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Santoral Agosto - 2. página

10 de Agosto / San Lorenzo, Diácono y Mártir

Era San Lorenzo uno de los siete diáconos de la Iglesia de Roma, cargo de gran responsabilidad, ya que consistía en el cuidado de los bienes de la Iglesia y la distribución de limosnas a los pobres. El año 257, el emperador Valeriano publicó el edicto de persecución contra los cristianos y, al año siguiente, fue arrestado y decapitado el Papa san Sixto II, San Lorenzo le siguió en el martirio cuatro días después. Según las tradiciones cuando el Papa San Sixto se dirigía al sitio de la ejecución, San Lorenzo iba junto a él y lloraba. «¿A dónde vas sin tu diácono, padre mío? «, le preguntaba. El Pontífice respondió: «No pienses que te abandono, hijo mío, pues dentro de tres días me seguirás». 

San Agustín dice que el gran deseo que tenía San Lorenzo de unirse a Cristo, le hizo olvidar las exigencias de la tortura. También afirma que Dios obró muchos milagros en Roma por intercesión de San Lorenzo. Este santo ha sido, desde el siglo IV, uno de los mártires más venerados y su nombre aparece en el canon de la misa. Fue sepultado en el cementerio de Ciriaca, en Agro Verano, sobre la Vía Tiburtina. Constantino erigió la primera capilla en el sitio que ocupa actualmente la iglesia de San Lorenzo extra muros, que es la quinta basílica patriarcal de Roma.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Lorenzo, Diácono y Mártir

San Lorenzo amó tanto a Dios que no le importó sufrir. Aquí tienes otro dato para los que van a ser santos: Sufren, sin importarles aceptar el dolor, que ofrecen a Dios.

Cuando veas a una persona sufrir, por lo que sabes de sus circunstancias, y esa persona continúa haciendo el bien sin mirar a quien, te lo digo: Es una persona que va para santa.

¿Serás tú?

Sí.

P. Jesús
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11 de Agosto / Santa Clara, Virgen. Fundadora de las Clarisas

Cuando Clara tenía 18 años, San Francisco predicó en Asís los sermones cuaresmales en la Iglesia de San Jorge. Las palabras del «poverello» encendieron el corazón de la joven, quien fue a pedirle, en secreto, que la ayudase a vivir según el Evangelio. San Francisco la alentó en su deseo de dejarlo todo por Cristo. El día de Ramos de 1212, Clara asistió a la bendición de las palmas en la catedral. Todos los fieles se acercaban a recibir una rama de olivo, pero Clara se quedó en su sitio, presa de la timidez. Al ver esto, el obispo llevó la rama hasta el lugar en que se hallaba. Esa noche, Clara huyó de su casa y se dirigió al pueblo de Porciúncula, que distaba dos kilómetros de donde vivía San Francisco con su comunidad.

Ahí cambió Clara sus finos vestidos por un hábito de penitente, que consistía en una túnica de tela burda y una cuerda de cinturón. San Francisco le cortó el cabello. Como éste no había fundado un convento para religiosas, consiguió alojamiento provisional para Clara en el claustro de las benedictinas de San Pablo, cerca de Bastia. Los parientes de Clara ya habían planeado para ella un matrimonio y en cuanto supieron lo que había pasado, decidieron sacarla del convento. Se cuenta que Clara se aferró con tal fuerza al altar, que desgarró los manteles cuando la arrancaron de ahí. La joven se descubrió la cabeza para que viesen sus cabellos cortados y dijo a sus amigos que Dios la había llamado a su servicio y que ella estaba dispuesta a responder. Al poco tiempo, fue a reunirse con Clara su hermana Inés, lo cual desencadenó una nueva persecución familiar. Más tarde, San Francisco trasladó a Clara e Inés a una casa contigua a la iglesia de San Damián, en las afueras de Asís, y nombró superiora a Clara.

Al cabo de algunos años, había ya varios conventos de las clarisas en Italia, Francia y Alemania. La Beata Inés fundó una orden en Praga, donde tomó el hábito. Santa Clara y sus religiosas practicaban austeridades hasta entonces desconocidas en los conventos femeninos. No usaban calzado y dormian en el suelo, no comían carne nunca y sólo hablaban cuando era necesario o por caridad. Santa Clara imitó a la perfección el espíritu de pobreza de San Francisco. Gregorio IX acabó por conceder a las clarisas, en 1228, el «Privilegium Paupertatis» para que nadie pudiese obligarlas a tener posesiones.

Además, Santa Clara como verdadera intérprete del espíritu y tradición franciscanos, redactó por su cuenta una regla que los refleja con fidelidad y que prohibe toda forma de propiedad individual o común. Inocencio IV no aprobó esta regla sino dos días antes de la muerte de la santa.

Santa Clara murió el día de la fiesta de San Lorenzo, a los 60 años de edad, de los cuales 40 los consagró a la vida religiosa. Fue sepultada el 12 de agosto, en el cual la Iglesia celebra su fiesta. El Papa Alejandro IV la canonizó en Agnani en 1255.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Clara, Virgen. Fundadora de las Clarisas

Llegar a renunciar a todo por Dios, pocos lo hacen, aunque pocos son los llamados a ello, porque la vida tiene que continuar y el pan es necesario en las mesas. Pero muchos que se dicen elegidos y dicen hacer voto de pobreza, luego andan tomándose y dándose licencias. Algunos dicen hacer voto de pobreza y tienen a otras personas a su servicio que les sirven la mesa y les lavan la ropa; esta no es la pobreza de un voto a Dios, puede ser una pobreza mal entendida porque la verdadera pobreza es la de las Clarisas.

Bendita Santa Clara, mujer que realmente renunció a sus posesiones por el amor a Cristo y enseñó a las Clarisas a ser dignas de su voto. Nadie puede obligar a un voto de pobreza o castidad, pero quien lo haga, que lo cumpla porque Dios es Uno en su Divina Trinidad.

P. Jesús
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12 de Agosto / Beato Inocencio XI, Papa

El 20 de noviembre de 1650, recibió la ordenación sacerdotal y la consagración episcopal, el 19 de enero de 1651. Después de retirarse durante algún tiempo en su ciudad natal, tomó posesión efectiva de su sede, en febrero de 1652. En 1656, regresó a Roma en donde vivió hasta que fue elegido Sumo. Fue un Papa muy piadoso, austero, amante de la pobreza. Cuando tomaba una decisión para bien de la Iglesia, no había nada que lo hiciera retroceder. Se considera que antes de llegar a ser Papa era más un administrador que un pensador. Esto no fue determinante. Si los actos más sobresalientes de su pontificado fueron provocados por el anhelo de administrar la Iglesia, de defenderla y de reformarla, su actuación apologética, aunque menos brillante, fue también de importancia profunda y duradera. 

Inocencio XI fue enemigo del nepotismo. Su atención se enfocó hacia la moralidad de la enseñanza religiosa. Se ocupó de la reforma de los dominicos de Toscana y Lombardía, y de las cistercienses de Polonia. Aprobó dos nuevas congregaciones y, en 1686, la regla de la Tercera Orden Franciscana. 

