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22 de Junio / Santo Tomas Moro, Mártir († 1535)

Patrono de los políticos y gobernantes.

Santo Tomás Moro nació en Londres el 1478. Estudió en Oxford y en Londres. Fue un gran humanista, amigo de Erasmo y de Luis Vives. Pensó algún tiempo en la vida monástica, y por fin, leyendo La Ciudad de Dios de San Agustín, decide ser ciudadano de la ciudad celeste sin apartarse de la terrestre.

La Vida de Pico de la Mirándola influyó mucho en su vocación. Contrajo matrimonio con Juana, y tuvieron cuatro hijos, pero al poco tiempo queda viudo, contrayendo segundas nupcias con Alicia.

El santo supo compaginar una vida interior profunda con una escrupulosidad en sus obligaciones profesionales. Como pionero en la promoción de los laicos, se enfrenta a los problemas de su tiempo con criterios cristianos. Demuestra con su ejemplo el valor de «la obra bien hecha». Crece su prestigio como abogado, y en la Corte le piden su colaboración, y luego es elegido Canciller del Reino. Sin embargo, cuando el Rey Enrique VIII consigue la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón por presiones y sobornos, el santo renuncia a su cargo, intuyendo que eso le costará muy caro.

Moro se niega a firmar el Acta de Sucesión y de Supremacía, por la que se proclama el rey Cabeza de la Iglesia Anglicana y la independencia de Roma. Moro acata la autoridad civil del rey, pero no quiere ser infiel a su conciencia. Poco después, Tomás Moro es juzgado y encerrado en la Torre de Londres; muchos le piden que firme, que ceda, aunque sea disimulando, pero su conciencia no se lo permite, «prefiere ser discípulo del Señor antes que del Rey». Su hija Margarita lo visita con frecuencia; rezan juntos, piensan en el cielo.

El 16 de julio de 1535 fue decapitado. Santo Tomás Moro escribió muchos libros de piedad y en defensa de la fe; el más famoso de ellos es «Utopía». Es un mártir por la unidad de la Iglesia y por la libertad de conciencia centras las leyes civiles injustas. Pio XI lo canonizó en 1935.

Conozca más sobre Santo Tomás Moro, Patrono de los políticos en la Enciclopedia Católica: 
http://www.enciclopediacatolica.com/t/tomasmoro.htm

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santo Tomas Moro, Mártir († 1535)

Hacer bien nuestra labor en el mundo pensando en la Patria Celestial, esto se aprende de Tomás Moro, hombre de mundo y hombre de Dios.

Tuvo dos esposas, al morir una se casó con otra, pero jamás, los placeres de la vida lo apartaron de su deber para con Dios. Ojala eso pudieran hacer muchos, otra sería la Iglesia Católica no como es hoy, sino como tiene que ser: Iglesia Domestica. Padres e hijos que vivan en el mundo siendo influyentes en el mundo y pensando siempre en su buena conciencia, en la caridad, la oración, la meditación del Reino Celestial  y cumplir con honor las tareas del mundo: Vivir estando con Dios, vivir amando a Dios.

Gracias San Tomás Moro; a ti nos encomendamos los que somos ciudadanos de la tierra y del Cielo.

¡Dios nos guarde sin permitirnos pecar! ¡Que Gracia del Cielo, a los que Aman a Dios!: Los Santos de todos los tiempos: ¡tú!

P. Jesús

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3 de Julio / Santo Tomas, Apóstol

Se le conoce a Santo Tomás por su incredulidad después de la muerte del Señor. Jesús se apareció a los discípulos el día de la resurrección para convencerlos de que había resucitado realmente. 

Tomás, que estaba ausente, se negó a creer en la esurrección de Jesús: “Si no veo en sus manos la huella de los clavos y pongo el dedo en los agujeros de los clavos y si no meto la mano en su costado, no creeré”. Ocho días más tarde, cuando Jesús se encontraba con los discípulos, se dirigió a Tomás y le dijo: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos: dame tu mano y ponla en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.” Tomás cayó de rodillas y exclamó: “Señor mío y Dios mío!” Jesús replicó: “Has creido, Tomás, porque me has visto. Bienaventurados quienes han creído sin haber visto.” 

El Martirologio Romano, que combina varias leyendas, afirma que Santo Tomás predicó el Evangelio a los partos, medos, persas e hircanios, y que después pasó a la India y fue martirizado en “Calamina”. Conmemora el 3 de julio la traslación de las reliquias de Santo Tomás a Edesa. En el Malabar y en todas las iglesias sirias dicha fecha es la de la fiesta principal, pues el martirio tuvo lugar el 3 de julio del año 72.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santo Tomas, Apóstol

Después de dudar de la resurrección de Jesús, Tomás, Santo Tomás, por la Gracia de Dios, fue por el mundo a predicar el Evangelio, y es santo.

Eso debe animarte a que tú, como Santo Tomás, puedes ser santo también; sólo hace falta que estés del lado de Dios, aunque dudes; y Dios, por tu amor sincero y verdadero a Él, te dará las circunstancias necesarias para que puedas poner ‘tu dedo en Sus llagas’ y creer; porque Dios quiere que creas, que te salves y le ayudes a salvar a otros.

No temas a tus dudas, acéptalas, y Dios pondrá sentido a tu vida, porque Dios ama a los Tomases y a los Pedros y a los Juanes. Dios ama a cada uno según lo que es y, si aceptamos Su Amor, nos cambia y nos hace santos; santos por Dios.

P. Jesús
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13 de Julio / Santa Teresa de Jesus «De los Andes» (1900-1920)

Virgen, Carmelita Descalza 
Primera Santa chilena 

La joven que hoy es glorificada en la Iglesia con el título de Santa, es un profeta de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. 

