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Limosna

68 Carta / A ti, que haces tantas cosas por costumbres humanas

Domingo, 4 de diciembre de 2.011

A ti, que haces tantas cosas por costumbres humanas,

y es normal que las hagas, porque has aprendido tantas cosas por el ejemplo de los demás, y si es un buen ejemplo, te irán bien estas costumbres adquiridas, pero si son mal ejemplo, mejor no las sigas.

Llega un momento en la vida de toda persona, que debe plantearse la libertad, el que es libre y puede hacer con su vida lo que quiera; porque muchos que obran mal haciendo el mal, lo hacen siguiendo las costumbres de los demás, porque no sólo se imita el bien, sino que se imita todo, por eso es deber de cada uno decidir lo que quiere hacer en su vida; decidirlo por sí mismo-a, sabiendo que lo que haga es lo que deja de suyo en este mundo; es por lo que se le juzgará. ¡Tú eres libre!

¡Libre!

Verdaderamente LIBRE. ¡De verdad!

Si no empiezas a asimilar esta realidad tuya, desaprovecharás tu vida, siguiendo lo que hacen muchos por el hecho de seguirlos, de imitarlos, sin saber si es esto lo que quieres hacer, lo que te conviene, o incluso, si puedes mejorarlo. Dios te ha dado la vida, tu vida, para que con ella, con tu vida, hagas una obra maestra, que hagas lo que más quieras y te guste. Estás en este mundo para realizarte como persona, y puedes aspirar a cualquier cosa que pienses hacer, y siendo algo bueno, unido-a a Dios, no te va a faltar la inspiración, el tiempo, los medios, los recursos y la ayuda de quien Dios te acerque para que, ayudándote esa persona, también se ayude a vivir con responsabilidad de que cada uno es importante y necesario. Tú eres importante y necesario. Lo que no necesitas, lo que te carga la cruz con carga falsa y muy pesada, son esas malas costumbres adquiridas por imitación. ¡Tú eres tú!, sé tú, y sé mejor de lo que eres ahora, decide cómo hablarás, cómo te moverás, cómo vestirás y pensarás. Puedes ser una persona nueva y mejor, porque ERES LIBRE, y Dios te ha dado, nos ha dado a todos los hombres, a todas las personas, el sentido común, el raciocinio, el libre albedrío. Tengas la edad que tengas, decide disfrutar de tu vida siendo bueno-a, mejor en obras de caridad; hazlas todas ellas, todas tus obras, para Dios, para Jesús, que es Dios. Dile como el enamorado, la enamorada perfecta: “seré como Tú quieras”, y selo. La vida te va a brindar muchas y nuevas oportunidades. Empieza a escribir el guión de tu vida, decide lo que dirás tú, lo que harás tú, como personaje principal de la misma, de tu propia vida. Tú, sabes bien, que si escribieses un guión, puedes decidir qué hará el personaje ante una situación o un comentario de otro, tú sabes que cuando uno escribe un guión, puede cambiar la historia por un comentario del protagonista, por una acción; pues, antes de hablar, de obrar en tu vida, en tu propia vida, piensa qué dirás tú como personaje para que la obra, el guión vaya por donde tú quieras. Si tú quieres llegar al Cielo, hay ciertas cosas que no puedes decir, ni obrar, ni tan sólo pensar, porque eso hace cambiar la trama, la historia. Si tú quieres salvarte, debes ir a Misa, debes confesarte; si vas a un prostíbulo, no encontrarás buenos amigos-as allí; allí se va a pagar para tener sexo, no se va a encontrar amistad; cada cosa tiene su lugar, y quien gana dinero con su cuerpo, no puede ser que a ti te dé amistad decentemente y sin nada a cambio; porque quien no sabe respetarse a sí mismo-a, si vende su cuerpo, ¿qué no hará contigo?; te traicionará, porque no sabe ni ser fiel a sí mismo-a; ¿cómo va a ser fiel contigo? Las cosas son como son, no te engañes, ni te dejes engañar; si quieres buenos amigos-as, no vayas a un prostíbulo, ve a un lugar donde las personas se esfuercen en servir a los demás, donde la virtud y la pureza sean valoradas, para que se te valore a ti, para que no caigas en manos de malhechores y rufianes. Tú decide, ¡decide!, y aprende a decir NO, muchas veces; no a la impureza, no a la concupiscencia, no a la intolerancia que tienen los que venden su cuerpo, que quieren que todos hagan lo mismo que ellos, se den, se entreguen, y pueden hablar del placer, pero lo que quieren es que caigas tú como ellos-as, porque es más fácil hacer caer a otros-as y así justificarse, que levantarse y reconocer que no se ha obrado bien, que se ha pecado, que se ha ido contra la voluntad de Dios; eso es el pecado, ir contra la voluntad de Dios de no actuar como nos creó, perfectos. Cuando se es imperfecto, se peca. El pecado es una declaración de imperfección.

