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Ayuda personal espiritual - 3. página

87 Carta / A ti, para que tengas compasión

Domingo, 1 de julio de 2.012

A ti, para que tengas compasión:

Amigo, amiga, hay muchos que pasan desgracias, penas grandes, calamidades, cosas, acontecimientos insufribles, insoportables, y que siguen viviendo; es decir, no por pasar todo esto, mueren, sino que su cuerpo sigue con vida porque Dios espera que tú, ¡tú!, tengas compasión de esta persona que te necesita, necesita de ti. ¡Mira!

Ya sé que tú tienes tus problemas, y “ése ¡se lo ha buscado!”; cierto, cierto, no mientes, pero te pido de rodillas, que ¡por Dios!, tengas compasión de él y le perdones si te ha hecho sufrir, si te hace sufrir, si sufres por sus fechorías contra ti, que a veces así suele pasar; por eso hoy quiero enseñarte a que tengas compasión, porque algunos creen, se creen, que es ser blando el sentir compasión; esa sensación de pena, mezclada con un posible desprecio, a veces, otras no, pero a veces sí.

La compasión es para esos que parece que no hay remedio, que parece que no van a cambiar nunca y todo les sale mal, ¡muy mal!, y a veces, ¡tantas!, se lo han buscado, porque no han puesto nada de su parte para vivir una vida digna, ¡todo lo han dejado perder!, todo se les ha ido de las manos, y puede que parezca que él mismo se lo ha buscado. Hay muchos ancianos que son dignos de compasión. Gastaron su vida en lujurias, en despilfarros y vagancia, y ahora, ¡míralos!, sí, ¡míralos!, ¡son dignos de compasión!

Quiero, hermano mío, hermana mía, que tu corazón se abra, que olvides lo que han hecho y lo que han dejado de hacer, y quiero, quiero que les tengas compasión, y olvides tu pasión y no los maltrates en tu mente, con ella, con pasión, sino que son dignos de lástima; eso que decimos: “lástima que…”

En la compasión, además de perdonar, es que ya no se recuerda, porque lo que ves del otro, allí donde está, es que ya ves que está pagando la pena de todo lo mal y malamente que vivió anteriormente. La compasión es más por los indeseables que por otros, porque esos indeseables que hicieron adrede tantas maldades, y ahora, ¡míralos!; dan compasión, esa pena profunda de ver que ellos mismos se han perdido; ¡Dios!, qué dolor.

La compasión hacia ellos, esos que ayudas y sabes que toda tu ayuda la van a desperdiciar, que si les das dinero, no lo utilizarán para salir de su situación, sino que quizás empeorarán su conducta, y… ¡no sabes qué hacer!

¿Adónde tienen que ir todos estos ancianos llenos de vicios y faltos de dignidad?; esos que, tantos, duermen en las calles y comen de caridad. ¿Qué lugar hay para ellos en la sociedad?. Habían sido esos lujuriosos, extravagantes, egoístas, a veces despóticos; y, tantas veces, por ir a la suya no les ha importado hacer tanto daño a los demás, y ahora, ¡míralos!; ¿los ves?, sí, sé que los ves y te llenas de compasión.

Has comprendido bien lo que es la compasión. Sí, lo sé. Te he llevado con mis palabras y tu imaginación, por los andares del sentimiento y has sentido eso, compasión. Ahora podrás rezar por ellos, porque todos ellos lo que necesitan es oración, porque si los ven, ni los miran, son como una especie de cosa que vive, malvive; esa es la realidad, pero son personas, existen, aun no han muerto, viven para que tú reces por ellos y pidas al Gobierno que los atienda, porque en invierno, de noche y de día, tienen frio, y en verano, exceso de calor, pero su corazón no está muerto, sigue siendo como fue, egoísta buscando su placer; normalmente es así, así es, y sin embargo Dios quiere que se rece por ellos, así saldrán almas benditas que, en los próximos año, se ocuparán de ellos, porque por la crisis de hoy, serán muchos, muchos, los que necesitarán compasión, porque vivieron antes tiempos de abundancia y abusaron de la vida; fueron, muchos, bebés consentidos, “niños yogur”, jóvenes mundanos que ni se casaron, y no tuvieron hijos o los mataron con el aborto; y serán dignos de compasión, porque viajaron y tuvieron dinero, lo adquirieron como fuera, con tal de tener liquidez, y así abusaron. Algunos, muchos, sus padres se lo dieron todo, les compraron el título universitario, la casa, el coche… incluso llegaron a tener, algunos, un despacho, pero cayeron en desgracia, vino la crisis mundial y no estaban preparados para afrontarla. Luego todo fueron prisas para que aprendiera a sacar él solo su vida adelante; y ya no era el bebé rollizo y deseado, ya no era el niño divertido en sus extravagancias, ni el joven que disfrutaba de todos los placeres de la vida; ahora, ¡¡miradlo!!, no sabe qué hacer y continúa como si la vida no hubiera cambiado, como si la crisis económica no existiera, y quiere seguir gastando, porque eso le enseñaron, ¡eso era la moda!, y como tantos, él-ella, la siguió, y era aplaudido por ello. Fue uno de los que asumió rápido el ser “como todos”, es decir como la mayoría, y era un líder en esto; sus padres y parientes podían presumir de ello, ¡y lo hacían!, pero ahora la vida ha cambiado, y no, él no está desesperado, sigue haciendo lo que siempre hizo; y si no tiene casa, va a un piso, o si no se queda afuera, en la calle, ¡qué más le da!, porque le enseñaron  que nada le debía importar, sólo debía pensar en él mismo, en sí mismo, y sigue haciéndolo porque así lo programaron sus padres, familiares y amigos que ayudaron a convertirlo en lo que es; y, ¿qué es?, un ser digno de compasión. ¿Qué haremos con todos ellos, esta generación de compasión?. Dios quiera que los que mandan los tengan en cuenta, porque con los años no serán esa minoría, sino que habrá muchos, muchos más… por las calles, por las plazas, sin rumbo fijo, sin nada. No es solución matarlos, como se mata a los bebés con el aborto, no es una solución digna, pero, ¡serán tantos!, por miles los veréis en las esquinas y durmiendo en los bancos de las plazas, por más ley que se inventen. Con todas estas personas que no quieren tener casa, que no quieren hacer nada, que ¡pasan las horas!, ¿qué piensan hacer con ellos?; no están locos para encerrarlos en un manicomio, y son demasiado cuerdos para no seguir queriendo vivir su vida. ¿Cómo ayudarlos, si la ayuda que recibirían se la gastarían en sus banalidades?, pero están ahí, y son dignos de compasión. Repito, necesitan oración. No pases de largo tu mirada. Sé que lo haces porque crees que no puedes hacer nada; y realmente, ¿qué puede hacerse con ellos?; no se los puede encerrar en una cárcel, porque no han hecho ningún delito comprobado; así, que si no están locos, ni han hecho nada contra la ley, ni hacen nada para llevar una vida digna, ¿qué se podrá hacer con ellos?; ¡que alguien me lo diga!, porque yo soy sacerdote y me ocupo de las almas y no de dar una vida digna económicamente a los indigentes que, muy seguro, les das algo y se lo gastan en lo que no les conviene. Sí, he dicho que habrá miles de indigentes, ¡MILES!. ¿Qué harán con ellos?; y ellos, ¿se dejarán ayudar?, porque en su libertad, hacen lo que quieren; entonces, ¿cómo se va a solucionar este problema social? Además, algunos, ¡muchos!, son violentos, sí, lo son, porque contestan a la vida lo mismo que la vida les da; y les da lo que les da, porque no les enseñaron a trabajar, les dieron lo que querían ¡y más!, y reían todos sus aventuras. Y ¿ahora qué?…

