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Pecado

24 Carta / A ti, hijo, hija…

Domingo, 21 de noviembre de 2.010

A ti, hijo, hija…

Ven, cuéntame en el confesonario, tus pecados de omisión. Aaaahhh, no te esperabas ésta… ves cómo siempre tienes que leerme.

Ven, ven…

¿Qué no sabes cuales son los pecados de omisión? Te lo haré fácil, es este bien que podías haber hecho para agradar a Dios y no lo has hecho. Vamos, no te se me despistes, y empieza a hacer examen de conciencia, cada día, pero no a las de prisas y corriendo, sino pensando en ello y bajo la luz de los diez mandamientos.

Hoy seré breve, sí, y es que hoy tengo mis cosas que hacer. Ah, dices que quieres saber más de mí. Pues, tengo que velar por los intereses de mi Padre, que aunque soy sacerdote, no por esto dejo de ser hijo, y tengo que consolar a mi Madre, porque tiene hijos que la hacen llorar, y eso, a mí me pone triste. Así que hoy voy a dedicarme a rezar más por ellos, para que se cumpla su voluntad, y en vez de dolor tengan más alegrías. Tú también puedes hacerlo, porque eres bueno, y, aunque no seas sacerdote, eres un buen discípulo de Cristo.

Aquí te dejo por ahora, pero también rezaré por ti; ya sé que es domingo, y por eso precisamente, el domingo hay que dedicarlo a las obras de misericordia, y qué mejor que rezar por los necesitados.

Que pases una buena semana. ¡Y lo será!

 Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

111 Carta /A ti, que sufres por los pecados confesados

Domingo, 14 de abril de 2.013

A ti, que sufres por los pecados confesados:

Me escribes, y te comprendo. Me dices:

“Padre, gracias por esa meditación, tan elocuente y sabia, pero me inquieta, si un pecado de esta naturaleza, ya fue confesado, hace años, porque siempre marca, al recordar, a veces, creo que no fue bien confesado, me gustaría su opinión. Gracias Padre.”

Y te digo, ven a mis brazos, hijo-a, porque tu dolor me llena de dolor, y nos priva a ambos de la felicidad de la paz, la paz de Dios.

A veces, uno-a recuerda sus pecados graves ya confesados, porque otros se lo hacen recordar, con sus comentarios o insinuaciones, porque les molesta a muchos que los pecadores se arrepientan y se vayan a confesar; y a veces, los que lo recuerdan todo, son estos que van de santos por la vida; a veces son otros, como aquellos con los que te juntaste antes, y pecaste con ellos, y ellos no se han ido a confesar, sino que aún quieren más, pecar más contigo. Todo esto, siempre es porque el demonio tiene interés en que no seas feliz en este mundo. Repito, EL DEMONIO tiene interés en que no seas feliz en este mundo. Y, ¿es que alguien puede ser feliz en este mundo?… Tú crees que el paralitico que no podía meterse en la piscina, cuando fue sanado, crees que no fue feliz, habiendo sido tantos años desgraciado. Sí, fue feliz. Y tú y todos los que han ido a confesar sus pecados, tenéis que ser felices, porque YA PODEIS ANDAR; porque ya, libres del pecado, podéis disfrutar de las cosas bellas de la vida.

Cuando te venga la MALA tentación, que siempre es mala, lo sé, pero quiero decírtelo así para que te enteres bien, y te des cuenta de que siendo una tentación es-son los susurros del Diablo y sus secuaces que quieren mortificarte, que quieren que, pudiendo ya andar, te vuelvas a sentar y te quedes invalido por voluntad, por tu falta de voluntad; que la voluntad va unida a la fe, y sin la fe en Dios, pierdes la confianza en ti mismo; porque si no tienes confianza en ti mismo, entonces, es que no crees en Dios; porque esto es así, esa falta de lo que llaman autoestima, es decir, que uno no se ama, que uno no se estima a sí mismo, es porque no cree en Dios, no tiene fe y no admira a Dios; porque si lo admirara lo amaría, porque lo conocería y lo admiraría, sabría todo lo que Dios ha hecho por él, ¡por ti!, y tendrías fe, y tendrías confianza en ti mismo, por este amor con que Dios te ama, y la fe te lo dice; pero, aunque te has ido a confesar, no te crees digno-a de recibir el amor de Dios, y no te crees digno-a porque los demonios te susurran tus pecados, te los recuerdan; y tú, en vez de apartarlos de tu mente, caes en la MALA tentación de recordarlos. Tú, cuando te ocurra esto, tú, hijo-a mío-a, debes de apartarlo inmediatamente de tu mente; ¿cómo?, pensando lo cierto, lo correcto: “Ya me lo confesé y estoy PERDONADO-A”. Y ten fe, ¡ten fe!; porque te falta fe.

Normalmente, la falta de fe viene porque este-os pecados cometidos, los hiciste bajo presión de una falta de fe en Dios, y por lo tanto te saltaste los diez mandamientos; recuerda eso: ¡QUE ERAS UN IGNORANTE EN ESOS MOMENTOS QUE PECASTE!;pero esto ya pasó; ¡ha quedado atrás!, ahora ESTÁS PERDONADO-A, ahora eres libre de tener fe y voluntad; así que ¡lucha por tu LIBERTAD!, CON TU VOLUNTAD. Deja que te dé un abrazo, porque por fe; SOMOS HERMANOS.

Anda, anda, no llores más, y haz buenas obras de ahora en adelante, no sólo las que puedas hacer, sino las que quieras hacer. La próxima semana os hablaré de este tema, de las obras que se pueden hacer y las que se deben hacer.

Un fuerte abrazo a cada uno, sí, también a ti, que aún no te has confesado. ¡Venga!, te espero en el confesonario.

Con afecto sincero.

P. Jesús

© copyright

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146 Carta / A ti, que has pecado y estás extraviado

Domingo, 15 de Marzo de 2.015

A ti, que has pecado y estás extraviado:

Amigo, amiga, cuando tu pecado está confesado, ¡estás perdonado! Dios lo quita de tu memoria, y no te lo recuerda, ¡ni en la Gloria!

Cuando mueras y le veas, Jesús no te hablará jamás de tu pecado confesado y perdonado por Dios, en confesión a un sacerdote de la Iglesia Católica. Es de fe. Ten fe y confiésate.

No cometas más pecados y haz tu vida nueva, tratando a Dios con respeto, así también a tu cuerpo y a tus semejantes.

No hagas daño a nadie, queriendo; que sin querer, el daño que haces, Dios lo suple con su amor, dando al dañado por ti, su bendición y protección.

Dios cubre tus debilidades, dando, a quien recibe de ti tus faltas, errores y pecados, nuevas oportunidades.

Confía en Dios, noche y día, y pide al Señor una vida mejor, para ti, para todos, y Él, que es Dios, os bendice.

Aunque tu pecado fuera como la grana, hayas robado, matado, fornicado, calumniado, Dios, al tú confesarte de ello, te limpia de tu pecado, y ¡estás por Dios perdonado! Se te abren las puertas del Cielo, y Dios mismo te da su consuelo. 

Con afecto sincero.

P. Jesús

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