No imites a los imperfectos, y nadie es perfecto. Imita a Dios, a Jesús, el perfecto, imita a la Virgen María, la llena de gracia, la perfecta por la Gracia de Dios. Deja de hacer algunas cosas que haces y las haces por imitación desde bebé, ya eres adulto, ya eres consciente de que puedes ser tú mismo, esa persona que has meditado ser, que has decidido ser, que puedes ser si escribes tú mismo tu propio guión y te haces actor de tu vida, por amor a Dios, sí, por Él, te vences a ti mismo y a tu inclinación al pecado, por el pecado original en el que todos estáis sellados; y decide libremente, con voluntad, por ganarte el Cielo, qué vas a ser de ahora en adelante, LO QUE QUIERAS SER; hazte una lista de la persona que te gustaría ser, decide y aprende a serlo; no te va a faltar la ayuda de Dios, porque sabes bien que tienes a mano los Sacramentos; ¡úsalos!, y confía en Dios, en Jesús, en el que tiene que ser tu ejemplo, el que en todo hizo la voluntad de Dios Padre, hasta llegar al sacrificio total.

Si tú no sabes o no quieres sacrificarte, vamos mal. En mi próxima carta te hablaré de ello, del sacrificio voluntario; verás que es más fácil sacrificarte cuando sepas porqué y cómo.

Te quiero mucho, cuídate bien esta semana, porque muchos no querrán que te hagas cargo de tu vida, muchos no querrán que seas LIBRE. Acepta que te hallarás con esos y sigue viviendo lo que quieras vivir: ¡A volar!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

80 Carta / A ti, que quieres saber de qué va la libertad nuestra

Domingo, 26 de febrero de 2.012

A ti, que quieres saber de qué va la libertad nuestra:

Ante todo y sobre todo, te digo a ti, amigo, amiga, que esta libertad es exclusiva para cada uno, o sea, para que cada quien sea libre y haga el bien que pueda, ¡cuánto más, mejor!

Alguna gente se esfuerza, y se esfuerza mucho, para tener control sobre otros, los persigue, los cerca, y a veces, incluso, lo hace en nombre de Dios. ¿De qué Dios?, porque al Dios, Jesús, que debemos imitar, era un pacifista, y esa paz produce la guerra en uno mismo, si quiere seguirlo, ¡y no en los demás! A los demás hay que informar, con obras y de palabra, para que conozcan a Dios, para que sepan el Evangelio y se sientan amados, ¡tan queridos, como son por Cristo!, ¡el Mesías!

A todos estos, que en nombre de la libertad, se hacen dictadores en la vida de los demás, ¡aunque sea en nombre de la fe!, les espera el Infierno eterno, si no cambian de actitud y van a confesarse, arrepentidos de sus pecados.

O sea, que la libertad es nuestra, ¡de cada uno!

Sí, que tienes que protegerte del mal uso de la libertad de los demás, y con tu ejemplo, y si puedes, con palabras, debes exponer y dar a conocer la libertad de la que Dios habla, ¡la de hacer el bien a todos!, porque Dios, pasó por este mundo HACIENDO EL BIEN A TODOS.

Esas tonterías que a veces se oyen, de querer ir hasta las puertas del Infierno, con tal de convertir un alma, ¡son necedades de falta de fe!, porque la oración mueve a Dios, que entra en los corazones más duros y fríos; Dios, de necesitar algo, sólo necesita que le pidas, por eso te dice una y otra vez: “¿Qué quieres de mí?”