TERESA DE JESUS DE LOS ANDES, con el ejemplo de su vida, pone ante nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta las últimas exigencias. 

Ella es para la humanidad una prueba indiscutible de que la llamada de Cristo a ser santos, es actual, posible y verdadera. 

Ella se levanta ante nuestros ojos para demostrar que la radicalidad del seguimiento de Cristo es lo único que vale la pena y lo único que hace feliz al hombre. 

Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra plenitud. 

Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita. 

Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos. 

La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia. 

Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita descalza. 

Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago. 

El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida. 

Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios. 

Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza. 

Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina. Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar. 

Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado» (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios. 

Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El. 

«Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí» (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad. 

Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El. 

Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor. 

A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo. 

En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración. 

Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad. 

Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios. 

Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado. Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo después continuamente. 

La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas, los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo apostólico, catequizó y ayudó. 

Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre. 

Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y espiritual, fruto de su ascesis y de su oración. La serenidad de su rostro era reflejo de Aquel que en ella vivía. 

Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada. 

Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella. 

Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993. 
Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios. 

SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de Lisieux. 

Sus Milagros 

El Bombero Resucitado 

El día 4 de diciembre de 1983, el voluntario de la Sexta Compañía de Bomberos de Santiago, Héctor Uribe Carrasco, cae desde una techumbre durante un incendio. Sufre un golpe eléctrico de un cable de 380 voltios, quedando completamente inconsciente y según decían los médicos, con un edema pulmonar, un edema cerebral y ninguna posibilidad de vida, pues estaba clínicamente muerto. 

Ante esta angustiosa situación, su madre, Señora Olga Carrasco de La Vega, aconsejada por un voluntario amigo del accidentado, decidió ir hasta la Cripta de Sor Teresa, para implorar por la vida de su hijo. La súplica la hizo en la Capilla, acompañada de varios voluntarios y amigos de Héctor, el día 7 de diciembre, es decir, 3 días después del accidente. 

Según testimonio de la mamá y de los amigos, desde entonces empezó a dar señal de recuperación hasta quedar totalmente restablecido. 

Los médicos están sorprendidos. El joven vive. Es un resucitado a instancias de Teresita. 

Los antecedentes del caso son enviados a Roma. De miles de milagros y favores concedidos y adjudicados a la intercesión de Sor Teresita, es éste el que el consejo de teólogos aprueba en el paso final del proceso y que llevó a Teresita a la gloria de los altares. 

Para iniciar el proceso de Canonización, debe producirse otro milagro después de la Beatificación. 

La Estudiante Resucitada 

El día 7 de diciembre de 1988, varias alumnas del Colegio Las Condes, Institución Teresiana, en el paseo de fin de año escolar, se reunieron para pasar el día. La alumna Marcela Antúnez Riveros, bañándose en la piscina del estadio del Banco Chile sufrió asfixia por inmersión. Fue sacada del agua después de al menos 5 minutos cianótica y sin ningún signo vital. 

Mientras la someten a la prácticas de reanimación, dos apoderados y un grupo de alumnas piden fervorosamente la intervención de Santa Teresa y, con asombro de los médicos de la clínica Alemana, que a la vista de la ficha médica temían daño cerebral irreversible, se recuperó rápidamente. 

Por precaución la retienen 3 días más en la clínica, saliendo de ella sin la más mínima lesión cerebral, ni traumas, siendo -los años siguientes- una alumna destacada en sus estudios. 

Realizado canónicamente el proceso en el Arzobispado de Santiago con las declaraciones de los testigos y de los médicos y llevada a Roma las actas del proceso, los médicos peritos del Vaticano declararon que la recuperación total de la niña no tiene explicación científica. Por eso, la Congregación de los Santos aprobó el milagro para proceder a la Canonización.

Fuente: ACI Prensa

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Teresa de Jesus «De los Andes» (1900-1920)

Los santos son tus amigos.

Para que lo comprendas mejor, te lo cuento así: Sí tú amaras a Dios sobre todas las cosas y a ti mismo con tanto amor, con el mismo amor que amases a los demás, y por este amor sufrieras lo que la vida te da, y sin quejarte fueras siempre bueno, siempre buena, confinando tu cuerpo a la pureza y castidad para no mancharte y ser sólo para Dios, y si estuvieras casado-casada, ser para tu cónyuge, para dar vida de parte de Dios, que hace lo que quiere con lo que le confiamos y él quiere que el mundo continúe, que haya vida, que nazcan hijos, y que mejor qué sean hijos del amor entre dos esposos católicos enamorados de Dios y entre los dos.

Si fuera así todo esto en ti, y murieras y fueras directo al Cielo Eterno, y allí Dios permitiera que quien, desde la tierra te pidiera le dijeras a Dios tus penas y de su parte le pidieras ayuda, y siendo tú una persona que en vida amaste y sufriste por Amor, entonces, tú ayudarías a los que te lo pidieran, y siguiendo amando a Dios y a ellos, al mundo, y teniendo y estando en Dios, le pedirías, le suplicarías por quien te pide este favor, por haber sido tú una buena persona en vida y, si lo eras, lo seguirás siendo y no te molestará ayudar a quien con confianza en tu bondad te lo pida. Digamos: “un enchufe celestial”.

Eso son los santos, y eso serás tú si ahora les pides a ellos que le pidan a Dios que te ayude a ser cada día más de Dios y menos del mundo, sin dejar de estar vivo y por lo cual vivir en el mundo actual, pero siendo bueno y cariñoso y teniendo la paciencia y la ternura de todo un Dios, como lo es Jesús, y que nos dijo la verdad que deberías tú saber: “No saben lo que hacen”.

