Saltar al contenido

Santoral Junio - 3. página

24 de Junio / San Juan Bautista, Nacimiento

Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento. 

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses – el 24 de diciembre – estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús). 

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar. 

Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: «No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios». 

Pero Zacarías respondió al ángel: «¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?». 

El ángel le dijo: «Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla». 

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel. 

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen. 

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor». Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan. 

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración. 

Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios. 

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia. 

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: «Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es». 

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego». 

Y las gentes le preguntaron: «¿Qué es lo que debemos hacer?». Y contestaba: «El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo»… 

«Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…» 

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle «¿Tu quién eres?» El confesó claramente: «Yo no soy el Cristo» Insistieron: «¿Pues cómo bautizas?» Respondió Juan, diciendo: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…» 

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: «¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: «Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia». Entonces Juan condescendió con El. 

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias». 

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». 

Entonces Juan atestiguó, diciendo: «He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios». 

Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: «No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano»; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho. 

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía. 

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan. 

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio. 

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe. 

Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: «Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro». 

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: «Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…» 

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…» 

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes. 

Entonces el rey juró a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino». 

Ella salió fuera y preguntó a su madre: «¿Qué le pediré?» La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: «Pídele la cabeza de Juan el Bautista». La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: «Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». 

Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado. 

Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.

Fuente: www.ewtn.com

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Juan Bautista, Nacimiento

Hasta que San Juan Bautista no fue bautizado, su padre, Zacarías, no volvió a hablar. No habló, no hasta que nació su hijo, sino hasta que le puso por nombre el nombre que el Ángel de Dios le dijo: “Juan”. Y así demuestra y muestra la historia, que hasta que uno no cumple con los designios de Dios, estás mudo, estás castigado por tu incredulidad.

Si en tu vida hay una serie de sucesos, que parece que Dios te castiga, puede que hayas hecho como Zacarías y no hayas creído que eres para Dios, su amado hijo, elegido para propagar al mundo el Evangelio y servir con amor a tus hermanos pequeños en la fe de Cristo Rey. ¿No eres bautizado? Pues, ¿Por qué dudas de que debes propagar el Evangelio? Esa es tu misión, misión santa para todos los bautizados.

San Juan Bautista cumplió con su Misión y, misionando, bautizaba, y muchos creían en Dios por su palabra.

San Juan Bautista, qué gran santo, porque fue fiel a lo que Dios esperaba de él.

P. Jesús
© copyright

25 de Junio / San Próspero de Aquitania

Si no fuera por sus escritos, todos marcados por la controversia semipelagiana, y por el testimonio del historiador Gennadio no sabríamos gran cosa de su vida que destaca por su virtud, por la perseverancia en la lucha por la ortodoxia y por el apasionamiento por la verdad. 

Parece ser que era natural de Aquitania y así se añade a su nombre, como apellido, el de su patria, y vió la luz a finales del siglo IV. Debió recibir una buena y sólida formación, y parece ser que frecuentó la compañía de los monjes que estaban en el monasterio de san Víctor, en Marsella, al sur de Francia. Consta que nunca entró en el mundo de los clérigos, siempre permaneció en el estado seglar y hay indicios prudentes que llevan a pensar que estuvo casado; de hecho, se le atribuye el «Poema de un esposo a su esposa» en cuyo caso no habría duda sobre su estado matrimonial e incluso se le podría aplicar la profundidad de pensamiento y las claras actitudes de vida cristiana que en él aparecen, pero no puede afirmarse con total seguridad por negar algún autor de peso la autoría prosperoniana del poema. 

Bien conocida es la controversia teológica suscitada en el siglo V por la desviada enseñanza de Pelagio contraria al pensar cristiano poseído pacíficamente en la Iglesia. La reacción de san Agustín -con toda clase de argumentos bíblicos y teológicos- no se hizo esperar en defensa de la fe y la sanción de los concilios de Cartago en los años 416 y 418 con la posterior aceptación del papa parecía haber solucionado para siempre el problema. Pero no fue así y es aquí donde entra en juego Próspero de Aquitania. 

