón y sonrisas en tu rostro y en todo aquel que las vea. Gracias por ser tan bueno, tan buena, y darte cuenta de que obraste mal; eres una persona especial, porque Dios te ha tocado el corazón para que, arrepentido-a, puedas ayudar a otros a hacerlo también. Gracias, muchas gracias por arrepentirte. El mundo es mejor desde que tú has aceptado tu cruz, el dolor de tus pecados, la vergüenza de no saberte perfecto, pero, ¡vas a serlo!,  confía en mí, que por eso me hice sacerdote, para ayudarte en tus buenos, ¡santos!, propósitos de dejar que Dios te salve.

¡Ánimo!, si quieres llorar más, lloremos los dos, yo te acompaño en tu dolor,  porque es muy triste haber pecado. Pero, ¡aquí estoy yo para ayudarte a ser mejor!; ¿cómo?, dándote los sacramentos, porque en ellos está Dios mismo, y sólo Dios puede perdonar y hacerte santo. ¡Siempre ha sido así!, por esto Cristo murió por ti. Acéptalo y recemos a la Virgen del Perdón (www.virgendelperdon.com ), Ella, ¡preciosa mía, nuestra!, Ella te comprende y te acepta siempre así, arrepentido, porque Ella es la Virgen del Perdón, que pide a Dios por ti.

¡Alegría! Te has confesado, ¡estás perdonado! Verás cómo en primavera nacerán las flores de tus lágrimas de arrepentimiento. ¡Qué bonitas!,  ¡que lindas son!, salidas del dolor de tu corazón.

Hoy me cuesta despedirme, tantas semanas sin escribirte; me pasé días y noches rezando por ti, para que llegaras a arrepentirte, ahora ya puedo volver a escribir, ya te has arrepentido, confesado, comulgado, y eres feliz con lo mucho que te ama Dios. Amén.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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18 Carta / A ti, hijo, hija, ¿ya descansas bien?

Domingo, 10 de octubre de 2.010

A ti, hijo, hija, ¿ya descansas bien?:

Te siento cansado; noto que no estás en plenas facultades; ¿no será que tú necesitas dormir algo más? Cada quien, depende de la edad, de su organismo y sus vivencias y circunstancias, necesita más o menos descanso. El poder disfrutar de los goces lícitos y buenos de la vida, depende de que tú te encuentres bien, y estás bien cuando te cuidas físicamente y espiritualmente, depende de ti que vivas feliz; tienes que descansar lo que necesites; si pasas por tiempos de estrés, necesitarás descansar más; si tienes enemigos que te dañan, necesitarás más descanso; si tienes pecados y no los has ido a confesar, aunque descanses estarás cansado, porque la mala conciencia hace que no tengas tantas ganas de vivir; y si estás enfermo o tienes problemas de dinero, o con los hijos o familiares, necesitarás descansar más, y a la vez deberás solucionar tus problemas con la ayuda de Dios que siempre está esperando que le pidas, ¡pide!

Descansa viviendo una vida de fe, viviendo una vida en Gracia de Dios, siendo tus obras de Caridad, sirviendo a los demás, y dejándote servir, perdonando y pidiendo perdón, aceptando y mortificándote por la libertad de los demás, por su manera de ser.

Una manera de descansar es estar en oración a Dios; descansas y a la vez te llenas de la Palabra. Reza y dile a Dios todo lo que te preocupa, y Dios hará de Dios, haciendo tú de lo que eres: hijo de Dios.

Irte a confesar te dará el Amor de Dios Espíritu Santo, en la absolución de tus pecados, y te llenará de paz, la paz de dejar el peso que te cansaba tanto, de tus malas acciones o pensamientos o palabras.

Descansa, duerme, come sano y no en exceso, bebe agua, vive en Gracia de Dios, reza y canta de vez en cuando; todo esto te ayudará a sentirte mejor.

Quiero que te cuides bien, quiero que puedas dar lo mejor de ti mismo, quiero que descanses y goces de la vida, aun en medio de las adversidades, llevando tu cruz con la alegría de la fe.

Cuídate hijo, hija, porque Dios te necesita para propagar la fe, para que estés preparado para cumplir tu misión en la vida: dejar que Dios te haga santo y, con tu ejemplo, ayudar a Dios que haga santos a otros. La vida va de santidad; ¡ya descansarás totalmente en el Cielo Eterno!; ahora vive, cuídate y esfuérzate en descansar más para rendir mayor Gloria a Dios.

