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Dinero

116 Carta /A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes

Domingo, 8 de septiembre de 2.013

A ti, que tienes demasiado interés por el dinero que no tienes:

Suele ocurrir, que el que no tiene dinero, ¡lo quiere!, y lo quiere, lo desea, a toda costa, sin importarle qué hacer para conseguirlo tener; y eso no es así, ¡no puede ser así!, hay que tener un fin, una moral, una ética, ¡un Dios! ¿Y qué dijo Dios, Jesús, sobre el dinero?; dijo que no se pueden tener dos señores a la vez, o Dios o el dinero. Así que ve pensando en esto y sigue leyendo.

Cuando el dinero ocupa el lugar de Dios, te va a dejar KO, porque el dinero no es una persona, no tiene sentimientos, el dinero lo usan algunos para dominar conciencias, para tener amigos, aplausos; y creen que incluso compra el cariño, ¡y no!, el dinero no hace nada de esto, son las personas las que deciden ser tus amigos, si quieren; y quererte por tu dinero, me parece a mí que es venderse, y nadie es una cosa para ser comprada, sino que todos somos personas para ser admiradas y estimadas.

Sí que es de admirar la persona que, con inteligencia, trabajo y tesón, con la ayuda de Dios, gana dinero y hace cosas buenas para los demás, como el crear empleo, pero tener dinero con manos sucias, abandonando a Dios, la fe, la moral, la ética, eso no va a terminar bien, y la vida de una persona, no es sólo de 50 años, sino que sigue y termina mucho después, pero las personas de 80 y 90 años, ¿sabes tú lo que hacen?; ¡cuántas terminan solas!, y eso que a los 50 fueron admiradas, aplaudidas, imitadas.

No voy a decirte ahora que es mejor ser pobre o miserable, ¡que no!, porque en la extrema pobreza o en la clase media, también, al igual que los ricos, tienen que ganarse el respeto de los demás, por sus obras buenas. Que no está pasado de moda ser bueno, ¡al contrario!, es el estilo perfecto para tener el respeto a los 20, a los 50 y a los 100 años.

No hay tampoco que hacerle un trono ni al dinero, ni a la pobreza, porque hay pobres que lo son porque no trabajan con tesón, hay quien no sabe hacer negocios, si no es con trampas o traiciones; ¡ya sabéis la vida del traidor Judas Iscariote!, como sabéis la vida del rico Lázaro y sus hermanas Marta y María. Entonces, ¿es el dinero un regulador del honor?; no, tampoco lo es el aspecto físico, ni ser hijo de…; gracias a Dios, cada uno se gana su propio honor y respeto; y te pregunto, ¿qué tal te va con ello? ¿Trabajas bien para tener dinero y cubrir tus necesidades?; ¿ayudas a la familia, si puedes?… Empieza con esto y sigue, ora y confía tu labor a Dios, y Él, por su santo poder, hará que recibas, por tu trabajo y el contenido de tu corazón, lo que te irá mejor para tu santidad; ¿será por eso que pocos santos son ricos, porque el dinero los perdería?; mejor prepara tu corazón con la oración y deja que la doctrina de Dios habite en él, y sintiendo que tienes que servir, trabaja y sirve a los demás, pensando más que en ser rico, en ser fiel servidor de Cristo que pidió que ayudarás a los demás, en todo, también en tu capacidad de hacer negocios, de crear puestos de trabajo honrados, donde otros puedan trabajar sin sentir lastimado su orgullo humano, por el desprecio del que es el jefe; me gustaría ver empresas donde sus empleados fueran, para ellos, almas, que ayudan a Cristo a llevarlas al Cielo; y se necesita dinero para subsistir, para vivir, para SERVIR. Piensa en ello y no pierdas la paz, porque la abundancia no la traen los números, sino Dios que todo lo ve, y que, al que sabe que si le da dinero, así y todo, será santo, a éste le permite tener, porque lo que Dios quiere, es que nadie se pierda. Entonces, para que Dios te ayude, tienes que amarlo sobre todas las cosas, incluso sobre el dinero, y debes vivir austeramente, ¡santamente!, porque si no estás preparado para ser un santo, Dios no te dará lo que te puede apartar de la santidad. Pocos hay que pueden ser ricos, ¡millonarios!, y además, santos, porque el dinero, si se le sirve como a un dios, corrompe el corazón, destruye las buenas intenciones y cambia las conciencias. Lo mejor es que trabajes, ¡y mucho!, no hay dinero sin trabajo duro. Hay pobres que culpan a Dios de su pobreza, ¡y tampoco es eso!, la riqueza y la pobreza son un complemento a utilizar en este mundo de intercambio de actividades, cosas y talentos.