¡Ya está bien de juzgar y sentenciar!, porque perseguir y coaccionar a quien cree alguno que el otro hace mal, y puede que lo haga, ¡y puede que no!, eso corresponde a la acción civil del Estado, por eso hay las leyes humanas, como hay las leyes divinas para que tú, ¡tú cumplas con ellas y des buen ejemplo!

Tú, atrévete a hacer examen de conciencia, ¡atrévete!

Conócete a ti mismo a la luz de confrontar con tu vida los diez mandamientos de la Ley de Dios.

¡Ojo!, que a los hijos hay que exigirles obediencia, y en un hogar hay que vivir la realidad de que es una iglesia doméstica, donde el padre tiene la última palabra, si está de acuerdo con la de Dios, y la madre, ayuda en todo a la santidad de todos y la suya propia. Que quede claro que el hogar es una iglesia familiar, si los esposos se han casado en santo matrimonio canónico, sujeto a las leyes del derecho canónico, de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

¡Nada malo puede estar en la Iglesia Católica!, nada malo hecho o dicho con voluntad y prevaricación, así que tenlo claro, ¡tienes de saber de qué va tu fe!, deberías leer la Sagrada Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica y el Derecho Canónico, ¡estos tres libros te son esenciales!; y rigurosamente solicito de tí que los tengas a mano y los leas, porque saber leyes divinas, te ayudará a vivir la libertad, a disfrutar de tu fe, y a sentirte unido a la voluntad Divina de ser parte de la Iglesia universal, ¡la Suya!, la Católica, Apostólica y Romana.

No sé si lo sabes, pero deberías saberlo, que se te podría juzgar bajo la ley canónica, si tu conducta no fuera ejemplar, si con ella dañaras a los demás; pero esto también, es como algunas cosas que pocos saben, y menos cumplen, porque hay reglamentos internos para los miembros de la Iglesia Católica, que como Gobierno de las almas, ayuda con ellos, a ganarse el Cielo Eterno.

¡Y cuántos se saltan lo elemental con la excusa de evangelizar!, y lo que hacen es perseguir al pecador hasta hacerlo rendirse a sus pies y unirlo a la Iglesia, ¡no por fe!, sino por estadísticas del grupo o movimiento católico al que pertenece, porque, ¡cuantos más, mejor! Y así no son las cosas, así no las dispuso Jesús, Dios, ¡Él dio la libertad a todos y les entraba por la razón, en la comprensión de sus parábolas! Les mostraba con sus obras la bondad de Dios Padre, y les ofrecía una familia, la Familia de Dios. Y todos los bautizados sois familia de Dios, porque sois salvados por la fe de creer que Jesús es Dios y vivió y murió por todas las personas, para que siendo LIBRES, decidan si hace falta dejar su casa, su familia, sus amigos, a la novia, al novio que aman, y decidan, LIBREMENTE, ELLOS CUMPLIR CON LOS EVANGELIOS, CON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Por eso, no te cases con quien no sea bautizado católico, con quien no te deje libre para ser de Cristo; este es mi consejo.

Quiero que te enteres, ¡de una vez por todas!, de que tú, ¡tú!, mandas en tí mismo, ¡tú decides!, y tú pides a Dios lo que quieres, ¡tú!

Esta es nuestra libertad, el poder dirigirnos a Dios Padre en nombre de Cristo, de Jesús, el Mesías.

¡No tengas miedo a nada, ni a nadie!; sopórtalo todo, mientras no te llegue la ayuda de Dios Padre, por tus peticiones a Dios Hijo Jesucristo; y si tienes afecto y confianza en su Madre, en la Madre de Dios, ¡mejor que mejor!, porque pedir su intercesión, eso es una bendición. Tener una madre buena ¡es un lujo!, en estos tiempos actuales. La semana próxima os hablaré de las madres, ¡que hay cada una!, uuuuuuyyyyyy

La libertad; sobre ella, han informado muy mal a todo el mundo, por eso dicen que no tienen autoestima, porque no son libres de verdad. Quiero hacerte saber, hijo mío, hija mía, que la libertad la tienes por la sola condición de ser persona. Tu puedes decidir callar o hablar; ¡haz la prueba! esta semana; me haces este ejercicio, el de decidir antes de hablar de cualquier cosa; el pensar “¿lo digo o no lo digo?”. ¡Hazte dueño de ti mismo!, y verás lo divertido que es, y comprobaras cómo tú eres IMPORTANTE, porque decides el curso de tu vida y de las vidas de los que tratas, porque puede cambiar muchas vidas tan sólo el hablar o el callar, y también lo que dices y la manera como lo dices.

