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Santoral Septiembre - 2. página

11 de Septiembre / San Emiliano

Santo español, nacido en el año 473 en Berceo (La Rioja). Hijo de una familia campesina de origen hispanorromano, siendo en su juventud pastor de ovejas. Decidió dedicarse a la vida contemplativa, por lo que pasó a ser uno de los discípulos del monje Félix, retirado en los montes de Bilibio, cerca de Haro, donde llevó una vida solitaria y penitente. Sujetó a la disciplina monacal, pero encontrándola demasiado holgada, se retiró a la soledad durante cuarenta y cuatro años en los montes Distercio, soportando allí las inclemencias del tiempo y la dureza de condiciones del lugar. 

Su fama de santidad se extendió de tal manera que todos los que estaban en dificultades espirituales acudían a él y fue llamado por el obispo de Tarazona, Dídimo, quien no consintió que tanta virtud se perdiese en la soledad del monte, le ordenó sacerdote y le puso al cargo de la parroquia de Santa Eulalia, en su pueblo natal Berceo. 

El paso por la parroquia resultó un estruendoso fracaso ya que las tareas administrativas no parecían encajar con su carácter y entregaba todas las donaciones propiedad de la parroquia a los necesitados por lo que fue acusado de malversación del dinero parroquial por sus hermanos sacerdotes y reprendido por el obispo, quien lo destituyó del cargo. 

Decide volver a su soledad y se retira al valle de Suso o de arriba, cercano a su pueblo, donde transcurre la última etapa de su vida. En torno al santo va formándose una comunidad de hermanos y hermanas que formarán un oratorio primitivo, sus nombres son: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Oria y Potamia. 

San Millán es visitado, consultado y venerado. Salió al parecer muy poco de su eremitorio. La última salida que hace es para anunciar la destrucción de algunas ciudades de Cantabria. La tradición le atribuye numerosos milagros tanto en vida como después de su muerte, acaecida el 12 de noviembre del 574, con ciento un años, fue enterrado en el suelo del oratorio. Los monjes eligieron otro abad y permanecieron como ermitaños alrededor del sepulcro de San Millán, formando después de la muerte de San Millán el gran Monasterio de San Millán de la Cogolla, en la actualidad declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

No dejó nada escrito, y fue hacia el 650 cuando el obispo de Zaragoza, San Braulio escribió Vita Sancti Emiliani, primera biografía de San Millán basándose en los relatos que había escuchado de su hermano Fronimiano, monje en la Cogolla y más tardíamente Gonzalo de Berceo escribió la Historia del Señor San Millán.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Emiliano

¿Qué te parece San Emiliano? ¿Verdad que en algunas cosas te sientes identificado con él? Sí, en que a veces te cansa el mundo y quisieras desaparecer e irte al monte, en plena naturaleza, a unirte con Dios y su Belleza. ¡Tienes madera de santo! Hace tiempo que te lo vengo diciendo. Un día llegará que te darás cuenta, por la vida de un santo, que tú, tú tienes madera de santo y que vas a serlo en cuanto te lo creas. Pero no santo anónimo, sino de esos santos recios, duros como rocas son sus corazones guardando su fe. De esos santos que hacen historia. Hay una historia que contar en el futuro, la de tu santidad.

P. Jesús

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12 de Septiembre / Fiesta del Santo Nombre de María

El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad, instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María. Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la iglesia de occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia. 

Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta del Santo Nombre de María

Hoy en día que se pagan millonadas por una prenda de vestir de un cantante famoso, que para ir a un concierto no se regatea ningún sacrificio propio o ajeno, y que creyentes e infieles rinden pleitesía a la fama, os quiero hablar del dulce nombre de María, de la Virgen María, Madre de Dios.