Todos los grupos buscan gente que esté bien, para ser de ellos, y quieren a los mejores, y para conseguirlos son capaces de pervertirlos. Sí, eso también forma parte de tantos indigentes que fueron muy deseados por tantos, que los consintieron. ¿Y ves lo que ha salido de ellos?…

Todas esas personas sin vocación, sin una misión a la que dedicarse, ahora y más adelante, estarán en las calles mendigando, aun que pongan leyes prohibiendo la mendicidad.

¿Verdad que ahora comprendes más sobre la compasión?; sí, lo sabía.

Ahora que aún puedes, trabaja y no permitas que te hagan un consentido, una persona sin sentido, sin vocación ni misión. ¡No te los creas cuando te digan que eres como todos, igual que todos!, porque no lo sois. Nadie es un inútil, nadie es indigno, tú y todos tenéis un lugar en la vida, pero os lo pusieron demasiado fácil y os debilitaron, y ahora te acosan y te acusan de parásito, de no rendir para la sociedad, de no servir para nada, ¡de que se te ha pasado la oportunidad!

¡Qué callen esos locos!, ¡silencio en esas bocas que antes reían las gracias del niño de la casa!

Y tú que me lees, ¡espabila!, porque te están haciendo una encerrona colectiva para que otro día todos al verte tengan que tener compasión de ti. ¡Ahora!, ¡ya!, es el momento de que tú seas capaz de decidir sin pensar en lo que dirán los demás; si no lo dicen hoy, lo dirán mañana, cuando no tengas casa ni coche ni dinero para mantenerte. ¡Debes ponerte un alto!, y alto y claro, decirte que Dios te Ama pero no te consiente, que tú, como todos, ¡a sufrir amigo!, porque debes cumplir con el precepto de todo ser viviente: abastecerte a ti mismo de lo que necesites, y además ayudar a los demás. ¡Esa es tu misión, campeón!, y ¡que te ayuden esos que reían de tus estupideces cuando fuiste el campeón del mundanismo!; sí, que padres y hermanos y parientes y amigos, te ayuden a encauzar tu camino por donde cruces por la vida; sacudiéndote de las tonterías de niño consentido y pisando fuerte, seas capaz de llegar a la muerte con dignidad. Tengas la edad que tengas, puedes ¡ya! salir de ésta, de esta encerrona en la que te han puesto, para que ahora te calles y estés bien quieto, pero llegará el día en que te echarán fuera, cuando no les hagas ninguna gracia, cuando ya hayan conseguido de ti lo que querían, y es que no les estorbaras con tus altos ideales, esos que practican las personas sabias, las que no se venden ni se sienten derrotadas aunque se queden sin casa, sin techo ni auto ni comida, las que tienen un Dios al que dar vida con su vida, esos que molestan tanto; ¡sé de esos mi hermano! porque la vida te debe un precio, la de poder ser católico cristiano, ¡si quieres!, y todas las almas lo quieren, ¡si lo sabré yo!, pero las engañan otras almas que languidecen en su derrota de no pensar en Dios sobre todas las cosas. ¡Anda tú!, ¡levanta!, no te idiotices, porque no necesitas de nadie para hundirte; ¡aléjate!, si hace falta, ¡vive tu vida llena de esperanzas!, y espera y confía, y cree en la oración, ¡que es bendita!, y por ella y con ella, esta vida tuya será distinta, si haces oídos sordos a toda esa pandilla de necios que te han llenado la cabeza desde pequeño, de que no puedes alcanzar, con lealtad y bien, ¡tus sueños!; que te lo digo yo: ¡sí que puedes!, aunque ahora estamos en crisis y es hora de resistir, es hora de decidir si quieres ser digno de compasión o si quieres ser un campeón. ¡No desistas!, que falta poco, bien poco, para tener tu recompensa a ese cambio de vida que hace poco que has dado, y que a otros, los que están a tu lado, les molesta, porque no es que no sepan que puedes conseguirlo, sino que les molesta que lo consigas tú, mientras ellos miran. ¡Celosos!