Ay hijo, hija, ¡Dios te quiere tanto! ¡Dios te quiere santo, santa! Amén.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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19 Carta / A ti, hijo, hija, te hablaré del ahorro

Domingo, 17 de octubre de 2.010

A ti, hijo, hija, te hablaré del ahorro:

El ahorro, como medio de cuidar las cosas que posees, es un valor que te ayudará a ser mejor persona y a valorar lo que tienes, quién eres, lo que son los demás. Hay necesidades que no son necesarias, hay algunas que vienen impuestas por la sociedad de consumo y sobre todo por el “qué dirán”. Muchas cosas se usan y se cambian por otras, aún siendo útiles, pero ese afán de tener lo último es un peligro para no valorar lo que se tiene, y, a veces, se pasa de la utilidad de las cosas, a las personas. Se empieza con las cosas, y se continúa con las personas.

La base de nuestra fe cristiana católica es buscar la Verdad, saber la verdad, ser realistas; y la base de todo ahorro es igual, ser realistas; saber realmente cómo somos, quiénes somos, qué es lo que tenemos y qué es lo que necesitamos.

Te sugiero que hagas una lista de lo que tienes, otra de lo que necesitas y otra de lo que quieres, y basándote en el conocimiento, con la primera lista des gracias a Dios, con la segunda pidas a Dios y con la tercera aprendas a sacrificarte por el bien de tu economía, de tu paz y salud integral.

Ahorrar tiempo, para ello debes tener una agenda y tener en cuenta todas las cosas que debes de hacer, y posiblemente podrás sincronizar algunas cosas y actividades que puedes hacer el mismo día, siendo en la misma zona y lugar donde deberás llevarlas a cabo. Y como en esto, debes de meditar sobre todas tus cosas buscando lo más positivo para ti, para tu familia, y que será un ahorro de tiempo, y podrás vivir una calidad de vida mejor, porque la dispersión agobia, y te hace sentir como una marioneta de tus propias necesidades.

Haz las cosas meditando antes las consecuencias y ahorrarás en errores, en fallos, en pecados; que por el hecho de haber pensado en las consecuencias de tus posibles actos, tendrás una mejor calidad de vida porque vivirás en positivo, en Gracia de Dios.

Para ahorrarte disgustos debes de ser discreto-a, debes de saber bien lo que dices y a quién. Es mejor escuchar e interesarte por los demás, que ir de protagonista a todas horas. El interesarte por los demás te hace menos orgulloso y egoísta, y te ayuda a que tus cosas te salgan mejor, porque aprendes de otros y, callando tus proyectos, hablas de hechos. Los proyectos son para presentarlos en oración a Dios y a las personas que directamente pueden ayudarte en ellos, ya sea dándote información y conocimientos necesarios, como si forman parte de tu sociedad laboral o matrimonio y familia. Tú reza, infórmate, fórmate, pide ayuda directa y haz bien tu labor según tus buenas y lícitas aspiraciones. Los disgustos serán menos y te ahorrarás sufrimientos.

Te deseo una vida feliz en el ahorro, disfrutando de lo que Dios te ha dado y te irá dando. Confía en el Todopoderoso. Dios te Ama y quiere que vivas sufriendo lo mínimo; por lo menos, que no sufras por tus errores; cuantos menos hagas mejor. En esto estamos de acuerdo todos. La Virgen María lo hizo bien, se unió a Dios en su “sí” de humildad y servicio a la Divina Trinidad, por eso se ahorró muchos disgustos, y aunque sufrió mucho, su conciencia la tenía limpia, por haber seguido y cumplido la Voluntad de Dios. Haz como Ella, y ahorra en disgustos y en lujos, que siendo la Reina de Cielos y Tierra, su Hijo, Dios, nació en la pobreza de una cueva. Ten en mira la vida de la Virgen María, de San José, de Jesús, Dios y hombre verdadero, y verás que tu vida estará llena de lujos espirituales que te llenarán de gozo y paz, preparándote para la Herencia de los Hijos de Dios, ésta que está en el siempre de la Eternidad Celestial; total, en esta vida nadie vive más de 120 años. Ahorra y luego disfrutarás de los intereses. Que tu banco sea la Caridad.