Me gustaría hablarte más sobre el tema, pero no hay tiempo, tengo que terminar mi carta por hoy, y antes de esto, desearía saber si has aprendido algo bueno al leerme. Tampoco es bueno decir que Dios te va a vestir como a los lirios del campo, porque Dios te ha dado dos manos, un corazón y una inteligencia, que debes usar; los lirios los puedes plantar tú, que no sólo es cosa de Dios, sino que el hombre, la persona puede plantarlos y regarlos, y con eso, ayuda al Creador de Cielos y Tierra a que sus lirios vivan; entonces, haz lo mismo y siémbralos para que otros se vistan.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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147 Carta / A ti, que no sabes si tienes que pagar el diezmo a la Iglesia

Domingo, 22 de Marzo de 2.015

A ti, que no sabes si tienes que pagar el diezmo a la Iglesia:

Cuando Dios eligió a las doce tribus de Israel, para continuar con su Alianza, protegiendo a su Pueblo, decidió que once tribus darían el diezmo, cada una de ellas, a la tribu doce, la de los sacerdotes, sacerdotes elegidos, no por vocación personal, como ahora son elegidos los sacerdotes católicos, sino por ser los primogénitos. Estos sacerdotes se casaban y tenían familia; ahora los sacerdotes católicos no se casan, no tienen hijos, no forman una tribu, igual que las once tribus de Israel, sino que, como Jesús, viven de la caridad, porque no se puede amar a Dios y al dinero, éstas son Palabras de Dios. El sacerdote es sacerdote por llamado de Dios, ¡por vocación!, así tienen que ser las vocaciones sacerdotales, ¡un pacto de amor!, como deben ser los matrimonios católicos, ¡un pacto de amor entre esposos y Dios!

No, no tienes porque pagar el diezmo a la Iglesia Católica, tienes que dar caridad, vivir la caridad, ser caritativo con el sacerdote.

¿Quién paga los estudios de los seminaristas?… ¿Quién cobra por las Misas a los difuntos?…

El Pueblo elegido renunció a Cristo, ¡pidió su muerte!, ¡exigió su muerte!… Y los romanos mataron a Jesús. ¡Todos malos!, el Pueblo de Dios y los que no eran del Pueblo de Dios.

El Templo de Jerusalén se destruyó, el velo se rasgó y Dios se dejó ver por todos, y todo aquel que quiera amar a Dios sobre todas las cosas y personas, puede hacerlo. Todo aquel que cree que Jesús es el Hijo de Dios y de la Virgen María, ¡que lo es!, puede creerlo, y debe vivir la fe con obras de CARIDAD.

Bautízate.

Dios no quiere que los sacerdotes católicos lleven las cuentas de sus feligreses y estén al día de cuál es el diezmo. Dijo San Pablo, que quién quiera comer, que trabaje.

Además de trabajar, tiene que hacer, el que pueda, por sus condiciones físicas y situaciones personales, el que pueda, digo, que tiene que dar al necesitado, sobre todo al hermano, sobre todo a la familia, a los vecinos… También debe pagar impuestos, que es una manera de ayudar a los demás; y se ayudaría mucho, si no malversaran, los que mandan, el dinero de los contribuyentes.