Bueno, bueno… ya es hora de descansar y es hora de dar gracias a Dios por este día, y el que hayas leído mi carta, esa que he escrito para ti, porque estabas tan desanimado que me diste compasión. ¡Un abrazo, hermano!

¡Paz!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

88 Carta / A ti, para que aprendas hasta donde debes tener caridad

Domingo, 8 de julio de 2.012

A ti, para que aprendas hasta donde debes tener caridad:

Me has escrito y me has hecho entristecer porque, siendo sacerdote, también soy insultado, repudiado, reprobado y maldecido, y ¿hasta cuándo debo soportarlo sin dejar mi sacerdocio?

Me dices: 
“Estoy de acuerdo, lo que unió Dios que nadie lo separe. Me dicen vivir en amor… y si ya no existe amor. Sea cabó, todo promesas, pasión, comunicación no hay nada de nada. Mi pregunta es ¿Qué se hace en estos casos?…seguir sin ninguna alegría… porque todo es tristeza y pleitos… ¿hasta cuando una mujer debe soportar esta situación????? Necesito ayuda. 

¡Hasta que tú quieras!, tú decides, y en tu decisión tendrás el juicio de Dios a tu conducta. Eres realmente libre y debes hacer lo correcto para que, en tu juicio particular, Dios te dé el premio por tu buena conducta. ¿Qué quiere decir esto, que Dios quiere que te hagan maldades, que recibas dolor y maldad? No, mujer, Dios no quiere esto, Dios siempre ha querido la dignidad de la mujer y también la del varón. Porque los dos fuisteis creados por Él, que tanto os ama, que os dio la capacidad de amar, y amar no es sólo pasión y comunicación; amar es también servir. Pero podría ser que tu matrimonio no fuera válido, y entonces no estaría bien que viviérais juntos, porque realmente jamás fuisteis uno; pero, ¿cómo saberlo de verdad? sin los deseos de hoy, sino la verdad de antes de casaros, del día de la boda.

Un sacerdote puede ayudarte; puedes contarle tu vida, y él puede, por sus estudios de sacerdote, darte algún consejo, como el que vayas a un especialista para que revise un tribunal eclesiástico tu caso y saber si realmente estuvísteis casados o sólo fue, sin querer, un concubinato.

La caridad debe estar en tu vida, debes querer salvar el alma de tu esposo, como la tuya propia, tienes que buscar la verdad y amar con caridad, aunque no haya pasión ni comunicación… porque la caridad no necesita de los demás sino de uno mismo, de ti misma, que debes ejercerla para salvarte. Y aunque tu matrimonio no fuera válido, debes tener caridad con el que crees que es tu esposo.

Trátalo con caridad, siendo más que buena, siendo ¡santa!, que eso no tiene  nada que ver con que haga o no haga que tu matrimonio sea válido, lo que hará es que te ganes el Cielo, tengas un matrimonio válido o no. Tú vive la Caridad, que es ser buena y hacer todo el bien que puedas a quien sea, a todos, incluído tu esposo, y no por él, ¡ni por ti!, sino por agradar a Dios, por hacer lo que Jesús te pidió hacer, a ti y a todos, el que lavéis los pies unos de otros, el que lo hagáis por amor a Él, porque Él lo hizo con todos. La ayuda de Dios no te faltará jamás.

Y el que tengas Caridad con tu esposo, y el que lo trates con Caridad, no hará más válido tu matrimonio, sino que es lo que debes hacer estando casada, y lo que deben hacer todos los casados y también los solteros, y ¡cómo no! también los sacerdotes como yo, y los consagrados o religiosos, porque la Caridad es por lo que Dios juzga, ¡por cuánto amor trataste a los demás, y por cuánto tiempo y hasta cuándo!

Sonríe, porque la vida es bella.

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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94 Carta / A ti, que quieres y no puedes

Domingo, 9 de septiembre de 2.012

A ti, que quieres y no puedes:

Amigo-a, ánimo, porque podrás, podrás ser y hacer todo lo bueno que pretendes, sólo debes unirte a Dios y pedirle lo que siente tu corazón; todo lo que desees y es bueno, Dios te lo concederá, pero ten fe y haz oídos sordos a los que te dicen que es imposible, porque para Dios no hay nada imposible.

Haz tu plan de vida, cuídate y cuida de los demás, dando lo mejor de ti y previniendo cualquier “ataque” de todos estos que no hacen y no dejan hacer, y de estos otros que quieren que hagas lo que ellos decidan. ¡Cada quien tiene su vida!, y Dios que esté en la vida de todos, y así todos felices y contentos; pero no, hay quieres no paran, no paran de ir a los demás para dañarlos con sus palabras y comentarios fuera de lugar, pero que les quema el corazón, y lo sueltan para así hacer lo que dicen que deben hacer, es decir; decir tonterías, que sí que piensan, pero que no las han meditado correctamente. ¿Qué hacer con todos estos?, armarse de paciencia y poner cara de escuchar, pero cerrar fuertemente tu corazón para que no entren en él sus comentarios, que los preparan para acobardarte, para “lincharte”. ¡No permitas que hagan de tu vida su vida!; si lo que quieres hacer es algo bueno, ¡adelante!, no necesitas el permiso de nadie. Es más, ¡Dios lo quiere!, porque cuando Dios habla al corazón para que una persona luche y gane en sus proyectos buenos, los ángeles siempre están dispuestos a servirle, y los demonios siempre están dispuestos a hacer fracasar cualquier buen proyecto.

Aprende a pasar de los que no quieran venir contigo.

Aprende a dejar a los que te arrastran a un lugar que no es el que tú has decidido por propia voluntad.