Os han dicho que los importantes son los ejecutivos, son los hombres de negocios, son los famosos. Y no es así totalmente, que sí que influyen en la gente, pero tú, tú influyes en las personas que conoces y tratas, y si las tratas bien, ¡siempre haciendo el bien!, disfrutarás de ser bueno y cambiar al mundo entero, eso sí que es tener poder, el de hacer el bien.

Tú, mira, observa el bien que haces con tus palabras y la manera de expresarte, y verás, sentirás que tienes EL PODER de cambiar las circunstancias.

Disfruta de tu libertad de callar, si no puedes hacer el bien, de hablar para consolar, para servir, para propagar el Evangelio de la fe.

Aún te iré hablando más y más del tema de la libertad, porque os la han coaccionado, y os cuesta comprender cuán felices podéis ser con sólo practicarla vosotros.

No da felicidad el que uno quiera coaccionar a otro-s, para que hagan lo que tú quieras, sea bueno o no, sino que la felicidad la da el que tú seas libre y uses del poder de esta libertad para hacer el bien, como hizo Jesús, Dios, que pasó por este mundo haciendo el bien, y que dicen de Él, que todas las cosas las hizo bien.

¿Fue feliz Jesús, Dios, en este mundo? ¡Sí!, aunque sufrió mucho, ¡lo mataron!, pero fue intensamente, inmensamente feliz, porque siempre fue libre de hacer el bien que hizo siempre. ¿Comprendes hijo, hija?… Medita en ello, y verás cómo tendrás eso que llaman autoestima, y es la libertad de hacer el bien, que te aplaude interiormente, y tienes buena conciencia.

¡Tu sigue a Jesús, Dios, y cumple con los diez mandamientos, usando de los sacramentos, y nos veremos en el Cielo!; ¡Dios lo quiere!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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120 Carta /A ti, que aceptas la libertad de expresión

Domingo, 13 de octubre de 2.013

A ti, que aceptas la libertad de expresión:

¿La aceptas en todos y en todo, o aún te sorprendes y te sientes contrariado cuando no piensan como tú?
¿A quién permites la libertad de expresión, sólo a los políticos?; ¿permites que tus padres, tus hijos, tu cónyuge, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, no piensen como tú, y además lo comenten alto y claro?…

Algunos hay, que no consienten la libertad de expresión cuando esta expresión sea contraria a la suya, y menos la aceptan en los seres que aman. Eso se puede comprender, pero no es justo y hay que cambiar, hay que dejar que cada quien dé su opinión contraria a la tuya; otra cosa es que te quedes a escucharlos, tampoco ellos pueden obligarte a oírlos; si es que no te ves capaz de rebatirlos, de tener un intercambio de ideas, quizás porque no es el momento, porque no tienes tiempo, puedes decirlo, decir que hablaréis del tema en otro momento; o puede que ya hayáis hablado otras veces del tema y no hay acuerdo, y prefieres marcharte antes de que haya gritos o malas caras o malos entendidos; pero si te vas de su presencia, hazles saber que no es por ellos, que no quieres escuchar sus opiniones, sino por la opinión, por el tema, pero que a ellos los sigues queriendo y aceptas que tengan sus opiniones, que respetas, como ellos deben respetar las tuyas.

Tienes que aceptarlo, todos tienen que aceptar el que la gente no piensa igual; quizás luego, con el tiempo, vuelvan a estar de acuerdo, pero hay veces que un padre piensa de una manera, y un hijo de otra; siendo así, tantas veces, hay que estar prevenido y saber que el cariño, el afecto, es más que el estar o no estar de acuerdo en algún tema.