Así que sabiendo que no saben, no les tengas miedo ni les tengas manía ni ganas de vengarte de todo lo que por ignorancia, por no saber lo que hacen te dañan; y en cuanto puedas, apártate de los malos y que tu ejemplo sea siempre de bondad y pureza y sacrificio voluntario, todo por amor a Dios y, siendo así, si tú fueras ya santo por vivir en el Cielo, ayudarías a quien te lo pidiera.

Ser santo es seguir viviendo e influyendo en el mundo terreno por la comunión que hay a través y por Dios Uno y Trino.

Ahora comprendes; ahora podrás pedir con confianza, a los santos, que te ayuden y que le pidan a Dios lo que necesitas. Y, necesitas “enchufe”  y el mejor es el de la Madre de Dios: Santa María Virgen, Inmaculada Concebida, en el Amor de todo un Dios Creador.

P. Jesús

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26 de Agosto / Santa Teresa de Jesús Jornet

Santa Teresa nació el 9 de enero de 1843, en Lérida, Cataluña. Deseaba ingresar en la vida religiosa y solicitó su admisión con las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar a causa de la legislación en vigor. Se dedicó entonces a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, destinada a recoger ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. El 27 de enero de 1873, tomó el hábito y fue nombrada superiora. Para poder recibir a más ancianos, compró el antiguo convento de los agustinos. Esta casa se convirtió más tarde, en la casa madre de la Congregación de Hermanitas de Ancianos Desamparados. Fue aprobada por la Santa Sede en 1887, y hasta ese año contaba ya con 58 filiales. Santa Teresa aprendió con las terciarias carmelitas la devoción a la Santísima Virgen y con las clarisas el amor a los pobres; en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de indentificar constantemente sus sentimientos a la voluntad divina. La santa solía decir: «No hay nada pequeño cuando se trata de la gloria de Dios». Murió el 26 de agosto de 1897. Pío XII la beatificó el 27 de abril de 1958.

FUENTE: ACI Prensa 

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Teresa de Jesús Jornet

Como Santa Teresa de Jesús Jornet, hay que unir el amor y devoción a la Virgen María y el amor y servicio a los pobres. Hay que sentir el amor a Dios quemando nuestro corazón, incendiar de deseos de buenas obras nuestros pensamientos y sentir como el alma vuela para vivir en Dios y sirviendo por Él a los que viven en la tierra.

Santa Teresa de Jesús Jornet, cuidó de los ancianos desamparados. Y habrá tantos ancianos desamparados… todos estos que se divorcian, que pasan de pareja en pareja, que tienen hijos que no cuidan y a veces ni los alimentan, esos que ahora se drogan, beben y usan del sexo carnal para placer pasional; todos estos hombres y mujeres serán ancianos desamparados, muchos de ellos. Y habrá santas monjas, que cuidándolos por amor de Dios, salvarán sus vidas de la desesperación, de una desolación tal en sus últimos días. Las enfermedades del cuerpo se multiplicarán y los dolores serán punto de referencia usual en el hombre pecador, ese que fué orgulloso, ese que odió en vez de perdonar, ese que envidió posesiones y martirizó su cuerpo hasta tal extremo para seguir la moda que se le rebelará en la ancianidad. Y habrá monjas como Santa Teresa de Jesús Jornet, que llevando su cruz, ayudarán a llevar las cruces de ancianos desamparados.

Si tú tienes vocación a la caridad, no dejes pasar la oportunidad de servir a Dios cuidando de los ancianos, y con las obras de tu Amor a Dios, ellos beberán, además, el agua de la salvación. ¡Dios te necesita! No caigas en el error de ser pecador, de ser pecadora: tú, mantente firme y sé puntal fuerte en tu fe, pasa de la moda mundana y sigue la moda cristiana: ser católico.

Hay muchas almas que cuidar. Tú puedes ser otra Santa Teresa de Jesús Jornet.

P. Jesús
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30 de Agosto / Beato Tomás de Kempis

Escritor. Año 1471. La fama mundial de Tomás de Kempis se debe a que él escribió el libro que más ediciones ha tenido, después de la Biblia: La Imitación de Cristo. Este precioso librito, llamado «el consentido de los libros”: porque, es el que se ha sacado en ediciones más hermosas y lujosas, (de bolsillo) ha tenido ya más de 3,100 ediciones en los más diversos idiomas del mundo.

Su primera edición salió 20 años antes del descubrimiento de América (un año después de la muerte del autor) en 1472, y durante más de 500 años ha tenido unas 6 ediciones cada año. Caso raro y excepcional.

Tomás nació en Kempis, cerca de Colonia, en Alemania, en el año 1380. Era un hombre sumamente humilde, que pasó su larga vida (90 años) entre el estudio, la oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos.  

En ese tiempo muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y se volviera más fervorosa y más santa, pero pocos se dedicaron a reformase ellos mismos y a volverse mejores. Tomás de Kempis se dio cuenta de que el primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.  

Kempis se reunió con un grupo de amigos en una asociación piadosa llamada «Hermanos de la Vida Común», y allí se dedicaron a practicar un modo de vivir que llamaban «Devoción moderna» y que consistía en emplear largos ratos de oración, la meditación, la lectura de libros piadosos y en recibir y dar dirección espiritual, y dedicarse cada uno después con la mayor exactitud que le fuera posible a cumplir cada día los deberes de su propia profesión.