Los monjes de san Víctor en Marsella empiezan a inficionar las Galias con un pelagianismo camuflado que enseña el abad Casiano, escritor y teólogo, secundado por sus monjes. Dice en sus «Colaciones» que admite la doctrina contra los pelagianos expuesta por san Agustín y aprobada por los concilios y los papas, pero sostiene con sus monjes que depende del hombre la primera elección que en términos teológicos se denominará desde entonces el «initium fidei». Este es el pensamiento teológico que en el siglo XVI recibirá el nombre de semipelagianismo. Próspero detecta el mal larvado y habla, y discute, y visita, y escribe a Agustín propiciando la escritura de los tratados maduros agustinianos «Sobre el don de la perseverancia» y «De la predestinación de los santos» que escribió, ya anciano, el obispo de Hipona. Es toda una controversia de alto nivel. Como es laico y su fuerza termina en su pobre persona, no cede en la verdad teológica y marcha a Roma para implicar en la defensa de la fe al mismo papa Celestino I que era ya un hombre avezado en este tipo de discusiones y escribió a los obispos galos pidiendo sometimiento al magisterio de la Iglesia recogido de san Agustín. 

Se trataba de intrincadas cuestiones que, en sus matices, son para especialistas teólogos y en las que los incautos son fácil presa al engaño. En juego está la idea de Dios y del hombre, el valor de la Redención y la necesidad de los sacramentos. No era poca cosa la que estaba sobre el tapete. Había que saber conciliar la evidencia del absoluto poder de Dios, su voluntad salvífica universal, y su absoluta libertad con la libertad del hombre que es un ser dependiente y el papel que le concierne en su propia salvación, correspondiendo personalmente a la gracia. Si se concedía excesivo protagonismo a la libertad humana se llegaba al extremo inaceptable de que el hombre puede llegar a la salvación sobrenatural por sus propias fuerzas; si, por el contrario, se acentuaba la absoluta dependencia del hombre con respecto a Dios, se hacía a Dios responsable de la condenación, cosa igualmente imposible. Llegar a la expresión técnica de la fe era cosa de preclaras inteligencias, grandes teólogos y extraordinarios santos. 

Muerto Casiano y fallecido también san Agustín, no se acabó la discusión entre los seguidores del fraile y tuvo que ser el laico o seglar Próspero quien mantuviera firme y alta la bandera de la ortodoxia. Que se sepa, escribió «La vocación de todos los gentiles», «Contra el autor de las Colaciones», «Sobre la Gracia y el libre albedrío» y «De los ingratos». 

Terminó sus días el seglar Próspero siendo secretario nada menos que del papa san León Magno y hasta se piensa que pudo poner su aportación en la Epístola Dogmática escrita a los Orientales para exponer magisterialmente el misterio de la Encarnación, declarando la unión Personal en Cristo contra la herejía de Nestorio y contra Eutiques y los monofisitas las dos naturalezas de Cristo. 

Murió después del año 455, sin que se pueda aventurar con más exactitud la fecha de su muerte en el actual estado de investigación. 

Da gusto ver en el siglo V la entrega de un laico sabio y santo responsable de su misión y puesto en la Iglesia sin renunciar al estado que Dios quiso para él. Aunque en aquella época no se hablaba aún de «promocionar al laicado», ni de «laicos comprometidos», se demuestra una vez más que, para cada uno en particular, la santidad no depende del modo de ser Iglesia en la Iglesia, sino de la fidelidad a la gracia de Dios y del esfuerzo por poner en juego todos los dones recibidos.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Próspero de Aquitania

Hay santos seglares y hay santos religiosos y hay santos sacerdotes; pero todos los santos son consagrados. Quien no tiene fe, no se salva. Y quien no practica la fe, no se salva. Entonces ¿Quiénes se salvan? Los santos. Y todos los santos, han de consagrarse individuamente a Dios para salvarse.

San Próspero de Aquitania, se salvó, pero no tuvo una vida fácil, se dedicó a vivir y a luchar por la fe de su Iglesia, por la fe de Cristo. Lo criticaron, lo calumniaron diciendo cosas de él muy malas y falsas, pero él, San Próspero de Aquitania, pasó los últimos tiempos de su vida junto al Papa, porque los santos son amados y necesitados desde los más altos cargos de la Iglesia para que den buen ejemplo y ayuden a todos a salvarse como ellos mismos se salvan: por su fe y las obras de la misma.

P. Jesús

© copyright

26 de Junio / San Josemaría Escrivá, Fundador

Josemaría Escrivá de Balaguer es uno de los más populares fundadores y apóstoles del siglo XX. Nació en Barbastro Aragón, España, de un hogar sumamente creyente y ejemplar. Fundó en 1928 el Opus Dei, que fue hasta noviembre de 1982 un instituto secular. En esa fecha, fue denominada por Juan Pablo II como Prelatura Personal.

Josemaría tuvo desde muy pequeño una gran cualidad: su espíritu de servicio a los demás, y se propuso a imitar el espíritu de servicio de Jesús, y dedicar su vida entera a lograr hacer el mayor bien posible a toda clase de gentes.