Luchó, aplicando las leyes canónicas, contra la declaración del 10 de febrero de 1673, en la que Luis XIV extendió los privilegios temporales que concedían la rey la potestad de nombrar a los obispos para las sedes vacantes en las diócesis del mediodía que habían sido exceptuadas hasta entonces. Además, se adjudicó el derecho de nombrar a las abadesas de los monasterios y a los titulares cuando estaban vacantes las sedes episcopales. 

Fue sepultado en San Pedro. Gozó de una reputación de santidad tal, que su causa fue introducida el 23 de junio de 1714, todavía en vida de Luis XIV. Finalmente, fue beatificado por el Papa Pío XII, el 7 de octubre de 1956.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Beato Inocencio XI, Papa

Hay santos que todos saben que son santos, como el Beato Inocencio XI, Papa. Luchador incansable para el bien de la Iglesia de Cristo. Enemigo de todo lo contrario a la Verdad. Muchos lo seguían por ese desprendimiento del dinero y esa vida de pobreza y piedad que todos veían en él, por ser verdaderamente así que era él, el Beato Inocencio XI, Papa, un hombre luchador de la fe, con las armas de la piedad y el escudo de la verdadera pobreza.

Descansa en paz y alegría intensa e inmensa en los brazos de María Reina de la Iglesia.

P. Jesús

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13 de Agosto / San Estanislao de Kostka, Seminarista

Era hijo de un rico senador de Polonia, y nació en el año de 1550. A los 14 años, fue admitido en un colegio jesuita, donde se educó. Durante esta misma época, su padre lo hospedó en la casa de un calvinista protestante, el cual trataba mal a los católicos que eran fervorosos. También sufría mucho por su hermano mayor, Pablo, quien vivía mundanamente, todo lo contrario que Estanislao, que ya desde muy joven fue recogido y piadoso. Todo esto fue formando su personalidad y lo fue desprendiendo del mundo, donde la gente, muchas veces no sabe hacer felices a los demás. 

Ante la negativa de su padre de responder a la vocación de sacerdote, Estanislao decidió huir. Quiso hacerse jesuita en su país, pero los padres de esa comunidad no lo aceptaron por no ganarse de enemigo a su padre. Entonces emprendió una caminata de 500 kilómetros. Primero a Alemania, donde fue recibido amablemente por el superior regional de los jesuitas, San Pedro Canisio, y luego, hasta Roma, donde el superior general San Francisco de Borja lo recibió con especial afecto. 

Al principio, se dedicó a oficios humildes y domésticos, tarea que hizo con muy buena voluntad y alegría a pesar de que, por venir de familia adinerada, no estaba habituado a este tipo de trabajos. Fue admitido en el noviciado, donde pasó sólo nueve meses. 

Su amor a Jesús Sacramentedo era tan fuerte, que cuando entraba al templo su rostro se enrojecía y resplandecía.Y durante la misa o después de comulgar era frecuentemente arrebatado en éxtasis, sin darse cuenta de lo sucedía a su alrededor. 

El 15 de agosto de 1568, cuando sólo tenía 18 años, falleció. Poco después, su hermano Pablo llegó a Polonia para llevárselo por la fuerza, y se encontró con la noticia de que Estanislao había muerto. A raíz de esto, Pablo se convirtió en un fervoroso creyente, y asistió a la beatificación de su hermano. 

Por intercesión de San Estanislao se obtuvieron numerosos milagros, y el Santo Padre lo canonizó y lo declaró patrono de los novicios y de los que se preparan al sacerdocio.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Estanislao de Kostka, Seminarista

Hermanos, la fe abrasa al de corazón enamorado de Dios, y sea rico o sea pobre, se hace humilde y servidor de otros. Sólo le interesa recibir la misma bondad que Dios nos da a todos, pero muchos lo rechazan. No fue ese el caso de San Estanislao de Kostka, Seminarista.

No hay impedimentos en entregarse a Dios cuando el alma ama. Ni padres, ni dinero, ni católicos que no apoyan al que va a ser santo, como le ocurrió a nuestro santo, a San Estanislao, que los Jesuitas, para no tener a su padre de enemigo, le negaron la entrada a ser uno de ellos. ¿De quienes? ¿De los que miran más los problemas del cuerpo que del alma? ¿Cuántos enemigos tendríamos todos de hacerles caso? Pero para quien no sepa de que va la Iglesia, profundicemos en estos jesuitas, estos fueron los que el Santo conocía, y no quiere decir que todos los que son de la Compañía de Jesús (Jesuitas), sean como fueron esos cobardes y otros, a lo largo de la historia de la Iglesia, y que pertenecen a Grupos de ella, que dicen amar a Dios y temen a los hombres.

San Estanislao de Kostka, seminarista, nos enseña con su historia que hay varias clases de católicos, y que, a veces, los ricos son más católicos que los que lo dejan todo para seguir a Cristo.

Meditemos en los Santos, porque nos muestran con su historia de qué va la vida del verdadero creyente, el que ama a Dios sobre todas las cosas.

Y tú ¿Qué estás dispuesto a hacer por Dios?

P. Jesús
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14 de Agosto / San Maximiliano Kolbe

San Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria, y estando en el seminario adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote. 

Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la Fe Catolica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado «La Milicia de la Inmaculada» cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. 

Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual «Caballero de la Inmaculada», orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con un Tiraje de 500 ejemplares en 1922, para 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares. 

En 1929 funda la primera «Ciudad de la Inmaculada» en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que al paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen. 

En 1931, luego de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario. En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y 3 años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción. 

Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio. 

En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal: como un número; a San Maximiliano le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estadía en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros. 

La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros al hazar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos. San Maximiliano, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. 

Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941 

En 1973 Paulo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo Segundo lo canoniza como Mártir de la Caridad. 

San Maximiliano Kolbe, el Mártir de la Caridad

Los Inicios

San Maximiliano María Kolbe fue hijo de María Dabrowska y de Julio Kolbe, pertenecientes a la Tercera Orden Franciscana, y los cuales tenían en su casa un taller y un pequeño altar con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.
Nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. Sus hermanos fueron Francisco, José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente.
Aproximadamente en el año 1906, un suceso marca la vida de Maximiliano, y preocupa y desconcierta a su madre. Ella misma relata el suceso a los pocos meses del martirio de Maximiliano. Dice ella: «Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que será de ti!. Después, yo no pensé más, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se le podía reconocer. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual él a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenía una conducta superior a la de su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lágrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunté: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu madre!
Temblando de emoción y con los ojos anegados en lágrimas, me contó: «Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que sería de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño y me preguntó si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba… (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció».
El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su «Madrecita» celestial es algo más que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos más audaces; es el manantial de su santidad y de su apostolado”.

Vocación Franciscana

A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano María.
El padre Wilk lo describe así: «era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración.»
Pero de pronto entró la crisis en ambos hermanos. Maximiliano se convenció y convenció a su hermano de abandonar el seminario. Cuando estaban a punto de hablar con el superior, les visita la madre llena de alegría. Orgullosa les cuenta que José, el hermano menor, también entraría en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera que sería toda la familia Franciscana!. 
El 4 de septiembre de 1910 ciñó a su cintura el cordón de San Francisco, y de esa manera comenzó su año de noviciado. ¡Apenas dieciséis años!
En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma, donde los finalizó. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.
En 1918 es ordenado sacerdote.

