Domingo, 13 de febrero de 2.011
A ti, que llevas una vida coherente con tu fe:
No te importe no alcanzar tus expectativas personales laborales, sino que piensa más bien en la alegría que tiene Dios de verte vivir una vida coherente con tu fe. Es bueno y Dios quiere que tengas ganas de éxitos profesionales, de ser el mejor en tu trabajo y que lo hagas todo por amor a Él, para demostrarle con él, el trabajo, que te esfuerzas en ser mejor persona, que persigues tus éxitos llevando a grado heroico las virtudes cristianas, que son el fundamento de la felicidad de tu alma. Y puede que no te llegue el éxito, la recompensa de tus esfuerzos, porque otro gana y tú pierdes en el barómetro de la vida comercial, pero ante Dios eres un luchador, y eso es lo que vale, y eso es lo que cuenta, y eso es lo que quiere Dios que sigas haciendo.
Pocos llevan una vida coherente con su fe, porque persiguen más el éxito comercial que una buena obra. Pero tú no eres de estos, estás hace algún tiempo viviendo la fe a tope, y eso es lo importante, ¡vigila!, porque, muy seguramente, Dios te dará el éxito desde otra perspectiva, y puede incluso que sea más importante que el que esperabas conseguir. Tu misión en la vida es vivirla haciendo obras de la fe, y la fe es una virtud que mueve montañas; así que… yo te diré, que puedes esperar de Dios cualquier regalo inesperado, si has obrado según su voluntad, a pesar de tener que doblegarte en muchas cosas que tu inclinación personal te llevaba. El éxito es de los que tienen a Dios de su bando, y Él, Dios, vive en la labor bien hecha y efectuada para mayor gloria de Dios.
Dios sabe que estás abatido porque no has conseguido tus propósitos, pero es que, a pesar de ser bueno que tengas propósitos, lo mejor para ti es que en vez de ser tú quien sea feliz y recompensado por tu labor, lo sea Dios Nuestro Señor Jesucristo, que como Él hizo, ¡murió!, para que Dios fuera glorificado; y Jesús, Dios Hijo, pasó haciendo el bien siempre, y eso debes hacer tú, si quieres triunfar de verdad en este mundo y en la Eternidad.
A Dios no se le puede engañar, Él sabe lo que escondes en tu corazón. Ten en él tus deseos de, sobre todo y ante todo, SERLE FIEL, y Dios te compensará, si de verdad eres coherente con tu fe.
Con afecto sincero.
P. Jesús
© copyright