Los temas de moral, los temas sobre los diez mandamientos, estos son inamovibles. Oigo tantas veces, los comentarios de algunos que dicen que la Iglesia Católica tiene que cambiar con los tiempos; pero eso no es posible, si cambiase, que no puede cambiar, dejaría de ser la Iglesia Católica para pasar a ser una más de las más de cuarenta mil iglesias protestantes. Sí, siempre quedarían los hijos fieles de Dios, que continuarían con la Iglesia que fundó Cristo Rey, porque siempre hay gente fiel. Sí, existen los santos, también hoy en día, y estos, los santos, son siempre fieles a los Evangelios, a la Sagrada Escritura, al catecismo de la Iglesia Católica.

No se puede obligar a nadie a practicar la fe, a orar, a recibir los sacramentos, a cumplir con los mandamientos, pero los que libremente siguen a Cristo, que aman a María, la Madre de Dios, estos son católicos, herederos del Reino de los Cielos.

El Reino de los Cielos, para heredarlo, hay un testamento que hay que cumplir, ¡y hay que hacerlo!, no se pueden cambiar las cláusulas de este testamento; tampoco se puede obligar a nadie a que las cumpla; se puede, se debe enseñar a todos, el testamento que, por Cristo y la Salvación que viene de Él, TODOS LOS HOMBRES, TODAS LAS PERSONAS TIENEN DERECHO A RECIBIR, si quieren; la condición es si quieren. Si no saben, no podrán saber si quieren, o no quieren, recibir el “testamento de Dios”; por eso hay que enseñar al que no sabe, no se puede imponer, pero tampoco se puede cambiar el testamento, que por siglos y siglos, los santos han cumplido, y seguirán cumpliéndolo.

El tema de hoy es la libertad de expresión, de eso quiero hablarte hijo-a de Dios, de que cada quien se expresa como quiere, y además de ser un hecho, porque vemos que así es, también es un hecho que tú puedes oírlo todo o no. Tú decides, y debes decidir lo mejor para tu alma, porque hay un Testamento que tienes a tu favor, por el que se te da el Cielo Eterno, por Cristo, con Cristo, si tú obras según la Ley de Dios y las normas de la Santa Madre Iglesia Católica. Nadie puede engañar a otro, porque al Cielo, se va al Cielo eternamente, si se cumple el Testamento, ¡sólo así!, y no se puede cambiar un testamento, ¡jamás!; la Ley de Dios, los diez Mandamientos, el mismo Dios los escribió con su dedo; ¡nadie puede ir contra Dios!, nadie, ni el Papa podría. Ni Cristo, el Hijo de Dios, fue contra Dios, sino que, siendo Dios, cumplió todos y cada uno de los diez mandamientos de la Ley de Dios, esa Ley que Dios escribió con su dedo y entregó a Moisés. Si no te lo quieres creer, ciertamente eres libre, pero no recibirás parte de la Herencia que está a tu nombre; debes saberlo, y tienes que decidir; ¿qué quieres, seguir a Cristo, o seguir al mundanismo?; ¿seguir a Cristo, o ser de otra religión?; ¿seguir a Cristo, o…? Piensa y decide, porque Dios te da la vida para que vivas según tu deseo; ¿qué deseas?, ¿dónde tienes tu corazón?… Allí donde está tu corazón, seguirá estando después de que mueras, y sólo hay vida eterna para los que aceptan la salvación que viene de Dios, de Cristo. No te engaño, hijo-a. Piensa.

Y siguiendo con el tema de la libertad de expresión, te pregunto, ¿estás preparado-a para escuchar las palabras de tu enemigo, o del mal amigo?; ¿estás preparado para escuchar a tu hijo ir contra ti?, ¿a tu padre ir contra ti?… 

¿Quieres saber qué es estar preparado? Te lo digo, estar preparado es amar a los demás, siendo como son, respetándolos en sus decisiones, en sus opiniones; ¡SON LIBRES!