Pasarán dos cosas, que algunos te dejarán y que otros, después de dejarte, te seguirán. Pero si no das tu paso adelante, siempre te sentirás como un cobarde, siendo una persona con tan grandes y buenas cualidades, como tienes. ¿Crees que perderían el tiempo contigo si estuvieran seguros de que no podrías conseguirlo? Saben que podrías, por eso no quieren que lo hagas, no quieren que te demuestres a ti mismo que puedes.

Ve a las personas que confían en ti, ve a los que te aprecian de verdad, valorando quien eres y animándote a todo lo que quieres hacer y que puedes hacer, porque es algo bueno, es hacer el bien; y por otro lado tienes a Cristo viviendo en ti, por vivir tú en Gracia de Dios; entonces, todo te es posible, incluso eso que no quieren que hagas posible. Tú, atrévete, arriésgate y confía en ti, por ser algo bueno, y siendo así, Dios te apoyará en todo; es decir, confía en ti, porque tienes a Dios en tu corazón, y en tu inteligencia vive Dios Espíritu Santo. Demuéstrate a ti mismo que puedes, porque PUEDES.

No seas de los que ya no luchan más, de esos tantos que los han vencido esos demás, y van desdichados por la vida. ¡Es tu vida! La vida tuya va de ti, así que anímate a seguir tu estrella. Tú puedes. No te va a faltar jamás tu voluntad, ni mis oraciones por ti. ¡Ánimo! Lucha y GANA, ¡¡¡ya!!!

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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103 Carta /A ti, que cumples la Ley

Domingo, 11 de noviembre de 2.012

A ti, que cumples la Ley:

Hoy sí, hoy os hablaré de las ventajas de saber la ley, la Ley de Dios y la ley civil. Y no hay, en los países democráticos, ninguna ley que te impida respetar la vida, ¡ninguna! Y aunque en muchos países, dicen sus leyes que, en algunos casos o en todos los casos, se puede abortar, ¡no hay ninguna ley que te impida tener hijos! Entonces, los que abortan es porque quieren, porque el Estado les permite tener hijos, pueden tener hijos, pueden dar vida a uno, dos, diez, quince hijos, si la madre quiere y el padre también; pero parece que sólo se sabe que se puede abortar. Pues enteraos de una vez, también podéis ser padres de familia y, si queréis, familia numerosa, e incluso súper numerosa. Entonces, ¿por qué no tenéis hijos?; ¿quién os lo impide?, ¿la ley civil?, NO.

Se puede, se puede, en un país democrático, ser católico practicante; pero hay tantos católicos pendientes de los que abortan, escandalizados por tal crimen, y ¿tienen hijos los católicos?, ¿en qué pueden dar buen ejemplo a los abortistas?; ¿se divorcian los católicos?, ¿son adúlteros los católicos?… ¿trabajan bien los católicos?, ¿quieren prosperar en su trabajo, trabajando, los católicos?…

Los católicos tienen las leyes civiles a su favor, en los países democráticos, y tienen la Ley de Dios para cumplir.

No mires tanto la viga en el ojo de tu hermano, cuando tú también cometes pecados.

¡Claro que hay que ir contra el aborto!, dando ejemplo de vida, de que los matrimonios católicos aman a sus hijos, amándose los esposos y trabajando para construir un hogar maravilloso, de esos que uno dice: hogar, dulce hogar.

Quien cumple con la Ley de Dios, tendrá alegrías, ya en esta vida; porque la ley protege, tanto la ley civil, como la Ley de Dios, que es la natural.

Ya no escribo más hoy, porque ha quedado claro, y lo habéis entendido todos.

Con afecto sincero.

P. Jesús
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104 Carta /A ti, que sabes quién es Dios

Domingo, 18 de noviembre de 2.012

A ti, que sabes quién es Dios:

Hay gente que lo dice mal, otros bien, y tú eres de los que sabes bien quién es Dios. Dios es Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Dios es tres personas distintas en un sólo Dios, Trinitario y Uno.

La fe, bendita fe, te hace rezar a Dios Padre, y a Dios Hijo, y a Dios Espíritu Santo. Y cuando dices “Dios”, ¿a quién pides compasión, ayuda, misericordia, protección, SALVACIÓN?; a Dios, que es indisoluble y a la vez es tres Personas distintas, y todas en Una.

La salvación viene de Dios, y Dios Hijo fue muerto por los hombres, dejándose matar por obedecer a Dios Padre, y fue en busca de Dios Espíritu Santo para consolaros, para que, por la Gracia, pudieran, los santos, recibir plenamente el Amor de Dios, en Santa Unidad de Paz y Alegría.

Dios es Amor, Paz y Alegría.

Dios es un Dios alegre. ¡Mira la naturaleza, cómo muestra su alegría en los colores, en las formas!; eso te entra en el corazón y te pone alegre.

El que esté triste, que vaya a la naturaleza y la mire; y si no puede ir, que la mire desde donde esté, sea en vivo, por Internet, o en libros.

Los hombres no están en este mundo para vivir en jaulas, están aquí para salir de sus casas y pertenecer a la tierra.

Todos estos que salen de noche y se encierran en edificios, donde a la oscuridad se la despierta con una bombilla, todos estos están tristes; aunque gasten dinero, no tienen la alegría de pisar y vivir la naturaleza. Os deseo, oh hijos míos, a todos, que viváis en plena naturaleza, que disfrutéis de ella, que os alegréis con ella, porque la naturaleza trae alegría a tu vida, la alegría de la vida, de nacer, de vivir y dar lo mejor de cada especie.

Quien trabaje de sol a sol y se canse con el calor o el frío, descansará feliz por la noche, porque los campos, los prados, bosques y jardines, traerán paz a su templo, el cuerpo.

La paz es el más preciado tesoro para quien es sabio, y la paz está en las cosas que Dios creó; ¿y no creó Dios la bella naturaleza?, sí.

Si necesitas de paz, visita el campo, descansa en la hierba, y mira circular el agua de una fuente.