La Misión

Maximiliano siempre fue muy devoto de la Inmaculada Concepción, por lo que pensaba que la Iglesia tenía que ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la fe católica. Es por eso que movido por su devoción, funda en el año 1917 un movimiento llamado «La Milicia de la Inmaculada», el cual se consagraría a la Virgen María y lucharía con todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría: 
«una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada.»
Inició la publicación de una revista mensual llamada «Caballero de la Inmaculada», ésta era orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María. Comenzó con un tiraje de sólo 500 ejemplares en 1922, y para el año 1939 alcanzaría cerca de un millón de ejemplares publicados.
La primera «Ciudad de la Inmaculada» se funda en el año 1929 en el convento franciscano situado en Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que luego de algunos años se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a: 
«conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones.»
Luego de que el papa solicitara sacerdotes para ir de misiones, en el año 1931 se ofrece como voluntario y viaja a Japón donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada («Mugenzai No Sono») y publica la revista «Caballero de la Inmaculada» en idioma japonés («Seibo No Kishi»).

El Testimonio

Regresó a Polonia en el año 1936, siendo director espiritual de Niepokalanów, y luego de 3 años, mientras se daba la Guerra Mundial, fue apresado junto a otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Poco tiempo después, el día de la Inmaculada Concepción, es liberado.
En 1941 es nuevamente hecho prisionero y ésta vez es enviado a la prisión de Pawiak, y luego llevado al campo de concentración de Auschwitz, donde prosiguió su ministerio a pesar de las terribles condiciones de vida.
Los nazis siempre trataban a los prisioneros de una manera inhumana y antipersonal, de manera que los llamaban por números; a San Maximiliano le asignaron el número 16670. A pesar de los difíciles momentos en el campo su generosidad y su preocupación por los demás nunca le abandonaron.
El 3 de agosto de 1941, un prisionero escapa; y en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros para ser condenados a morir de hambre. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos. 
«No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos» 
(Jn 15, 13).
San Maximiliano, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio.
Luego de 10 días de su condena y al encontrarlo todavía con vida, los nazis le colocan una inyección letal el 14 de agosto de 1941.

El Legado

De esta manera San Maximiliano María Kolbe da testimonio y ejemplo de dignidad, en medio de la más terrible adversidad. 
En el año 1973 el Papa Paulo VI beatifica a San Maximiliano y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad. 
Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su vocación sacerdotal: 
“Surge aquí otra singular e importante dimensión de mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów.”

Consagración a la Inmaculada, compuesta por S. Maximiliano Kolbe

«OH Inmaculada, reina del cielo y de la tierra,
refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima,
a quien Dios confió la economía de la misericordia.
Yo……. pecador indigno, me postro ante ti,
suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y
posesión tuya.
A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades
de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad.
Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva,
para cumplir lo que de ti ha sido dicho: 
«Ella te aplastará la cabeza» (Gen 3:15), y también: 
«Tú has derrotado todas las herejías en el mundo».
Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas
me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria 
en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, 
aumento en cuanto sea posible el bienaventurado 
Reino del Sagrado Corazón de Jesús.
Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia 
de la conversión y la santificación, ya que toda gracia 
que fluye del Corazón de Jesús para nosotros,
nos llega a través de tus manos».
Ayúdame a alabarte, OH Virgen Santa
y dame fuerza contra tus enemigos.»

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Maximiliano Kolbe

Muchos Santos han muerto por amor de Dios, pero pocos han muerto por amor de Dios y amor a sus semejantes. San Maximiliano Kolbe, uno de ellos, un santo actual, moderno, que usó, de lo que malamente llaman democracia, y pidió sustituir a un compañero suyo a su pasión y muerte segura. Y sufre y muere por otro y es, a imitación de Cristo, un verdadero cristiano convencido de su fe, porque si no hubiera tenido fe en el Reino Celestial, no se habría dejado matar, pero San Maximiliano Kolbe sabía que iba directo al Reino de Dios, porque todo lo hizo y lo hacía por Amor: Eso es la Caridad. Hacer las cosas, decir las cosas sólo por amor a Dios, y lo que Dios no quiere que hagamos o que pensemos o digamos, no decirlo, no pensarlo, no obrarlo. Hay Santos que sí que han entendido de qué va vivir la perfección, y San Maximiliano Kolbe, está en el mismo Cielo y es Santo por eso: Porque entendió de qué va la vida: de la salvación, y uno se salva por la Caridad.

P. Jesús

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15 de Agosto / Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. 

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus: 

«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo». 

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante: 

«La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos» (#966). 

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección. 

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando «ex-cathedra». Y … ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios. 

En este caso se dice que el Papa habla «ex-cathedra», es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos. 

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: «Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte». 

Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos: 

«El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio» (JP II, 2-julio-97). 

«Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos» (JP II , Audiencia General del 9-julio-97). 

Continúa el Papa: «María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen’ (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial» (JP II, 15-agosto-97) 

Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección. 

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano. 

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Un dogma es una declaración de fe, de verdad. Y es verdad que María, la Madre de Dios y nuestra, vive ya en el Cielo, en cuerpo y alma, como vamos a vivir otro día nosotros allí, en el Cielo, también con cuerpo y alma. Ella, María, nació sin la marca del pecado original, nació con la misma condición que fue creado Adán, y que Eva; salida de la esencia de Adán, fué creada así por Dios. Y Si Dios pudo hacerlo en Adán y Eva, pudo hacerlo y lo hizo en María, la que iba a ser su Madre, si ella accedía.

No hablaré hoy más de este tema, porque deseo que meditéis lo que ya os he dicho del mismo. Repito: Si Adán y Eva pudieron ser creados por Dios, ¿podía Dios crear de esa misma esencia, en las entrañas de Santa Ana, un alma y persona llena de Gracia? ¿Podía? Tú piensa sólo esto: ¿Podía hacerlo, Dios Creador? ¿O le era una cosa imposible?… ¿Había indicios, anteriores al del nacimiento de María, que demuestran que Dios hizo algo semejante? ¿No hizo Dios a Eva, sacada de la costilla de Adán y de barro? Sí, lo hizo. Entonces, ¿puede Dios, hacer de Dios, cuantas veces quiera? Sí.

Cree, ten fe; es un dogma, que María subió al Cielo en cuerpo y alma, porque nació llena de gracia, y ¿no nos salvamos por la gracia de Dios? ¿No es, por la gracia de Dios, que vamos al Cielo? ¿No es, por la gracia de Dios, que otro día resucitarán los cuerpos? Entonces, tu fe y la historia de Dios, te proclaman la verdad de María, que vive en cuerpo y alma en el Cielo, como vas a vivir tú otro día: Todo es cuestión de tiempo, pero para Dios, todo es en el mismo tiempo, y no necesita esperar a cumplir su voluntad, ésta se cumple siempre, de continuo, como el que tú vives por su voluntad. Es Dios, ¿recuerdas? Y María, es la Madre de Dios, ¿recuerdas?, y es Madre tuya: ¡¡Recuérdalo!! ¡Venérala!, porque es de fe, que está en cuerpo y alma en el Cielo, por ser la Madre de Dios y, por serlo, merece tu veneración, y tú necesitas venerarla, como necesitas adorar a Dios. Es tu propia necesidad, la que pone las cosas en su lugar; a Dios se le adora, y a María se le venera; y a ti mismo, deja de glorificarte y empieza a vivir en cristiano, y sé dogmático; María te ama, créetelo, porque este es un dogma mayor que el dogma de la Solemnidad  de la Asunción de la Virgen María, el que sepas y creas verdaderamente y ciertamente y con autenticidad, el que tu Madre, María, te ama. ¡Te ama! A ver si aprendes a ver las cosas claras y dejas de endiosarte, y te haces hijo de Dios y de María de la Asunción.