Hoy que se ven películas de argumentos increíbles e ilógicos, y el guionista se las ingenia para que tengan algo de coherencia y se inventa lo demás, hoy quiero hablaros de María, la mujer que fué “la Nave” en la que Dios se depositó y viajó de su esencia espiritual a humana para venir en busca de ti, sí, de ti, precisamente de ti. Y María dijo “Sí”, pudiendo decir “no”. Y si hubiera dicho no, que podía decirlo, ahora tú te quedarías sin poder decidir ir al Cielo en tu vida eterna. ¿No es importante para ti María? ¿No le debes nada a María? ¿No puedes venerarla? Es la prenda que Dios utilizó para envolverse de su elemento espiritual y hacerse hombre carnal, como tú y como yo. Y, ¿Qué vas a pagar por esa prenda de Dios: María? ¿Qué harás por María?…

Y…

¿Qué quiere María?…

Dice María, y escrito está en la Biblia cristiana: “Haced lo que mi Hijo os diga”.

Tu nombre, María, la dulzura de tu nombre, envolvió a todo un Dios que se hizo hombre en tus piadosísimas entrañas, y digo piadosísimas porque, por la Gracia de Dios, que tú, María Virgen, estabas envuelta, toda tú eres oración, porque la oración es lo que nos hace conectar con Dios Uno y Trino, y por eso digo y afirmo que toda Tu eres oración piadosísima. Gracias María; Virgen María, Madre de Dios: del Amor.

Amor son tus entrañas, porque diste vida al Amor de todo un Dios de Amor en ellas, y cubriste de amor Su Alma, con tu carne inmaculada y hecha oración por tu oración, oh María, la oración que dijiste con tu bellísima voz, a la que todos los ángeles se inclinan cuando la oyen tan sólo suspirar: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí, según Su Palabra”.

Y el Verbo era Dios y es Dios y habla con las obras todas salidas de su corazón, para el bien del mundo, para el bien de la Iglesia, para el bien tuyo.

Si no fuera por María, tú, tú no te salvarías, aunque Dios ya existiera; si no fuera por María, tú, no te salvarías. Aprende esto, que viene escrito en la Sagrada Biblia.

Tú, sin María, no te salvas. Tú por el Sí de María a ser la esclava de Dios, puedes salvarte por Dios, pero Dios no sería hombre si María no le hubiera dado cuerpo humano, y… no podía ser otra mujer, porque nadie más que María nació llena de Gracia, sólo Ella. La oportunidad era sólo Ella, nadie más que Ella: la Santa; la perfecta criatura que Dios selló con total virtud y la llenó de todas las Gracias, y si no fuera por Ella, por María: NO PODRÍAS SALVARTE, porque Dios no hubiera encontrado un cuerpo para llegar a su hora; a la hora prescrita desde los grandes encuentros entre Dios y los profetas, esos que saben por decirles Dios de su sabiduría. ¡Sólo podía ser María! Y FUÉ.

Bellísimo es tu nombre, capitana de la virtud. Bellísimo es tu nombre, María. Te amo, Madre mía.

P. Jesús
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13 de Septiembre / San Juan Crisóstomo

Este incomparable maestro recibió después de su muerte el nombre de Crisóstomo o Boca de Oro, en recuerdo de sus maravillosos dones de oratoria. Pero su piedad y su indomable valor son títulos todavía más gloriosos que hacen de él uno de los más grandes pastores de la Iglesia. San Juan nació en Antioquía de Siria, alrededor de año 347. 

En 386, el Obispo Flaviano le confirió el sacerdocio y le nombró predicador suyo. El santo consideraba como su primera obligación el cuidado y la instrucción de los pobres, y jamás dejó de hablar de ellos en sus sermones y de incitar al pueblo a la limosna. 

San Juan fue consagrado Arzobispo de Constantinopla en el año 398 y emprendió la reforma del clero. La elocuencia y el celo del santo movieron a penitencia a muchos pecadores y convirtieron a numerosos idólatras y herejes. 
Otra de las actividades a las que el arzobispo consagró sus energías fue la fundación de comunidades de mujeres piadosas, siendo la más ilustre la noble Santa Olimpia. El santo Obispo se distinguió también por su extraordinario espíritu de oración, virtud ésta que predicó incansablemente, y exhortó a los fieles a la comunión frecuente. 

Fue desterrado dos veces por conspiración de la reina Eudoxia y del Obispo de Alejandría, Téofilo; en el último destierro ante las penosas condiciones del viaje y la crueldad de los soldados imperiales, San Crisóstomo falleció el 14 de setiembre del 407. En 1909, San Pio X declaró al santo «Patrono de los Predicadores».