Después de obtener su doctorado en la universidad, fue ordenado sacerdote en 1925 y se dedicó al apostolado. Con su espíritu alegre y jovial, se ganó el corazón de todos, convirtiendo a muchas almas pecadores y ganando cada vez más discípulos. Josemaría fue un instrumento en las manos de Dios, por medio del cual la Iglesia Católica logró conseguir líderes apostólicos en todos los continentes y empezó nuevas obras de apostolado en muchas naciones. 
El 2 de octubre de 1928 Josemaría concebió la idea de fundar una asociación en la cual cada persona, siguiendo sus labores ordinarias en el mundo, se dedicara a conseguir la santidad y a propagar el reino de Cristo. Fundó entonces la famosa organización llamada Opus Dei (Obra de Dios) que ahora está extendida por todos los países del mundo. Desde 1928 hasta su muerte en 1975, Josemaría Escrivá dedicó todas sus energías y sus grandes cualidades y todo su tiempo, a extender y a perfeccionar la obra maravillosa que Dios le había encomendado: El Opus Dei, una asociación para llevar hacia la santidad a las personas, pero permaneciendo cada cual en su propia profesión y oficio. 

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II en Roma el 17 de mayo de 1992. Fue canonizado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Josemaría Escrivá, Fundador

San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Hombre piadoso y lleno de la gracia de Dios.

Este santo, dio forma a la evangelización en el mundanismo. Si antes, para ser santos, las personas, parecía que tenían que alejarse del mundo, San Josemaría les mostró el camino de una santidad en medio del mundo, haciendo gran apostolado en las personas que les atrae el mundo y quieren a la vez ser santos.

P. Jesús
© copyright

27 de Junio / San Cirilo de Alejandría

Su autoridad sirvió santamente los designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo. 

Arzobispo de Alejandría (Egipto). Defensor de la doctrina que proclama a María la Theotokos: Madre de Dios. Esta doctrina fue proclamada como dogma en el Concilio de Efeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad del Papa Celestino. Su gran oponente era Nestóreo, patriarca de Constantinopla. 

Al ponerse en duda que María es Madre de Dios se ponía en duda la identidad de Jesucristo quien es una persona divina. Por eso San Cirilo no solo aportó a la Mariología sino también a la Cristología. 

El argumento de San Cirilo: María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios. Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios. 

Su santa defensa de la verdad le ganó la cárcel y muchas luchas pero salió victorioso.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Cirilo de Alejandría

¡Qué gran santo! Defensor del dogma de la Madre de Dios. ¡Que privilegio ir a la cárcel por María! San Cirilo de Alejandría, de ti, que seguro que estás constantemente a los pies de María, en el Cielo eterno, te pido intercedas por todos los que no creen en Ella como Madre de Dios. Pídele a la excelsa María que Dios propague en el mundo la devoción a Su Madre bendita: Ella; la Custodia de Jesús.

P. Jesús
© copyright

28 de Junio / San Ireneo, Obispo y Mártir (130 – 202)

Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teología cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos, defendiendo así la fe católica de las insidiosas doctrinas de aquellos herejes.

En el año 177 se le envió a Roma con una delicadísima misión. En época de la persecución de Marco Aurelio, enviaron al Papa Eleuterio, por conducto de Ireneo, «la más piadosa y ortodoxa de las cartas», con una apelación al Pontífice para que tratase con suavidad a los hermanos montanistas de Frigia. Asimismo, recomendaban al portador de la misiva, como a un sacerdote «animado por un celo vehemente para dar testimonio de Cristo». Tan pronto regresó a Lyon, ocupó la sede episcopal que había dejado vacante San Potino. 
Escribió un tratado de cinco libros, en cuya primera parte expuso las doctrinas internas de las diversas sectas para contraponerlas después a las enseñanzas de los Apóstoles y los textos de las Sagradas Escrituras.

En su método de combate, Ireneo expone la teoría «enemiga», la desarrolla hasta llegar a su conclusión lógica y, por medio de una eficaz reductio ad absurdum, procede a demostrar su falsedad. Ireneo estaba firmemente convencido que de que gran parte del atractivo del gnosticismo, se hallaba en el velo de misterio con que gustaba de envolverse. San Ireneo se preocupa más por convertir que por confundir, por lo tanto escribe con estudiada moderación y cortesía. Gracias a sus escritos, los gnósticos dejaron de constituir una amenaza para la Iglesia y la fe católicas. 
El tratado contra los gnósticos ha llegado hasta nosotros completo en su versión latina y, en fechas posteriores, se descubrió la existencia de otro escrito suyo: la exposición de la predicación apostólica, traducida al armenio. 