Los que pertenecían a esta asociación hacían progresos muy notorios y rápidos en santidad y la gente los admiraba y los quería.  Tomás tiene muchos deseos de ser sacerdote, pero en sus primeros 30 años no lo logra porque sus tentaciones son muy fuertes y frecuentes y teme que después no logre ser fiel a su voto de castidad. Pero al fin entra a una asociación de canónigos (en Windesheim) y allí en la paz de la vida retirada del mundo logra la paz de su espíritu y es ordenado sacerdote en el año 1414.

Desde entonces se dedica por completo a dar dirección espiritual, a leer libros piadosos y a consolar almas atribuladas y desconsoladas. Es muy incomprendido muchas veces y sufre la desilusión de constatar que muchas amistades fallan en la vida (menos la amistad de Cristo) y va ascendiendo poco a poco, aunque con mucha dificultad, a una gran santidad. Dos veces fue superior de la comunidad de canónigos en su ciudad.

Bastante tiempo estuvo encargado de la formación de los novicios. Después lo nombraron ecónomo pero al poco tiempo lo destituyeron porque su inclinación a la vida espiritual muy elevada no lo hacía nada apto para dedicarse a comerciar y a administrar dineros y posesiones. Su alma va pasando por períodos de mucha paz y de angustias y tristezas espirituales, y todo esto lo irá narrando después en su libro portentoso.  

En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer célebre en todo el mundo: La Imitación de Cristo. De esta obra dijo un autor: «Es el más hermoso libro salido de la mano de un hombre» (Dicen que Kempis pidió a Dios permanecer ignorado y no conocido. Por eso la publicación de su libro sólo se hizo al año siguiente de su muerte).

No lo escribió todo de una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu se iba volviendo más sabio y su santidad y su experiencia iban aumentando. Lo distribuyó en cuatro pequeños libritos. Entre la redacción de un libro a otro pasaron bastantes años.

El libro Primero de la Imitación de Cristo narra cómo es la lucha activa que hay que librar para convertirse y reformarse y los obstáculos que se le presentan a quien desea hacerse santo, entre los cuales está como principal «la sirena» de este mundo, o sea la atracción, el deseo de darle gustos al propio egoísmo y de obtener honores, famas, altos puestos, riquezas y gozos sensuales y vida fácil y cómoda. Este primer librito es como el retrato de lo que Tomás tuvo que sufrir hasta sus 30 años de las luchas y peligros que se le presentaron.

El libro segundo. Fue escrito por Kempis después de haber sufrido muchas tribulaciones, contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden afectivo. Destituido del cargo de ecónomo, abandonado por amigos que se había imaginado le iban a ser fieles; es entonces cuando descubre que hay una amistad que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra la solución para todas las penas del alma. Este libro segundo de la Imitación enseña cómo hay que comportarse en las tribulaciones y sufrimientos. Emplea mucho el nombre de Jesús indicando el afecto muy vivo y profundo que siente hacia el Redentor y que desea sientan sus lectores también.

Cuando redacta el Libro Tercero ya ha subido más alto en espiritualidad. Aquí ya a Cristo lo llama El Señor. Se ha dado cuenta que la santidad no depende solamente de nuestros esfuerzos sino sobre todo de las ayudas de Dios. Ha crecido en humildad y exclama: «Cayeron los que eran como cedros del Líbano, y yo miserable ¿qué podré esperar de mis solas fuerzas?». Ahora ya no piensa en la muerte como algo miedoso, sino como una liberación del alma para ir a una Patria feliz.  

El libro cuarto de la Imitación está dedicado a la Eucaristía y es uno de los más bellos tratados que se han escrito acerca del Santísimo Sacramento. Millones de personas en todos los continentes han leído este librito para prepararse o dar gracias cuando comulgan.   
Muchos autores han pensado que probablemente Tomás de Kempis recibió del cielo luces muy especiales al escribir La Imitación de Cristo. De otra manera no se podría explicar el éxito mundial que este librito ha tenido por más de cinco siglos, en todas las clases sociales.  

Puede ser el que Kempis ha logrado comprender sumamente bien la persona humana con sus miserias y sus sublimes posibilidades, con sus inquietudes y su inmensa necesidad de tener un amor que llene totalmente sus aspiraciones.

Este libro está hecho para personas que quieran sostener una lucha diaria y sin contemplaciones contra el amor propio y el deseo de sensualidad que se opone diametralmente al amor de Dios y a la paz del alma. Está redactado para quienes quieran independizarse de lo temporal y pasajero y dedicarse a conseguir lo eterno e inmortal.  

San Ignacio, San Juan Bosco, Juan XXIII, el presidente mártir, García Moreno y muchísimos más, han leído una página de la Imitación cada día. ¿La leeremos también nosotros?

OREMOS
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a Tomás de Kempis para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Beato Tomás de Kempis