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Juan Crisóstomo

No a todos los santos los matan, y menos por insidias de Obispos y reinas; pero sí que hay algunos que son perseguidos por hombres malos de la Iglesia. Pero… ¿Es que no se puede fiar uno de nadie? No. No es que necesites fiarte de nadie, sino que debes vivir por Dios, poniendo tu corazón en Dios, como hizo San Juan Crisóstomo, Arzobispo de Constantinopla, que, creyendo en Dios, se dejó desterrar por dos veces, no se escondió ni se apartó de sus actividades de predicador,  y aceptando así la Providencia de Dios, hizo historia con su buen ejemplo de fe viva y de fiel servidor de Dios: Un ejemplo para toda la Iglesia.

P. Jesús

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14 de Septiembre / Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito. 

Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. 

Los fragmentos de la Santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, se produjeron muchos milagros.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Dios, después de morir, siguió y sigue eligiendo a los suyos: no quiere ostentación cuando uno carga con la cruz, como iba vestido el emperador Heráclito. A Dios no le interesan los bienes del mundo ni las coronas del mundo, Él, Dios, en Jesús, vino al mundo, y siendo Rey del mundo y del Cielo, fue pobre y predicó la humildad; y la humildad está, no en la ostentación, y si en el servicio a los demás por amor a Dios.

La Cruz de Dios sólo pudo ser cargada cuando el emperador se cambió de prendas de vestir, y tú, sólo podrás cargar con tu cruz, a semejaza de Dios, cuando dejes tu vanidad y orgullo, cuando te hagas niño, y como niño no temas a los demás, sino que con tu idea fija en Dios, prefieras tu salvación al orgullo de aparentar y ser visto por los demás con poder. Todos creerán en ti cuando seas humilde y cargues con tu cruz cada día. Y al igual que lo hizo Jesús, calles y camines por caminos de santidad.

P. Jesús

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15 de Septiembre / Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores

Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de setiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre de todos los años.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores

Acordaos almas benditas por la fe de vuestra Iglesia, que los dolores que padeció María, la llenaron de más belleza. Porque el dolor aceptado, el dolor sufrido en la bondad de Su pureza, hicieron que Su belleza subiera de la tierra al Cielo, y los Ángeles le cantaran a la Madre bendita; que sus dolores tenían fin en el fin de la vida terrena y cuando todos en el Cielo, unidos en el amor de Dios, seremos una estrella brillante en la paz del universo.

P. Jesús

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16 de Septiembre / San Cornelio, Papa y San Cipriano, Obispo

Debido a la violencia de la persecución de Decio, la sede pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses después del martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa. Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución. 

La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Papa, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe. El santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro para luego ser decapitado. La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano, y la estrecha asociación entre ambos se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa. 

San Cipriano por su parte, desempeñó un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África. Convertido al cristianismo en edad adulta, el santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretado la violenta persecución en aquella ciudad. 

Fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso para compadecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme por lo que fue decapitado.

Fuente: ACI PRENSA

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Cornelio, Papa y San Cipriano, Obispo

Ambos Santos, San Cornelio, Papa, y San Cipriano, Obispo, se dieron su caridad, porque la caridad es mejor que la amistad; la amistad va unida a los deseos personales, y es bueno y es agradable a Dios que se tengan amigos, pero la caridad es más excelsa, porque es y pasa por el amor mismo de Dios. Uno puede tener un amigo y puede que este amigo no sea digno de tu amistad y aún así es amigo tuyo, por tus gustos, por tus costumbres, pero el trato de caridad es el trato de ayudar por Dios, porque Dios lo quiere. Y los amigos también tienen que ser los que Dios quiere y no los que las circunstancias te dan.

San Cornelio y San Cipriano se dieron mutuamente caridad, sufrían demasiado para ser amigos, sólo podía caber en ellos la caridad. Porque cuando uno sufre mucho le es difícil tener amigos, porque necesita más de Dios y de la caridad que le dan otros por Dios, que es como ir Dios a él a través de otro, y esto llena de paz a la persona que tanto sufre. Hay tiempos en la vida de una persona que es difícil que tenga amigos, porque como en el caso de San Cornelio Papa, tenía demasiadas insidias a su alrededor para creer en la amistad. San Cipriano le dio caridad con su fe en el martirio de los que son de Cristo, y a un amigo le duele que otro sufra, pero por caridad se comprenden cosas incomprensibles, como las que padeció San Cornelio, Papa. Al final ambos fueron decapitados por mantenerse firmes en su fe.