P. Jesús
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16 de Agosto / San Roque

En Italia y Francia se veneraba ya a San Roque en el siglo XV, poco después de su muerte. San Roque era hijo del gobernador de Montepellier, lugar donde nació en 1378, y a la edad de 20 años quedó huérfano de ambos padres. Durante la epidemia de peste que se desató por aquella época en Italia, el santo se dedicó a asistir a los enfermos y consiguió curar a muchos más tan sólo con hacer sobre ellos la señal de la cruz. 

Estando en Piacenza, trabajando en uno de los hospitales, el santo contrajo la mortal enfermedad. Como no quiso ser una carga para ningún hospital, decidió trasladarse a las fueras de la ciudad, instalándose en una caverna. Sin embargo, un perro lo alimentó milagrosamente, y el amo del animal acabó por descubrir a San Roque brindándole cuidados y atención. 

Cuando recobró las fuerzas, el santo volvió a la ciudad donde curó milagrosamente a muchas personas y numerosas cabezas de ganado. 
Retornó a Montepellier donde su tío no lo reconoció y lo dejó en el abandono. San Roque fue arrestado, probablemente porque fue confundido erróneamente por un espía, permaneciendo en la cárcel por cinco años donde finalmente falleció. 

La popularidad y rápida extensión del culto a San Roque fue verdaderamente extraordinaria. En su tumba se obraron muchos milagros, y son miles los que lo han invocado contra la peste.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Roque

Tú, quizás eres o puedes ser tío de un Santo, y puedes reconocerlo y ayudarlo a que sus obras, las obras que Dios hace a través de él y con él, sigan derramándose en el mundo. No me hagas como hizo el tío de San Roque, que no lo reconoció como sobrino y, creyéndole un espía, acabó en la cárcel y murió allí.

Ayuda a los de tu casa, a los de tu familia, porque puede que sean santos y, si aún no lo son, deberían serlo con tu ayuda. No niegues la ayuda a los tuyos, porque la mano de Dios está también en tus obras de misericordia. ¡A ver lo que haces de hoy en adelante! ¡Ya lo sabes!

P. Jesús

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17 de Agosto / Santa Beatriz de Silva, Virgen

1. En la ciudad de Ceuta

Eran tiempos en que se rompían lanzas por defender la religión de Cristo, dilucidar sus dogmas y reducir a la fe verdadera a los infieles. 

El caballero Ruy Gómez de Silva luchó bravamente en la conquista de Ceuta de 1415, en el reinado de Juan I de Portugal. El conquistador y primer capitán de la plaza conquistada, Don Pedro de Meneses, satisfecho del comportamiento del aguerrido militar, le dio por esposa a su hija Isabel de Meneses. Y en Ceuta contrajeron matrimonio en 1422, según escribe Pedro de Azevedo. 

De este noble matrimonio lusitano nació Beatriz, en Ceuta, por el año 1424. Entre sus ascendientes se cuentan parientes de sangre real. 

En la ciudad del Estrecho se abrieron los ojos de la niña a la luz de la vida. Se recreó en su niñez con el espectáculo grandioso del mar; sus sentidos se fueron haciendo al ambiente guerrero de la plaza fuerte, a los relatos de la gente mora y sus costumbres, a las llamadas del almuédano en los lejanos minaretes que convocaba a la oración a los árabes, a los comentarios de escaramuzas y de gestas bélicas en los contornos de la ciudad… 

El viaje marítimo de Ceuta a Lisboa, toda una lección de historia que el Hidalgo caballero fue dando a sus hijos. Eran ciudades célebres las que iban pasando: Gibraltar, Tarifa, Cádiz, Huelva, Faro, Setúbal, hasta arribar a la soñada Lisboa. Y aquí a tomar de nuevo el itinerario de campo Mayor. 

Para la psicología delicada de Beatriz el cambio de decoración fue impresionante. Ya no eran las olas del mar, ni las barcas llenas de peces, sino el amplio horizonte con pueblos diseminados en campos de labrantío con las galas de retamas, higueras y olivos. Al aire húmedo del mar había sustituido el viento delgado del campo con aroma de plantas silvestres. 

2. En la Corte de Castilla

Domiciliado Ruy Gómez en su alcaldía, trató de educar a sus hijos, según costumbre de la época, en el conocimiento de las cosas de Dios y de las ciencias humanas. A la hidalga mansión tuvieron acceso los frailes de San Francisco como instructores de sus numerosos hijos, que fueron once. 

En la casa de la noble familia se profesaba un amor tierno a la Virgen María y más concretamente al misterio de su Inmaculada Concepción, misterio por el cual venían batallando con noble tesón los franciscanos. Y Beatriz, más que ninguno de sus hermanos, se reveló fina amante de este misterio de María. Devoción que confirman en sus declaraciones los testigos del proceso de Canonización. 

Don Juan II de Castilla contrajo matrimonio en segundas nupcias con Isabel de Portugal, y la reina trajo a Beatriz como dama a la Corte de Castilla. La Noble doncella tenía una tía, Leonor de Meneses, en la corte portuguesa. 

El lugar escogido para la celebración del regio matrimonio fue Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Nuevo itinerario para formar el séquito real. Atrás quedaba la Sierra de San Mamede que domina Campo Mayor, y la Sierra de la Villuerca con el Monasterio de Ntra. Sra. De Guadalupe, y los campos de Toledo y la imponente mole de Gredos hasta, pasando por Ávila, llega al Madrigal. En algunos de los grupos caminaba la nieta del Conde Don Pedro de Meneses, apuesta y animosa con su prometedora juventud. 

Era el mes de Agosto de 1447. En la Iglesia de San Nicolás, de valioso artesonado mudéjar, se celebró el regio matrimonio. Entre los cortesanos destacaba la figura arrogante del Condestable de Castilla, Don Álvaro de Luna, que había concertado el matrimonio doblegando la voluntad del monarca. No muy lejos, los del grupo del marqués de Villena, adversario irreconciliable de Don Álvaro. Al dar el Sí los regios consortes en su mano se puso el destino de Castilla. 

En aquellos tiempos no tenían los reyes lugar fijo de residencia. Una de ella era Tordesillas (Valladolid), donde colocan los historiadores la escena áulica de la linajuda dama de la Reina. 

3. La mujer más hermosa

El encanto de Beatriz fascina a cuantos la conocen; muchos jóvenes la solicitan en matrimonio; pero ella tiene un secreto: desea ser toda de Dios. 