El Beato Tomás de Kempis, amigo de Jesucristo, amante del Señor su Dios. Recibió en vida las delicias del sufrimiento que muchos pasan en el Purgatorio, como es esa profunda tristeza que parece que Dios no está ni que nadie puede aliviártela; esa tristeza que padecen los futuros santos, no es depresión mundana, sino que es el elixir que Dios da a los que le aman con todo su corazón y que, aún pensando que no son dignos de Dios, desean y encuentran a faltar su Amor. Esa tristeza es el amor necesario que necesitan porque, aman tanto a Dios, que necesitan más amor de Dios, pero Dios, Uno y Trino, unidos entre sí, ‘dejan’ sola al alma, como en un tránsito, como si padeciera ciertas penas que, se padecen en el Purgatorio, para que en el dolor de necesitar ese amor y no tenerlo, sufran, y en sufrir, se sientan solos, y en esta soledad del alma, purifiquen sus intenciones, busquen modos y métodos para acercarse al Amado, a Dios Uno y Trino, y así avancen en santidad, porque la santidad es el Amor al Amado, el ‘desprecio’ de lo demás, por el aprecio de sentir el amor de Dios en sí mismo. Y Dios entra y penetra en el alma atormentada de tristeza, y a veces la colma todo de dicha, especialmente cuando está la persona en contacto físico con la Eucaristía, porque Dios Ama y llama, y las obras del amor de la criatura al Creador, es correr a su encuentro. Por eso la tristeza está ahí, en el interior del alma, no del corazón, sino del alma, como si ya el alma estuviera en el Purgatorio pero, por no estarlo, hay la voluntad del hombre que busca a Dios en todas y cada una de las cosas que hace y dice. Eso vivió el Beato Tomás de Kempis, y eso viven millares de personas que no saben lo que tienen, y es un llamado de lo alto a sus plegarias de amar al Amado. Y el Amado se deja ver y se esconde, y lo ves en la Eucaristía, y, cuando sufres de tristeza profunda, es que se te ha escondido para que libremente lo busques tú mismo y, en está búsqueda, prosperes en santidad y no tengas que pasar por las penas del Purgatorio otro día, sino que ya vivas las delicias del alma besada por el Amado, ya en vida. Pero lleva años llegar al Beso de Amor, y en la espera y el deseo de ese beso con Dios Uno y Trino, hay la lucha humana por encontrar al Amado, y como el Amado sólo está en la perfección, sólo allí, en la perfección, halla la criatura el Amor que tanto desea y por Él se muere de tristeza y padece los sufrimientos que se padecen también en el Purgatorio; porque lo que hay que hacer es Imitar a Cristo, como propone el Beato Tomás de Kempis en su libro sobre el tratado que dió a su alma con la búsqueda de Dios mismo, en esta tristeza grande que padeció de tanto en tanto, y a veces muy a menudo. Si estás triste en el alma, que es una tristeza distinta a la del corazón, porque es como una sed que no se sacia, y hay una amargura también de impotencia, de desagrado de uno mismo, que no te deja estar contento, que no puedes ser feliz, porque el alma no puede ser feliz fuera de Dios, y es esa la tristeza de la que te hablo, la tristeza que padeció Tomás de Kempis, que lo llevó a la santidad, al beso de Dios, besado por Dios ya en la misma vida del hombre.

María, la plena de Gracia, siempre sintió en Ella ese beso de Amor de Dios, constantemente besando su alma en la perfección de toda la Gracia con que Dios la creó en el amor carnal y espiritual, y unidos a Dios con sus almas y cuerpos, Santa Ana y San Joaquín, la engendraron y Dios la llenó de Gracias, de todas las Gracias, es decir, la besó, y besándola de continuo, sin dejarla de amar jamás, la tuvo prendida de su amor toda la vida, toda la Eternidad en la que está y es y será María, la Llena de Gracia, la Madre de Dios, la Hija de Dios, la Esposa de Dios.

P. Jesús
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5 de Septiembre / Santa Teresa de Calcuta

«Pertenezco enteramente al Corazón de Jesús» 

El domingo 19 de octubre de 2003, en qué se celebró la Jornada Misionera Mundial, Juan Pablo II celebró la Eucaristía en la Plaza de San Pedro a las 10:00 y beatificó a la Madre Teresa de Calcuta, la cual falleció el 5 de septiembre de 1997. 

La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice preparó la biografía de la beata que reproducimos a continuación: 

«De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús».
De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a la Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed del amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres.
«Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres». Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por El y ardiendo con un único deseo: 
«saciar su sed de amor y de almas». 

Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu. Recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de su hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada. 

Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en «esposa de Jesús para toda la eternidad». Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que la Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. 

Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría. 

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, la Madre Teresa recibió su «inspiración», su «llamada dentro de la llamada». Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar «víctimas de amor» que «irradiasen a las almas su amor». «Ven y sé mi luz», Jesús le suplicó. «No puedo ir solo». Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de El y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a la Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que la Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres. 

Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, la Madre Teresa volvió a Calcuta, donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en «los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba». Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas. 

El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, la Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a la Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Esta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, la Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba. 

Para responder mejor a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, la Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitó solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, la Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un «pequeño camino de santidad» para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu. 

Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en la Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. 

Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención «para gloria de Dios y en nombre de los pobres». Toda la vida y el trabajo de la Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por El, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó «oscuridad» a su experiencia interior. La «dolorosa noche» de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a la Madre Teresa a una unión con Dios cada vez más profunda. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres. 

Durante los últimos años de su vida, a pesar de los problemas de salud cada vez más graves, la Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de la Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, la Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas.

El 5 de septiembre, la vida terrena de la Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). La Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, «Ven y sé mi luz» hizo de ella una Misionera de la Caridad, una «madre para los pobres», un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios. 

Menos de dos años después de su muerte, a causa de la extendida fama de santidad de la Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre de 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de la Madre Teresa.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Teresa de Calcuta

A Santa Madre Teresa de Calcuta,  Dios le pidió mucho y ella dió mucho a Dios, por eso ahora goza de la Paz Eterna Celestial.

A todos pide Dios, y a algunos pide mucho, y pocos hay que den mucho.

¿Cuánto esperarás para darte cuenta de que Dios te pide a ti la misma entrega tuya integral que pidió a Madre Teresa? Los santos tienen distintos carismas, distintas Misiones, pero tú, ¡tú! estás destinado a ser Santo. Deja de ocuparte tanto de tus cosas, por muy lícitas que sean, y a ver si dejas que Dios te haga Santo, sirviéndole con integridad. Primero Dios.