Gracias por leerme, mí querido hijo e hijo de Dios: ¡hermano mío!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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22 Carta / A ti, hijo, hija, tu “antivirus”

Domingo, 7 de noviembre de 2.010

A ti, hijo, hija, tu “antivirus”:

A ti, hijo, hija, tu “antivirus” contra el Maligno es Cristo. Y la oración es el “programa” que necesitas para hacer funcionar bien tu ordenador, tu computadora. Tu viaje por Internet puede ser favorable o desfavorable, depende del “antivirus” que uses, porque los “virus”, esta contaminación del Maligno, acecha siempre. ¡El mal jamás duerme! Por eso hay que estar en vela rezando, y por otro lado, hay que darle a las teclas con la precisión de tener una buena conciencia y no querer hacer mal a nadie. Porque, mucho ojo con las palabras, sobre todo las ociosas, ellas te van a marcar como una persona de paz, o de las que, recibir sus palabras, les ponen de mal humor.

Dios quiere que te salves, por esto me hice sacerdote, para ayudar a Dios Padre a esta gran misión que es llevar a las almas a la Eternidad Celestial. Todas estáis destinadas a ir al Paraíso perdido, a este lugar de dicha interminable, donde los años no pasan, porque cuando uno es feliz, el tiempo se para, el tiempo es del Amor.

Cuando uno ama, parece que todo él, ella, tiene alas, todo es alegría y dicha, todo es goce y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, y también de las grandes. Por eso, vivir en el Cielo, oh amigos míos tan estimados todos, tan buenos, todos los que vamos a ir al Cielo. Y la bondad se gana a golpes de renuncia, de renunciar a la maldad que nos sigue, que nos persigue, pero Cristo gana siempre a los que con Él se unen, y con fe hacen la voluntad del Padre.

No temas por tus pecados, por eso vino Dios al mundo, porque ninguno, que no fuera Él mismo, podía salvar a la generación del hombre que tanto Dios Ama.

No me vengas con quejas, con pesimismos, con monsergas: tú para santo, tú para santa, y si estás enfermo y sufres, ¡más santo puedes ser!, porque el dolor te une a Cristo, que por ti murió en la Cruz. Acepta que te salve Dios. Acepta que por ti sólo-a no puedes hacer nada más que sufrir con la paz de creer que es por la fe en Dios, en Cristo, que te viene la salvación.

No, no me hables de tus pecados ya confesados, no necesito saberlos. Pon punto final a esa triste historia. Dios no los tendrá en cuenta a la hora de juzgarte si te los confesaste, pues, para qué fastidiarte la vida teniéndolos siempre presente. Esto es lo que Satanás quiere, que en vez de pensar en las maravillas que te esperan en el Cielo eterno, estés pendiente de este pasado tuyo que no deja de atormentarte y que te lleva a pecar de nuevo. ¡Tú eres un hombre nuevo!, así que ¡déjalo ya!, ¡olvídalo!, confesado está, y como secreto de confesión se ha quedado. Tú, es hora de que empieces a preguntarte cuál es tu misión en la vida, la tuya, y no la de Dios, que la de Jesús, fue salvarte, redimirte, enseñarte. Tú propaga el Evangelio y lleva contigo a Cristo, el “antivirus”, más poderoso que jamás has visto, y es gratis. Sí, ¡gratis! No es de “rebajas”, no, es de “primera mano” y directo de Dios Padre, al que Cristo obedeció, llegando a llorar lágrimas de sangre. Tú no vas a tener que hacer esto, porque si confías en Él y cumples sus Mandamientos de la Ley, su Ley, entonces tienes las de ganar, porque tu fe asustará al mismo Satanás, que no podrá nada contra ti. Pero, apártate de la ocasión de pecar y sé optimista: Dios gana siempre, porque Él es la Verdad. Hazle caso a Dios y ámalo con todo tu corazón, y verás la alegría que tienes, esa que vas a contagiar incluso a los moribundos, a los que temen morir, y tú con tu fe en alto, les dirás que crean de una vez por todas, que el Hijo de María es Dios, y que se olviden de sus pecados confesados, porque por algo Dios murió por ellos, para darles la alegría de morir. Si he dicho de morir, porque por la muerte estás a un paso de ir a los dominios de Dios, allí donde Satanás no puede hacerte más nada, y todas tus penas se acabarán. Claro que duele irse, y que otros se queden y otros se vayan, pero naciste también a tu hora, no naciste el mismo día que tus padres, que tu esposa-o o hijos, sino que viniste al mundo en tu momento y te vas a ir del mundo en tu momento, ¡no rechistes!, Dios decide lo mejor y debes de aceptarlo, porque tú no eres Dios. Aparte de dejar  a los que amas, y que pronto van a venir contigo, por lo demás todo son ventajas si tienes fe, sí, aunque seas el más pecador de todo el mundo conocido y por conocer, si tú tienes fe y te has confesado de tus pecados, ¡por Dios!, prepara bien tu maleta, para llevarla a la Vida Eterna, cargado-a de buenas obras, hechas por Dios y no porque tienes bondad en tu corazón por imitar a Cristo, tú debes de obrar siempre para alegrar a Dios Uno y Trino.

