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3 de Agosto / Beato Agustín, Obispo de Lucera

Agustín Gazotic nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia, en 1260. Tomó el hábito de los frailes predicadores antes de cumplir los veinte años. Estudió en la Universidad de París. El beato predicó con gran fruto a sus compatriotas y fundó en su patria varios conventos de su orden, a los que dio por lema las palabras de San Agustín: «Desde que estoy al servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran». 

Fue enviado a Hungría, donde conoció al cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. En 1303, el cardenal Boccasini consagró al Beato Agustín obispo de Zagreb, en Croacia. 

El clero y toda la diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El beato reunió varios sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales y fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio ecuménico de Vienne (1311-12). A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado. 

Tras de regir durante 14 años la diócesis de Zagreb, el beato fue trasladado a la sede de Lucera, en la provincia de Benevento. Ahí trabajó por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí. 

El beato poseía el don de curar a los enfermos. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323. Su culto fue oficialmente confirmado en 1702.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Beato Agustín, Obispo de Lucera

Hermanos, los santos lo saben y no lo esconden; no hay hombres más buenos que los que aman a Dios y cumplen las reglas de su orden o de sus deberes, si son casados o sacerdotes o, siendo laicos, aman a sus padres cumpliendo el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, pero, si no cumplen, son los más malos de todos los hombres, más que los mismos mundanos y no porque esos no saben lo que hacen y ellos sí, sino por la sutileza de sus fechorías.

Ha habido santos, como el Beato Agustín, Obispo de Lucera, que curaba cuerpos y procuraba poner disciplina y orden en las almas de los que libremente se consagraban a Dios en una vida religiosa que luego no cumplían y muchas veces no dejaban cumplir.

Siempre, en las historia de la Iglesia Católica se ha necesitado de santos reformadores, porque la vida de piedad a veces es demasiado fácil, no tienen que esforzarse por comer y eso trae malas tentaciones y ocios, en los que Satanás se cierne, y gana a las almas para sí y las pierde de Dios. La vida de oración continua es para los elegidos de Dios que deben profesarla, y la vida de trabajo es para las almas muy tentadas; les ayuda y les salva.

Oración y trabajo, es a veces la necesitad espiritual de algunos santos futuros, que sólo la oración los lleva al pecado. Cada quien se sabe su condición y todos pueden y deben pedir dirección al Espíritu Santo, y no engañarlo ni dejarse engañar, y contar con el asesoramiento de almas privilegiadas como son los sacerdotes y en los momentos de la confesión, dentro del mismo confesonario.

P. Jesús
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