P. Jesús

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17 de Septiembre / San Roberto Belarmino

Roberto significa: «el que brilla por su buena fama». (Ro: buena fama. Bert: brillar).

Belarmino quiere decir: «guerrero bien armado». (Bel: guerrero. Armin: armado).

Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: «Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle».

San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: «Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro».

Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: «De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas». Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.

Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: «Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos». Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.

Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.

Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: «Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto».

Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.

Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.

Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.
Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.

Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba «Las controversias», para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: «Controversias». En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: «Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica».

Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: «Este es el sacerdote más sabio de la actualidad».

Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.

Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: «Las paredes no sufren de frío».

Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: «Es que fue mi discípulo».

En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.

En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.

Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.

Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.

Fuente: EWTN

ORACIÓN: San Roberto Belarmino: Pídele a Dios que nos envíe sabios defensores de la Iglesia, que nos ayuden a librarnos de los ataques y errores de los protestantes.

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Roberto Belarmino

¿Qué pasa con algunos de la misma Iglesia Católica, que no quieren santos en los altares? ¿Por qué se tardó tanto en canonizar a San Roberto Belarmino, Cardenal?

Pero Dios pone todas las cosas en su lugar. Deja que la libertad de los demás se exprese para así poder juzgarlos según sus obras. A nadie perdona Dios, si no obra primero y pide perdón. Siendo el perdón de Dios un regalo del mismo Dios, ese regalo Dios lo da a quienes creen en Él, en que Jesús es Dios y que hacen obras de esta fe, de creer la verdad de que Jesús es Dios, y María es la Madre de Dios. Porque ambas verdades van unidas a la verdad; si sólo la verdad lleva a la santidad, y la santidad es el premio de Dios a los que tienen fe, y creyendo obran libremente con su fe, por su fe, para su fe.

Dios es sabio. Nadie engaña a Dios. Ni tú.

P. Jesús

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18 de Septiembre / San José Cupertino

José nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.

Murió el papá, y entonces la mamá, ante la situación de extrema pobreza en que se hallaba, trataba muy ásperamente al pobre niño y este creció debilucho y distraído. Se le olvidaba hasta comer. A veces pasaba por las calles con la boca abierta mirando tristemente a la gente, y los vecinos le pusieron por sobrenombre el «boquiabierta». Las gentes lo despreciaban y lo creían un poca cosa. Pero lo que no sabían era que en sus deberes de piedad era extraordinariamente agradable a Dios, el cual le iba a responder luego de maneras maravillosas.

A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron para afuera.

Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, pero él declaró que este joven «no era bueno para nada», y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante «inútil», y para deshacerse de él le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.

Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.

Lo pusieron a estudiar para presentarse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: «Bendito el fruto de tu vientre Jesús». Estaba asustadísimo pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: «Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar». Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: «Bendito sea el fruto de tu vientre».

Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: ¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?» y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, el José de Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se libró de semejante catástrofe por casualidad.

Ordenado sacerdote en 1628, se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).

Desde el día de su ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un grado tal que no se conocen en cantidad semejante con ningún otro santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo para que se volviera insensible a lo que sucedía a su alrededor. Ahora se explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, se lo echó al hombro y al pensar en Jesús, Buen Pastor, se fue elevando por los aires con cordero y todo.

Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por el campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.

Sabemos que la Iglesia Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra momentáneamente del influjo de los sentidos, para contemplar lo que pertenece a la divinidad. San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la Santa Misa, cuando estaba rezando los salmos de la S. Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis de este santo. El más famoso sucedió cuando 10 obreros deseaban llevar una pesada cruz a una montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y todo y la llevó hasta la cima del monte.

Como estos sucesos tan raros podían producir movimientos de exagerado fervor entre el pueblo, los superiores le prohibieron celebrar misa en público, ir a rezar en comunidad con los demás religiosos, asistir al comedor cuando estaban los otros ahí, y concurrir a otras sesiones públicas de devoción.

