Domingo, 11 de Enero de 2.015
A ti, que piensas que has dejado de tener fe: Sí, lo crees, crees que no tienes fe, ya no te motiva la fe católica, sientes a Dios muy lejano, muy lejos de ti, en el infinito, y ni te preocupa que la Madre de Dios, la Virgen María, sea tu madre también. Realmente no te interesa nada, todo se te hace cuesta arriba y crees que no vas a poder llegar. Y, ¿sabes qué?, te lo diré: estás decepcionado de la vida, sí, lo sé, y también de ti mismo y de todos; no encuentras ni un hombre bueno, todos los que están cerca de ti, en estos últimos tiempos te han mostrado lo peor de ellos mismos. Te lo diré, no es que no tengas fe, es que no recibes cariño, afecto. Cuán dura es la vida para ti, amigo, amiga. Lo sé, lo sé. Anda, ven y démonos un fuerte abrazo, de estos abrazos de un cura de pueblo que te conoce desde siempre y sabe que necesitas afecto del bueno, del sincero, del que se da con amor ágape. ¿Cuántas personas piensan que no tienen fe, y lo que les ocurre realmente es que no tienen afecto sincero?, ¿conoces alguno de ellos?, pues es muy triste que los conozcas; si los conoces, y no has hecho nada para darles tu respeto, y digo respeto, no digo afecto, porque el respeto sustituye muy bien al afecto, es más, los que no son familia, mejor darse respeto que afecto, porque el afecto te implica y a veces uno no está preparado para implicarse; por esto tú conoces a gente que piensan que no tienen fe, y no puedes remediarlo, porque dar afecto sincero, amor ágape, sólo lo pueden dar de verdad, los que aman a Dios sobre todas las cosas, y tú, digamos la verdad, tú tienes muchas preocupaciones en tu vida diaria, por eso los sacerdotes somos tan valiosos, porque no es que no tengamos preocupaciones, tenemos las nuestras y las de todos, pero por eso mismo, por tener tantas, acudimos a Dios, que sabemos que es el único que puede remediarlas. Muchos, cuando ven a uno que sufre, piensan que saben el porqué, y se dicen que no pueden remediar su sufrimiento, así que mejor ni acercarse a esos. ¡Y hay tantos que dicen que pierden la fe!, tantos. Dales tu respeto, pero que sea sincero, respeta su identidad, su persona, su trabajo, su personalidad, y salúdales, y sobre todo reza por ellos, y no te sientas mal de pensar que no puedes ayudarles, porque realmente ¿puedes ayudarles?; puedes interceder por ellos con tu oración a Dios, pidiendo por su persona y buenas intenciones, y tú sigue fiel viviendo la fe. Y si eres tú, el que me lees, ese que cree no tener fe, ya sabes lo que te digo, eso que sé, que los amigos han resultado no serlo, y los familiares dicen que te ayudan, criticándote y quejándose de ti; entonces comprendo que pienses que no tienes fe, porque todos ellos, o por lo menos muchos, son de tu círculo, de los de ir a Misa, de los que te acompañan en una que otra meditación, pero ¿qué has recibido de ellos?, ¿te han perdonado tus fallos, tus errores, tus pecados?; dicen que sí, pero a la mínima te lo recuerdan; y tú, mientras, quisieras olvidarlo, porque ya lo has confesado a un sacerdote católico, y Dios te ha dado su perdón, pero ellos, esos que dicen que te conocen, no te perdonan con sus palabras y obras; aunque a veces te dicen que sí, luego recuerdan todo de ti, desde tus inicios, ¡todo! Amigo, amiga, en estos tiempos que la crisis mundial económica ha hecho tanto mal a las personas, y a ti te ha tocado padecerlo, estás viviendo las consecuencias, no de tu mala administración, sino de que las cosas ya no son como antes, y hace algunos años que han dejado de serlo. Comprende que no eres tú, sino la situación mundial económica la que hizo que algunas cosas se torcieran, y otras, sí que fuiste tú, porque cometiste errores, pero no todo fue culpa tuya, hubo precedentes, hubo causas, hubo muchas cosas que aún están escondidas, y quizás nunca se sabrán, pero ¡qué más da!, la realidad es que tienes que vivir con esto, con todo tu pasado y presente, y esperar diligentemente tu futuro. Ah, pero me dices que no tienes fe. ¿Ves?, en quien no tienes fe, es en ti mismo, no en Dios, en Cristo. Y déjame decirte que Dios, que Cristo, confía en ti, se fía de ti, digan lo que digan los que dicen. Tú, busca en Dios tu esperanza, y Dios, ya sabes que te perdonó, y teniendo tú su perdón, entonces, vuelve a empezar de nuevo; otra cosa es que los que no te perdonan, aunque a veces te digan que sí, esos, a mi me parece que no creen en ti, aunque les demuestras que las cosas están cambiando, pero estás tan abatido demostrando, que este abatimiento hace que creas que no tienes fe. Ahora no tienes fe en ti mismo, pero sí que tienes fe en Dios; si me has leído hasta aquí, y por leerme, sé que tienes esperanza, te digo que tu esperanza en Cristo será cumplida, porque Dios ama una y otra vez, es decir, ama siempre, en tiempos de crisis y en tiempos de prosperidad. Y Dios puede cambiar las cosas, sólo hay que pedírselo. Empieza pidiéndole te de fe, te aumente la fe y las obras de la misma. Dios te Ama y confía en ti. Te ama también Santa María. Y yo, un sacerdote que ama al Padre Dios, también siente por ti, este amor ágape, que te he demostrado y te demuestro en este abrazo que ya te he dado y que ahora mismo te doy. ¡Amigo!, ¡Amiga! Dios está contigo, seas como dicen que eres, sea como hayas sido. Tienes una vida por delante para que Dios te ayude a ser la mejor versión de ti mismo, de ti misma. Un abrazo y mi bendición. A partir de ahora, todo, todo te irá mejor. Con afecto sincero. P. Jesús © copyright |
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