A Beatriz le gustaba pasear por los jardines del palacio y contemplar la hermosura de las flores y el infinito cielo azul que tanto le hablaba de la grandeza del Creador. También le gustaba visitar el Real Monasterio de Santa Clara y pasarse diariamente muchos ratos junto a Jesús Sacramentado. 

Dicen los historiadores de la época, que era la mujer más hermosa y agradable de España y que era solicitada en matrimonio por los jóvenes de mayor alcurnia, pero su única ilusión era el retiro y el pertenecer totalmente a Dios. 

Los franciscanos, capellanes del monasterio de Santa Clara eran los directores de su alma encantadora. 

A Jesús se le ama más cuanto más se le conoce, y para conocerlo hay que tratarlo en la oración; por eso Beatriz le ama tanto, porque se pasaba muchos ratos de oración. 

4. Beatriz es encerrada en un baúl

Beatriz era bella y pudorosa. Un paisano suyo, Núñez de León, escribió que era «la mujer más hermosa que había en España». Su hermosura se hizo proverbial, y a pesar de sus esfuerzos por mantener su conducta intachable, ciertos palaciegos maliciosos y desalmados la calumniaron de tener secretos amores con el mismo Rey. 

Llegando los rumores de la calumnia a oídos de la Reina, ésta viéndola tan hermosa y sabiendo que era el encanto de todos, empezó a dudar de la fidelidad de su marido el Rey y a sentir en su corazón unos horribles celos que le devoraban el alma, concibió el desentenderse de ella. 

Llama una tarde a Beatriz y simulando querer contarle un secreto, la llevó por un solitario pasillo del palacio hasta un lugar donde tenía preparado de antemano un gran baúl abierto. Al pasar junto a él, la Reina de improviso le dio un fuerte empujón haciéndola caer dentro del arca y cerrándola rápidamente con llave, abandonándola en la oscuridad. 

Beatriz metida en aquella estrecha prisión, se entregó en manos de la Providencia y se encomendó a la Santísima Virgen con gran ternura y devoción. En aquel momento se le aparece la Reina de los cielos más hermosa con hábito blanco y manto azul, y después de confortarla con cariño maternal le dijo: 

«Beatriz: quiero que fundes una nueva Orden en honor de mi Inmaculada Concepción, vistiendo hábito blanco y manto azul como llevo Yo». 

Beatriz agradecida, se ofreció su sierva y esclava, y consagrándole su virginidad, se ofreció en cuerpo y alma al servicio de su celestial Señora. La Virgen, después de prometerle que saldría sana y salva del arca, desapareció a Beatriz enardecida de felicidad. 

5. Beatriz es rescatada

Tres días estuvo Beatriz encerrada en aquella oscura tumba sin comer ni beber. Al ver que pasaban los días y no aparecía, su tío Don Juan de Silva Meneses, inquieto y preocupado, como sospechara de la Reina, se atrevió a abordarla y preguntarle por su sobrina. 

La soberana, displicente y aferrada a su decisión, le responde secamente: «Venid y la veréis», imaginándose que la encontraría asfixiada en el cofre. 

Se dirigieron al lugar de la prisión, y el caballero Silva Meneses se lanza a abrir el arca con visible ansiedad. ¿Qué le tocaría ver? La angustia y ansiedad era enorme…. 

Levantan la tapa, y, ¡oh sorpresa! La encuentran viva y alegre, con rostro sonrosado como un ángel. Llena de alegría y emoción se lanzó a los brazos de su tío que la recibió con indescriptible emoción. 

Al haber encontrado viva a la que pensaba muerta, la sorpresa y el estupor de la Reina es enorme. Se la quedó mirando con ojos desorbitados como petrificada. 

La noticia se extiende rápida como el viento por todo el palacio y hasta el último rincón de Tordesillas, condenando todos la maldad de la Reina y bendiciendo a Dios que había salvado a la inocente Beatriz. 

La Reina, al verse burlada y al ver que todos la miraban con recelo y se sentían alegres de que Beatriz se había salvado, incluso el Rey, sintió crecer en su corazón un odio infernal hacia Beatriz, por lo que la ordenó abandonar inmediatamente el palacio. 

Según algunos historiadores, a los tres días de salir del cofre, abandonó Beatriz a Tordesillas y acompañada de tres sirvientas se dirigió a la imperial Toledo. 

Mientras recorrían las tres mujeres aquellos polvorientos caminos iban con el temor de encontrarse con los grupos banderilleros de don Álvaro de Luna y sus rivales. 

6. Se le aparecen San Francisco y San Antonio

El Papa Pablo VI en la Bula de su canonización, refleja así este pensamiento: «Y, huyendo del bullicio, como de otro Egipto, se apresuró a encerrarse en la soledad para recibir la ley salvífica de vida y, acompañada de dos sirvientas, ocultó decididamente su florida juventud dentro de los muros de un Monasterio». 

En su camino hacia Toledo, un atardecer al pasar por un monte, aparecieron entre los árboles dos frailes con hábito de San Francisco. Se asustó Beatriz creyendo que los mandaba la Reina para que la confesaran para luego entregarla a los verdugos. 

Ellos, al acercarse y verla llorar, le preguntaron con mucha mansedumbre por qué lloraba y qué le pasaba. Respuesta del susto ella les contó su temor. Entonces, los frailes, consolándola, le dijeron que eran mensajeros que venían a consolarla y que llegaría a ser una de las señoras más importantes de España y que sus hijos serían nombrados en toda la cristiandad. 

A esto ella respondió que era doncella, que tenía ofrecida a Dios su virginidad y que jamás se casaría. A esto dijeron ellos: Lo que hemos dicho ha de ser. Mientras iban hablando, llegaron a una Venta y Beatriz los invitó a entrar a tomar algún alimento, pero en aquel momento los frailes desaparecieron misteriosamente. Beatriz supuso entonces, que aquellos dos Frailes habían sido S. Francisco de Asís y S. Antonio de Padua, de quienes ella era muy devota. 

7. En Santo Domingo el Real

Llegada a Toledo y deseosa de paz y santidad, se dirige al Monasterio de Santo Domingo el Real. 

Allí moró durante unos treinta años en calidad de Seglar, acompañada de sus doncellas. Gran parte de la noche se la pasaba en Oración junto al Sagrario, donde floreció en amor a Jesús paciente y al misterio de la Inmaculada Concepción. 

Toda la vida de Beatriz estaba repartida entre la oración y el trabajo en el que confeccionaba ropas que luego regalaba a los necesitados, entre los que gastó su fortuna, siendo feliz en la más rigurosa austeridad. Beatriz, sabedora de su singular belleza y queriendo conservarse en humildad, se cubrió el rostro con un tupido velo blanco que nunca se quitaba más que para hablar con la Reina, como señal de respeto, y de algunas otras contadas personas. 

Por entonces murió el rey, y la Reina arrepentida de lo que había hecho con Beatriz, reconociendo su inocencia, se fue a Toledo a verla en el convento y a pedirle perdón. 

En las sucesivas visitas que la Reina hizo a Beatriz, llevaba consigo a los dos infantes Alfonso e Isabel, la que más tarde sería la Reina Isabel la Católica, que ayudó a Beatriz en la fundación de la nueva Orden. 

8. La Santa del silencio

Ninguna palabra de esta Santa ha llegado hasta nosotros en sus sílabas textuales, y por tanto ningún eco de su voz; y tampoco ningún escrito de su mano. 