Cuando comprendas lo que es la libertad, que no es sólo el que tú, tú, eres libre, sino que tú y todos los demás, uno a uno, ¡cada uno!, es libre, cuando lo asimiles en tu corazón, y a la vez comprendas que Dios te Ama a ti con todo su gran Amor, y también Ama a los demás, a cada uno, con todo su gran Amor, y amando tú a Dios sobre todas las cosas y personas, comprenderás, entenderás que no te puedes enfadar, no te puedes molestar con alguien a quien Dios Ama; y Dios Ama a todos, porque TODOS SON HIJOS DE DIOS; las personas existen porque a cada una, repito, a cada una, Dios la creó.

No vayas a exigir a otros como si fueras un rey, porque sólo hay un Rey al que Dios da poder de Rey, a Cristo, Rey de Cielos y tierra.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en Dios, en los hijos que Ama Dios, a TODOS.

Antes de hablar, te sugiero que pienses en que quizás no acepten tus términos, y ¿entonces qué harás?…

Antes de escuchar, te sugiero que recuerdes que DIOS TE AMA A TI, repito: Dios te Ama a ti. Así que, si lo que te dicen no te gusta, RECUERDA LO IMPORTANTE PARA TI, que es que Dios te Ama a ti. Y piensa que Dios también Ama al que te está hablando, ¡Dios Ama a todos!

No hagas enfadar a Dios, hablando sin amarlo sobre todas las cosas y personas, o escuchando sin amar a Dios sobre todas las cosas y personas.

Ten paciencia por CARIDAD, porque tus enemigos van a hablar mal de ti, ¡lo sabrás o no!, pero seguro que hablarán mal de ti, y lo harán a los que te aprecian, a los que te conocen. Hay gente tan débil, que sólo tiene palabras que usa como calumnias, con mentiras. Eso tienes que saberlo, y en las escuelas no se enseña; tampoco enseñan otros temas importantes de los que te iré hablando en mis cartas, para que, sabiendo las cosas, no te sientas mal, sino que sepas que así son, como así es, el que tu enemigo tiene enemigos, que a su vez también van contra él. ¡Ves, eso no lo tenías en cuenta!, pero así es. Deja pues que luchen los de su misma especie: los necios, los malos, los soberbios, los ególatras. Tú, haz como hizo Jesús, que dejó a todos libres, siéndolo Él mismo también. ¡De acuerdo!, pagó por ello, por su libertad, sí, por ser libre y obedecer a Dios Padre; lo crucificaron, lo mataron, ¡murió y resucitó!, y ahora está vivo para todos, para salvación de todos los que lo quieran, y el que lo quiere y le acepta como a su Salvador, cuando sus enemigos lo ataquen, sabe que tiene a Cristo, ¡que está vivo en la Eucaristía!, y puede irse a unir con Él, y vivir la Paz que siempre da, a través de los sacramentos, de la oración, ¡la mortificación!, el sacrificio de no devolver jamás mal por mal; sino que, resistiendo al enemigo, lo amas, sí, lo amas; repito: lo amas, porque NO SABE LO QUE HACE, y haciendo lo que hace, se está perdiendo SU HEREDAD, el Cielo eterno, y por lo cual, necesita de tu oración; y haz como Jesús, ¡vete!, pasa por delante de los que quieren empujarte al vacio, como esos que quisieron empujar a Dios, a Cristo, desde lo alto de la montaña, y Él, Jesús, Dios, ¡el Cristo!, ¡el Mesías!, pasó por entre ellos y se fue. ¡Vete!, pero no peques. ¿Entendido?… Deja que Dios te proteja, yéndote, y te dé lo que espera darte y no te da porque tus enemigos te envuelven y no te dejan en paz, aun cuando tú vas a buscarla una y otra vez en los sacramentos, pero viene ellos y te dañan, una y otra vez, y le dices a Dios; “¿hasta cuándo?”… Si te cuesta vivir entre enemigos, ¡y cuesta mucho!, porque todos necesitamos afecto, aprecio, y dejar de oír quejas, insultos, manipulación de la información que dan de nosotros; entonces, haz como Dios, y ¡vete!, porque la paz no está en este lugar, y no podrás vivir tranquilo hasta que halles un lugar donde no te alcancen los enemigos. La semana que viene te diré dónde está este lugar, y cómo se va. ¡Hasta el domingo que viene!