¿Ya tienes tu “antivirus”: el bautismo? La próxima semana te hablaré del bautismo de deseo.

Cuídate, ten fe, y visita a los enfermos y a los moribundos; háblales de la alegría que les espera en el Cielo, y que todos van a seguir sus pasos; diles que desde allí, velen por ti, para que tengas un lugar en la Eternidad Celestial; y amaos hijos de Dios, todos los bautizados. ¡Somos católicos!, por la Gracia de Dios.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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23 Carta / A ti hijo, hija, que no eres católico aún…

Domingo, 14 de noviembre de 2.010

A ti hijo, hija, que no eres católico aún…

Y que quizás mueras sin serlo, porque has nacido en una familia que no te ha enseñado la Verdad de la vida, que es dejarte Amar por Dios, que te busca, sobre todo en el dolor. Que como al inválido que no llegaba a la piscina cuando el agua se removía y curaba, y que Dios, Cristo, lo curó sin tener necesidad de ir. Ocurre lo mismo también en los que, sabe Dios que, pudiendo, irían a Él, pero que por carencias que la misma vida le marcó en sus circunstancias, no conocen al Verdadero Dios, pero que en su fuero interno desean conocerlo, y esto sólo lo sabe Dios. A veces, más de las que quisiera Dios o el Papa, muchos católicos bautizados viven como si no lo fueran, o porque han tenido una mala experiencia con otros malos católicos, a veces peores que él, o porque sólo los bautizaron como cumplimiento de un rito y no por darles el verdadero bautismo, y aunque el bautismo que recibieron es verdadero, no han usado de los dones y las gracias del sacramento, y entonces nos vemos con gente católica que no puede llegar a la piscina, y que nadie les ayuda, o son ellos mismos que la rechazan porque Satanás tienta un día sí y el otro también. ¡Ese no sabe lo que son las vacaciones, ni hace jamás huelga!, no como otros que, enseguida que les hablan de dejar de asistir a la Santa Misa, ponen cara de despistados o de que tienen mucho trabajo, y es que, pobrecitos, han perdido la gracia de Dios y son como animalitos asustados que se apuntan al primer charlatán que pasa y que, a cambio de dinero, normalmente el diezmo, les aplana la conciencia y les da licencias a los pecados que siempre Dios ha calificado de ganadores del Infierno Eterno, si se practican, y no se arrepienten de ellos y los confiesan ante un sacerdote católico. Me he encontrado, como sacerdote, con muchas almas a las que los católicos las clasifican de “imposibles”, y no les evangelizan, les dejan cometer pecados y aplauden sus llagas, como si fuera humano alegrarse del mal ajeno, pero no es por timidez, sino por soberbia, que se calla más de una vez, o peor aún, es porque ellos mismos cometen pecados peores que los que esos infelices están cometiendo. No olvidemos los pecados de omisión, o los de pensamiento.

