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4 de Enero / Santa Isabel Ana Bayley Seton

Nace Isabel Ana en Nueva York el 28 de agosto de 1774. Crece en el seno de la iglesia episcopaliana.

Contrae matrimonio con William Seton a la edad de veinte años y llega a tener cinco hijos. El 27 de diciembre de 1803 enviuda.

Años más tarde, el 14 de marzo de 1805 abraza el catolicismo, lo cual supone para ella múltiples pruebas, tanto interiores como exteriores, venidas de los parientes y amigos. Todas las supera con fe, amor y valentía.

Se aplica asiduamente a la vida espiritual. Educa con solicitud a sus hijos y, deseosa de entregarse a la actividad caritativa y educadora.

En 1809 en la diócesis de Baltimore funda el Instituto de Hermanas de la Caridad de San José, renovando la gesta de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. Dicho Instituto tiene por finalidad la formación de muchachas. Es la primera Congregación religiosa femenina en norteamérica.

Después de su muerte las Hermanas se unen a la Compañía de las Hijas de la Caridad de París, tal como fue su deseo desde los comienzos.

También funda la primera escuela parroquial católica en Estados Unidos.

Muere piadosamente en Emmitsburg, Maryland, el 4 de enero de 1821. Su beatificación tiene lugar el 17 de marzo de 1963, bajo el pontificado de Juan XXIII. El 14 de septiembre de 1975 es canonizada por el papa Pablo VI.

Dos grandes temas marcaron su vida espiritual: la fidelidad a la Iglesia y la eternidad de la gloria.

Es la primera santa de Estados Unidos de América. Su fiesta se celebra en el calendario de la iglesia el 4 de enero.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Isabel Ana Bayley Seton

Santa Isabel Ana Bayley Seton, mujer que, buscando cura para su dolor de viuda, encuentra la fe verdadera y la hace suya hasta llegar a fundar. Luchó contra muchas tribulaciones y ganó el respeto de la Iglesia, por su santidad. Santa es y será a perpetuidad.

La vida es una lucha, y hay quien lucha y hay quien se deja ganar por el mal que lucha contra el bien de los que luchan por su santidad.

No desfallezcáis en vuestra lucha porque estáis todos y cada uno preparados para la lucha. Luchad y resistid a los que han dejado su lucha en la victoria del que no debe ganar. Lucha por ti y por los que, luchando contra ti, necesitan de tu lucha ya que ellos no luchan para su santidad sino para hacerte perder la tuya. Tú, lucha y resiste y ten caridad, y ganarás tu batalla y la de los que, en vez de luchar por la santidad, luchan para que tu pierdas la tuya. Lo bueno de la lucha es que, quien lucha con Dios, siempre gana. Repito: siempre gana, porque Dios, en su misericordia infinita, puede alcanzar de un alma, por tu lucha en la oración y las obras del ejemplo de una vida perfecta en la fe, el sí a esta fe, por tan sólo un momento, unos instantes antes de morir. Tú lucha y resiste, y deja lo demás en manos de tu fe: de Dios que Salva: Jesús.

P. Jesús
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