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Santoral Julio - 4. página

30 de Julio / San Pedro Crisólogo

San Pedro Crisólogo, quien fue uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica, nació en Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa ciudad Cornelio, por el cual conservó siempre una gran veneración. El Obispo Cornelio convenció a San Pedro Crisólogo de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios. 

San Pedro Crisólogo gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de éste, Plácida, y por recomendación de los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena. También gozó de la amistad del Papa San León Magno. 

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en este lugar. 

A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien. Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII. 

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. 

Murió el 30 de julio del año 451.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Pedro Crisólogo

Medita esto, San Pedro Crisólogo murió el 30 de Julio del año 451, y hoy 30 de Julio de 2.009 aún se le recuerda y se le toma por ejemplo. Así  sucede con los santos, que viven siempre en el recuerdo de su bondad, de su ‘serviam’.

San Pedro Crisólogo servía a Dios con la palabra, con el don de la palabra, la sabiduría y claridad de pensamiento, que lo transmitía con su voz en sencillas enseñanzas que todos comprendían y así podían poner en práctica., porque si no entendemos, aunque lo que oímos nos parezca soberbio, no vamos luego a poder ponerlo en práctica, porque somos hombres libres y queremos saber el porqué.

Hay quien como San Pedro Crisólogo, por Gracia de Dios, consigue hacerse comprender y, al comprender la Verdad de la que habla, podemos obedecer a Dios que tanto nos ama y que nos da Santos con dones especiales para que nos transmitan Sus enseñanzas y así al comprenderlas podemos ponerlas en práctica.

¡Somos libres y no tontos!  

Gracias son dadas a todos los Santos.

P. Jesús

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31 de Julio / San Ignacio de Loyola

En 1534, a los 43 años de edad, San Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París. Por aquella época se unieron a Ignacio otros tres estudiantes de teología: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez y Salmerón, que brillaban mucho en los estudios, Simón Rodriguez y Nicolás Bobadilla. Estos hicieron votos de castidad, pobreza y de predicar el Evangelio a Palestina, y si esto último resultaba imposible, de ofrecerse al Papa para que los emplease en el servicio de Dios cómo y dónde mejor lo juzgase. La ceremonia tuvo lugar en una capilla de Montmartre, donde todos recibieron la comunión de manos de Pedro Fabro, quien acababa de ordenarse sacerdote. Era el día de la Asunción de la Virgen de 1534. También resolvieron que si alguien les preguntaba el nombre de su asociación, responderían que pertenecían a la Compañía de Jesús, porque estaban dispuestos a luchar contra el error y el vicio bajo el estandarte de Cristo. Así, pusieron de manifiesto su espiritualidad militante.

Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540. Ignacio fue elegido primer general de la nueva orden y, algunos días más tarde, todos los miembros hicieron los votos en la basílica de San Pablo Extramuros.

La actividad de la Compañía de Jesús en Inglaterra es un buen ejemplo del importantísimo papel que desempeñó en la contrarreforma. Ese movimiento tenía el doble fin de dar nuevo vigor a la vida de la Iglesia y de oponerse al protestantismo. «La Compañía de Jesús era exactamente lo que se necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma. La revolución y el desorden eran las características de la Reforma. La Compañía tenía como características la obediencia y la más sólida cohesión. Se puede afirmar, sin pecar contra la verdad histórica, que los jesuitas atacaron, rechazaron y derrotaron la revolución de Lutero y, con su predicación y dirección espiritual, reconquistaron a las almas, porque predicaban sólo a Cristo, a Cristo crucificado.

Una de las obras más fecundas de San Ignacio fue el libro de los «Ejercicios Espirituales». Empezó a escribirlo en Manresa y, lo publicó en Roma, en 1548, con la aprobación del Papa. Los Ejercicios cuadran con la tradición de santidad de la Iglesia. Lo nuevo en el libro de San Ignacio es el orden y el sistema de las meditaciones. Si bien, las reglas y consejos que da el santo en su obra se hallan diseminados en las obras de los Padres de la Iglesia, San Ignacio tuvo el mérito de ordenarlos metódicamente y formularlos con perfecta claridad. El fin específico de los Ejercicios es llevar al hombre a un estado de serenidad y despego terrenal para que pueda elegir «sin dejarse llevar por el placer o la repugnancia. Así, el principio que guía la elección es únicamente la consideración de lo que más conduce a la gloria de Dios y a la perfección del alma». Como lo dijo Pío XI, el método ignaciano de oración «guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino».

Durante los 15 años que duró el gobierno de San Ignacio, la orden aumentó de diez a mil miembros y se extendió en nueve países europeos, en la India y en Brasil.

Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos. Fue canonizado en 1622, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Ignacio de Loyola

Hay que retirarse de vez en cuando del mundo, como enseñan y practican los grandes santos de la Iglesia, como hizo San Ignacio de Loyola. Esas vacaciones tendrían que ser tiempos de meditaciones y no de comilonas y derroche de dinero y usar de placeres para el cuerpo, que son nefastos para la vida del alma.

Los Santos saben, como supo hacer las cosas bien San Ignacio de Loyola, hombre de piedad intensa y feliz entre los pobres. Aprendamos de él.

P. Jesús

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