Mi bendición para ti, para que tengas paz, para que puedas escuchar y hablar con libertad, ¡tú libertad!, y respetando la libertad de los demás, teniendo en cuenta que, si no se llega a un consenso, se pierde, las dos partes pierden; por eso, relee mi carta de hoy y ten calma antes de hablar; ¡ponte primero en oración! para que tus palabras sean siempre una bendición; y si debes contestar agravios, hazlo con caridad, pero sin dejarte avasallar, porque tú, ¡tú eres hijo-a de Dios!, como el otro-a, como todos.

Las muchas palabras no convencen, la verdad es la que convence, y tantas veces se habla con el ejemplo, más que con muchas palabras. Y hay quien esconde su mal ejemplo, hablando demasiado. ¡Calla, y Ora!

Que por intercesión de la Virgen María, Dios ponga paz en vuestros corazones.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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150 Carta / A ti, que tienes caridad y das limosna

Domingo, 12 de Abril de 2.015

A ti, que tienes caridad y das limosna:

Da lo que quieras y lo que puedas, da siempre al necesitado, al que está más cerca de ti, porque la Iglesia tendrían que ser todos; Dios murió por todos los hombres, y dijo Jesús que amaran y sirvieran a todos con el mismo amor que Él, Jesús, Dios, los amó y los sirvió. Y, ¿a quién daba sus milagros Dios?, ¿a quién daba sus enseñanzas, Dios?; te lo digo, a todos. Nunca se ocultó de hablar la verdad, aunque hablaba con parábolas, y muchos no lo entendían, ni los mismos discípulos suyos; sus apóstoles lo entendían, y les contaba las cosas, que más tarde entendieron, sobre todo después de recibir a Dios Espíritu Santo, el Pentecostés. ¿Ya has recibido tú, amigo mío, el sacramento de la Confirmación?; te pido que lo recibas, y verás cómo se aumenta tu amor a Dios y tu caridad para con todos los demás, por amor a Dios.

La caridad te hará dar limosna, ayudar con palabras y obras al necesitado, y puede que el necesitado sea tu padre, tu madre, ya ancianos, o un pariente tuyo, o un hermano, o un hijo, o un amigo o vecino.

Todos estáis destinados a ser parte de la Iglesia de Cristo, porque Él, Dios, murió por todos, no por unos cuantos, sino por todos, y pidió que os hiciérais bautizar, para recibirle, para que Dios, Uno y Trino, haga morada en ti, y evangelizaras, por tu ejemplo, con tu palabra y de obra, cumpliendo lo que Dios da a los que piden tener fe: fe, esperanza y caridad.

Si tienes fe, si recibes los sacramentos, tendrás fe, esperanza y caridad, y entonces darás limosna por tu misma necesidad de amar a los demás, sin esfuerzo, sino como algo natural que necesitas entregar a los demás de ti, si es que tienes, porque hay quien no puede dar dinero, porque no tiene.

Algunos sacerdotes hablan a sus feligreses como si todos ellos tuvieran dinero para dar y ninguno tuviera necesidad de limosna, y la verdad es otra, porque pocos se ganan bien la vida, de tal manera que incluso puedan tener todos los hijos que Dios le quisiera dar. Esta es la verdad. ¿Cuántos evitan tener hijos, almas de Dios, para Dios, porque no tienen dinero para mantenerlos?, y sin embargo se les exige dinero, algunos incluso el diezmo; y ellos, tantos, dan al sacerdote, a la iglesia, y evitan los hijos, evitan tener más hijos porque no pueden mantenerlos, pero dan dinero a los pastores; ¿es esto coherente? No, no lo es. Hay que amar a Dios sobre todas las cosas y personas, sobre el diezmo también.

Dios quiere caridad, y la caridad es estar abiertos a la vida, es tener hijos, recibir estas almas que Dios ama y quiere que vengan al mundo a pasar las pruebas de la fe. ¿Tienes fe?… ¿Cuáles son tus obras de fe?

Amados hijos de Dios, Dios lo ve todo, Dios os ama verdaderamente; ¿amáis vosotros a Dios?, ¿hasta dónde?

Con afecto sincero.

P. Jesús

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