Si necesitas alegría, observa las flores, las plantas, y abraza a los árboles; la fuerza de su savia te dará alegría, porque Dios es un Dios alegre, todo lo hizo con gracia y belleza, ¡también a ti!

Disfruta de los buenos amigos, de los padres adoptivos, de los hijos nacidos del corazón; porque hay amor en este mundo, y con todo este amor que hay, ¡el mundo es tuyo!; no desees nada más que contener en tu interior la belleza que Dios regala a todos con la creación de su naturaleza.

Ama y siente la fuerza de Dios Uno y Trino, que decide y hace, y todo es lo que ves y más; lo que no ves, lo verás cuando, lo que sientas, sea paz, amor y alegría.

La paz podría ser por tu fe, la alegría por la esperanza, y el amor por la caridad. ¿Ves como todo está escrito por Dios?, sí.

Un afectuoso abrazo a los sabios.

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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107 Carta /A ti, que has llegado al Hogar a Comer

Domingo, 3 de febrero de 2.013

A ti, que has llegado al Hogar a Comer:

Me escribes amigo mío, tan querido, y me emociono. Me dices:

“Soy un hombre de 53 años, mi formación religiosa fue con madre que me llevaba a misa todos los viernes, porque el viernes no sé porque, pero cuando yo ya crecí, ya casi ni iba a misa, pero en 1986, tuvimos el primer hijo con esposa, y de ahí vimos la necesidad de comenzar ir a misa, y es hasta hoy en dic. 2012, que vamos a contraer matrimonio por la iglesia, pero estoy contento y un poco asustado, ya que no me he confesado, por el largo de 40 años, y no sé como comenzar a decir mis pecados que son muchos. Y no se la penitencia que me impondrá el padre. Pide su ayuda urgente…..”

El amor te llevó al Amor. Ahora necesitas que Dios te dé su Amor, y te lo dará, y lo sentirás en ti, después de una buena confesión. Acércate al confesonario, al confesor, como te has acercado a mí, hijo amado de Dios, y dile: “Ave María Purísima”, y el te responderá “Sin pecado concebida”; y luego le dices: “padre, he pecado… hace muchos años que no me he confesado, y pido su ayuda porque quiero hacerlo bien”. Y le cuentas todo lo que me has contado. Reza antes a tu Ángel de la Guarda para que te ayude a hacer una buena confesión, y hazla y regocíjate en la alegría de tu fe, porque recibirás el perdón de todos los pecados que te confieses, y quedarán borrados; cuando mueras, Dios no te los tendrá en cuenta, y ¡esto es una alegría que tienes que celebrar, yendo a Comulgar! Así que luego, te me vas a Misa, y a la hora de comulgar, con alegría, te pones en la fila, y abre bien tu boca, como has abierto tu corazón en la confesión, para recibir a Dios. Y Jesús entrará en ti, de la mano del sacerdote que te lo entrega, como entregó su vida a Dios para servirle y servirte de consuelo. No te preocupes por la penitencia, porque sea la que sea, tendrás la alegría de poder cumplirla en la tierra, y no pasarás por las tinieblas del Infierno, porque tus pecados mortales los has confesado y han quedado borrados, porque la muerte de Cristo y tu fe, y tu obra de fe al irte a confesar, te apartan de las tinieblas y vives en la luz. Tú, amigo mío tan querido, sigue leyéndome cada día en el Evangelio y en todo el material espiritual que doy a conocer a través de CatholicosOnline, y verás cómo la alegría, la felicidad, vivirá en ti y en tu esposa y en tu casa. La semana próxima hablaré de cómo debes tratar a la que será tu esposa ante Dios, y te enseñaré a ser feliz y a hacerla feliz, y así, los dos, felices, daréis testimonio de luz. Quiero que seas muy dichoso con tu mujer, quiero que ella te ame como Cristo ama a la Iglesia, y tú también quiero que la ames así a ella, a tu mujer. Quiero que vuestro corazón y vuestro rostro, estén llenos de la alegría de la fe, porque sois buenos, porque vais a dar testimonio de fe. ¡Ánimo!, que hay una felicidad que Dios quiere regalarte, por saber y querer hacer las cosas como Dios manda.

Un abrazo muy grande para ti, y mi bendición para los dos, tú y tu mujer.

Gracias por escribirme. Acuérdate de que la próxima semana volveré a escribirte. ¡Te espero, amigo mío!. Oh, cuánto te quiero. Por eso soy sacerdote, para querer a los que Dios quiere.

Con afecto sincero.

 P. Jesús

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108 Carta /A ti, que vas a casarte por la Iglesia

Domingo, 17 de febrero de 2.013

A ti, que vas a casarte por la Iglesia:

Amigo, la semana pasada te comenté que te hablaría, esta semana, de cómo debes tratar a la que será tu esposa ante Dios. Y pon atención porque estoy dispuesto, a punto, ¡ahora empiezo!:

La que será tu esposa, esta Eva, que tú siendo otro Adán, Dios bendecirá en los dos esta unión familiar, dejando la soledad para uniros en lo que es una familia, porque es más que una entrega de uno al otro, además de esto, de esta entrega de uno al otro, pues, como te digo, amigo, además formáis una familia. Es como si uno fuera la piedra y el otro el cemento, y unidos y juntos, viviendo en Gracia de Dios, vais a construir este mundo dentro del mundo que se llama FAMILIA.

Una familia es algo maravilloso, porque es, por el goce del amor, que se forma la gozosa familia: padres e hijos, hermanos y esposos.

Dice el diccionario sobre la palabra familia, lo siguiente:

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

familia

  1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas o en lugares diferentes, y especialmente el formado por el matrimonio y los hijos:
    voy a ver a la familia.
  2. Descendencia, prole:
    van a tener familia.

