Domingo, 27 de febrero de 2.011
A ti, que necesitas tener mejores y más virtudes:
¡Sí!, no te se me escondas, que es para ti, para quien escribo, para ti que tanto te quiero en Cristo, y que estoy preocupado porque te se me estás despistando con tantos problemas cotidianos.
Te diré que los problemas son para que, enfrentándote a ellos, pases la prueba de los mismos, que en sí mismos y con ellos, Dios quiere saber si lo amas. ¿Amas a Dios? Sí, sé que sí; pues, ¿por qué no utilizas de las circunstancias que te traen tus problemas para resolverlos uniéndote a Dios y rezando, y pidiendo a Dios Espíritu Santo te eche un cable, te ayude en todas esas cosas que no son, que no salen como esperabas?
¿De verdad amas a Jesús, a Dios? Sí, quiero oírtelo decir de nuevo, quiero que vuelvas a decirme que sí, y quiero que llores al decirlo, porque mira que poco ha sido tu amor hasta hoy, y ya va siendo hora de que cambies. Tanto ir a Misa, tanto rezar rosarios, y… ¿qué pasa con tus virtudes?…
A la que viene un problema a ti, lo solucionas en plan PAGANO, sin acordarte de Dios. ¿Amas a Dios realmente? ¿Amas a Jesús verdaderamente?… ¿No serán sólo palabras en momentos de exaltación piadosa?… ¡Me lo temía!… Si; resulta que vives dos vidas: una de piedad y otra mundana. ¡Eso se tiene que terminar ya de ya!, ¡nada de dos vidas paralelas!, ¡sólo una y llena toda ella de alegría, de la alegría de la fe vivida!
Primero, antes de empezar con las virtudes, primero hazme un buen examen de conciencia. En el apartado que los de CatholicosOnline me hicieron de las “Vacaciones de Amor con Dios”, hay un buen manual para hacer un buen examen de conciencia. Y apunta en algún lugar, para que te acuerdes, las virtudes que te faltan. No apuntes los vicios que tienes, sino las virtudes que deberías tener y brillan por su ausencia en tu triste vida.
Mucha piedad, pero… ¿cómo tratas a los demás?
Ah, se me olvidaba: que los de CatholicosOnline, pongan el link del examen de conciencia, aquí. Así te será más fácil tener la oportunidad de hacerlo. Mira que ya vamos a entrar en Cuaresma, y este año va a ser muy distinto del año pasado; este año, vas a mejorar y mucho; sobre todo quiero, hijo mío, hija mía, que seas muy feliz en tu vida, y las virtudes te van a lavar la “casa”; ¡ya verás como todos se te acercarán pensando que la vida te va muy bien, que incluso pareces millonario!, porque la seguridad que a veces da, a algunos, el dinero, de pleno te las darán las virtudes.
El domingo que viene, te espero de nuevo, y ya habiendo hecho tu examen de conciencia y una buena confesión. Que sepas que te espero, ¿eh?, quedamos en esto: ¡hasta el próximo domingo!, no te olvides de la cita que tienes conmigo, porque yo no me olvido de ti, hijo mío, hija mía.
¡Hasta el próximo domingo, empezaremos con la virtud de la PUREZA!
¡Ay!… No te se me asustes del tema; además, sé que te interesa, que te interesa mucho. Pues vamos a hablar de ello, de la pureza. Ya verás cómo se te aclaran algunas ideas que te hacen pensar que tú jamás podrás vivir la santa pureza. ¡Sí que podrás!, yo te voy a ayudar. Tú sólo ven a nuestra cita y léeme. Sabes bien que te quiero en Cristo. Sí, ¡lo sé!, sé que lo sabes. Pues, no me falles y ven a leerme, y diles a tus amigos y conocidos, que me lean. ¡Hazme propaganda gratis, porque yo todo lo doy y lo he dado gratis durante toda mi vida y, ya ves, no tengo nada, soy pobre, pero feliz de obedecer a Dios Padre. Eso sí, tengo la mejor madre del mundo. Porque si te has fijado, Dios prueba, pero siempre da una mujer que te ama de verdad. Y si no tienes a nadie, ¡no mientas!, tienes a su Madre, que como la mía, ¡es más buena!… ¿qué haríamos los hijos sin una madre buena? ¡Llorar!, pero Dios quiere nuestra felicidad, por eso a ti y a mí nos da una madre buena de verdad, pura y, hasta algunos dirían que escrupulosa, pero es que la pureza de una madre nos es necesaria a los hijos, a todos los hijos, para que nos sintamos seguros y protegidos, porque, quien tiene una madre pura, tiene pureza en su vida.
Si tú no tienes una madre pura, bueno, entonces es que debes ayudarla a serlo, siendo tú mejor que ella, y para esto, no hay nada mejor que unirte a la bendita Madre de Dios, tuya y mía.
Bueno, veo que me estoy alargando mucho y ya he empezado el tema del domingo que viene; lo he hecho adrede, para que vengas a leerme. ¿Amigos? ¡Amigos!
¡Qué alegría!
Con afecto sincero.
P. Jesús
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