Esto nos mueve a decir de Beatriz de Silva que es «la Santa del Silencio», pues de ella (al igual que de San José, según los Evangelios) no sabemos palabra alguna que saliese de su boca. 

Lo que se conoce de esta singular Santa, es debido a los testimonios que de ella dieron quienes convivieron con ella o la conocieron. 

9. El Papa Inocencio VIII aprueba la nueva orden

Una tarde, después de la Oración, cuando ya todas las monjas habían dejado el coro, queda Beatriz de Silva en íntimo coloquio con Dios. De pronto un gran resplandor la iluminó y vio a la Santísima Virgen que, mostrándole el hábito blanco y azul, le dijo con una mezcla de amor y firmeza que «Venía a urgirle la Fundación de su Orden». 

Beatriz por amor a Jesús crucificado y a la Stma. Virgen acepta todos los trabajos que sabía se iba a exponer. 

Beatriz, obediente a la voz de Dios, abandonó el Convento de Santo Domingo el Real y marchó a una gran finca, donada por la Reina Isabel La Católica, llamada «Los Palacios de Galiana», en donde se instaló el Convento de santa Fe, para que fuese habitado por Beatriz y sus doce Compañeras . 

Uno de sus consejeros y principales colaboradores fue Fray García de Quijada, obispo de Guadix que «era persona con quien la sierva de Dios comunicaba los sentimientos de su alma y por cuya prudencia y religión se gobernaba en las cosas arduas». 

La Reina Isabel la Católica, íntima amiga de Beatriz, era su principal confidente y colaboradora. Entre las dos deciden lo que tienen que hacer, y con aprobación y consentimiento de la Curia Arzobispal cursan a Roma la solicitud de la aprobación de la Orden de la Inmaculada. 

El Papa Inocencio VIII, por la Bula «Inter Universa» (30 de Abril 1489) aprobó la fundación, y en el mismo instante que era firmada por S.S., un emisario celestial, que ella intuyó era el Arcángel San Rafael, le daba la noticia de la aprobación. 

Tres meses más tarde recibe la triste noticia de que la nave en que venía la Bula de la aprobación se había hundido en el mar. Tres días estuvo la Santa muy apenada, sin saber qué hacer, pidiendo a Dios la solución de su problema, y al día tercero encima de un Cofre, halló la deseada Bula. 

10. Consagración de la Orden

Con intenso júbilo se hizo una procesión, presidida por el obispo de Guadix, Fray García de Quijada, a la que asistió todo el pueblo, para dar gracias a Dios por el hallazgo milagroso de la Bula. 

Recorrió la procesión desde la Catedral hasta el Convento de santa Fe, y terminada la procesión, el Sr. Obispo predicó un sermón en que invitó a todos a acudir a la toma del Hábito de las nuevas religiosas que sería dos semanas después en el Convento de Santa Fe, la cuna de la nueva Orden de la Inmaculada Concepción. 

Llena de alegría Beatriz trabaja sin descanso en la confección de los hábitos de las nuevas religiosas. Todos trabajan firme y esperan entusiasmados el día glorioso de la inauguración. 

Los coloquios de Beatriz con el Señor en la oración y con la Stma. Virgen son cada vez más fervorosos y continuos. No ha habido ni habrá jamás algún santo, que no haya sobresalido extraordinariamente en la oración, porque sin mucha oración, la santidad es una ilusión. En la Oración radica la santidad de Beatriz. 

11. Enfermedad de Beatriz

Cuando Beatriz y sus compañeras veían con ilusión cercano el día de la Toma del Hábito, sucede algo inesperado. ¡Oh secretos de Dios, cuan inescrutables son tus caminos! 

Faltaban ya solamente diez días para el día solemne de la toma de Hábito y con ello la definitiva inauguración de la nueva orden, cuando se le dice: «Hija mía, de hoy en diez días, te vendré a buscar para traerte conmigo al Cielo, porque no es voluntad de Dios que goces acá en la tierra de esto que tanto deseas». 

Luego vio que la lámpara que ardía ante el Santísimo estaba apagada, y al momento, sin que nadie la encendiera volvió a lucir de nuevo, y mientras lo contemplaba sorprendida, oyó una voz que le dijo: «¿Has visto cómo la luz de la lámpara se ha apagado y luego ha vuelto a lucir?, pues así pasará con tu Orden. Al morir tú, la Orden estará en peligro de disolverse; más no se extinguirá sino que florecerá de tal manera que será multiplicada y extendida por el mundo entero. De hoy en diez días has de venir con nosotros». 

Al poco tiempo de la visión y de tal anuncio, Beatriz cayó enferma de gravedad. Por ello, Beatriz antes de partir de este mundo, en presencia de Fray García de Quijada, obispo de Guadix, de sus doce Compañeras y de algunos Padres Franciscanos estando en el lecho de muerte, tomó el hábito de la nueva Orden que ella había fundado. 

Al administrarle los últimos sacramentos, y, al levantarle el velo que le cubría el rostro, todos se admiraron de la hermosura de su cara que brillaba como un ángel; pero esa admiración subió al extremo al aparecer en su Frente un brillante Estrella. 

En aquel momento entregó su bendita alma en manos de la Santísima Virgen que, tal como le había prometido, vino por ella para llevársela al Cielo, desde donde vela por su orden que se extiende en la tierra por numerosos países. 

Beatriz de Silva fue Beatificada por el Papa Pío XI el 28 de Julio de 1926. 

Canonizada el 3 de Octubre de 1976: 

«A honor de la Santa e Individua Trinidad, para exaltación de la Fe Católica e incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Sr. Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, tras madura deliberación e implorando muchas veces el auxilio divino, y de consejo de muchos de Nuestros Hermanos, decretamos y definimos que la Beata Beatriz de Silva es Santa, y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, estableciendo que debe ser venerada con piadosa devoción entre los Santos de la Iglesia Universal. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén» 

(Pablo VI, Bula de Canonización «Inter Preclara»).

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Beatriz de Silva, Virgen

Contrariedades, envidias y calumnias padecen muchos santos, muchas santas, y Santa Beatriz de Silva, virgen, fue una de ellas. La belleza del cuerpo es deseable y, a quién Dios se la concede junto a la santidad, padece muchos más tormentos. Porque unos los quieren por el cuerpo y desean poseerlos sexualmente y otros tienen celos de ellos.

Vida dura la del que posee la belleza física, y si además, a ella, Dios le concede la gracia física, la dulzura del alma y la delicadeza de trato y bondad de corazón. Muchos celan y son celosos de los dones físicos y espirituales que Dios concede a una persona para que teniéndolos los muestre y sean causa de admiración y odios.

Pruebas sin fin lleva consigo la belleza física. Tentaciones enormes, lleva consigo esa misma belleza del cuerpo. Por eso las personas bellas físicamente tienen que ser mejores que otras, más fuertes y recias y con más amor a Dios que las que no son tan bellas, porque padecen mucho por lo mucho que les da Dios.