Dice el diccionario, como segunda definición sobre la palabra familia: Descendencia, prole. Así que vemos que para que haya una familia, tiene que haber descendencia y prole. Porque dice la primera definición, que la familia es un grupo de personas, y un grupo son más que dos, porque dos son un par o una pareja, pero no son familia; para que dos que contraen matrimonio sean familia, tienen que tener hijos, sinó no son familia, son pareja, son matrimonio, son hombre y mujer casados, pero familia, la familia se hace con el tiempo, después de contraer matrimonio, y si Dios permite el nacimiento de los hijos. Porque hay matrimonios que no pueden tener hijos, y por esto no tienen familia, aunque sí que son matrimonio, pero una familia es un grupo. Si adoptan hijos entonces forman un grupo y son familia, por adoptar a hijos, por decidir libremente tener hijos, de los dos por la voluntad mutua de hacer familia, de tener prole: hijos.

Esposo, tú que serás esposo, desde el día de la boda y por lo tanto libremente te atarás para siempre y en fidelidad a tu esposa, que libremente has elegido entre todas las demás, y ella, también te eligió entre todos los demás, entonces, unidos edificaréis el hogar, esa construcción que necesita de los dos para mantenerse en pie, y la voluntad firme tiene mucho que ver, como tiene que ver también la comprensión mutua y la ayuda que uno al otro tendrá que dar para mantener la edificación del hogar, este hogar que libremente, en el día de la boda, dais promesa, uno al otro, de quereros para siempre, de amaros hasta que la muerte os separe. Os tenéis que querer, querer estar uno con el otro, vivir juntos y amaros en esta amor que es entrega sexual, física y que es la de querer hacer feliz al otro, en todas las cosas que razonablemente cada quién le agraden más y sean lícitas, sanas, santas, naturales y morales.

Tú, esposo, cuando tengas en tus brazos a la esposa, cuando ya el matrimonio sea real, y pases a la consumación del trato, de la promesa de entrega, entonces, ámala, ama a tu buena esposa por tu promesa, promesa que has hecho, y ella te ha hecho, porque ha querido; y este es un compromiso de por vida. Como tú fuiste el que le pidió la unión, esta boda, entonces recuerda siempre, que tú eres y tienes que ser el primero en darte a ella, en amarla, en seducirla y cuidarla, y ella, tu esposa, seguirá amándote siempre, si tú la amas y se lo demuestras y se lo dices y le sigues pidiendo, como le pediste, que te corresponda. Y ella, que dijo que sí, por eso hay boda, seguirá ella y por ella habiendo un hogar y una familia. Porque ella, la mujer es la que trae los hijos al mundo, los hijos de los dos, pero ella los lleva, lleva al hijo en sus entrañas y lo ama antes de haberlo visto, lo siente y lo cuida, antes de saber cuál es su rostro. Dios no quiso que los hijos fueran de uno sólo, Dios quiso que la continuidad de la especie fuera por el amor de hombre y mujer, porque cuando los hijos se van, quedan los esposos; queda la base de la familia, y la familia sigue con los hijos; aunque ellos hayan hecho su propia familia, los hijos siguen perteneciendo a la familia que los reunió, los unió en el amor de un hombre y una mujer que dijeron amarse libremente, fielmente y para siempre.

No olvides jamás tu promesa, y mantenla bajo el sello de tu honradez. Vendrán tiempos de todas clases, porque la naturaleza es pluralista, en ella todos pueden existir. Y tendrás malos tiempos, como de buenos, y esperando resistir a los malos y disfrutar de los buenos, sobre todo te pido, que no te quejes, porque tú has decidido contraer matrimonio con la mujer que ha accedido a ser tu mujer, a casarse contigo libremente y para siempre. Entonces estáis comprometidos y tenéis un futuro maravilloso, en el bien que podéis daros uno al otro. Digo que no te quejes, porque ya sabes quién es ella, la conoces, y así la has aceptado, entonces, ya conoces cómo es, por lo cual no te quejes de ella, ni de su familia, ni de la vida, porque la vida también ya la conoces; hay cosas buenas y no tan buenas, y hay cosas malas, también en ella, y sobre la familia de ella, de tu esposa, no te quejes, porque es cosa entre ellos y Dios; tú, dales siempre buen ejemplo y bendice a los padres de tu mujer, porque si has decidido que es la mejor para ti, entre todas las que hay, entonces es que la aceptas con lo que es y quien es, y es hija de sus padres, aunque fuere adoptada. Piensa hijo, que la queja te llevaría a la crítica, y la critica te llevaría a la calumnia, y la calumnia te quitaría la Gracia de Dios; y si te casas por la Iglesia, es que quieres una vida santa, perfecta, unido a la Iglesia, que tiene las llaves de Pedro, en el Papa, y que te puede abrir o cerrar el Cielo. No te casas por la Iglesia para irte al Infierno, sino que te casas para ser feliz, y sólo los felices van al Cielo, porque son los bienaventurados, porque son los que cumplen con los diez mandamientos de la Ley de Dios, y usan de los sacramentos, como usareis del sacramento matrimonial que os dará unas maravillosas condiciones espirituales para afrontar cualquier cosa que la vida os ponga como prueba, pero que si te quejas, si criticas y calumnias, debilitarás tu fuerza, la fuerza de la fe, que es el que cada quién persigue y busca la santidad, y si tú la buscas, tus suegros también, y todos estáis siendo probados mientras no morís, incluso tú y tu mujer; entonces, sé fuerte en la fe, y no te quejes esperando la perfección que no hay en este mundo. No critiques, porque tú haces bien unas cosas y otros hacen bien otras cosas, quizás esas que tú haces mal y tienes que perfeccionarte en ellas. Tú sé buen ejemplo de las cosas buenas que haces y tienes y acepta el buen ejemplo de los demás en sus virtudes, y orad unos por otros. No te olvides de tus padres, reza por ellos y dales el buen ejemplo que quisieras que te hubieran dado ellos.