P. Jesús
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8 de Octubre / Santa Pelagia y Santa Tais, penitentes

La antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos historias que de algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la inocencia perdida y animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los rastros de quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que por algún tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios, pues, mira… resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en la oscuridad que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores. Estas actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.

Pelagia.
Se la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo, allá por la segunda mitad del siglo V. En Antioquia -este era el escenario de sus danzas sensuales y altaneras- se la llamaba «Margarita» que es la traducción de «gema», quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría las carnes de la extra hermosa eran collares de perlas.
Tuvo, en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el año 453, con Nono, anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un concilio provincial convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera a sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus máscaras y abalorios por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que murió penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año 468, disimulando con una máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar Pelagio.

Tais.
Fue anterior a Pelagia en el tiempo y en los oficios. Se educó como cristiana, pero la vida, sus encantos, el acoso de los finos, el hambre de placer y el atractivo de las riquezas estropearon tanto la acción de la gracia que pareció no conocerla. Vive entre el lujo y la prostitución de Alejandría.
Refiere la narración que Pafnucio, el del desierto de Tebaida, la recordaba de años atrás y sentía dolor, más que quien tiene una astilla clavada en el cuerpo, por la perdición y escándalo de la cristiana. Sus penitencias dieron resultado. Provocó un encuentro con ella y fue el instrumento de Dios para el cambio de Tais. Ahora está deshecha en lágrimas, implora el perdón del maestro, le ruega su oración impetrante, recurre a la misericordia de Dios y pide que se le imponga penitencia. Muere penitente reconciliada por los años 348 y se le honra en las Menologías griegas tal día como hoy. Es patrona de Alejandría y se la representa arropada con ricas y coloreadas sedas, con un espejo, símbolo de la coquetería, y una gargantilla de perlas que representan sus riquezas mal adquiridas.

Las dos son una delicada muestra que realza la misericordia del Señor.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Pelagia y  Santa Tais, penitentes

Almas bondadosas, vosotras que sabéis de Dios, vosotras que conocéis a Dios y no os habéis extraviado jamás, tened misericordia de los que nunca conocieron a Dios o de los que se extraviaron como hicieron Santa Pelagia y Santa Tais, ambas muy pecadoras, ambas en extremo dando mal ejemplo, y ambas Santas, gracias a personas buenas, a santos que lo dan todo por Dios.

Dios necesita de ti, más que para acusar a los pecadores, para que tu ejemplo les mueva el corazón a ser mejores, a plantearse en serio un cambio radical de vida, a dejar los lazos que sostienen a los pecadores en sus pecados: Sed vosotros las tijeras que corten los vicios y  las ataduras a los malos amigos o malos parientes, porque los futuros santos necesitan de caridad.

Así se va a poblar el Cielo de los futuros santos de este tiempo, donde pocos han podido recibir de Dios la gracias de ser siempre buenos, porque los medios de comunicación pagana se han introducido en las casas, y todo lo que los padres dejan entrar en el hogar esto cumple con su misión, que es construir las almas que viven en él. ¡Tened hogares santos! No deis entrada al televisor ni a revista que no sean profundamente católicas, que nada impuro esté en la Iglesia Doméstica, que todo sea bueno y bello, por ser agradable a Dios. Y el mundo cambiará.

Sacerdotes acudid a las Iglesias Domésticas y sed ayuda y bálsamo para los esposos que, en unión sacramental, han formado y forman esta Iglesia universal que es la Católica, Apostólica y Romana. Vosotros, santos sacerdotes, que tenéis la instrucción y los sacramentos, vosotros sois ángeles para los padres e hijos de un hogar, vosotros sois la ayuda actual y de siempre que el mundo necesita; por vuestras palabras, los pecadores se arrepienten y con vuestro ejemplo saben cómo vivir, porque no saben cómo se hace para ser bueno. Se ha llegado a tal extremo que no saben nada de bondad, y mucho menos de santidad; vosotros, sacerdotes amados de Dios, ayudadles con vuestro ministerio a ser buenos, y en la bondad y con los sacramentos, está la acción de Dios que es hacer santos, perfectos, a los hombres. Y la perfección radica en el Amor verdadero, que es amar a Dios sobre todas las cosas, y a los demás como a uno mismo, por amor de y a Dios y con Dios.

El reto de hoy día es este: ¡Ayudar a Dios que haga santos!; ¡que tú seas santo!

P. Jesús
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10 de Octubre / Santo Tomás de Villanueva

Este inmenso predicador que fue llamado por sus oyentes «el divino Tomás», nació en España en 1488 y su sobrenombre le vino de la ciudad donde se educó y creció.

Sus padres no le dejaron riquezas materiales en herencia, pero sí una herencia mucho más importante: un profundo amor hacia Dios y una gran caridad hacia los demás.

Hizo sus estudios con gran éxito en la universidad de Alcalá y en 1516 pidió y obtuvo ser admitido en la comunidad de los padres agustinos, en Salamanca. En 1518 fue ordenado sacerdote y luego fue profesor de la universidad. Poseía una inteligencia excepcionalmente lúcida y un criterio muy práctico para dar opiniones sobre temas difíciles. Pero tuvo que ejercitarse continuamente para adquirir una buena memoria y luchar mucho para que las distracciones no le alejaran de los temas que quería tratar.

Sentía una predilección especial por atender a los enfermos y repetía que cada cama de enfermo es como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar uno con Dios y hablar con Él, pero entre las espinas de incomodidad que lo rodean.