Santa Beatriz de Silva, se puso un velo, otros se dejan barba si son bellos, pero a todos la bondad de corazón es más valiosa que su físico agraciado por la gracia de Dios al darles, al permitir que fuera la belleza un reclamo a la santidad de otros que muchos, también, como a Santa Beatriz de Silva, son presas por esa belleza física y de alma y corazón para que se dejen guiar por ella, por la persona a la que Dios le concede gracias y con ellas dolor por el odio de muchos y amor por la admiración de muchos más que viendo el físico y la parte espiritual hacen un todo en la misma persona y se dejan influir por ella para una mejor vida de virtudes y vida de santidad.

Si eres bella, también puedes ser Santa, como lo es Santa Beatriz de Silva. Amén.

P. Jesús
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18 de Agosto / Santa Elena

Viuda, madre del Emperador Constantino (año 329)
Elena significa: “antorcha resplandeciente”.

Nació a mediados del siglo III, probablemente en Bitinia, región del Asia Menor. Los autores británicos sostienen que nació en Inglaterra, que era en aquel tiempo provincia romana, y que Constancio Cloro, tribuno y más tarde gobernador de la isla, se enamoró de ella, y la tomó en matrimonio. Hacia el año 274 tuvieron a un niño, a quien pusieron por nombre Constantino.

Constancio Cloro llegó a ser mariscal de campo; luego el emperador Maximiano lo nombró corregente y, por tanto, su sucesor en el Imperio, pero con la condición de que repudiara a su mujer y tomase por esposa a su hijastra Teodora.

Tanto Elena como Constancio Cloro eran paganos. Llevado por la ambición Constancio se separó de ella y se llevó a Roma a su pequeño hijo Constantino. Catorce años lloró Elena su desgracia, hasta que al morir Constancio, en el año 306, fue nombrado emperador Constantino, con lo que se inició para ella una nueva forma de vida.

Constantino mandó llamar a su madre a la corte, le confirió el nombre de Augusta y el título de emperatriz.
Purificada por el sufrimiento, Elena recibió el bautismo, probablemente en el año 307, y fue una cristiana ejemplar, testigo de la gran jornada en que Constantino hizo poner por primera vez la cruz en los estandartes de sus legiones para vencer en batalla a su rival Majencio. Era el mes de octubre del año 312.

A comienzos del 313 el emperador publicó el edicto de Milán, por el cual se permitía al cristianismo en el Imperio. Siguiendo el ejemplo de su madre, se convirtió, siendo bautizado por el Papa san Silvestre. Después de trescientos años de persecución, la Iglesia de Cristo se asentaba triunfante en la tierra. La piadosa emperatriz se dedicó por entero a socorrer a los pobres y aliviar las miserias de sus semejantes.

Anciana ya -tenía entonces setenta y siete años- visitó en peregrinación los santos lugares. Subió a la cima del Gólgota; donde se erigía un templo en honor de Venus, hecho construir por el emperador Adriano, y al enterarse de la costumbre judía de enterrar en el lugar de la ejecución de un malhechor los instrumentos que sirvieron para darle muerte, mandó derribar el templo y buscar la cruz donde padeciera el Redentor. Tres cruces fueron halladas. Una antigua tradición relata el modo milagroso como logró identificar la que correspondió a Jesús, mediante la curación de un moribundo.

Santa Elena hizo dividir la cruz en tres partes. Uno de los trozos lo entregó al obispo Macario, para que lo entronizara en la Iglesia de Jerusalén; el segundo lo envió a la Iglesia de Constantinopla y el tercero a Roma, a la basílica que, por tal motivo, se llamó Santa Cruz de Jerusalén. Mandó también construir tres edificios, llamados casas de Dios: uno junto al monte Calvario, otro en la cueva de Belén y un tercero en el monte de los Olivos. La emperatriz permaneció largo tiempo en Palestina, sirviendo al Señor con la oración y las obras de caridad. Cuidaba a los enfermos, libertaba a los cautivos y daba alimentos a los pobres, llevando siempre en su espíritu -como ejemplo- la imagen de la Virgen María.

Tenía ochenta años cuando regresó de su viaje. Falleció poco después, probablemente en Tréveris, hacia el año 328 ó 330. El martirologio romano la conmemora el 18 de agosto.
Algunas de sus reliquias se conservan en Roma, en una capilla dedicada a ella

HALLAZGO DE LA SANTA CRUZ

Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: «Con este signo vencerás», y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: «Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena». Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.

Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Crisóstomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Jesús. Después de muchas y muy profundas excavaciones se encontraron tres cruces. Como no se podía distinguir cuál era la cruz  de Jesús, llevaron a una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes, pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud.

Fue así como Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.

Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta del hallazgo de la Santa Cruz, el día 3 de Mayo.

Louis de Wohl, autor de la obra biográfica “ El árbol viviente, historia de la Emperatriz Santa Elena” narra de esta manera el hallazgo de la Santa Cruz:

“Se acercó a él una comisión formada por tres jóvenes sacerdotes; uno de ellos le dirigió la palabra y le dijo en voz baja algo a propósito de unas cartas que habían llegado de Antioquia; se le requería urgentemente en la ciudad.

– Mi sitio esta aquí –respondió el obispo Macario–. Vete, hijo mío.

Y siguió mirando el hoyo que se abría en la tierra. 
No podía ser, por supuesto. Estaba fuera de duda. Pero la más leve, la más remota de las posibilidades…

Sin embargo, había un punto, solamente uno, que le hacia poner en juego la agudeza de su razonamiento: que el Emperador Adriano había mandado a construir un templo a Venus en aquella colina. Adriano… hacia doscientos años; no había sido amigo de los cristianos. La verdad es que los había odiado, tanto como un hombre con una mente tan curiosamente retorcida como la suya podía odiar. Adriano y sus perversos amigos… él podía ser precisamente el hombre a propósito para concebir una idea como aquélla: construir un templo a Venus en el Calvario. La diosa de la lujuria era una abominación para los cristianos… levantarle allí un templo significaba evitar de raíz que aquel lugar se convirtiera en su lugar de reunión para la odiada secta… 
Aquello tenía sentido. Pero era la única cosa que lo tenía en todo aquel asunto, y si… Pero ¿qué le pasaba ahora a la Emperatriz? Estaba temblando violentamente…

Desde la profundidad del hoyo llegó un grito prolongado… y después otro… y otro… 
– ¡Madera! ¡Madrea! ¡Madrea!

Elena cayó de rodillas; instintivamente, sus damas hicieron lo mismo.

El obispo Macario miró dentro del hoyo; su respiración se agitó. Había tantos trabajadores en la excavación que no se podía ver nada.

En la multitud se había hecho el silencio; un silencio que flotaba en el aire como una cosa viva. No hacia viento. 
Incluso los pájaros y los insectos parecían que se habían vuelto mudos.

Sólo se oían los golpes acompasados de un azadón. 
El obispo Macario se hincó de rodillas, lanzando una breve y ronca exclamación. Un instante después todo el mundo estaba arrodillado.

Desde el fondo del hoyo fueron surgiendo tres cruces. 
Asomaban poco a poco… oscilando conforme los trabajadores tiraban de ellas.

Ya estaban arriba. Un puñado de hombres las seguían con sus azadones y sus palas… uno de ellos traía en la mano algo que parecía un pedazo de pergamino. Todavía salieron más hombres. Se quedaron allí parados, vacilantes, desconcertados, como si no se atreviesen a acercarse a la Emperatriz.