Llega la boda, llega la felicidad, si realmente esa boda es un sacramento matrimonial. Algunos hacen teatro, otros pretenden engañar a Dios, y otros, unos insensatos, porque sin fe, van a la Iglesia a dar voto de lo que no creen. Tú, aprende tu fe, y que la que será tu buena esposa, que aprenda la fe. No es complicado, es cumplir con los mandamientos, usar de los sacramentos, vivir lo natural en la unión sexual, y dándoos siempre la felicidad en la caridad, os unáis en una vida de oración juntos, porque quien reza unido a otro, porque allí donde rezan dos, está Dios.

Voy terminando esta carta y me quedan cosas por decir, aunque las más importantes, ya han sido redactadas y escritas y las has leído.

Disfruta hijo mío de la fe.

Un abrazo para ti, y un cordial saludo para la que será tu mujer.

Con afecto sincero.

P. Jesús

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Para quien quiera contestar a la carta, CLICAR AQUÍ, aunque el P. Jesús no podrá responder a cada uno, sí que pedirá a Dios Padre, en nombre de Jesús por esta persona y sus intenciones. EXPLICACIÓN.

 

112 Carta /A ti, que dices que eres culpable

Domingo, 5 de mayo de 2.013

A ti, que dices que eres culpable:

¿Culpable de qué?…

Me has escrito y me dices:

Padre, muy buenos días. Soy una madre que se quedo sin su hijo, sin tener a quien abrazarlo, se fue al lado del Señor, y esto ya hace mas de 2 años. Hasta el día de hoy lo extraño y lo lloro; no encuentro esta paz porque siento que por mi culpa partió. Padre, lo que le pido, es que por favor, pida por mí, y que me dé sosiego para este enorme dolor. Gracias.

Hija buena en tus oraciones, ven y deja que este sacerdote llene tu corazón con palabras de misericordia, perdón y fe. Primero y ante todo, quiero que sepas que la muerte natural la decide Dios, y no tú, ni nadie. Los disgustos que los padres dan a los hijos y que los hijos dan a los padres, no matan ¡jamás!, aunque puedan crear mucho dolor, y lo creen de hecho, porque tantos corazones sufren por las palabras y obras de los padres o de los hijos; y ¿qué hacer?, poner la esperanza y la confianza en Dios; se reza poco, poco y mal, y además, el egoísmo está tan arraigado en el mundo, que muchos se creen que, rezando, todo se consigue, sí o sí; y hay cosas que sí y otras que no, y la fe no va de conseguirlo todo, sino de pedirlo todo y aceptar la voluntad de Dios, Y eso es lo que quiero que tú, hija mía, hija buena, hagas; que aceptes la voluntad de Dios. Él sabe por qué permitió la partida de tu hijo, al que amas y necesitas abrazar. Esto lo comprendo, sí hija de Dios, lo comprendo, y por comprenderlo, te digo que Dios tendrá y tiene misericordia de ti, que si te confiesas de tus pecados y faltas, Dios no tendrá en cuenta nada malo de lo que hiciste, y que si te acoges a la indulgencia plenaria, puedes, podrás privarte de las penas del Purgatorio. Dios te Ama, hija, ¡qué sí!; no me lleves la contraria en esto, y no me digas lo mala que eres y has sido. Te digo yo, ¿para qué y quién crees que sufrió tanto Jesús, Dios?… ¿a ver si lo adivinas?… ¡Eso es!, ¡por ti!, ¡que sí!. Anda, seca estas lagrimotas, porque mira que lloras, ¡eh!… Sé que tienes penas y que estás arrepentida de tantas cosas, lo sé, soy sacerdote y conozco bien a las almas, por eso sé que es bueno que vayas a ayudar a los niños enfermos de algún hospital y les des a ellos, con tus cuidados, ese cariño que no puedes dar a tu hijo. Que sí, que sí que te querrán, ¡claro que sí! Pero no vayas contando tus pecados a nadie, sólo a Dios y ¡ya vale!, porque lo que vale es que Él, Dios, los sepa, y los sabe; pero si se los cuentas en confesión, entonces recibirás su perdón. ¡Claro que sí, que te perdonará!, ¡que sí, te digo! Debes hacerme caso, porque soy sacerdote y conozco bien cómo es Dios, ¡es Amor!

Así que ya sabes, a confesarte y a dar a otros niños lo que tienes por dar a tu hijo.

Dios te Ama y te perdona.

Sé que estás bien, ahora estás bien, después de leerme. ¡Claro!, te he escrito a ti, te conozco bien.

Te remito a la Virgen María. Hazme caso, ¡no protestes!, y ve a María, aprende a rezar el Santo Rosario, y rézale. (…Qué hija más protestona le ha salido a Dios). Tú, sé católica. ¡Vamos, vamos para el confesonario!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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113 Carta /A ti, que necesitas de Dios

Domingo, 14 de julio de 2.013

A ti, que necesitas de Dios:

Hay veces, hay momentos y tiempos de tu vida en que parece que Dios está escondido de ti, que no lo notas tanto, en los acontecimientos que vives, y que crees que te ha abandonado, que la monotonía te pide un cambio de vida, pero no sabes cómo ni cuándo; intensifica la oración, porque Dios te está probando; es como en tiempos de exámenes, que es cuando tienes que demostrar lo que has aprendido, cuando el profesor no está oculto, sino que está vigilante a que des de ti lo mejor que él te enseñó, y estás en el momento de rendir cuentas de lo aprendido. Pues igual tú, cuando estás en la situación que crees no percibir tanto a Dios, que está ahí contigo viendo cómo rindes tu examen con la vida misma; ¿cómo actúas con lo que sabes?. Tú sigues yendo a clase, como sigues yendo a la Santa Misa, a confesarte, a comulgar; sigues orando, como aquel que sigue estudiando antes del examen.