Los restos mortales de San Ireneo, como lo indica Gregorio de Tours, fueron sepultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llamaba Iglesia de San Juan, pero más adelante se llamó de San Ireneo. Esta tumba o santuario fue destruída por los calvinistas en 1562 y , al parecer, desaparecieron los últimos vestigios de sus reliquias.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Ireneo, Obispo y Mártir (130 – 202)

Hay que guardar la doctrina católica, que es nuestra fe, como lo hizo San Ireneo, Obispo y Mártir.

El mundo cambia de filosofías, y arrastran a las personas deseosas de algo nuevo y lleno de felicidad, sin cruces que aguantar. Y se engañan, porque a este mundo se viene a sufrir, como así mismo vino Dios mismo y padeció y sufrió. Ni uno, ni uno deja de sufrir en este mundo.

P. Jesús
© copyright

29 de Junio / Fiesta del Inmaculado Corazón de María

María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría. La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad… La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre. Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi. Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús. Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás. El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de Dios. Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.

*Más información sobre esta popular devoción en: http://www.aciprensa.com/Maria/corazonmaria/index.htm

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta del Inmaculado Corazón de María

Sí, por María Inmaculada amamos a Dios.

Como ella, dentro de ella, en su amor, recibimos el mismo amor de Dios en nosotros por ella, la Virgen Madre de Dios.

P. Jesús

© copyright

29 de Junio / Santos Pedro y Pablo, Solemnidad

Tan atrás como en el siglo cuarto se celebraba una fiesta en memoria de los Santos Pedro y Pablo en el mismo día, aunque el día no era el mismo en Oriente que en Roma. El Martirologio Sirio de fines del siglo cuarto, que es un extracto de un catálogo Griego de santos del Asia Menor, indica las siguientes fiestas en conexión con la Navidad (25 de diciembre): 26 dic. San Estéban; 27 dic. Santos Santiago y Juan; 28 dic. Santos Pedro y Pablo. 

La fiesta principal de los Santos Pedro y Pablo se mantuvo en Roma el 29 de junio tan atrás como en el tercero o cuarto siglo. La lista de fiestas de mártires en el Cronógrafo de Filócalo coloca esta nota en la fecha – «III. Kal. Jul. Petri in Catacumbas et Pauli Ostiense Tusco et Basso Cose.» (=el año 258) . El «Martyrologium Hieronyminanum» tiene, en el Berne MS., la siguiente nota para el 29 de junio: «Romae via Aurelia natale sanctorum Apostolorum Petri et Pauli, Petri in Vaticano, Pauli in via Ostiensi, utrumque in catacumbas, passi sub Nerone, Basso et Tusco consulibus» (ed. de Rossi–Duchesne, 84). 

La fecha 258 en las notas revela que a parir de ese año se celebraba la memoria de los dos Apóstoles el 29 de junio en la Vía Apia ad Catacumbas (cerca de San Sebastiano fuori le mura), pues en esta fecha los restos de los Apóstoles fueron trasladado allí (ver arriba). Más tarde, quizá al construirse la iglesia sobre las tumbas en el Vaticano y en la Vía Ostiensis, los restos fueron restituidos a su anterior lugar de descanso: los de Pedro a la Basílica Vaticana y los de Pablo la iglesia en la Vía Ostiensis. 

En el sitio Ad Catacumbas se construyó, tan atrás como en el siglo cuarto, una iglesia en honor de los dos Apóstoles. Desde el año 258 se guardó su fiesta principal el 29 de junio, fecha en la que desde tiempos antiguos se celebraba el Servicio Divino solemne en las tres iglesias arriba mencionadas (Duchesne, «Origines du culte chretien», 5ta ed., París, 1909, 271 sqq., 283 sqq.; Urbano, «Ein Martyrologium der christl. Gemeinde zu Rom an Anfang des 5. Jahrh.», Leipzig, 1901, 169 sqq.; Kellner, «Heortologie», 3ra ed., Freiburg, 1911, 210 sqq.). La leyenda procuró explicar que los Apóstoles ocupasen temporalmente el sepulcro Ad Catacumbas mediante la suposición que, enseguida de la muerte de ellos los Cristianos del Oriente deseaban robarse sus restos y llevarlos al Este. Toda esta historia es evidentemente producto de la leyenda popular. 