A vosotros hijos de Dios, os diré que el bautismo de deseo, es que en vuestro fuero interno, allí donde nadie ha visitado jamás tu lugar, por estar entre laberintos de ideas confusas y dudas, de malos ejemplos dados y recibidos, de ignorancia y mediocridad, de lujuria y ansias de poder, que sólo Dios conoce, y que conociéndote bien, sabe que si en vez de a, hubieras recibido b, tú creerías en Cristo; porque te digo y te lo digo claramente, todo aquel que tiene ocasión de conocer a Cristo, de saber de Él, seguro que acepta que es Dios, el Mesías Redentor y Salvador del mundo, sólo que hay mucho jaleo en los corazones de muchas personas que van persiguiendo sus intereses, que son los de la mayoría, los que impone la sociedad. Pero Dios sabe, y por saber, ayuda siempre a salvarse a aquel que no ha podido llegar a la piscina por ser un inválido. Dios lo sabe todo, así que tú, que me lees y eres un buen católico, no te s me pongas triste pensando en esta persona que ha muerto o que va a morir, que no puede salvarse. Te diré que hay una Madre, una verdadera Madre que siempre encuentra el camino de llegar, a través del laberinto, con su Hijo: Cristo. Así que te continúo diciendo que es muy difícil perderse el Cielo Eterno, aunque hay muchos que se lo pierden, pero siempre es por una firme voluntad de no querer aceptar a Cristo, pero, si supiérais cuantos pecadores se salvan, porque la sangre de Cristo se derrama en cada Misa que un buen sacerdote consagra. Así que sigue rezando, sigue teniendo fe en que Dios es Dios, y que tenemos una Madre maravillosa, la que derrama lágrimas al pie de la Cruz para que tú y esa persona que amas, y temes que vaya al Infierno, se salve. Porque cada uno tiene un ángel de la guarda, y cuando el demonio ataca a la persona, él la defiende, y ¿quién ganó a Satanás?… ¡ya lo sabes pues! ¡Dios vence siempre!, por eso le deja al demonio hacer de las suyas, porque con este dolor que Satanás derrama al mundo, muchos encuentran a Dios, o en este rincón de su corazón, cerca de su alma, en este lugar oculto, han pedido alguna vez en su vida ayuda a Dios; y todo aquel que haya rezado alguna vez en su vida, o que haya deseado justicia Divina, y todos de niños y pequeños lo han pedido, muchos ante los castigos de sus padres, o amigos, o hermanos, entonces, sabes lo que te digo: Satanás, todo lo que hace, ayuda a Dios, siempre. Claro que hace pecar a muchos, pero muchos también, por el pecado, llegan a la verdadera fe. Entonces, como te digo, hijo mío, hija mía, ese ser que amas, y sufres por que no esté en el Cielo, o que no llegue a salvarse, te diré, que no pierdas la fe, y en vez de llorar y desanimarte, reza, y pide a su ángel de la guarda que luche contra el maligno y lleve a tu ser querido al Cielo.

Dios lo tiene todo controlado, ¡créetelo!, porque hay un lugar en cada alma que anhela llegar a las aguas.

¿Son pocos los que se salvan?… Tú ten fe, y lucha contra el pecado y GANA. Por lo demás, confía, y odia el mal, y haz el bien siempre. Amén.

Ya está por hoy. Disfruta de tu domingo y conduce con cuidado, tu vida depende de cómo la lleves.

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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24 Carta / A ti, hijo, hija…

Domingo, 21 de noviembre de 2.010

A ti, hijo, hija…

Ven, cuéntame en el confesonario, tus pecados de omisión. Aaaahhh, no te esperabas ésta… ves cómo siempre tienes que leerme.

Ven, ven…

¿Qué no sabes cuales son los pecados de omisión? Te lo haré fácil, es este bien que podías haber hecho para agradar a Dios y no lo has hecho. Vamos, no te se me despistes, y empieza a hacer examen de conciencia, cada día, pero no a las de prisas y corriendo, sino pensando en ello y bajo la luz de los diez mandamientos.

Hoy seré breve, sí, y es que hoy tengo mis cosas que hacer. Ah, dices que quieres saber más de mí. Pues, tengo que velar por los intereses de mi Padre, que aunque soy sacerdote, no por esto dejo de ser hijo, y tengo que consolar a mi Madre, porque tiene hijos que la hacen llorar, y eso, a mí me pone triste. Así que hoy voy a dedicarme a rezar más por ellos, para que se cumpla su voluntad, y en vez de dolor tengan más alegrías. Tú también puedes hacerlo, porque eres bueno, y, aunque no seas sacerdote, eres un buen discípulo de Cristo.

Aquí te dejo por ahora, pero también rezaré por ti; ya sé que es domingo, y por eso precisamente, el domingo hay que dedicarlo a las obras de misericordia, y qué mejor que rezar por los necesitados.

Que pases una buena semana. ¡Y lo será!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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27 Carta / A ti, que te sientes débil

Domingo, 12 de diciembre de 2.010

A ti, que te sientes débil:

La voluntad, hijo mío, hija mía, es una condición humana que necesita del deseo, de la lucha y la perseverancia en el éxito.

No eres débil, sólo que muchas cosas te preocupan, y tanta preocupación te mantiene en vilo y vacilas en todo y con todos.

Hazte un plan de vida, decide lo que quieres hacer con tus días, y, aspira alto, porque eres hijo del Rey, hijo de Dios.