Fue nombrado Provincial de su comunidad y en 1533 envió a América los primeros Padres Agustinos que llegaron a México.

Frecuentemente mientras celebraba la Santa Misa o rezaba los Salmos, le sobrevenían los éxtasis y se olvidaba de todo lo que le rodeaba y sólo pensaba en Dios.

En esos momentos el rostro le brillaba intensamente.

Cierto día mientras predicaba fuertemente en Burgos contra el pecado, tomó en sus manos un crucifijo y levantándolo gritó «¡Pecadores, mírenlo!», y no pudo decir más, porque se quedó en éxtasis, y así estuvo un cuarto de hora, mirando hacia el cielo, contemplando lo sobrenatural. Al volver en sí, dijo a la multitud que estaba maravillada: «Perdonen hermanos por esta distracción. Trataré de enmendarme».

El emperador Carlos V le había ofrecido el cargo de arzobispo de Granada pero él nunca lo había aceptado. Entonces un día el emperador le dijo a su secretario: Escriba: «Arzobispo de Valencia, será el Padre…», y le dictó el nombre de otro sacerdote de otra comunidad. Cuando fue a firmar el decreto leyó que el secretario había escrito: «Arzobispo de Valencia, el Padre Tomás de Villanueva». «¡Pero este no fue el que yo le dicté!», dijo el emperador. «Perdone, señor» – le respondió el secretario. «Me pareció haberle oído ese nombre. Pero enseguida lo borraré». «No, no lo borre, dijo Carlos V, el otro era el que yo pensaba elegir. En cambio éste es el que Dios quiere que sea elegido». Y mandó que lo llamaran para dar el nombramiento.

Tomás se negó totalmente a obedecer al emperador en esto. El hijo del gobernante (el futuro Felipe II) le rogó que aceptara, pero tampoco quiso aceptar. Solamente cuando su superior de comunidad le mandó bajo voto de obediencia, entonces sí aceptó tan alto cargo.

Llegó a Valencia de noche, en medio de terrible aguacero, acompañado solamente por un religioso de su comunidad. Pidió hospedaje de caridad en el convento de los Padres Agustinos, diciendo que le bastaba una estera en el suelo para dormir (Cuando los frailes descubrieron quién era él se arrodillaron a pedirle su bendición). Antes de posesionarse del arzobispado hizo seis días de retiro de oración y penitencia en el convento. Quería empezar bien preparado para su difícil oficio.

Al posesionarse de su cargo de Arzobispo, los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron 4,000 monedas de plata para un hospital diciendo: «los pobres necesitan esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo fraile y religioso como soy yo?».

Algunos lo criticaban porque usaba una sotana muy vieja y desteñida, y él respondía: «Lo importante no es una sepultura. Lo importante es embellecer el alma que nunca se va a morir».

El emperador Carlos V al oírle predicar exclamaba: «Este Monseñor conmueve hasta las piedras». Y cuando estaba en la ciudad, el emperador nunca faltaba a los sermones de Monseñor Tomás. Sus sermones producían cambios impresionantes en los oyentes, y aun hoy día conmueven profundamente a quienes los leen. La gente decía que Tomás de Villanueva era como un nuevo apóstol San Pablo, enviado por Dios para transformar a los pecadores.

Lo que más le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A los menos cumplidores se los ganaba de amigos y poco a poco a base de consejos y peticiones amables los hacía volverse mejores. A uno que no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le dijo: «Yo soy el que tengo la culpa de que usted no quiera enmendarse. Porque no he hecho penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado». Y quitándose la camisa empezó a darse fuetazos a sí mismo hasta derramar sangre. El otro se arrodilló llorando y le pidió perdón y desde ese día mejoró totalmente su conducta.

Dedicaba muchas horas a rezar y a meditar, pero su secretario tenía la orden de llamarlo tan pronto como alguna persona necesitara consultarle o pedirle algo. A su palacio arzobispal acudían cada día centenares de pobres a pedir ayuda, y nadie se iba sin recibir algún mercado o algún dinero. Especial cuidado tenía el prelado para ayudar a los niños huérfanos. Y en los once años de su arzobispado no quedó ninguna muchacha pobre de la ciudad que en el día de su matrimonio no recibiera un buen regalo del arzobispo. A quienes lo criticaban por dar demasiadas ayudas aun a vagos, les decía: «mi primer deber es no negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos responderán ante Dios».

A los ricos les insistía continua y fuertemente acerca del deber tan grave que cada uno tiene de gastar en dar limosnas todo lo que le sobre, en vez de gastarlo en lujos y cosas inútiles. Decía a la gente: «¿En qué otra cosa puedes gastar mejor tu dinero que en pagar tus culpas a Dios, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga tus oraciones, tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los pobres. Debes anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a pedir».

Algunos le decían que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los que vivían en unión libre. Él respondía: «Hago todo lo que me es posible por animarlos a que se pongan en paz con Dios y que no vivan más en pecado. Pero nunca quiero emplear métodos agresivos contra nadie». Si oía hablar de otro respondía: «Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus intenciones eran buenas».