Una tercera festividad de los Apóstoles tiene lugar el 1 de agosto: la fiesta de las Cadenas de San Pedro. Esta fiesta era originariamente la de dedicación de la iglesia del Apóstol, erigida en la Colina Esquilina en el siglo cuarto. Un sacerdote titular de la iglesia, Filipo, fue delegado papal al Concilio de Éfeso en el año 431. La iglesia fue reconstruida por Sixto II (432) a costa de la familia imperial Bizantina. La consagración solemne pudo haber sido el 1 de agosto, o este fue el día de la dedicación de la anterior iglesia. Quizá este día fue elegido para sustituir las fiestas paganas que se realizaban el 1 de agosto. En esta iglesia, aún en pié (S. Pietro en Vincoli), probablemente se preservaron desde el siglo cuarto las cadenas de San Pedro que eran muy grandemente veneradas, siendo considerados como reliquias apreciadas los pequeños trozos de su metal. 

De tal modo, la iglesia desde muy antiguo recibió el nombre in Vinculis, convirtiéndose la fiesta del 1 de agosto en fiesta de las cadenas de San Pedro (Duchesne, op. cit., 286 sqq.; Kellner, loc. cit., 216 sqq.). El recuerdo de ambos Pedro y Pablo fue más tarde relacionado con dos lugares de la antigua Roma: la Vía Sacra, en las afueras del Foro, adonde se decía que fue arrojado al suelo el mago Simón ante la oración de Pedro y la cárcel Tullianum, o Carcer Mamertinus, adonde se supone que fueron mantenidos los Apóstoles hasta su ejecución. 

También en ambos lugares se erigieron santuarios de los Apóstoles y el de la cárcel Mamertina aún permanece en casi su estado original desde la temprana época Romana. Estas conmemoraciones locales de los Apóstoles están basadas en leyendas y no hay celebraciones especiales en las dos iglesias. Sin embargo, no es imposible que Pedro y Pablo hayan sido confinados en la prisión principal de Roma en el fuerte del Capitolio, de la cual queda como un resto la actual Carcer Mamertinus.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santos Pedro y Pablo, Solemnidad

Dios quiere iglesias, templos, en Su honor. Y los quiere llenos de personas con devoción y fe, con amor a Dios y entre los hermanos, y sirviendo a todos, como hizo Jesús, Dios Hijo, Jesucristo, e hicieron, por imitación a Dios, San Pedro y San Pablo. Cada uno con su carisma, cada uno con total entrega a Dios. Y los dos, unidos por el Espíritu Santo, que une y rige a la Santa Madre Iglesia Católica, que es la bella Esposa de Dios. ¡Tú! Tú eres templo y eres Iglesia; edifícate imitando a Jesús, como lo hicieron San Pedro y San Pablo.

La Iglesia es más que un templo en honor a Dios, la Iglesia eres tú. Medita en esto, oh amado de Dios.

P. Jesús
© copyright

30 de Junio / Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana

Tanto el historiador pagano Tácito, en su obra Annales, como el Papa Clemente, en su Carta a los Corintios, testifican que muchos cristianos sufrieron martirio en medio de indecibles tormentos con la persecución desencadenada por el emperador Nerón después del incendio de Roma, en el año 64. 

Algunos de ellos fueron quemados como antorchas humanas en los banquetes nocturnos, otros crucificados o echados como alimento de animales salvajes. Estos mártires murieron antes que San Pablo y San Pedro y son llamados «Los discípulos de los Apóstoles».

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana

Muchos han muerto por su fe, como lo hicieron los Santos Protomártires de la Iglesia Romana. Pero antes murieron a si mismos para ser dignos de ser mártires. No todos pueden ser mártires, sólo los santos. ¿Tú crees que podrías defender tu fe hasta la misma muerte física? Entonces, no vas a ser santo.

Soy duro, piensan algunos, pero, si ser santo fuera menos que llegar a dar la vida por Dios, como hicieron los Protomártires de la Iglesia Romana, ¿De que habría servido su sacrificio por su amor total y entrega total a Dios?

Dios no hace rebajas. Dios es el Presente, el pasado y el futuro, siempre es igual, Dios quiere tu amor total. ¿Comprendes? Sé que lo comprendes. ¡Qué lejos estás de la santidad! No es sólo rezar y evangelizar; ¡Es vivir tú lo que predicas!

Muchos quieren ir de predicadores y pocos viven las obras de la fe. A Dios le cansa tanta palabrería, quiere verdaderos apóstoles de palabras y obras de fe. No nos engañemos; cuesta mucho ser santo; sólo Dios puede hacer que seas santo, porque no es por rezar mucho, o asistir a muchas Misas, o hacer ayunos impresionantes; es por tener tú en tu corazón, en tu mente, en tus palabras y obras el amor a todo un Dios verdadero: Jesús de Nazaret, el Mesías.

Hoy sabes más que ayer.

P. Jesús
© copyright