Esos momentos, esos tiempos van a pasar, y Dios volverá a ser para ti el que quiere ser, este amigo que ves, que tienes presente siempre; Él, quiere saber de tu fidelidad, aunque parezca que no lo tienes tan presente.

¿Eres fiel a Dios?…

Hay tantos que dicen amar a otros, y cuando no están esos que dicen amar, los critican, empiezan a apartarlos de su corazón, porque si no reciben sus cuidados y atenciones, ya no los quieren. El amor, el querer, el cariño, tiene que ser de adultos, de los que aman a toda hora, estando el amigo presente o ausente, o padeciendo una enfermedad, o recibiendo un revés en su vida. Porque hay quien se aleja del que aprecia porque no está bien, porque está mal, y en esos momentos, prefiere estar solo. Tú sé fiel con todos los que te han dado su amistad, y mantente unido a ellos por la oración, porque hay malos tiempos para muchos, que están librando sus tormentas en el mar; se sienten solos y necesitan que otros también oren por ellos, para que el Buen Dios, Jesús, vaya a calmarles su tempestad; están tan ocupados y preocupados por sobrevivir, que parece que te han dejado, pero no, éstos, como Dios, como todos los seres vivos, mientras se vive, se está unido por los pensamientos, además de las obras y palabras; ¿cuántos hay que piensan en ti, y hace años que no los ves?; muchos. Todos estos que has conocido alguna vez, pueden pensar en ti, si tú les diste tu querer, tu amor ágape.

Dios no está escondido, está ahí contigo, callado, esperando que tú hagas bien tu trabajo, que vivas bien tu vida, que hagas rendir al máximo de sus enseñanzas; ¡estás en tiempos de rendir!

Los amigos están, en pensamiento, contigo, te piden ayuda en la distancia, la de una oración salida de tu corazón, para aliviar su carga, para que Dios, Jesús, pare su temporal; para que la Virgen María los colme de paz.

Cuando te creas solo, es cuando más tienes que orar, porque es cuando más te necesitan los que te han dejado, los que no están.

Ora amigo-a, que tienes a Dios a tu lado, porque Dios nunca te ha dejado, ni jamás te dejará; está esperando que rindas ¡al máximo!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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115 Carta /A ti, que eres bueno, y antes no lo fuiste

Domingo, 1 de septiembre de 2.013

A ti, que eres bueno, y antes no lo fuiste:

Amados en Cristo, vino Dios Hijo al mundo para que, si quieres, dejes de pecar, te arrepientas de tus pecados, vayas a confesar, y si no estás bautizado cristiano-católico, antes, te bautices y disfrutes de la fe, de creer que Dios te Ama y que, como Padre que es, ¡no quiere vivir sin ti!, quiere que te salves y vayas a vivir, después de la muerte, a su Reino; este es el Mensaje, la Buena Nueva que vino Cristo a anunciar, el que hay un Reino de Dios que es para ti, pero ¡deja de pecar!

Me ha escrito una persona buena, pero que antes no lo fue, y le sabe mal, y me dice:

“Padre Jesús, este es mi testimonio, que humildemente deseo expresarlo, le pido que acepte este escrito, ya que a veces es muy cruel decir la verdad y lo reconozco, pues yo falte al octavo mandamiento, levante un falso testimonio y el mismo hizo mucho daño, a pesar de que pedí perdón y rectifiqué lo dicho públicamente, ya nunca volverá a ser lo mismo y le falle a mi familia, pues no la defendí en su momento y espero que el Señor perdone mi gran error, que fue un resultado desastroso, el mismo me afecta y lamento el daño que realice hace varios años atrás, muchas gracias Padre Jesús, por su paciencia conmigo y que Dios lo bendiga, siempre.”

Amigo, ¡ven a mis brazos!, porque has reconocido tu pecado y, en el mismo, tienes tu penitencia. Pero, si miras mejor, te darás cuenta que también, de él, después de confesarte, recibiste, con el tiempo, no todo lo malo que esperabas, sino que no fue tan malo lo que esperabas, aunque lo fuera, pero fue menos. Porque Dios, con la fe, la humildad y el arrepentimiento sincero, expresado en confesión ante un sacerdote católico, y recibiendo la absolución del mismo, Dios Espíritu Santo, consuela y además, usa, no digo de su influencia, sino que digo DE SU PODER, y suaviza las cosas que podrían ser aún peor de lo que, por la Gracia de Dios, no son. Medita, y verás que además de saberte perdonado, por confesarte, además, Dios te regaló acontecimientos que hubieran podido ser peor, porque Dios, ante el arrepentimiento sincero, lo acoge y, como Padre que es, ¿qué no haría un padre por un hijo que ha pecado, que ha robado…? Un padre devolvería del dinero robado, si pudiera, y Dios Padre puede hacer que el falso testimonio que hiciste, por pedirle perdón y ser perdonado, por unirte a Dios mismo en la Comunión, hace maravillas insospechadas, como el padre humano, que puede, y va, y devuelve el dinero usurpado. Dios Padre puede hacer que en el corazón de los que oyeron tu falso testimonio, sean benevolentes con la persona citada por ti, y también por ti mismo. Tú no sabes lo que cada uno de esos que supo de tu falso testimonio, guarda en su corazón. Sí que sabes lo que guardas en el tuyo, y todos los que te hemos leído, lo hemos visto, ¡santo!, esto es lo que hay en ti hijo mío, hijo de Dios, SANTIDAD.

¡Ánimo y sigue adelante!, haciendo el bien y siendo fiel a Dios, que tanto te Ama y que te perdonó. ¡Es de fe, que el que se confiesa con dolor de sus pecados y arrepentido, con la intención de no volver a pecar, este ESTÁ PERDONADO!

¡Aleluya! ¡Dios es Amor!

Con afecto sincero.

P. Jesús

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