En septiembre de 1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la garganta. Mandó repartir entre los pobres todo el dinero que había en su casa. Hizo que le celebraran la S. Misa en su habitación, y exclamó: «Que bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para siempre». Y murió. Tenía 66 años.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santo Tomás de Villanueva

Decía Santo Tomás de Villanueva, arzobispo: «Qué bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su Cielo para siempre» Toda su experiencia lo llevó a pronunciar tal sentencia de la verdad de un Dios Uno y Trino, un Dios de Amor que quiere amarnos y que, aceptando su Amor, le amemos, y con Él, con Dios, viviendo en nosotros, por recibirlo en la Comunión, hagamos con Él obras buenas, de su Amor, al mundo. Los santos, son otros Cristos; actúan con Cristo, van con Cristo, viven con Cristo, perseveran en Cristo; y, Dios uno y Trino, hace un mundo mejor actuando por la Gracia de Dios, en el cuerpo y con la persona libre e individual del santo, de la santa, que deja de vivir para sí, viviendo por y para Cristo. Dios que es Amor, te da su Amor, para que tú, con este amor recibido de Dios, ames con él, con el amor recibido que es Dios, por ser Dios de Amor, al mundo, y el Espíritu Santo hable toda bondad por tus labios, y todas tus acciones buenas llevan su sello: Dios, Uno y Trino: Dios, Él mismo.

Seamos santos. Podemos, con Dios.

«Qué bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su Cielo para siempre»

P. Jesús

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15 de Octubre / Santa Teresa de Ávila, Virgen Fundadora

Los escritos de Santa Teresa subrayan sobre todo el espíritu de oración, la manera de practicarlo y los frutos que produce. Como la santa escribió precisamente en la época en que estaba consagrada a la difícil tarea de fundar conventos de carmelitas reformadas, sus obras, prescindiendo de su contenido y naturaleza, dan testimonio de su vigor, laboriosidad y capacidad de recogimiento. Escribió el «Camino de Perfección» para dirigir a sus religiosas, y el libro de las «Fundaciones» para alentarlas y edificarlas. En cuanto al «Castillo Interior», se puede considerar que lo escribió para la instrucción de todos los cristianos. En esta obra se muestra como verdadera Doctora de la Iglesia.

Las carmelitas, como la mayoría de las religiosas, habían decaído mucho del primer fervor, a principios del siglo XVI. Las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el convento se convirtió en el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas. Las comunidades eran sumamente numerosas, lo cual era causa y efecto de la relajación. Por ejemplo en el convento de Ávila había 140 religiosas. Santa Teresa que llevaba ya 25 años de vida religiosa en el convento de la Encarnación de Ávila, emprendió el reto de llevar a cabo la iluminada idea de fundar una comunidad más reducida y reformada. La santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. El convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza; las religiosas vestían toscos hábitos, usaban sandalias en vez de zapatos (por ello se les llamó descalzas) y estaban obligadas a la perpetua abstinencia de carne. Santa Teresa no admitió al principio más que 13 religiosas, pero luego aceptó que hubiese 21. En 1567, el superior general de los carmelitas, Juan Bautista Rubio (Rossi), visitó el convento de Ávila y quedó muy satisfecho con el trabajo realizado allí por la santa, así que le concedió a ésta plenos poderes para fundar otros conventos del mismo tipo y aun la autorizó a fundar dos conventos de frailes reformados (carmelitas contemplativos).

Santa Teresa murió en los brazos de la Beata Ana el 4 de octubre de 1582. Su canonización se realizó en 1622.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santa Teresa de Ávila, Virgen Fundadora

Santa Teresa de Ávila, virgen fundadora, mujer fuerte, madura y eficaz en su labor de reformar lo que parecía irreformable, pero ella, ella con Dios pudo, porque sólo Dios le bastaba y si fundaba era para que otras monjas como ella pudieran amar a Dios sobre todas las cosas, apartándose del mundo y haciendo un mundo interior en su alma con Su Señor y Su Señora María Virgen Inmaculada.

P. Jesús

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29 de Diciembre / Santo Tomas Becket, Arzobispo y Mártir

Nació en Londres en 1170. Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue educado por los monjes del convento de Merton. A los 24 años consiguió un puesto como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) quien se dio cuenta que Tomás tenía cualidades excepcionales para el trabajo, así que le fue confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes. Lo ordenó de diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia. Tomás como buen diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del rey de Inglaterra, Enrique II, y éste en acción de gracias por tan gran favor, nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores.

Tras la muerte del Arzobispo Teobaldo en 1161, el rey Enrique II de inmediato pensó en Santo Tomás como el mejor candidato para ocupar dicho cargo, pero nuestro santo se negó muy cortésmente alegando que él no era digno para tan honorable puesto. Sin embargo, un Cardenal de mucha confianza del Sumo Pontífice Alejandro III lo convenció de que debía aceptar, y al fin aceptó. Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la letra. Le dijo: «Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo». Enrique no creyó que fuera a suceder así, pero sucedió. Ordenado de sacerdote y luego consagrado como Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda valentía cualquier falta que notaran en él. Como él mismo lo había anunciado, los envidiosos empezaron a calumniar al arzobispo en presencia del rey. Dicen que en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: «No podrá haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?».

Al oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. No opuso resistencia. Murió diciendo: «Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica». Tenía apenas 52 años.

El Papa Alejandro III lanzó excomunión contar el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido hizo penitencia durante dos años, para obtener la reconciliación en 1172.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Santo Tomas Becket, Arzobispo y Mártir

Los santos, como San Tomas Becket, Arzobispo y Mártir, son odiados y calumniados, perseguidos; y a algunos han matado como consecuencia de celos y envidias que suscitan sus obras de bondad y caridad.

Los santos saben que viven para vivir otro día en la felicidad perpetua, eterna, en la dicha que sólo ellos pueden gozar, porque se la ganan en esta vida con toda clase de renuncias que hacen ellos, y malos tratos que les dan los demás.

Todo y así, sé santo, porque ser santo es la felicidad terrena y Eterna, porque no hay mayor felicidad en esta vida que tener una buena conciencia y vivida en paz.

P. Jesús
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