La debilidad te viene porque sigues a los demás. ¡Proclama tu independencia!, y trabaja para que cada día de tu existencia, seas capaz de ganarte la paz. Sí, eso he dicho, de ganarte la paz.

La paz se gana haciéndose uno mismo la guerra, negándose a uno mismo, llevando las cadenas de tu independencia. Los débiles… a los débiles los vomitará Dios; eso dicen las escrituras. Haz caso a la razón y lucha, ¡lucha!, ¡lucha!

Entérate de qué es lo que te hace débil. A uno lo debilita el no dormir lo suficiente, a otro el tener pensamientos negativos, a otros los deseos de venganza, el no perdonar; también afecta mucho el tener envidia, esto debilita muchísimo. La próxima semana te hablaré de la envidia; no es nada sana, es muy mala.

Medita. Aprende a conocerte a ti mismo, y hazte “la guerra”, combate contra tus debilidades, sobre todo con la oración constante y la fe en que Dios es Dios, y todo lo puede. Sólo hace falta que se lo pidas, que le pidas lo que quieres de Él, y Él hará, hace. Ten fe, y vive la esperanza practicando la caridad.

Tú puedes, con Dios puedes dejar tu debilidad. ¡Hazte fuerte!

Rezo por ti cada día de mi vida. ¡Ánimo! Puedes, con Dios, ¡puedes!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

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29 Carta / A ti, que debes querer y cuidar de lo que Dios te da

Domingo, 26 de diciembre de 2.010

A ti, que debes querer y cuidar de lo que Dios te da:

Cuida de tu fe, no dejes que nadie te la quite.

Cuida de tu moral, no dejes que nadie te mancille.

Cuida de tu dinero, hazlo rendir, porque con el dinero demuestras tus talentos.

Cuida de las personas que amas, porque ahora están esperando tu amor. ¡Dáselo!

Cuida de tu vida de oración, porque es el pilar principal de tu felicidad. Conversa con Dios, porque hablar con Dios es algo que no todos pueden apreciar, y quien lo hace, quien trata a Dios como a un amigo, de seguro que este Gran Amigo, que es Cristo, Dios, no le va a fallar.

Aprender a querer y cuidar de lo que tienes, es necesario que lo hagas, porque a ti nadie te debe nada, y todo lo que tienes es un privilegio, porque hay muchos que no tienen tanto como tú. Otros tienen quizás más, pero lo que tú tienes, no lo tiene nadie más. Aprende a valorar todo lo que se te ha dado, y úsalo, hazlo servir para dar felicidad a los que tengan más o menos que tú, pero, teniendo lo que tienen, necesitan de lo que tú les puedes dar.

Da una sonrisa en tiempo de Navidad. Y reza por alguien por el que no quisieras rezar. Haz un sacrificio esta Navidad, y ya verás cuántas alegrías tendrás en tu vida.

La semana que viene te hablaré del sacrificio. ¡No te vayas! ¡Vuelve!

Como te quiero, por volver.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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32 Carta / A ti, que amas a tu perro o mascota, más que a una persona

Domingo, 16 de enero de 2.011

A ti, que amas a tu perro o mascota, más que a una persona:

Está bien que tengas afecto y cuides de los animales, pero con preferencia a las personas.

Sé que te sientes solo-a, y un animal doméstico ayuda a aliviar esta tan triste carga de tu dura soledad.

Aunque hay quien ama a un animal porque no tiene porque darle explicaciones, y está ahí, necesitando siempre de su amo-a. En el fondo tiene un esclavo de afecto.

Como digo, no es malo amar a los animales, pero hay que procurarse un afecto sincero con personas como uno-a. Hay que enfrentarse a las dificultades que hay y traen las relaciones humanas. No se puede tener una mascota para suplir el afecto. Hay que “salir” a darse, a servir, y a llevar a Dios a todas partes. Eso tiene recompensa en el Cielo y en la tierra.

Ama a las personas y ten afecto a los animales, cuídalos, y siempre mejor en su habitad natural, úsalos también para trabajos y transporte, y que te sirvan de alimento, porque Cristo comió pescado, y en Pascua comía cordero.

Hijos buenos, sed buenos con las personas y los animales, con el planeta tierra y Dios os dará el premio de los justos: El Cielo.

Disfrutad de la compañía de los animales domésticos, queredlos, protegedlos y dadles una vida digna.

Dios os bendiga.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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