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5 de Diciembre / San Sabas, Abad

Nació en Turquía en el año 439. Era hijo de un comandante del ejército, quien tuvo que partir a lejanas tierras y lo dejó confiado a un tío. Apenas a los ocho años, sufrió el desprecio de sus parientes, los cuales se rehusaban a educarlo. San Sabas, se fue a un monasterio, y después de pasar varios años como monje ejemplar en su tierra, decidió partir a Jerusalén para aprender la santidad con los monjes de ese país.

Se dedicó a una vida llena de oración y penitencia. Trabajaba diez horas al día, hacía canastos y los vendía para poder llevar alimentos a los más ancianos y débiles.

El santo pasó cuatro años seguidos en el desierto sin hablar con nadie. Luego empezaron a llegar monjes a pedirle que los dirigiera hacia la santidad a lo que el santo accedió. Llegó a tener 150 monjes cerca del Mar Muerto, y cuando tuvo 50 años fue ordenado sacerdote por el Arzobispo de Jerusalén, y nombrado jefe de todos los monjes de Tierra Santa. Con la herencia que le dejaron sus padres construyó dos hospitales.
Por tres veces fue enviado a Constantinopla, residencia del emperador, a obtener que este no apoyara a los herejes y que favoreciera la Tierra Santa. San Sabas llegó a dirigir personalmente a muchos monjes y entre sus dirigidos hay varios santos canonizados como San Juan Damasceno y San Teodoro.

Murió el 5 de diciembre del año 532, a los 94 años de edad. Su monasterio, cerca del Mar Muerto, es uno de los tres monasterios más antiguos que existen en el mundo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Sabas, Abad

Muchos santos han cambiado sus formas de piedad, pero siguieron siendo santos, San Sabas, Abad, después de cuatro años de silencio viviendo en el desierto, Dios quiso de él que formara a otras almas para que como él pudieran ser santas, y hay muchos santos anónimos en el Cielo que recibieron la ayuda e instrucción de otros santos, porque como dice el refrán: “A quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”. Aprendamos a tener unas buenas amistades que nos lleven a ser mejores cada día, más santos, para que de nosotros y con nosotros, otros también se hagan santos por la misericordia y la gracia de Dios.

P. Jesús
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