Domingo, 2 de enero de 2.011
A ti, que eres sacrificado:
Un año más ha empezado, y te lo diré en verso y en prosa: debes de ser sacrificado. Nada de quejarte de llevar tu cruz; es más, ayuda a llevar la cruz de otros, porque este es el destino de los santos.
Calla, calla, calla. Aunque no te gusten muchas cosas, ¡cállatelas!, porque la libertad de los demás, tiene que ser para ti algo que respetar y sufrir. No puedes ir de dios y dando órdenes y sentencias, porque esto no lo hace un buen cristiano, y tú eres de los buenos, de los que van para santos, ¡que sí!
Amigo de Dios y mío, dime por qué no deseas llevar esta cruz que la vida te ha impuesto; dime qué te ha pasado, qué te hace pensar que tú no eres digno de sufrir como todo aquel que es discípulo fiel de Cristo.
Recuerda que el Evangelio está lleno de ejemplos de lo mucho que vamos a sufrir los que amamos a Dios, ¡el único que es Santo!, y a la Virgen María, que nos entregó a Jesús un día. Y siendo el Hijo de Dios, sufrió hasta llegar a su misma muerte; y por morir Jesús, el mundo se salvó; ¡tú eres salvado por Dios!
Anda, anda, coge tu cruz, y regándola con tus lágrimas, ¡camina!, porque la vida va de sacrificio voluntario, de aceptar la libertad de todos y restituir, por amor a Dios, lo que otros quitan a Dios.
Donde otros blasfeman, tú alaba al Señor.
Donde otros humillan, tú hazte humilde por Cristo.
Donde otros roban la buena fama, tú pon esperanzas.
Y así, con todo, porque ya ha empezado el año y debes andarlo sacrificándote por Dios, para hacer un mundo mejor.
La vida no te debe nada. Si eres capaz de comprenderlo, aceptarlo y valorarlo, entonces serás sacrificado.
¡Alabado sea Dios! Y tú te sientas mejor cada día, por alabarlo con las obras y renuncias por su amor, que ya Él te ha demostrado. Amén.
Feliz año nuevo. Sigo y seguiré rezando por ti. ¡Que sí!
Con afecto sincero.
P. Jesús
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