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16 de Julio / Nuestra Señora del Monte Carmelo

Nuestra Señora del Carmen. El Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia (ls. 35, 2), ha sido de siempre un monte sagrado. En el siglo IX A.C., Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el lugar de los encuentros entre el Señor y su pueblo (1 R 18, 39). El recuerdo del Profeta «abrasado de celo por el Dios vivo» había de perpetuarse en el Carmelo.  En tiempo de las Cruzadas, las grutas del monte dieron acogida a los ermitaños cristianos. Pero hasta el siglo Xlll no pasaron éstos a formar una familia religiosa, a la que el patriarca Alberto de Jerusalén dio una regla (hacia el 1209), y que fue confirmada por el papa Honorio III (1226). El Monte Carmelo, que domina la llanura de Galilea, no cae lejos de Nazaret, en donde vivió María conservando todo en su corazón». De ahí que la Orden del Carmelo haya querido desde sus orígenes ponerse bajo el patrocinio de la Madre de los contemplativos. En el siglo XVI, los dos doctores y reformadores de la Orden – Santa Teresa de Ávila v San Juan de la Cruz – convertirían al Monte Carmelo en el símbolo de aquello que San Buenaventura llamaba «itinerario hacia Dios». Por eso le pedimos hoy al Señor que nos haga llegar, gracias a «la intercesión de la Virgen María» «hasta Cristo, monte de salvación».

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Oremos  

Haz venir, Señor, sobre nosotros la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen María, para que, protegidos con su auxilio, podamos llegar a tu monte santo, que es Jesucristo, tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Fuente: Evangelio del día

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Nuestra Señora del Monte Carmelo

Señora, Santa María, bondadosa Madre que cobijaste en tu seno a Nuestro Señor Jesucristo y que lo alimentaste de tus pechos; nosotros, indignos pecadores, ¡te necesitamos, Madre!

Hoy que las madres, muchas, asesinan a sus propios hijitos; hoy, que no guardan nada en su corazón y viven para la lascivia, pública y privadamente; hoy, que el desorden es mayor que el que había en Sodoma y Gomorra, hoy necesitamos de ti, Madre Hermosa y de Virginal Pureza Incandescente. Ven a nosotros, los desamparados hijos de madres que no nos aman, de madres egoístas y malas, que no saben nada del Amor. Danos el alimento de tu fe, y con él podremos imitarte en tu “Sí”. Amén.

P. Jesús

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