Elena intentó ponerse en pie, pero no pudo. Entre Macario y Simón la levantaron, tomándola cada uno por un brazo. Las rodillas se le doblaban cuando se adelantó, tambaleándose, hasta el pie de las tres cruces; se puso a sollozar y el cuerpo entero le temblaba.

A pesar de su enorme excitación, la mente de Macario trabajaba con admirable claridad. Vio el pergamino en las manos de aquel hombre y reconoció los restos de los caracteres hebreos, griegos y latinos… era el cartel que había mandado escribir Pilato. Así es que una de aquellas tres cruces tenía que ser la verdadera Cruz.

¿Pero cuál?

Antes de que pudiera terminar su pensamiento, Elena se abrazó a una de las cruces, como una madre se abraza con su hijo. Después, con un rápido movimiento, agarró al pequeño Simón por un hombro y tiró de él hacia ella. Con los ojos llenos de espanto, el muchacho vio cómo ella tomaba su brazo tullido y le hacía tocar la madera de la Cruz.

Simón lanzó un gemido. Una lengua de fuego pareció recorrerle el brazo de arriba abajo, como si le ardiera. Atónito, vio con estupefacción que el brazo le obedecía. Sobrecogido, comprobó que, por primera vez desde hace siete años, los dedos de su mano derecha se movían. Lo intentó otra vez, y otra vez se movieron. Trató después de balancear el brazo… primero hacia arriba… luego hacia los lados…

A la multitud le pareció que estaba haciendo el signo de la Cruz.

Muchos de los presentes conocían a Simón, el tullido… y una ola de asombro recorrió a los espectadores. 
Los ojos de Elena y de Macario se encontraron. Muy despacio, el obispo se inclinó y besó el madero de la Cruz.”

FRASES DE SU PADRE, EL REY COEL, A SANTA ELENA 
– La madera es sagrada… La madera es el desastre del hombre y el triunfo del hombre. Da muerte el hombre, y salva al hombre. El mundo que conocemos esta edificado sobre madera, el árbol sagrado, el árbol de la vida. 
– «Tu voluntad es tu voluntad… cuando quieres lo bueno» 
– «Si no puedes mandar en cosas pequeñas, ¿Cómo vas a mandar en las grandes?»

ORACIÓN A SANTA ELENA 
Te rogamos, santa Elena, que intercedas ante Dios por nosotros; colmando de plenitud nuestras vidas; dando solución a nuestros problemas y necesidades; bendiciendo a nuestras familias, instituciones y sus actividades.

Necesitamos la fuerza del Espíritu Santo, para vivir la palabra de Dios en nuestros hogares, hasta lograr que en nuestras familias, por la presencia viva de Cristo, brille la luz del Amor Cristiano.

Danos la unidad que nos haga fuertes al caminar por los senderos del Amor, la Justicia, la Libertad y la Paz, para que todos vivamos como hermanos bajo tu santa protección. Amén

ORACIÓN A SANTA ELENA 
Gloriosa y esclarecida Santa Elena: por aquel fervor con que buscaste la Cruz de Cristo, te ruego que intercedas ante Dios, a fin de alcanzar la gracia para llevar con paciencia los trabajos de esta vida, para que con ellos y mediante tu intercesión y amparo, buscar y hallar la Cruz, que Dios ha dispuesto darme para servirle con ella en esta vida y después gozarle en la gloria. Amén.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Elena

Santa Elena, bendita mujer,  antorcha resplandeciente, que por tu afán de hallar la Cruz en la que murió Jesús, se puede aún hoy, ver la madera en que Dios nuestro Señor Jesucristo murió y dio en ella, sujeto a ella, su vida por cada uno de nosotros.

Sufrió santa Elena, por catorce años, la maldad de su mal esposo que la separó de su hijo, por tener poder en este mundo de vivos. ¿Qué habrá sido de él? No lo sabemos; no sabemos si los malos, incluso por los sufrimientos de los santos que los perdonan y rezan por ellos, pueden algún día arribar al Cielo Eterno, allí donde está Santa Elena; ¡qué gran mujer!, supo hallar por el sufrimiento su purificación y, en vez de odiar, se perfeccionó.

Esas cosas permite Dios.

Por eso, si tú, el que me lees ahora, el que escuchas esta meditación, si sufres, si llevas más de trece años sufriendo: ¡Espera! Quizás Dios esté formando en ti otra Santa Elena. ¡Qué mujer y madre más buena!

P. Jesús
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19 de Agosto / San Ezequiel Moreno

Nació el 9 de abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. En el seno de una humilde familia y con gran devoción católica, sus padres fueron Félix Moreno y Josefa Díaz. Desde muy niño descubrió su vocación a la vida religiosa y el 21 de septiembre de 1884 ingresó como religioso en el convento español de los agustinos recoletos en Montegudo, Navarra. Al año siguiente hizo su profesión religiosa en el teologado de Marcilla. En 1870 viajó a Manila, Filipinas, donde se desempeñó como misionero. Al año siguiente fue ordenado sacerdote y destinado a Mindoro donde continuó sus actividades misioneras. Poco tiempo después se enfermó de paludismo y regresó a Manila. 

Más tarde fue nombrado superior del convento de Monteagudo y vuelve a España para dedicarse a la formación de los futuros religiosos misioneros. 

En 1888 viajó a Colombia al mando que un grupo de misioneros agustinos recoletos emprende. En este país empezó a reactivar las misiones y en 1893 fue nombrado obispo titular de Pinara y vicario apostólico de Casanare, en 1895 fue nombrado Obispo de Pasto. San Ezequiel desempeñó su nueva misión con la eficacia y generosidad que lo caracterizaban pero tuvo que superar numerosos obstáculos. 

En 1905 se le diagnosticó cáncer y ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, al año siguiente volvió a España para operarse. La operación no tuvo éxito y San Ezequiel, firme en su fe, se retiró al convento de Monteagudo, España, donde murió el 19 de agosto de 1906. 

Su fama de santidad creció rápidamente, sobre todo en Colombia. Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por el Papa Juan Pablo II . San Ezequiel Moreno es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos del cáncer y uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.

FUENTE: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Ezequiel Moreno

¿Cómo puede ser que un santo que muere de cáncer sea considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos del cáncer? Porque sabe de qué va esta enfermedad y estando con Dios, y comprendiendo al que sufre de ella, intercede para, o bien su sanación, o bien que se lleve la enfermedad con suma paciencia y bondad de corazón, sirviéndose de ella para una vida santa de aceptación ante la voluntad del mismo Dios.

San Ezequiel Moreno, luchó mucho en esta vida, sufrió mucho en ella, no sólo por la enfermedad sino por su gran generosidad y grandeza de alma, que lo llevó por caminos de la vida donde tuvo el valor de combatir con su gran fe, desde niño, ante la incredulidad y la mala fe de muchos que van de buenos y son más malos que Satanás, porque, por lo menos, Satanás no se las da de santo.

Aprendamos de San Ezequiel Moreno a obedecer y seguir sirviendo con nuestra fe. Amén. Su ayuda en la intercesión no nos va a faltar porque es Santo de verdad, y verdaderamente está en el Cielo.

P. Jesús
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