Domingo, 17 de abril de 2.011
A ti, que como yo, te sientes solo:
Ay, mis Amores, y yo, me siento solo. Amo a Dios, amo a mi bendita Madre, la Madre de Dios, y… y me siento solo. Yo también necesito de un sacerdote para mí, un sacerdote que me acompañe y… y me siento solo. Tengo a buenas mujeres que me ayudan, tengo algún amigo que me sirve en el servicio a Dios Padre, pero… me siento solo, ¡tantas veces solo!
Perdonadme que hoy en mi carta, os cuente de mi soledad, de los deseos que tengo de ayuda en mi ministerio. Me siento solo, y a veces, tan cansado de esta soledad. Sí que hay buenos sacerdotes, y muy buenos hay, pero Dios me ha dejado solo, para que como tú, conozca y viva la falta de tener un buen sacerdote al lado, para que me consuele, para que me acompañe en la lucha que se libra en este mundo entre el bien y el mal.
Me han traicionado.
Tenía esperanzas puestas en varios que… que se han vuelto mundanos por el precio, por la recompensa de dejarme solo. Mi obispo me ama, pero como yo, está solo, ¡tantas veces! Oigo el clamor de su corazón al ver que no puede con todo, que no sabe hacerlo mejor…
No juzguéis a la Iglesia, porque como yo, sufre. Los judas nos venden, nos vendieron, por su pecado.
Hijos amados, oh, mi pequeño rebaño, rezad por la Iglesia, para que Dios Padre la alimente y la guarde.
Hijos, amados míos, es el tiempo de los laicos, el tiempo de que vosotros laicos ayudéis en la fe a los sacerdotes, porque están solos; los buenos, están solos, como solo se está ante la muerte, sufriendo la enfermedad de la vida, que es envejecer y morir; la vida muere…
¡Santos!, sí, tú, tú que pecas y te confiesas y vuelves a empezar con propósito sincero de no volver a pecar; a ti santo, a ti pido ayuda para Dios Padre, para que hagamos su voluntad, para que defendamos la vida, para que haya un cambio en la sociedad toda, y que se viva la pureza, la castidad, el perdón. Hijos de mi corazón, hoy os abro mis labios, para pediros que tengáis voluntad; que con ella, con vuestra voluntad, cambies el mundo, porque tantos y tantos fornican y matan a sus propios hijos. ¡Por Dios! ¡¡Ayudadme!!
Os necesito. Dios necesita de ti.
Con afecto sincero.
P. Jesús
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