Cuando estaba en éxtasis lo pinchaban con agujas, le daban golpes con palos y hasta le acercaban a sus dedos velas encendidas y no sentía nada. Lo único que lo hacía volver en sí era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: «Excúsenme por estos ‘ataques de mareo’ que me dan».

En la Iglesia han sucedido levitaciones a más de 200 santos. Consisten en elevar el cuerpo humano desde el suelo, sin ninguna fuerza física que lo esté levantando. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a ciertas almas muy espirituales. San José de Cupertino tuvo numerosísimas levitaciones.

Un día llegó el embajador de España con su esposa y mandaron llamar a Fray José para hacerle una consulta espiritual. Este llegó corriendo. Pero cuando ya iba a empezar a hablar con ellos, vio un cuadro de la Virgen que estaba en lo más alto del edificio, y dando su típico pequeño grito se fue elevando por el aire hasta quedar frente al rostro de la sagrada imagen. El embajador y su esposa contemplaban emocionados semejante suceso que jamás habían visto. El santo rezó unos momentos, y luego descendió suavemente al suelo, y como avergonzado, subió corriendo a su habitación y ya no bajó más ese día.

En Osimo, donde el santo pasó sus últimos seis años, un día los demás religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen María que estaba a tres metros y medio de altura, y darle un beso al Niño Jesús, y ahí junto a la Madre y al Niño se quedó un rato rezando con intensa emoción, suspendido por los aires.

El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. Y estando celebrando quedó suspendido por los aires como si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos presenciaron este suceso.

Muchos enemigos empezaron a decir que todo eso eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde, reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde el Sumo Pontífice Urbano VIII, el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y las levitaciones del frailecito. Y estando hablando con el Papa, quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire. El Duque de Hannover, que era protestante, al ver a José en éxtasis se convirtió al catolicismo.

El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: «Todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios».
Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría donde estaba y corrían hacia allá. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: «Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe».

Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.

Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que Él siempre enaltece a los que son humildes y los llena de gracias y bendiciones.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San José Cupertino

Dios en su bondad, suple la falta de amor de unos padres, de familiares, amigos, conocidos y de los mismos que dicen que quieren ser santos y ven más lo físico que el alma de una persona como la que tiene San José Cupertino. Él, no fue amado al principio por quienes debían amarlo, y creció sin amor y con malos tratos, pero libremente comprendió la razón de la vida, y se hizo humilde en grado tal, que se unió a Dios como una de las almas que en vida terrena más se le unieron, y Dios y la Virgen María, suplían todo amor que no le dieron, y creció en su fe hasta el grado tal de vivir en la tierra las delicias del santo amor celestial.

Sé bueno con Dios, aunque no sean buenos contigo los que deberían serlo, y Dios y su bendita Madre suplirán con creces las delicias de sentirte amado, correspondido. Déjate amar por Dios.

P. Jesús
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19 de Septiembre / San Jenaro, mártir

Año 305

Este santo, famoso por el prodigio de su sangre que se obra cada año en Nápoles, (Italia) era obispo de esa ciudad cuando estalló la terrible persecución de Diocleciano. Fue hecho prisionero y encerrado en una oscura cárcel, junto con sus diáconos y colaboradores. Los llevaron al anfiteatro o coliseo para que fueran devorados por las fieras. Pero estas, aunque estaban muy hambrientas, se contentaron con dar vueltas rugiendo alrededor de ellos. Entonces la chusma pidió a gritos que les cortaran la cabeza a estos valientes cristianos. Y así lo hicieron. Personas piadosas recogieron un poco de la sangre de San Jenaro y la guardaron.

La fama universal de que goza San Jenaro se debe a un milagro que se obra todos los años en Nápoles. Este milagro se viene obrando desde hace 400 años, sin que lo hayan podido explicar ni los sabios ni los estudiosos o investigadores. Un sacerdote expone en el altar una ampolleta del tamaño de una pera, que contiene la sangre solidificada del santo. La coloca frente a la urna que contiene la cabeza del santo. Todos empiezan a rezar, y de un momento a otro la sangre que estaba sólida y negruzca se vuelve líquida y rojiza, y crece de tamaño dentro de la vasija de vidrio donde está. El pueblo estalla en cánticos de alegría bendiciendo a Dios.