Y todos, por favor, todos, pedid a Dios ayuda, porque Dios socorre al necesitado, sostiene al que le pide con fe, y sobre todo, por favor, eso os lo pido de corazón, vivid en Gracia de Dios. ¡No peques!, y recibe los sacramentos; sé una persona justa, y por tu fe, con tu fe, haz caridad.  

No, no des el diezmo a la Iglesia. Da tu caridad en obras, en palabras, en oraciones, ¡en dinero!, a la Iglesia, al necesitado, sobre todo que está a tu lado. Da, y Dios te dará más. Pero si no tienes, si tú eres un necesitado, pide y recibe, no malgastes y reza, ora a Dios para que bendiga al que te da de su parte, y a veces, quien da es el Estado, porque todo y todos están bajo los ojos de Dios que lo controla todo, y controlar no es mandar, pero puede mandar si quiere, y cuando alguien le pide, Él, Dios, encuentra, como Pedro encontró dentro de un pez, la moneda para pagar al César los impuestos.

Hay quien paga el diezmo y no cumple con los impuestos. Jesús, Dios, cumplió con los impuestos, pagó.

Y, en cuanto a las primicias, ¡da Gloria a Dios, adóralo, ámalo con todas tus fuerzas!, y que toda tu labor sea para GLORIFICARLO; haz todo, lo mejor que puedas y esfuérzate, sin herir a nadie, de palabra o de obra; ten misericordia de todos, perdona a todos, como Dios hace contigo. Que todo tu corazón sea bueno, y si todo es bueno, no sólo las primicias son para Dios, sino toda palabra y obra tuya, tiene que ser para Dios.

Dios no necesita dinero; la Iglesia no necesita dinero, sino SANTIDAD, CARIDAD.

El diezmo es demasiado poco para Dios; ¡para Dios, TODO!, usándolo para ti y para los demás, sirviendo a todos con CARIDAD.  

  
Creo que lo has entendido, deseo que lo pongas en práctica, y tu vida será bendecida de verdad, no por el miedo, sino por la Misericordia y la Bondad de Dios Todopoderoso que te Ama, que Ama a todos, buenos y malos, y quiere que todos se amen, unidos en Comunión con Él, Dios. Sé santo, ve a Misa, confiésate y comulga, vive la alegría de vivir en Gracia Santificante, por la consolación de Dios Espíritu Santo.

Sí que los sacerdotes necesitan dinero para ayudar a los necesitados, sí, es cierto, ¡cuántos santos recibían de Dios milagros para dar al hambriento!; leed vidas de santos y no necesitaréis del diezmo, ni de las primicias. Que los sacerdotes traten a todos con caridad, sin exigirles ni burlarse de sus debilidades o vicios; Dios, Jesús, no se burlaba de nadie, trataba a todos con respeto. No hay que degradar a la gente restregándoles sus vicios o maneras de ser por modas que han visto hacer. Enseñad al necesitado, sacerdotes, y enseñadlo gratis, por vocación, como los padres tienen hijos por vocación y los cuidan y los enseñan y los mantienen, por vocación y sustentados por la gracia del sacramento matrimonial, y no les exigen dinero, no les piden el diezmo, aun cuando muchos necesitan del dinero de sus hijos en tiempos malos, contrarios a una sana economía.

Que el sacerdote confíe en el sacramento sacerdotal, que al igual que los esposos, recibirá de Dios la ayuda y bendiciones necesarias, y si pasa malos momentos, como tantas familias, tendrá que aceptar el tiempo de prueba y resistir y orar y pedir; ¡nunca exigir el diezmo!, ¡jamás!, porque la Iglesia de Dios vive de CARIDAD, por caridad; y tantos santos pedían limosnas, y no diezmo, a nadie, sino limosna, caridad, para ellos, sus hermanos y los necesitados. La Iglesia no cambia, Jesús era mantenido por la limosna, y el sacerdote es como otro Jesús.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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