La ciudad de Nápoles le tiene un gran cariño a San Jenaro, porque además del prodigio de la liquefacción de la sangre, los ha librado varias veces de las temibles erupciones del volcán Vesubio. En 1631, millones de toneladas de lava se dirigían hacia la cuidad. El obispo llevó en procesión la sangre de San Jenaro y la lava cambió de dirección y la ciudad se salvó.

Señor: por la sangre de tus santos mártires, concédenos la gracia de perseverar toda nuestra vida fieles a la religión católica y de librarnos de los estallidos de nuestras pasiones.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Jenaro, mártir

San Jenaro Santo y Mártir, hombre de fe recia y caudillo de mártires. Su fe mantenía la fe de muchos, y por su fe muchos le siguieron en el martirio.

Tú sé como San Jenaro Mártir, y mantén tu fe, y tu fe ayudará a muchos a mantenerse fieles, aun en medio de sus más grandes pasiones y tentaciones.

Dios confía en ti.

P. Jesús

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20 de Septiembre / San Pedro de Arbués. Mártir. Año 1485

Que Dios nos envíe nuevos y valerosos defensores 
que nos libren de los errores y engaños de los herejes.
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (San Pablo).

San Pedro de Arbués, nació en Aragón (España) en 1441.

Como tenía muy especiales cualidades intelectuales, sus padres lo enviaron a estudiar a la famosa Universidad de Bolonia, donde impresionó a superiores y compañeros, por la exquisita amabilidad de su trato y el rendimiento excepcional en los estudios.

Habiéndose graduado de doctor en ambos derechos, volvió a España y allá fue nombrado Canónigo o Monseñor de la Catedral de Zaragoza.

Fue encargado luego de defender la religión católica contra los herejes que querían enseñar doctrinas falsas. Estos trataron de sobornarlo ofreciéndole grandes cantidades de dinero si dejaba de oponérseles. Como no lo lograron, dispusieron matarlo. Varias veces se salvó milagrosamente de criminales atentados.

A quienes le aconsejaban que se consiguiera guardaespaldas, les respondía: «¿Para qué? Si muero asesinado, muero por defender la fe católica. ¿Qué mayor honor puedo esperar?»

Varios herejes se juntaron con los judíos más anticatólicos de Zaragoza y se propusieron atacar al santo cuando fuera a la catedral a orar. Sabían que cada noche entraba al templo y se arrodillaba por bastante tiempo a rezar.

Y el 14 de septiembre de 1485, estando él de rodillas orando devotamente, salieron los asesinos que se habían escondido en la oscura catedral y lo asesinaron.
Sus últimas palabras fueron: «Muero por Jesucristo. Alabado sea su santo nombre». El pueblo que conocía la gran amabilidad y la santidad de vida de este sacerdote reaccionó violentamente, y si no hubiera sido porque el Señor Arzobispo salió a las calles a defender a los herejes, esa misma noche los habrían linchado a todos en la ciudad.

El autor intelectual del crimen se suicidó en la prisión. Los autores materiales fueron sentenciados a muerte.
Inmensa muchedumbre acompañó al santo mártir en su funeral, y después en su sepulcro se consiguieron muchos favores de Dios muy admirables.

Fuente: EWTN

Comentario sobre la biografía del Santo-a, por el P. Jesús

San Pedro de Arbués. Mártir. Año 1485

¿Tenía miedo San Pedro de Arbués, mártir, de morir, o no quería vivir? A San Pedro de Arbués, su fe le impedía retroceder ante la muerte, porque, por su fe, era por lo que deseaban matarle. Si no hubiera tenido fe, si no hubiera defendido su fe, no tenían por qué matarle.

Murió rezando. Murió por su fe y sin abandonar su fe, murió por ella, por Jesucristo.

Sus asesinos murieron por su falta de fe.

Todos murieron, el Santo y los asesinos: ¿Quién sacó provecho de su vida?

El Santo, que tenía fe. San Pedro Arbués, mártir, él está en el Cielo por su fe.

P. Jesús

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